martes, 30 de junio de 2020

El Papa a Prensa Católica: “protejan la comunicación por el bien de los demás”

El Papa Francisco envía un mensaje a los miembros de Asociación de Prensa Católica que están celebrando la Conferencia de Medios Católicos por primera vez de forma virtual desde hoy 30 de junio hasta el próximo 2 de julio 2020.

Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano
Por primera vez en su historia, la Asociación de Prensa Católica ha organizado la Conferencia de Medios Católicos de manera virtual, debido a la situación sanitaria por coronavirus. El tema de este año Together While Apart (Juntos mientras estamos separados) expresa elocuentemente el sentido de unión que, paradójicamente, ha surgido de la experiencia de distanciamiento social impuesta por la pandemia” ha dicho el Papa Francisco en su mensaje dirigido a los miembros de dicha Asociación. “De hecho – continúa – la experiencia de estos meses pasados nos ha demostrado que la misión de los medios de comunicación es esencial para acercar a las personas, acortar las distancias, proveer la información necesaria y abrir las mentes y los corazones a la verdad”.

Los medios deben proteger la comunicación, nunca distorsionarla

El Papa ha dado una clara definición de cómo deberían ser y comportarse los medios de comunicación en la actualidad: “Necesitamos medios de comunicación capaces de construir puentes, defender la vida y abatir los muros, visibles e invisibles, que impiden el diálogo sincero y la comunicación verdadera entre personas y comunidades”. Pero también se necesitan medios de comunicación – ha dicho – “que puedan ayudar a las personas, especialmente a los jóvenes, a distinguir el bien del mal; a desarrollar juicios sólidos basados en una presentación clara e imparcial de los hechos; y a comprender la importancia de trabajar por la justicia, la concordia social y el respeto a nuestra casa común”. Y a esto, ha añadido otra necesidad más: “necesitamos hombres y mujeres con sólidos valores que protejan la comunicación de todo lo que puede distorsionarla o desviarla hacia otros propósitos”.
En su mensaje destaca su invitación a “permanecer unidos” y ser “signo de unidad” entre ellos y recuerda que no importa el tamaño de un medio de comunicación, lo que importa es “ser miembros de un mismo cuerpo”: “Como en todo cuerpo, a menudo son los miembros más pequeños los que, al final, son los más necesarios. Lo mismo sucede en el cuerpo de Cristo. Cada uno de nosotros, dondequiera que nos encontremos, está llamado a contribuir, mediante la profesión de la verdad en el amor, al crecimiento de la Iglesia hasta su plena madurez en Cristo”.

Un buen comunicador se dedica al bien de los demás en todos los niveles

Además – dice – “la comunicación no es meramente una cuestión de competencia profesional” y pone en relieve cuales deben ser las características de un buen comunicador: “un verdadero comunicador se dedica completamente al bien de los demás en todos los niveles, desde la vida de cada persona a la vida de toda la familia humana. No podemos comunicar verdaderamente si no nos involucramos personalmente, si no podemos testimoniar personalmente la verdad del mensaje que transmitimos”.
Francisco además ha evocado sobre los trabajadores de la Asociación “la efusión de los dones del Espíritu Santo de sabiduría, entendimiento y consejo” pues tal y como ha explicado: “solamente la mirada del Espíritu nos permite no cerrar los ojos ante los que sufren y buscar el verdadero bien para todos. Solamente con esa mirada podemos trabajar eficazmente para superar las enfermedades del racismo, la injusticia y la indiferencia, que desfiguran el rostro de nuestra común familia”.

Los comunicadores cristianos deben reivindicar la verdad

Al final de su mensaje, destaca su deseo final, para que los miembros de la Asociación de Prensa Católica través de su dedicación y su trabajo diario, “puedan ayudar a los demás a contemplar las situaciones y las personas con los ojos del Espíritu, para cuando nuestro mundo hable apresuradamente con adjetivos y adverbios, los comunicadores cristianos hablen con sustantivos que reconozcan y presenten la silenciosa reivindicación de la verdad y promuevan la dignidad humana y donde el mundo ve conflictos y divisiones, puedan ustedes mirar a los pobres y a quienes sufren, y dar voz a las súplicas de nuestros hermanos y hermanas necesitados de misericordia y comprensión”.

lunes, 29 de junio de 2020

Homilía del Papa en la solemnidad de san Pedro y san Pablo

Oración en la tumba del apóstol

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(zenit – 29 junio 2020).- Esta mañana, en la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, el Papa Francisco ha venerado la tumba de san Pedro, debajo del altar mayor de la Basílica Vaticana, ha bendecido los palios en el altar de la Cátedra, y ha celebrado la Eucaristía acompañado por diez cardenales de la Curia Romana, cuya homilía ha dedicado a la “unidad” y la “profecía” a las que estamos llamados los cristianos.
Homilía Papa Pedro Pablo
Homilía del Papa Francisco
En la fiesta de los dos apóstoles de esta ciudad, me gustaría compartir con ustedes dos palabras clave: unidad y profecía.
Unidad. Celebramos juntos dos figuras muy diferentes: Pedro era un pescador que pasaba sus días entre remos y redes, Pablo un fariseo culto que enseñaba en las sinagogas. Cuando emprendieron la misión, Pedro se dirigió a los judíos, Pablo a los paganos. Y cuando sus caminos se cruzaron, discutieron animadamente y Pablo no se avergonzó de relatarlo en una carta (cf. Ga 2,11ss.). Eran, en fin, dos personas muy diferentes entre sí, pero se sentían hermanos, como en una familia unida, donde a menudo se discute, aunque realmente se aman. Pero la familiaridad que los unía no provenía de inclinaciones naturales, sino del Señor. Él no nos ordenó que nos lleváramos bien, sino que nos amáramos. Es Él quien nos une, sin uniformarnos.
La primera lectura de hoy nos lleva a la fuente de esta unidad. Nos dice que la Iglesia, recién nacida, estaba pasando por una fase crítica: Herodes arreciaba su cólera, la persecución era violenta, el apóstol Santiago había sido asesinado. Y entonces también Pedro fue arrestado. La comunidad parecía decapitada, todos temían por su propia vida. Sin embargo, en este trágico momento nadie escapó, nadie pensaba en salir sano y salvo, ninguno abandonó a los demás, sino que todos rezaban juntos. De la oración obtuvieron valentía, de la oración vino una unidad más fuerte que cualquier amenaza. El texto dice que “mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él” (Hch 12,5). La unidad es un principio que se activa con la oración, porque la oración permite que el Espíritu Santo intervenga, que abra a la esperanza, que acorte distancias y nos mantenga unidos en las dificultades.
Constatamos algo más: en esas situaciones dramáticas, nadie se quejaba del mal, de las persecuciones, de Herodes. Ningún insulto a Herodes, y nosotros estamos tan acostumbrados a insultar… Irresponsables. Es inútil e incluso molesto que los cristianos pierdan el tiempo quejándose del mundo, de la sociedad, de lo que está mal. Las quejas no cambian nada. Recordemos que la segunda puerta cerrada al Espíritu Santo se abrió el día de Pentecostés. La primera puerta cerrada es el narcisismo, la segunda puerta cerrada es el pesimismo. El narcisismo es lo que nos lleva a mirarnos a nosotros mismos continuamente, la falta de ánimo, las quejas. El pesimismo a lo oscuro, a la oscuridad. Estos tres comportamientos cierran la puerta al Espíritu Santo.
Homilía Papa Pedro PabloEsos cristianos no culpaban a los demás, sino que oraban. En esa comunidad nadie decía: “Si Pedro hubiera sido más prudente, no estaríamos en esta situación”. Ninguno. Pedro humanamente tenía motivos para ser criticado, pero ninguno lo criticaba. No, no hablaban mal de él, sino que rezaban por él. No hablaban a sus espaldas, sino que oraban a Dios. Hoy podemos preguntarnos: “¿Cuidamos nuestra unidad con la oración? (La unidad de la Iglesia) ¿Rezamos unos por otros?”. ¿Qué pasaría si rezáramos más y murmuráramos menos? Como le sucedió a Pedro en la cárcel: se abrirían muchas puertas que separan, se romperían muchas cadenas que aprisionan. Y nosotros estaríamos maravillados viendo a Pedro como la mujer aquella que le tocó abrir la puerta a Pedro, estaba impresionada con la alegría de ver a Pedro. Pidamos la gracia de saber cómo rezar unos por otros.
San Pablo exhortó a los cristianos a orar por todos y, en primer lugar, por los que gobiernan (cf. 1 Tm 2,1-3). Pero este gobernante… tiene tantos calificativos para decir de él… no es el momento ni el lugar de decir los calificativos que se dicen a los gobernantes, que los juzgue Dios, pero oremos por los gobernantes. ¡Oremos! Tienen necesidad de la oración. Es una tarea que el Señor nos confía. ¿Lo hacemos, o sólo hablamos, los criticamos y ya está? Dios espera que cuando recemos también nos acordemos de los que no piensan como nosotros, de los que nos han dado con la puerta en las narices, de aquellos a los que nos cuesta perdonar. Sólo la oración rompe las cadenas, sólo la oración allana el camino hacia la unidad.
Homilía Papa Pedro PabloHoy se bendicen los palios, que se entregan al Decano del Colegio cardenalicio y a los arzobispos metropolitanos nombrados en el último año. El palio recuerda la unidad entre las ovejas y el Pastor que, como Jesús, carga la ovejita sobre sus hombros para no separarse jamás. Hoy, además, siguiendo una hermosa tradición, nos unimos de manera especial al Patriarcado ecuménico de Constantinopla. Pedro y Andrés eran hermanos y nosotros, cuando es posible, intercambiamos visitas fraternas en los respectivos días festivos: no tanto por amabilidad, sino para caminar juntos hacia la meta que el Señor nos indica: la unidad plena. Hoy ellos no han podido venir, por la imposibilidad de viajar, por los motivos del coronavirus, pero cuando yo he descendido a venerar las reliquias de Pedro, sentía en el corazón, acá, junto a mí, a mi amado hermano Bartolomé, ellos están con nosotros.
La segunda palabra, profecía. Nuestros apóstoles fueron provocados por Jesús. Pedro oyó que le preguntaba: “¿Quién dices que soy yo?” (cf. Mt 16,15). En ese momento entendió que al Señor no le interesan las opiniones generales, sino la elección personal de seguirlo. También la vida de Pablo cambió después de una provocación de Jesús: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hch 9,4). El Señor lo sacudió en su interior; más que hacerlo caer al suelo en el camino hacia Damasco, hizo caer su presunción de hombre religioso y recto. Entonces el orgulloso Saulo se convirtió en Pablo, que significa “pequeño”. Después de estas provocaciones, de estos reveses de la vida, vienen las profecías: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16,18); y a Pablo: “Es un instrumento elegido por mí, para llevar mi nombre a los pueblos” (Hch 9,15).
Por lo tanto, la profecía nace cuando nos dejamos provocar por Dios; no cuando manejamos nuestra propia tranquilidad y mantenemos todo bajo control. No nace de mis pensamientos, no nace de mi corazón cerrado, nace si nos dejamos provocar por Dios. Cuando el Evangelio anula las certezas, surge la profecía. Sólo quien se abre a las sorpresas de Dios se convierte en profeta. Y aquí están Pedro y Pablo, profetas que ven más allá: Pedro es el primero que proclama que Jesús es “el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16,16); Pablo anticipa el final de su vida: “Me está reservada la corona de la justicia, que el Señor […] me dará” (2 Tm 4,8).
Homilía Papa Pedro PabloHoy necesitamos la profecía, una profecía verdadera: no de discursos vacíos que prometen lo imposible, sino de testimonios de que el Evangelio es posible. No sirven manifestaciones milagrosas. A mí me duele cuando escucho que proclaman: “Queremos una Iglesia profética”. Sí, bien, pero ¿qué haces por una Iglesia profética? Queremos la profecía. Sirven las vidas que manifiesten el milagro del amor de Dios; no el poder, sino la coherencia; no las palabras, sino la oración; no las proclamaciones, sino el servicio –¿Quieres una Iglesia profética? Comienza a servir, y quédate en silencio–; no la teoría, sino el testimonio.
No necesitamos ser ricos, sino amar a los pobres; no ganar para nuestro beneficio, sino gastarnos por los demás; no necesitamos la aprobación del mundo, –eso de estar bien con todos, para nosotros se dice: estar bien con Dios y con el diablo. No. Esto no es profecía–. Tenemos necesidad de la alegría del mundo venidero; no de proyectos pastorales que parecen tener una eficacia propia, como si fueran sacramentos, proyectos pastorales eficientes, no. Tenemos necesidad de pastores que estreguen su vida como enamorados de Dios. Pedro y Pablo así anunciaron a Jesús, como enamorados. Pedro –antes de ser colocado en la cruz– no pensó en sí mismo, sino en su Señor y, al considerarse indigno de morir como él, pidió ser crucificado cabeza abajo. Pablo –antes de ser decapitado– sólo pensó en dar su vida y escribió que quería ser “derramado en libación” (2 Tm 4,6). Esta es la profecía. No las palabras. Esta es la profecía que cambia la historia.
Queridos hermanos y hermanas, Jesús profetizó a Pedro: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Hay también una profecía parecida para nosotros. Se encuentra en el último libro de la Biblia, donde Jesús prometió a sus testigos fieles: “una piedrecita blanca, y he escrito en ella un nuevo nombre” (Ap 2,17). Como el Señor transformó a Simón en Pedro, así nos llama a cada uno de nosotros, para hacernos piedras vivas con las que pueda construir una Iglesia y una humanidad renovadas. Siempre hay quienes destruyen la unidad y rechazan la profecía, pero el Señor cree en nosotros y te pregunta a ti: Tú, tú, tú, “¿quieres ser un constructor de unidad? ¿Quieres ser profeta de mi cielo en la tierra?”. Hermanos, hermanas, dejémonos provocar por Jesús y tengamos el valor de responderle: “¡Sí, lo quiero!”.
© Librería Editorial Vaticano

domingo, 28 de junio de 2020

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PAPA FRANCISCO
ÁNGELUS
Plaza de San Pedro
Domingo, 28 de junio de 2020




Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En este domingo, el Evangelio (cf. Mateo 10, 37-42) expresa con fuerza la invitación a vivir plenamente y sin vacilación nuestra fidelidad al Señor. Jesús pide a sus discípulos que tomen en serio las exigencias del Evangelio, incluso cuando esto requiere sacrificio y esfuerzo.
Lo primero que les exige a quienes le siguen es poner el amor a Él por encima del amor familiar. Dice: «El que ama a su padre o a su madre, […] a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí» (v. 37). Jesús ciertamente no pretende subestimar el amor a los padres y a los hijos, pero sabe que los lazos de parentesco, si se ponen en primer lugar, pueden desviar del verdadero bien. Lo vemos: ciertas corrupciones en los gobiernos se dan precisamente porque el amor por la parentela es mayor que el amor por la patria y ponen en los cargos a los parientes. Lo mismo con Jesús: cuando el amor [por los familiares] es mayor que [el amor por] Él, no va bien. Todos podríamos dar muchos ejemplos a este respecto. Sin mencionar las situaciones en las que los lazos familiares se mezclan con elecciones opuestas al Evangelio. Cuando, por el contrario, el amor a los padres y a los hijos está animado y purificado por el amor del Señor, entonces se hace plenamente fecundo y produce frutos de bien en la propia familia y mucho más allá de ella. En este sentido, dice Jesús la frase. Recordemos también cómo reprende Jesús a los doctores de la ley que privan a sus padres de lo necesario con el pretexto de dárselo al altar, de dárselo a la Iglesia (cf. Mc 7,8-13). ¡Los reprende! El verdadero amor a Jesús requiere verdadero amor a los padres, a los hijos, pero si primero buscamos el interés familiar, esto siempre nos lleva por el camino equivocado.
Luego dice Jesús a sus discípulos: «El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí» (v. 38). Se trata de seguirlo por el camino que Él mismo ha recorrido, sin buscar atajos. No hay amor verdadero sin cruz, es decir, sin un precio a pagar en persona. Y lo dicen muchas madres, muchos padres que se sacrifican tanto por sus hijos y soportan verdaderos sacrificios, cruces, porque aman. Y si se lleva con Jesús, la cruz no da miedo, porque Él siempre está a nuestro lado para apoyarnos en la hora de la prueba más dura, para darnos fuerza y coraje. Tampoco es necesario inquietarse por preservar la vida, con una actitud temerosa y egoísta. Jesús amonesta: «El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí —es decir, por amor, por amor a Jesús, por amor al prójimo, por servir a los demás—, la encontrará» (v. 39). Es la paradoja del Evangelio. Pero también tenemos, gracias a Dios, muchos ejemplos. Lo vemos en estos días. ¡Cuánta gente, cuánta gente lleva cruces para ayudar a otros! Se sacrifica para ayudar a quienes lo necesitan en esta pandemia. Pero, siempre con Jesús, se puede hacer. La plenitud de la vida y la alegría se encuentra al entregarse por el Evangelio y por los hermanos, con apertura, aceptación y benevolencia.
De este modo, podemos experimentar la generosidad y la gratitud de Dios. Nos lo recuerda Jesús: «Quien a vosotros acoge, a mí me acoge […]. Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños […] no perderá su recompensa» (vv. 40; 42). La generosa gratitud de Dios Padre tiene en cuenta hasta el más pequeño gesto de amor y de servicio prestado a nuestros hermanos. En estos días, un sacerdote me contó que se había conmovido porque un niño de la parroquia se le acercó y le dijo: “Padre, estos son mis ahorros, una cosa pequeña, es para sus pobres, para aquellos que hoy lo necesitan a causa de la pandemia”. ¡Pequeña cosa, pero grande! Es una gratitud contagiosa que nos ayuda a cada uno de nosotros a mostrar gratitud hacia aquellos que se preocupan por nuestras necesidades. Cuando alguien nos ofrece un servicio, no debemos pensar que todo no es debido. No, muchos servicios se realizan de forma gratuita. Pensad en el voluntariado, que es una de las mejores cosas que tiene la sociedad italiana. Los voluntarios... ¡Y cuántos de ellos dejaron sus vidas en esta pandemia! Se hace por amor, simplemente por servicio. La gratitud, el reconocimiento, es en primer lugar una señal de buenos modales, pero también es una característica distintiva del cristiano. Es un simple pero genuino signo del reino de Dios, que es el reino del amor gratuito y generoso.
Que María Santísima, que amó a Jesús más que a su propia vida y lo siguió hasta la cruz, nos ayude a ponernos siempre ante Dios con el corazón abierto, dejando que su Palabra juzgue nuestro comportamiento y nuestras opciones.


Después del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas:
El próximo martes, 30 de junio, se celebrará la cuarta Conferencia de la Unión Europea y las Naciones Unidas para “apoyar el futuro de Siria y su región”. Oremos por esta importante reunión, para que pueda mejorar la dramática situación del pueblo sirio y de los pueblos vecinos, en particular de Líbano, en el contexto de graves crisis sociopolíticas y económicas que la pandemia ha hecho aún más difíciles. ¡Pensad que hay niños con hambre que no tienen comida! Por favor, que los líderes sean capaces de hacer la paz.
También os invito a rezar por la población de Yemen. También en este caso especialmente por los niños que sufren a causa de la grave crisis humanitaria. Así como por los afectados por las graves inundaciones en el oeste de Ucrania: que puedan experimentar el consuelo del Señor y la ayuda de los hermanos.
Dirijo mi saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos procedentes de Italia y otros países. ¡Veo banderas: polaca, alemana y otras! En particular, saludo a todos los que participaron esta mañana, aquí en Roma, en la misa de rito congoleño, rezando por la República Democrática del Congo. Saludo a la delegación congoleña presente. ¡Qué gente estupenda estos congoleños!
Os deseo a todos un buen domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo! Y nos vemos mañana para la fiesta de san Pedro y san Pablo.

viernes, 26 de junio de 2020

Nuevo Directorio de Catequesis: el Evangelio siempre actual


2020.04.27 Jovens Católicos de Angola-Giovani cattolici di AngolaJovens Católicos de Angola 

Esta mañana a las 11.30, en el Aula "Juan Pablo II" de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, se presentó el nuevo Directorio de Catequesis elaborado por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización con el objetivo de que el Evangelio permanezca siempre actual en la cultura del encuentro
Ciudad del Vaticano
En la presentación de este Directorio de Catequesis, que elaboró el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización – y que se presentó esta mañana a las a las 11.30 en el Aula "Juan Pablo II" de la Oficina de Prensa de la Santa Sede – participaron Monseñor Rino Fisichella, Presidente del mencionado Dicasterio con el Secretario, Monseñor Octavio Ruiz Arenas y el Delegado de Catequesis, Monseñor Franz-Peter Tebartz-van Elst. La conferencia de prensa también pudo seguirse en directo streaming por el canal de YouTube de Vatican News:  https://www.youtube.com/c/VaticanNews

Evento feliz para la vida de la Iglesia

Monseñor Rino Fisichella afirmó que la publicación de un Directorio para la Catequesis representa un evento feliz para la vida de la Iglesia, dado que puede marcar una provocación positiva porque permite experimentar la dinámica del movimiento catequético que siempre ha tenido una presencia significativa en la vida de la comunidad cristiana. Y añadió que tras mucho tiempo y esfuerzo, y después de una amplia consulta internacional, este Directorio para la Catequesis es un documento de la Santa Sede que ahora se confía a toda la Iglesia. También explicó que se dirige en primer lugar a los Obispos, por ser “los primeros catequistas entre el pueblo de Dios”, además de “los primeros responsables de la transmisión de la fe”. Naturalmente, junto a los Obispos se encuentran implicadas las Conferencias episcopales, con sus respectivas Comisiones para la catequesis, a fin de compartir y elaborar un esperado proyecto nacional que apoye el camino de cada diócesis.

El Señor transforma en evangelizadores genuinos

Sin embargo, los más directamente implicados en el uso de este Directorio, siguen siendo los sacerdotes, los diáconos, las personas consagradas, y los millones de catequistas que diariamente ofrecen su ministerio en las diferentes comunidades. Por esta razón destacó que “la dedicación con la que trabajan, sobre todo en un momento de transición cultural como éste, es el signo tangible de cómo el encuentro con el Señor puede transformar a un catequista en un genuino evangelizador”.

Se trata del tercer Directorio desde el Concilio Vaticano II

Asimismo se destacó que desde el Concilio Vaticano II éste es el tercer Directorio, tras el primero, de 1971, y el segundo, de 1997, que “marcaron estos últimos cincuenta años de historia de la catequesis” y que “han desempeñado un papel fundamental” para dar un paso decisivo en el camino catequético, sobre todo, “renovando la metodología y la instancia pedagógica”. A lo que el Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización agregó:
“El proceso de inculturación que caracteriza en particular a la catequesis y que, sobre todo en nuestros días, demanda una atención muy particular, ha requerido la composición de un nuevo Directorio”

Desafío al que se enfrenta la Iglesia

Por otra parte, se puso de manifiesto que “la Iglesia se enfrenta a un gran desafío que se concentra en la nueva cultura con la que se encuentra, la digital”. De manera que “focalizar la atención en un fenómeno que se impone como global, obliga a quienes tienen la responsabilidad de la formación a no tergiversar”. Y a diferencia del pasado, cuando la cultura se limitaba al contexto geográfico, “la cultura digital tiene un valor que se ve afectado por la globalización en curso y determina su desarrollo”.

La Iglesia en el complejo mundo de la educación

Y teniendo en cuenta que “los instrumentos creados en esta década manifiestan una transformación radical de los comportamientos que inciden sobre todo en la formación de la identidad personal y en las relaciones interpersonales”, se destacó que:
“La velocidad con que se modifica el lenguaje, y con él las relaciones conductuales, deja entrever un nuevo modelo de comunicación y de formación que afecta inevitablemente también a la Iglesia en el complejo mundo de la educación”

La Iglesia en el vasto mundo Internet

Después de destacar que “la presencia de las diversas expresiones eclesiales en el vasto mundo de Internet es ciertamente un hecho positivo”, también se afirmó que “la cultura digital va mucho más allá”, puesto que “toca de raíz la cuestión antropológica”, que es “decisiva en todo contexto formativo, sobre todo en lo referente a la verdad y a la libertad”. Cuestión que hace necesaria una confrontación para la Iglesia en virtud de su “competencia” sobre el hombre y su pretensión de verdad.
Por esta razón, y “sólo por esta premisa – dijo Monseñor Fisichella – era necesario un nuevo Directorio para la catequesis. En la era digital, veinte años son comparables, sin exageración, al menos a medio siglo. De aquí se deriva la exigencia de redactar un Directorio que tomara en consideración con gran realismo la novedad que se asoma, con el intento de proponer una lectura que implicara la catequesis”. Por este motivo:
“El Directorio no sólo presenta los problemas inherentes a la cultura digital, sino sugiere también cuáles caminos seguir para que la catequesis se convierta en una propuesta que encuentre al interlocutor en condiciones de comprenderla y de ver su adecuación con el propio mundo”

Razón de orden teológico y eclesial

Al mismo tiempo existe “una razón más de orden teológico y eclesial que ha llevado a redactar este Directorio”. Y es “la invitación a vivir cada vez más la dimensión sinodal” con sus “constantes” en todas estas asambleas “que tocan de cerca el tema de la evangelización y de la catequesis”. Por esta razón se recordó de modo especial el Sínodo sobre la Nueva evangelización y la transmisión de la fe, del año 2012, con la consiguiente Exhortación Apostólica del Papa Francisco Evangelii gaudium, y el vigésimo quinto aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, documentos que son de competencia directa del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización.
“La evangelización ocupa el lugar principal en la vida de la Iglesia y en la enseñanza cotidiana del Papa Francisco”

Continuidad con la enseñanza de San Pablo VI

Monseñor Fisichella recordó que “la evangelización es la tarea que el Señor resucitado confió a su Iglesia para ser en el mundo de todos los tiempos el fiel anuncio de su Evangelio”. Por esta razón dijo que “prescindir de este presupuesto equivaldría a convertir a la comunidad cristiana en una de las muchas asociaciones beneméritas, fuerte durante sus dos mil años de historia, pero no la Iglesia de Cristo”. Y añadió que “la perspectiva del Papa Francisco, entre otras cosas, se sitúa en fuerte continuidad con la enseñanza de San Pablo VI en la Evangelii nuntiandi de 1975. Ambos no hacen más que referirse a la riqueza surgida del Vaticano II que, en lo referente a la catequesis, encontró su punto focal en Catequesis tradendae (de 1979) de San Juan Pablo II”.
Este nuevo Directorio “hace suya la centralidad del kerygma que se expresa en sentido trinitario como compromiso de toda la Iglesia”. Y se articula tocando varios temas que no hacen más que remitir al objetivo de fondo. “Una primera dimensión es la mistagogía que se presenta a través de dos elementos complementarios entre sí: ante todo, una renovada valorización de los signos litúrgicos de la iniciación cristiana; además, la progresiva maduración del proceso formativo en el que está implicada toda la comunidad”.
Otra novedad del Directorio es el vínculo entre la evangelización y el catecumenado en sus diversas acepciones. De donde se desprende la urgencia de “llevar a cabo una conversión pastoral para liberar a la catequesis de ciertos lazos que le impiden ser eficaz”. A la vez que, como escribió el Papa Francisco:
“Anunciar a Cristo significa mostrar que creer en Él y seguirlo no es sólo algo verdadero y justo, sino también bello, capaz de colmar la vida de un nuevo resplandor y de un gozo profundo, aun en medio de las pruebas”

Un Dios cercano que ama

Por lo tanto, el Directorio presenta la catequesis kerygmática no como una teoría abstracta, sino más bien como un instrumento con un fuerte valor existencial. Esta catequesis encuentra su punto de apoyo en el encuentro que permite experimentar la presencia de Dios en la vida de cada uno. Un Dios cercano que ama y sigue los acontecimientos de nuestra historia porque la encarnación del Hijo lo compromete directamente. La catequesis debe involucrar a todos, catequista y catequizando, en la experiencia de esta presencia y en el sentirse involucrado en la obra de la misericordia.
“Esperamos que este nuevo Directorio para la Catequesis pueda ser de verdadera ayuda y apoyo a la renovación de la catequesis en el único proceso de evangelización que la Iglesia no se ha cansado de llevar a cabo desde hace dos mil años, para que el mundo pueda encontrar a Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios hecho hombre para nuestra salvación”

Elaboración del nuevo Directorio para la Catequesis

Por su parte, el Secretario del Consejo Pontificio la para la Promoción de la Nueva Evangelización recordó que el Papa Benedicto XVI, al pasar la competencia de la Catequesis al mencionado Dicasterio, quería subrayar el puesto tan importante que tiene la catequesis en la realización de la misión fundamental de la Iglesia: la evangelización.

Una doctrina capaz de iluminar la mente y el corazón

De hecho, en una de las sesiones finales de la XIII Asamblea General del Sínodo de los Obispos sobre “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”, había manifestado esa intención, que concretó el 16 de enero de 2013 al publicar la carta apostólica Fides per doctrinam, en la que se dice que “la fe necesita ser sostenida por medio de una doctrina capaz de iluminar la mente y el corazón de los creyentes, pues el particular momento histórico que vivimos, marcado entre otras cosas por una dramática crisis de fe, requiere asumir una conciencia tal que responda a las grandes esperanzas que surgen en el corazón de los creyentes por los nuevos interrogantes que interpelan al mundo y a la Iglesia”.
“En efecto, la Iglesia no vive más en un régimen de cristiandad, sino en medio de una sociedad secularizada en la que al fenómeno del alejamiento de la fe se añade el hecho de que se ha ido perdiendo el sentido de lo sagrado y se han puesto en tela de juicio los fundamentos de los grandes valores del cristianismo”
“Hay que reconocer – dijo Monseñor Octavio Ruiz Arenas – que muchos bautizados nunca recibieron una iniciación cristiana, que no fueron animados por el kerygma, que no han logrado un encuentro personal con Cristo y que no han tenido un apoyo y acompañamiento de la comunidad cristiana”.
De donde surgió “la necesidad de profundizar acerca de cómo la actividad catequística se inserta dentro del proceso de nueva evangelización”, para lo cual, ya en n mayo de 2015, se elaboró un primer borrador de un documento que llevaba por título “Catequesis y Nueva Evangelización” que, partiendo del Directorio General para la Catequesis, asumía lo que el Papa Francisco indicaba en la exhortación apostólica Evangelii gaudium. Proyecto que se presentó a los Miembros de este Pontificio Consejo durante la II Asamblea Plenaria realizada del 27 al 29 de mayo de 2015, durante la cual se decidió que era más oportuno realizar una actualización del Directorio de 1997.

El nuevo Directorio llega tras doce borradores

Después de analizar algunos temas de interés para el nuevo Directorio, como la realidad juvenil, la cultura digital, la catequesis y las personas con discapacidad y la piedad popular, se fueron realizando más consultas y, en la medida en que se iban haciendo las debidas correcciones, hasta llegar al texto actual del nuevo Directorio, se produjeron doce borradores.
“Han sido, pues, casi seis años de trabajo para la elaboración del nuevo Directorio para la Catequesis, cuya última redacción ha sido aprobada por el Santo Padre el pasado 23 de marzo, en la memoria litúrgica de Santo Toribio de Mogrovejo”

miércoles, 24 de junio de 2020

Octava catequesis del Papa sobre la oración

Audiencia general catequesis oración
Audiencia General, 24 Junio 2020 (C) Vatican Media


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(zenit – 24 junio 2020).- El Papa Francisco ha pronunciado la octava catequesis sobre la oración, titulada “La oración de David” (Sal 18,2-3.29.33), en la audiencia general celebrada hoy, miércoles 24 de junio de 2020, en la biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano.
Audiencia general catequesis oraciónEsta ha sido la última audiencia del Santo Padre antes del receso estivo, que durará todo el mes de julio. En el mes de agosto se reanudarán las audiencias generales de los miércoles.

Catequesis del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En nuestro itinerario de catequesis obre la oración, hoy encontramos al rey David. Predilecto de Dios desde que era un muchacho, fue elegido para una misión única, que jugará un papel central en la historia del pueblo de Dios y de nuestra misma fe. En los Evangelios, a Jesús se le llama varias veces “hijo de David”; de hecho, como él, nace en Belén. De la descendencia de David, según las promesas, viene el Mesías: un Rey totalmente según el corazón de Dios, en perfecta obediencia al Padre, cuya acción realiza fielmente su plan de salvación (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2579)
La historia de David comienza en las colinas entorno a Belén, donde pastorea el rebaño su padre, Jesé. Es todavía un muchacho, el último de muchos hermanos. Así que cuando el profeta Samuel, por orden de Dios, se pone a buscar el nuevo rey, parece casi que su padre se haya olvidado de aquel hijo más joven (cf. 1 Samuel 16,1-13). Trabajaba al aire libre: lo imaginamos amigo del viento, de los sonidos de la naturaleza, de los rayos del sol. Tiene una sola compañía para confortar su alma: la cítara; y en las largas jornadas en soledad le gusta tocar y cantar a su Dios. Jugaba también con la honda.
David, por lo tanto, es ante todo un pastor: un hombre que cuida de los animales, que los defiende cuando llega el peligro, que les proporciona sustento. Cuando David, por voluntad de Dios, deberá preocuparse del pueblo, no llevará a cabo acciones muy diferentes respecto a estas. Es por eso que en la Biblia la imagen del pastor es recurrente. También Jesús se define como “el buen pastor”, su comportamiento es diferente de aquel del mercenario; Él ofrece si vida a favor de las ovejas, las guía, conoce el nombre de cada una de ellas (cf. Juan 10,11-18).
David aprendió mucho de su primera ocupación. Así, cuando el profeta Natán le recrimina su grave pecado  (cf. 2 Samuel 12,1-15), David entenderá inmediatamente que ha sido un mal pastor, que ha depredado a otro hombre de la única oveja que él amaba, que ya no era un humilde servidor sino un enfermo de poder, un furtivo que mata y saquea.
Un segundo aspecto característico presente en la vocación de David es su alma de poeta. De esta pequeña observación deducimos que David no ha sido un hombre vulgar, como a menudo puede suceder a los individuos obligados a vivir durante mucho tiempo aislados de la sociedad. Es, en cambio, una persona sensible, que ama la música y el canto. La cítara lo acompañará siempre: a veces para elevar a Dios un himno de alegría (cf. 2 Samuel 6,16), otras veces para expresar un lamento o para confesar su propio pecado (cf. Salmos 51,3).
El mundo que se presenta ante sus ojos no es una escena muda: su mirada capta, detrás del desarrollo de las cosas, un misterio más grande. La oración nace precisamente de allí: de la convicción de que la vida no es algo que nos resbala, sino que es un misterio asombroso, que en nosotros provoca la poesía, la música, la gratitud, la alabanza o el lamento, la súplica. Cuando a una persona le falta esa dimensión poética, digamos que cuando le falta la poesía, su alma cojea. La tradición quiere por ello que David sea el gran artífice de la composición de los salmos. Estos llevan, a menudo, al inicio, una referencia explícita al rey de Israel, y a algunos de los sucesos más o menos nobles de su vida.
David tiene un sueño: el de ser un buen pastor. Alguna vez será capaz de estar a la altura de esta tarea, otras veces, menos; pero lo que importa, en el contexto de la historia de la salvación, es que sea profecía de otro Rey, del que él es solo anuncio y prefiguración.
Miremos a David, pensemos en David. Santo y pecador, perseguido y perseguidor, víctima y verdugo, que es una contradicción. David fue todo esto, junto. Y también nosotros registramos en nuestra vida trazos a menudo opuestos; en la trama de la vida, todos los hombres pecan a menudo de incoherencia. Hay un solo hilo conductor, en la vida de David, que da unidad a todo lo que sucede: su oración. Esa es la voz que no se apaga nunca. David santo, reza; David pecador, reza; David perseguido, reza; David perseguidor, reza; David víctima, reza. Incluso David verdugo, reza. Este es el hilo conductor de su vida. Un hombre de oración. Esa es la voz que nunca se apaga: tanto si asume los tonos del júbilo, como los del lamento siempre es la misma oración, solo cambia la melodía. Y haciendo así, David nos enseña a poner todo en el diálogo con Dios: tanto la alegría como la culpa, el amor como el sufrimiento, la amistad o una enfermedad. Todo puede convertirse en una palabra dirigida al “Tú” que siempre nos escucha.
David, que ha conocido la soledad, en realidad nunca ha estado solo. Y en el fondo esta es la potencia de la oración, en todos aquellos que le dan espacio en su vida. La oración te da nobleza, y David es noble porque reza. Pero es un verdugo que reza, se arrepiente y la nobleza vuelve gracias a la oración. La oración nos da nobleza: es capaz de asegurar la relación con Dios, que es el verdadero Compañero de camino del hombre, en medio de los miles avatares de la vida, buenos o malos: pero siempre la oración. Gracias, Señor. Tengo miedo, Señor. Ayúdame, Señor. Perdóname, Señor. Es tanta la confianza de David, que cuando era perseguido y debió escapar, no dejó que nadie lo defendiera: “Si mi Dios me humilla así, Él sabe”, porque la nobleza de la oración nos deja en las manos de Dios. Esas manos plagadas de amor: las únicas manos seguras que tenemos.
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