domingo, 30 de julio de 2017

La alegría consoladora de Jesús cambia nuestra vida y nos abre a la acogida de los hermanos más débiles: el Papa en el Ángelus



Texto completo de la reflexión del Papa antes de la oración mariana
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El discurso parabólico de Jesús, que agrupa siete parábolas en el capítulo décimo tercero de Evangelio de Mateo, se concluye con las tres semejanzas de hoy: el tesoro escondido (v. 44), la perla preciosa (v. 45-46) y la red de pesca (v. 47-48). Me detengo en las primeras dos que subrayan la decisión de los protagonistas de vender toda cosa para obtener aquello que han descubierto. En el primer caso se trata de un campesino que casualmente se topa con un tesoro escondido en el campo donde está trabajando. No siendo el campo de su propiedad, debe comprarlo si quiere poseer del tesoro: entonces decide arriesgar todos sus haberes para no perder aquella ocasión de veras excepcional. 


En el segundo caso encontramos un mercader de perlas preciosas; él, como experto conocedor, ha descubierto una perla de gran valor. También él decide apuntar todo en aquella perla, al punto de vender todas las otras.
Estas semejanzas ponen en evidencia dos características concernientes la posesión de Reino de Dios: la búsqueda y el sacrificio. El Reino de Dios es ofrecido a todos, pero no está puesto a disposición en una bandeja de plata, necesita un dinamismo: se trata de buscar, caminar, ocuparse. La actitud de la búsqueda es la condición esencial para encontrar; es necesario que el corazón arda del deseo de alcanzar el bien precioso, es decir, el Reino de Dios que se hace presente en la persona de Jesús. 


Es Él el tesoro escondido, es Él la perla de gran valor. Él es el descubrimiento fundamental, que puede dar un viraje decisivo a nuestra vida, llenándola de significado.
De frente al descubrimiento inesperado, tanto el campesino come el mercader se dan cuenta que tienen delante una ocasión única que no deben dejarse escapar, por lo tanto, venden todo aquello que poseen. La valuación del valor inestimable del tesoro, lleva a una decisión que implica también sacrificio, separaciones y renuncias. Cuando el tesoro y la perla han sido descubiertos, es decir, cuando hemos encontramos al Señor, es necesario no dejar estéril este descubrimiento, sino sacrificarle cualquier otra cosa. No se trata de despreciar el resto sino de subordinarlo a Jesús, poniéndolo a Él en el primer lugar.


 La gracia en primer lugar. El discípulo de Cristo no es uno que se ha privado de algo esencial, es uno que ha encontrado mucho más: ha encontrado la alegría plena que sólo el Señor puede donar. Es la alegría evangélica de los enfermos curados, de los pecadores perdonados, del ladrón a quien se le abre la puerta del paraíso.
La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de aquellos que se encuentran con Jesús. Aquellos que se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría (cfr. Evangelii Gaudium, n. 1). 


Hoy somos exhortados a contemplar la alegría del campesino y del mercader de las parábolas. Es la alegría de cada uno de nosotros cuando descubrimos la cercanía y la presencia consoladora de Jesús en nuestra vida. Una presencia que transforma el corazón y nos abre a las necesidades y a la acogida de los hermanos, especialmente de aquellos más débiles.
Recemos por la intercesión de la Virgen María, para que cada uno de nosotros sepa dar testimonio, con las palabras y los gestos cotidianos, de la alegría de haber encontrado el tesoro del Reino de Dios, es decir, el amor que el Padre nos ha donado mediante Jesús.

(Traducción de María Cecilia Mutual – Radio Vaticano)

domingo, 23 de julio de 2017

“La frontera entre el bien y el mal pasa en el corazón de cada persona”


Una Iglesia que “lava la ropa sucia” (ángelus completo)


El Papa en el Ángelus - © Osservatore Romano
(ZENIT-Ciudad del Vaticano 23 de julio de 2017). “El bien y el mal no puede identificarse con territorios definidos o con grupos humanos”, asegura el Papa Francisco en el ángelus del 23 de julio de 2017: no hay los buenos por un lado y los malos por otro, sino “la frontera entre el bien y el mal pasa en el corazón de cada persona”.

En este mundo, ha explicado el Papa en la introducción a la oración mariana, “el bien y el mal están tan entremezclados, que es imposible separarlos y extirpar todo el mal”.
Desde la plaza San Pedro en el Vaticano, ha invitado a “tomar estas distancias en relación al mal y a su seducción”, sabiendo que “todos somos pecadores, tenemos siempre necesidad de ser perdonados de nuestros pecados”. “Mirar siempre y solamente el mal que hay al exterior de nosotros, ha advertido, es no querer reconocer el pecado que hay también en nosotros”
El Papa Francisco ha deseado una Iglesia “que no tenga miedo de ensuciarse las manos lavando la ropa sucia de sus hijos, en lugar de una Iglesia de “puros”, que pretenden juzgar ante todo quién permanece en el Reino de Dios y de quién no”.
***
Palabras del Papa antes del ángelus
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
El pasaje evangélico del día propone tres parábolas con las cuales Jesús habla a la muchedumbre, del Reino de Dios. Me detengo en la primera: la de la buena semilla y en la de la cizaña, que ilustra el problema del mal en el mundo y pone de relieve la paciencia de Dios (cf.Mt 13,24-30,36-43). ¡Cuánta paciencia tiene Dios! Cada uno de nosotros puede decir esto: cuánta paciencia tiene Dios conmigo. El relato de la parábola se desarrolla en un campo con dos protagonistas opuestos. Por un lado el propietario del campo que representa Dios y esparce la buena semilla: por el otro el enemigo que representa Satanás y esparce la hierba mala.

Con el tiempo, en medio del trigo crece también la cizaña y frente a este hecho el propietario y los servidores tienen actitudes distintas. Los servidores quisieran intervenir arrancando la cizaña; pero el propietario que está preocupado sobre todo por la salvación del buen grano, se opone diciendo: “No sea que recogiendo la cizaña, también arranquéis el trigo” (v.29). Con esta imagen, Jesús nos dice que en este mundo, el bien y el mal están tan entrelazados entre sí, que es imposible separarlos y extirpar todo el mal. Solo Dios puede hacer esto, y lo hará en el juicio final. Con sus ambigüedades y su carácter complejo, la situación presente es el campo de la libertad, el campo de la libertad de los cristianos, donde se desarrolla el difícil ejercicio del discernimiento entre el bien y el mal.

Y en este campo se trata de juntar de conjugar con una gran confianza en Dios y en su providencia, dos actitudes aparentemente contradictorias: la decisión y la paciencia. La decisión es la de querer ser buen trigo con todas sus fuerzas y por lo tanto tomar distancia del maligno y sus seducciones, la paciencia significa preferir una Iglesia que sea levadura en la masa, que no teme ensuciarse las manos lavando la ropa sucia de sus hijos, más que ser una Iglesia de “puros”, que pretende juzgar antes de tiempo quien irá al Reino de Dios y quién no.
El Señor, que es la Sabiduría encarnada, nos ayuda hoy a comprender que el bien y el mal no pueden identificarse con territorios definidos o marcados o en determinados grupos humanos, estos son los buenos, estos son los malos. Él nos dice que la línea de separación entre el bien y el mal pasa por el corazón de cada persona, de cada uno de nosotros, es decir, todos somos pecadores. 

Pregunta  ¿quién no es pecador? levante la mano, nadie, porque todos lo somos, todos somos pecadores. Jesús, por su muerte en cruz y su resurrección, nos ha liberado de la esclavitud del pecado y nos da la gracia de caminar en una vida nueva; pero con el Bautismo nos ha dado también  la Confesión, porque tenemos siempre necesidad de ser perdonados de nuestros pecados. Mirar siempre y solamente el mal que está fuera de nosotros, significa no querer reconocer el pecado que hay en nosotros.

Y luego Jesús nos enseña un modo distinto de mirar el campo del mundo, de observar la realidad. Estamos llamados a aprender los tiempos de Dios que no son nuestros tiempos, e igualmente también a aprender la “mirada” de Dios: gracias a la influencia benéfica de una espera trepidante, lo que era cizaña o parecía cizaña, puede convertirse en un buen producto. Esta es la realidad de la conversión, es la perspectiva de la Esperanza.
Que la Virgen María nos ayude a captar la realidad que nos rodea no solamente la suciedad y el mal, sino también el bien y lo bueno; a desenmascarar la obra de Satanás, sino sobre todo a confiar en la acción de Dios que fecunda la historia.
Traducción de Zenit, Raquel Anillo

domingo, 16 de julio de 2017

Ángelus del Papa Francisco, domingo 16 de julio, festividad de la Virgen del Carmen: «Confesión y oración, claves para que la “semilla de Jesús” crezca en tierra fértil»


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Jesús cuando hablaba usaba un lenguaje sencillo, y utilizaba también imágenes que eran ejemplos de la vida cotidiana, de modo de poder ser comprendido fácilmente por todos. Por eso lo escuchaban con gusto y apreciaban su mensaje, que llegaba derecho a los corazones. Y no era aquel lenguaje difícil de entender, el que usaban los doctores de la ley de ese tiempo, que no se entendía bien, lleno de rigidez, y que alejaba a la gente. Y con este lenguaje Jesús hacía comprender el misterio del Reino de Dios. No era una teología complicada. Y un ejemplo es lo que hoy nos presenta el Evangelio: la parábola del sembrador (cf. Mt 13.1 a 23). El sembrador es Jesús. Notamos que, con esta imagen, Él se presenta como uno que no se impone sino que se propone; no nos atrae conquistándonos, sino donándose. 

Arroja la semilla. Él propaga con paciencia y generosidad su Palabra, que no es una jaula o una trampa, sino una semilla que puede dar frutos. ¿Cómo puede dar frutos? Si nosotros la recibimos.
Por eso la parábola tiene que ver sobre todo con nosotros: habla, de hecho, del terreno más que del sembrador. Jesús realiza, por así decirlo, una “radiografía espiritual” de nuestro corazón, que es el terreno sobre el que cae la semilla de la Palabra. Nuestro corazón, como un terreno, puede ser bueno, y así la Palabra da fruto, y mucho; pero también puede ser duro, impermeable. Esto sucede cuando oímos la Palabra, pero ella nos rebota encima, al igual que sobre una carretera: no entra.

Entre el terreno bueno y la carretera, que es el asfalto – si nosotros arrojamos semillas en los “sanpietrini” no germina nada. Entre el terreno bueno y la carretera, hay, sin embargo, dos terrenos intermedios, que en diferentes tamaños, podemos tener en nosotros. El primero es aquel pedregoso. Tratemos de imaginarlo: un terreno pedregoso es un terreno «con poca tierra» (cf. v. 5), por lo que la semilla germina pero no logra echar raíces profundas. Así es el corazón superficial, que recibe al Señor, quiere rezar, amar y dar testimonio, pero que no persevera, se cansa y no nunca “despega”. Es un corazón sin espesor, donde las rocas de la pereza prevalecen sobre la tierra buena, donde el amor es inconstante y pasajero. Pero quien recibe al Señor sólo cuando tiene ganas, no da fruto.

Luego está el último terreno, aquel espinoso, lleno de zarzas que sofocan las plantas buenas. ¿Qué representan estos espinos? «Las preocupaciones mundanas y la seducción de las riquezas» (v. 22), dice Jesús: así, explícitamente. Los espinos son los vicios que pelean contra Dios, que asfixian Su presencia: ante todo los ídolos de la riqueza mundana, el vivir con avidez para sí mismos, para el “tener” y el “poder”. Si cultivamos estos espinos, ahogamos el crecimiento de Dios en nosotros. Cada uno puede reconocer sus pequeños o grandes espinos, los vicios que habitan en su corazón, los arbustos más o menos arraigados que no le gustan a Dios y que nos impiden tener un corazón limpio. Es necesario arrancarlos, de lo contrario la Palabra no da fruto, la semilla no irá adelante.

Queridos hermanos y hermanas, Jesús nos invita hoy a mirar dentro nuestro: a agradecer por nuestro terreno bueno, y a trabajar en los terrenos todavía no buenos. Preguntémonos si nuestro corazón está abierto para acoger con fe la semilla de la Palabra de Dios. Preguntémonos si nuestras rocas de la pereza son todavía muchas y grandes; identifiquemos y llamemos por nombre los espinos de los vicios. Encontremos el valor de hacer un buen saneamiento del terreno, un buen saneamiento de nuestro corazón, llevándole al Señor en la Confesión y en la oración nuestras rocas y espinos. Haciéndolo así, Jesús, el Buen Sembrador, será feliz de realizar un trabajo adicional: purificar nuestro corazón, quitando las rocas y los espinos que ahogan su Palabra.

Que la Madre de Dios, a quien recordamos hoy bajo el título de Bienaventurada Virgen del Monte Carmelo, insuperable en la acogida de la Palabra de Dios y en su puesta en práctica (cf. Lc 8,21), nos ayude a purificar el corazón y a custodiar en él la presencia del Señor.
 
(Traducción del italiano: Griselda Mutual – Radio Vaticana)

Congreso Laudato Si’ y Grandes ciudades. El Papa envía un mensaje

Se realiza en la ciudad brasileña de Río de Janeiro del 13 al 15 de julio

Durante el congreso Laudato si' y grandes ciudades
Durante el congreso Laudato si' y grandes ciudades
(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 14 Jul. 2017).- El papa Francisco envió un mensaje a los participantes del congreso internacional “Laudato si’ y grandes ciudades” que se realiza en Río de Janeiro del 13 al 15 de julio. Está organizado por la Fundación “Antoni Gaudí para las Grandes Ciudades” de Barcelona, en colaboración con la arquidiócesis de Río de Janeiro, informó hoy viernes la Oficina de prensa de la Santa Sede.
A raíz de un Congreso Internacional de Pastoral de las Grandes Ciudades  organizado en Barcelona-Roma el año 2014 y fruto de unas conversaciones con el papa Francisco, el cardenal emérito de Barcelona, Luis Martínez Sistach, constituyó en dicha ciudad la Fundación “Antoni Gaudí para las Grandes Ciudades” que ahora organiza este congreso en Brasil.

El mensaje del Papa está dirigido al cardenal Lluís Martínez Sistach, arzobispo emérito de Barcelona. Y mientras el congreso de un lado quiere aplicar la encíclica escrita por el Santo Padre, proponiendo soluciones al problema del cambio climático; de otro desea sensibilizar a la gente de la responsabilidad que todos tienen de dar solución de estos problemas y humanizar la vida en las grandes urbes.

A continuación el texto completo
Querido hermano: Lo saludo atentamente, como también a todos los que toman parte en el evento: Congreso Internacional «Laudato si’ y Grandes Ciudades». En la Carta encíclica Laudato si’ hago referencia a varias necesidades físicas que tiene el hombre de hoy en las grandes ciudades y que necesitan ser afrontadas con respeto, responsabilidad y relación.
Son tres «R» que ayudan a interactuar de forma conjunta ante los imperativos más esenciales de nuestra convivencia.

El respeto es la actitud fundamental que el hombre ha de tener con la creación. Ésta la hemos recibido como un don precioso y debemos esforzarnos para que las generaciones futuras puedan seguir admirándola y disfrutándola. Este cuidado debemos enseñarlo y transmitirlo. San Francisco de Asís afirmaba en su Cántico a las Criaturas: «Loado seas, mi Señor, por la hermana agua, la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta».
En estos adjetivos se expresa la belleza e importancia de este elemento, que es indispensable para la vida. Como otros elementos creados, el agua potable y limpia es expresión del amor atento y providente de Dios por cada una de sus creaturas, siendo un derecho fundamental, que toda sociedad debe garantizar (cf. Laudato si’, 30).

Cuando no se le presta la atención que merece se transforma en fuente de enfermedades y su escasez pone en peligro la vida de millones de personas. Es un deber de todos crear en la sociedad una conciencia de respeto por nuestro entorno; esto nos beneficia a nosotros y a las generaciones futuras.

La responsabilidad ante la creación es el modo con el que debemos interactuar con ella y constituye una de nuestras tareas primordiales. No podemos quedarnos con los brazos cruzados, cuando advertimos una grave disminución de la calidad del aire o el aumento de la producción de residuos que no son adecuadamente tratados. Estas realidades son consecuencia de una forma irresponsable de manipular la creación y nos llaman a ejercer una responsabilidad activa para el bien de todos.
Además, comprobamos una indiferencia ante nuestra casa común y, lamentablemente, ante tantas tragedias y necesidades que golpean a nuestros hermanos y hermanas. Esta pasividad demuestra la «pérdida de aquel sentido de responsabilidad por nuestros semejantes sobre el cual se funda toda sociedad civil» (Laudato si’, 25).
Cada territorio y gobierno debería incentivar modos de actuar responsables en sus ciudadanos para que, con inventiva, puedan interactuar y favorecer la creación de una casa más habitable y más saludable. Poniendo cada uno lo poco que le corresponde en su responsabilidad, se estará logrando mucho.
Se observa en las grandes ciudades, como también en las zonas rurales,  una  creciente   falta  de relación. Con independencia de la causa que lo produce, el flujo constante de personas genera una sociedad más plural, multicultural, que es un bien, produce riqueza y crecimiento social y personal; pero también hace que esta sociedad sea cada vez más cerrada y desconfiada.

La falta de raíces y el aislamiento de algunas personas son formas de pobreza, que pueden degenerar en guetos y originar violencia e injusticia. En cambio, el hombre está llamado a amar y a ser amado, estableciendo vínculos de pertenencia y lazos de unidad entre todos sus semejantes. Es importante que la sociedad trabaje conjuntamente en ámbito político, educativo y religioso para crear relaciones humanas más cálidas, que rompan los muros que aíslan y marginan.
Esto se puede lograr a través de agrupaciones, escuelas, parroquias, etc., que sean capaces de construir con su presencia una red de comunión y de pertenencia, para favorecer una mejor convivencia y lograr superar tantas dificultades. De esta manera, «cualquier lugar deja de ser un infierno y se convierte en el contexto de una vida digna» (Laudato si’, 149).

Encomiendo a la intercesión de la Virgen Santa, Reina de cielo y tierra, estas jornadas de estudio y de reflexión. Que su consejo y guía oriente sus decisiones en favor de una ecología integral que proteja nuestra casa común y construya una civilización cada vez más humana y solidaria. Por favor, les pido que recen por mí; y ruego al Señor que los bendiga.
Vaticano, 12 de junio de 2017
FRANCISCO

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domingo, 9 de julio de 2017

Palabras del Papa Francisco en el ángelus del domingo 9 de julio de 2017: “Jesús dice a todos ¡ánimo, ven a mí!”



Texto completo de las palabras del Papa antes del rezo del Ángelus
«Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
En el Evangelio de hoy, Jesús dice: «Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso» (Mt 11, 28). El Señor no reserva esa frase a alguno de sus amigos, no. La dirige a ‘todos’ aquellos que están cansados y agobiados por la vida. Y ¿quién puede sentirse excluido de esta invitación? El Señor sabe cuán pesada puede ser la vida. Sabe que muchas cosas fatigan el corazón: desilusiones y heridas del pasado, cargas que hay que llevar y perjuicios que hay que soportar en el presente, incertidumbres y preocupaciones para el futuro.

Ante todo ello, la primera palabra de Jesús es una invitación; una invitación a moverse y reaccionar: ‘Vengan’. La equivocación, cuando las cosas van mal, es la de permanecer allí donde se está. Parece evidente, pero ¡qué difícil es reaccionar y abrirse! No es fácil. En los momentos oscuros es natural estar consigo mismo, rumiar sobre cuán injusta es la vida, sobre cuán ingratos son los demás y qué malo es el mundo, y otras cosas así… Todos lo sabemos. Algunas veces hemos sufrido esta experiencia fea, pero así, ensimismados en nosotros mismos, vemos todo negro. Entonces se llega incluso a familiarizar con la tristeza, que se arraiga, aquella tristeza nos postra.

 Qué cosa fea es esta tristeza. En vez, Jesús quiere sacarnos de esas ‘tierras movedizas’ y por ello le dice a cada uno: ‘¡Ven!’ – ¿Quién? ¡Tú, tú, tú! El camino para salir está en la relación, en el tender la mano y levantar la mirada hacia quien nos ama de verdad.
En efecto, salir de sí mismo no basta, hay que saber dónde ir. Porque tantas metas son ilusorias: prometen alivio y distraen solamente un poco, aseguran paz y dan diversión, dejando luego en la soledad de antes, son ‘fuegos artificiales’. Por ello, Jesús indica dónde ir: ‘Vengan a mí’, así dice Jesús.

Tantas veces ante un peso de la vida o ante una situación que nos aflige, intentamos hablar con alguien que nos escuche, con un amigo, con un experto… Es un gran bien, ¡pero no olvidemos a Jesús! No nos olvidemos de abrirnos a Él y de contarle nuestra vida, de encomendarle a las personas y las situaciones. Quizá haya ‘zonas’ de nuestra vida que nunca le abrimos a Él y que han permanecido oscuras, porque nunca han visto la luz del Señor. Cada uno de nosotros tiene su propia historia. Y si alguien tiene esta zona oscura, busquen a Jesús, vayan adonde un misionero de la misericordia, vayan a donde un sacerdote, vayan… Pero vayan a Jesús y cuéntenle eso a Jesús.

Hoy, él nos dice a cada uno: ¡Ánimo, no te rindas ante los pesos de la vida, no te encierres ante los miedos y los pecados, sino ven a mí!’
Él nos espera, nos espera siempre, no para resolvernos mágicamente los problemas, sino para fortalecernos en nuestros problemas. Jesús no nos quita los pesos de la vida, sino la angustia del corazón; no nos quita la cruz, sino que la lleva con nosotros. Y, con Él, todo peso se vuelve ligero (Cfr 30), porque Él es el descanso que buscamos. Cuando en la vida entra Jesús, llega la paz, aquella que permanece aún en las pruebas, en los sufrimientos. Vayamos a Jesús, démosle nuestro tiempo, encontrémoslo cada día en la oración, en un diálogo confiado y personal; familiaricemos con su Palabra, redescubramos sin miedo su perdón, saciémonos con su Pan de vida: nos sentiremos amados y nos sentiremos consolados por Él.

Es Él mismo el que nos lo pide, casi insistiendo. Lo repite nuevamente al final del Evangelio de hoy: ‘Aprendan de mí… y encontrarán descanso para vuestra vida» (29). Aprendamos a ir a Jesús y, mientras, en los meses de verano buscamos un poco de reposo de lo que fatiga el cuerpo, no olvidemos encontrar el descanso verdadero en el Señor. Que nos ayude en esto la Virgen María nuestra Madre, que siempre nos cuida cuando estamos cansados y oprimidos y nos acompaña a Jesús»

(Traducción del italiano: Cecilia de Malak)

El Papa recibe a Scalfari que confiesa: “Tengo el rostro mojado con lágrimas de conmoción”

Artículo del diario La República en la que su fundador que se define ‘no creyente’, cuenta el coloquio que tuvo con el Santo Padre

(ZENIT – Roma, 8 Jul. 2017).- El papa Francisco recibió este viernes en visita privada Eugenio Scalfari, fundador del diario La Repubblica, que hoy sábado publica un artículo en el cual además de las preocupaciones del Santo Padre sobre el G20, deja ver la relación de amistad que el sucesor de Pedro tejió con un no creyente como él, quien escribe que el tema principal de la conversación fue “Dios único, creador único de nuestro planeta y del Universo entero”.

Scalfari señala que “el Papa sabe naturalmente que no soy un creyente, pero que aprecio mucho la predicación de Jesús de Nazaret”. Y que “sobre este punto nació nuestra amistad”, y es “el motivo que volvió tan perfecta e insólita la amistad entre el jefe de la Iglesia y un no creyente”.
La conversación aborda muchos temas –contados por Scalfari de memoria– en los que se habla entre otros de la Ética de Spinoza y su excomunión, de Pascal y si merecería ser beatificado, y de la sinodalidad de la Iglesia.

El fundador del diario Repubblica, 15 años más anciano que Francisco, deja la residencia Santa Marta y cuenta que el Santo Padre lo acompaña hasta el auto y se preocupa por él hasta que allí está debidamente sentado. Scalfari concluye confesando: “tengo el rostro mojado por lágrimas de conmoción”.

Sobre el G20 que concluye hoy en Hamburgo
Sobre el G20 el Santo Padre le indica –señala Scalfari citando de memoria– su temor de “las alianzas muy peligrosas entre potencias que tienen una visión tergiversada del mundo: Estados Unidos y Rusia, China y Corea del Norte, Putin y Asad en la guerra de Siria”.
“El peligro concierne a la migración. Nuestro problema principal y desgraciadamente cada vez mayor en el mundo de hoy es el de los pobres, los débiles, los excluidos, de los que los migrantes forman parte“, y señaló a los países que “tienen pocos pobres locales y temen la invasión de los migrantes”.
Consideró que cada vez más Europa, el continente “más rico del mundo”, va a atraer a las poblaciones pobres seguirán llegando a sus puertas.

En cambio este viernes el Papa envió una carta a la canciller alemana Angela Merkel, deseando que el G20 pongan en el centro el problema de las migraciones y refugiados. En particular “la trágica situación en Sudán del Sur, en el lago Chad, en el Cuerno de África y en Yemen, donde 30 millones de personas no tienen nada para comer y necesitan agua para sobrevivir”.

Leer también el texto de la carta del Santo Padre al G20:  El Papa al G20 pide ‘prioridad absoluta’ para los refugiados y situaciones de pobreza

miércoles, 5 de julio de 2017

Mensaje del Papa con motivo de la inauguración de la Radio "Cristo de los Villeros"

05/07/2017 12:35
A continuación el  Mensaje del Papa Francisco: 

“A todos los que idearon, trabajan y escuchan la Radio 'Cristo de los Villeros', a todos mis hermanos de la parroquia San juan Bosco, de Villa la Cárcova, Villa 13 de julio, Villa curita de José León Suarez, les mando un afectuoso saludo con mi bendición”.

“Gracias por el trabajo que están haciendo, gracias por jugarse por cosas buenas, por comunicarse, por hacer puentes y no levantar muros. Gracias por no destruirse con chismes sino por acercarse con la mano tendida. Sigan así, comuníquense así: así se construye un país de hermanos, así se construye un mundo de hermanos. Que Dios los bendiga y pidan, recen por mí. Yo voy a rezar por ustedes y lo voy a hacer de corazón. Adelante y con entusiasmo. Que Jesús los bendiga y la Virgen Madre los cuide. Amén.

Mientras que, entrevistado por Alberto Salas para el semanario "Villas", de la Parroquia San Juan Bosco de villa La Carcova, el padre Pepe comenta la inauguración de la Radio: "Creo que una radio debe ser parte de la dinámica pastoral. La radio va a ser un instrumento para hacer puentes, entre los vecinos, dentro de la parroquia, entre la parroquia y los vecinos. Entre la gente que participa de la vida de la parroquia asiduamente y aquella que quizás escucha por primera vez una radio de su vecindario. También, como en cualquier barrio, es necesario que el diálogo, esto de la comunicación de la cual habla el Papa, rompa el maltrato, rompa el chisme, que también es un maltrato, y que sea realmente una comunicación constructiva, para la vida y no para la muerte".
Sobre el nombre de la nueva Emisora, «Cristo de los Villeros Radio», el pastor comenta:  "Hay una canción muy linda que nosotros utilizamos como una especie de himno en la villa que es el Cristo de la villa; con ese trasfondo de la música, queremos transmitir este mensaje: que Jesús esta entre nosotros, y que lo queremos seguir de la mano de la Virgen. Radio “Cristo de los Villeros” nos pareció un nombre que identifica a la propuesta religiosa de nuestra Parroquia. Donde Jesús es el centro, y existe una  identificación con los barrios en donde estamos trabajando y viviendo. Como dice nuestro lema: 'Seguimos a Cristo, de la mano de la Virgen'".
Escuche Radio Cristo de los Villeros

domingo, 2 de julio de 2017

Papa Francisco en el Ángelus 2-7-2017: «La doblez no es cristiana: O estás con Jesús o estás con el espíritu del mundo

 Palabras del Papa traducidas al español
2 de julio de 2017.-(13 TV / Radio Vaticano Camino Católico)
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
La liturgia del día nos presenta las últimas líneas del discurso misionero del capítulo 10 del Evangelio de Mateo (cf. 10,37 a 42), con el que Jesús instruye a los doce apóstoles, en el momento en que por primera vez los envía en misión a los pueblos de Galilea y Judea. En esta parte final, Jesús subraya dos aspectos esenciales para la vida del discípulo misionero: el primero, que su vínculo con Jesús es más fuerte que cualquier otro vínculo; el segundo, que el misionero no lleva a sí mismo, sino a Jesús, y a través de Él, el amor del Padre Celestial. Estos dos aspectos están conectados, porque cuanto más Jesús está en el centro del corazón y de la vida del discípulo, más este discípulo es "transparente" a su presencia. Van juntos, ambos.

«El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí...» (v. 37). El afecto de un padre, la ternura de una madre, la dulce amistad entre hermanos y hermanas, todo esto, aun siendo muy bueno y legítimo, no puede ser antepuesto a Cristo. No porque Él nos quiera sin corazón y privados de reconocimiento, al contrario, sino porque la condición del discípulo exige una relación prioritaria con el Maestro. Cualquier discípulo, sea un laico, una laica, un sacerdote, un obispo: la relación prioritaria. Tal vez la primera pregunta que debemos hacer a un cristiano es: ¿Tú te encuentras con Jesús? ¿Le rezas a Jesús? La relación. Casi se podría parafrasear el libro del Génesis: Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a Jesucristo, y serán una sola carne. (cf. Gn 2,24).

Quien se deja atraer a este vínculo de amor y de vida con el Señor Jesús, se convierte en un representante suyo, un "embajador", sobre todo con la forma de ser, de vivir. Hasta el punto que Jesús mismo, enviando a los discípulos en misión, les dice: "El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a aquel que me envió." (Mt 10,40). Es necesario que la gente pueda percibir que para aquel discípulo, Jesús es verdaderamente "el Señor", es verdaderamente el centro de su vida, el todo de la vida. No importa si después, como toda persona humana, tiene sus limitaciones e incluso sus errores - siempre que tenga la humildad de reconocerlos -; lo importante es que no tenga el corazón doble: esto es peligroso. "Yo soy cristiano, soy discípulo de Jesús, soy sacerdote, soy obispo, pero tengo el corazón doble". No, esto no va. No tiene que tener corazón doble, sino el corazón simple, unido; que no tenga el pie en dos zapatos, sino que sea honesto consigo mismo y con los demás. La doblez no es cristiana, por eso Jesús le reza al Padre para que los discípulos no caigan en el espíritu del mundo. O estás con Jesús, con el Espíritu de Jesús, o estás con el espíritu del mundo. 
Y aquí nuestra experiencia de sacerdotes nos enseña una cosa muy bella, una cosa muy importante: es precisamente esta acogida del santo pueblo fiel de Dios, es precisamente aquel  "vaso de agua fresca" (v 42), del cual habla el Señor en el Evangelio de hoy, dado con fe afectuosa, que te ayuda a ser un buen sacerdote. 

Hay una reciprocidad también en la misión: si tú dejas todo por Jesús, la gente reconoce en ti al Señor; pero al mismo tiempo te ayuda a convertirte cada día a Él, a renovarte y purificarte de los compromisos, y a superar las tentaciones. Cuanto más un sacerdote sea cercano al pueblo de Dios, más se sentirá cercano a Jesús, y cuanto más esté cercano a Jesús, tanto más se sentirá cercano al pueblo de Dios. 
La Virgen María ha experimentado en primera persona lo que significa amar a Jesús separándose de sí misma, dando un nuevo significado a los lazos familiares, a partir de la fe en Él. Con su materna intercesión, nos ayude a ser misioneros libres y gozosos del Evangelio.

(Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:)

Queridos hermanos y hermanas,
El 5 de julio se celebrará la fiesta de la Independencia de Venezuela. Aseguro mi oración por esta querida nación y expreso mi cercanía a las familias que han perdido a sus hijos en las manifestaciones. Hago un llamamiento para que se ponga fin a la violencia y se encuentre una solución pacífica y democrática a la crisis. ¡Qué Nuestra Señora de Coromoto interceda por Venezuela! Y todos nosotros rezamos a Nuestra Señora de Coromoto por Venezuela (rezo).
Dirijo mi saludo a todos vosotros, ¡romanos y peregrinos!
Saludo en especial a los fieles irlandeses de Belfast, y a los jóvenes de Schattdorf (Suecia) que han recibido recientemente el sacramento de la Confirmación.
Saludo a varios grupos parroquiales y a las asociaciones, así como a los participantes de la moto-peregrinación en Cardito (Napoles).
A todos les deseo un ben domingo. Por favor, no se olviden de rezar por 
mí.
¡Buen almuerzo y hasta la vista!

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