jueves, 13 de abril de 2017

Papa Francisco: La Buena Noticia es la perla preciosa, no es un objeto sino una misión









El Papa en la Misa Crismal. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa
El Papa en la Misa Crismal. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa
VATICANO, 13 Abr. 17 / 03:58 am (ACI).- En la Misa Crismal que presidió en la mañana del Jueves Santo, el Papa Francisco aseguró que “la Buena Noticia es la perla preciosa del Evangelio. No es un objeto, es una misión”.
En la homilía, el Santo Padre se dirigió en especial a los sacerdotes, quienes hoy también celebran su día, y les dio algunos consejos.
“Todo lo que Jesús anuncia, y también nosotros, sacerdotes, es Buena Noticia. Alegre con la alegría evangélica: de quien ha sido ungido en sus pecados con el aceite del perdón y ungido en su carisma con el aceite de la misión, para ungir a los demás”.
El Papa aseguró que “al igual que Jesús, el sacerdote hace alegre al anuncio con toda su persona. Cuando predica la homilía, –breve en lo posible– lo hace con la alegría que traspasa el corazón de su gente con la Palabra con la que el Señor lo traspasó a él en su oración. Como todo discípulo misionero, el sacerdote hace alegre el anuncio con todo su ser”.
Durante la celebración, los sacerdotes renovaron las promesas hechas en el momento de la Sagrada Ordenación y después se procedió a la bendición de los santos oledos: para los enfermos,  los catecúmenos y el crisma.
“La Buena Noticia puede parecer una expresión más, entre otras, para decir ‘Evangelio’: como buena nueva o feliz anuncio. Sin embargo, contiene algo que cohesiona en sí todo lo demás: la alegría del Evangelio. Cohesiona todo porque es alegre en sí mismo”.
Francisco pidió no separar 3 “gracias” que contiene el Evangelio: “su Verdad –no negociable–, su Misericordia –incondicional con todos los pecadores– y su Alegría –íntima e inclusiva–".
“Nunca la verdad de la Buena Noticia podrá ser sólo una verdad abstracta, de esas que no terminan de encarnarse en la vida de las personas porque se sienten más cómodas en la letra impresa de los libros”.
Sobre la misericordia destacó que “nunca la misericordia de la Buena Noticia podrá ser una falsa conmiseración, que deja al pecador en su miseria porque no le da la mano para ponerse en pie y no lo acompaña a dar un paso adelante en su compromiso”.
Y sobre la alegría dijo que “nunca podrá ser triste o neutro el Anuncio, porque es expresión de una alegría enteramente personal”.
“Las alegrías del Evangelio –lo digo ahora en plural, porque son muchas y variadas, según el Espíritu tiene a bien comunicar en cada época, a cada persona en cada cultura particular– son alegrías especiales. Vienen en odres nuevos, esos de los que habla el Señor para expresar la novedad de su mensaje”.
Por último, señaló a los sacerdotes 3 “odres nuevos” en los que “la Buena Noticia cabe bien, no se avinagra y se vierte abundantemente”.
El primero, el de las bodas de Caná, en el que “María es el odre nuevo de la plenitud contagiosa”. “Su plenitud contagiosa nos permite superar la tentación del miedo: ese no animarnos a ser llenados hasta el borde, esa pusilanimidad de no salir a contagiar de gozo a los demás”.
El segundo “es aquella vasija que –con su cucharón de madera–, al pleno sol del mediodía, portaba sobre su cabeza la Samaritana. Refleja bien una cuestión esencial: la de la concreción”.
El tercero “es el Odre inmenso del Corazón traspasado del Señor: integridad mansa, humilde y pobre que atrae a todos hacia sí”. “De él tenemos que aprender que anunciar una gran alegría a los muy pobres no puede hacerse sino de modo respetuoso y humilde hasta la humillación. No puede ser presuntuosa la evangelización. No puede ser rígida la integridad de la verdad”, señaló el Papa.

Jueves Santo: El Papa lava los pies de 12 reclusos e invita a pensar en el amor de Dios








Imagen referencial. Foto: L'Osservatore Romano
Imagen referencial. Foto: L'Osservatore Romano
VATICANO, 13 Abr. 17 / 10:34 am (ACI).- El Papa Francisco celebró la “Messa in Coena Domini” con el rito del lavatorio de los pies en la prisión de Paliano, en la provincia de Frosinone y diócesis de Palestrina, a unos 70 kilómetros de Roma.
“Jesús sabía que iba a ser traicionado por Judas. Habiendo amado a los suyos, Dios ama así, hasta el final. Y da la vida por cada uno de nosotros y se orgullece de esto y quiere esto porque Él es amor, amar hasta el final, que no es fácil porque todos nosotros somos pecadores tenemos defectos límites… todos sabemos amar, pero no somos como Dios nos ama. Sin mirar las consecuencias, hasta el fin”, dijo el Papa en la breve homilía que pronunció de forma improvisada.
Como ya informó el Vaticano en su día, la visita del Pontífice tuvo un carácter estrictamente privado y no hubo imágenes para proteger la intimidad de los detenidos.
A las 15 horas de Roma, el Papa Francisco dejó su residencia, la Casa Santa Marta, para acudir a esta prisión. A su llegada, una hora más tarde, fue acogido por la directora y por el capellán, el P. Luigi Paoletti y luego se desplazó hasta la Plaza de Armas donde saludó al personal que trabaja en la prisión.
Tras el breve encuentro, el Pontífice se trasladó hasta la sala llamada “Unidad de Italia”, donde se encontró con 58 detenidos “colaboradores de la justicia”, es decir, que en su mayoría han participado en actividades de crimen organizado y han ayudado a esclarecer delitos vinculados usualmente a las mafias. La figura de colaborador de la justicia en Italia no exime a la persona de una pena de cárcel, como sí ocurre en otros países.
Otros 2 detenidos, un hombre y una mujer, le contraron de manera separada ya que se encuentran en régimen de aislamiento, al igual que otras 8 personas enfermas de tuberculosis a los que saludó a continuación.
Después celebró la Misa y lavó los pies a 12 detenidos, entre ellos 3 mujeres y un musulmán que será bautizado el próximo mes de junio, convirtiéndose así al catolicismo. También fueron bautizados un argentino y un albanés, siendo el resto de nacionalidad italiana.
Entre ellos, 2 están condenados a cadena perpetua y los demás deberán concluir su pena entre los años 2019 y 2073.
Francisco destacó cómo Jesús, siendo “el jefe”, siendo “Dios” lava los pies a sus discípulos. “Eso de lavar los pies era una tradición que se hacía en la época antes de los almuerzos y las comidas, porque era gente que venia del camino y estaba sucia, con polvo del camino. Uno de los gestos para recibir una persona en casa era lavarle los pies, pero esto lo hacían los esclavos”.
“Jesús lo hizo así. Simón Pedro no quería hacerlo, pero Jesús le explicó que era así, que Él había venido al mundo para servir, para servirnos, para hacerse esclavo para nosotros, para dar la vida por nosotros y amar hasta el final”.
“Cuando venía de camino a esta prisión, había gente que saludaba porque venía el Papa. Pero el jefe de la Iglesia es Jesús. El Papa es la figura de Jesús. Yo quisiera hacer lo mismo que Él ha hecho. En esta ceremonia el párroco lava los pies a los fieles. Siempre el más grande debe hacer el trabajo de esclavo”, dijo a los reclusos.
El Papa comentó también que “para sembrar amor entre nosotros, no os digo que hoy vayáis los unos a los otros a lavaros los pies, pero el símbolo, la figura sí. Pido que si podéis realizar alguna ayuda, un servicio a tu compañero aquí en cárcel, lo hagáis porque esto es amor, esto es como lavar los pies, ser siervo de los otros”.
“Una vez los discípulos discutieron entre ellos sobre quién era el más grande, el más importante. Y Jesús dijo: ‘el que quiera ser más importante debe hacerse el más pequeño y el servidor de todos’. Así hace Él con nosotros. Todos nosotros somos pobres, pero Él es grande, es bueno y nos ama así como somos”.
Al concluir, Francisco pidió pensar “en Dios, en Jesús”. “Esta no es una ceremonia folclórica, es un gesto para recordar lo que ha dado Jesús. Después de esto tomó el pan y nos dio su cuerpo, tomó el vino y nos dio su sangre. Así es el amor de Dios con nosotros.

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