lunes, 25 de diciembre de 2023

MENSAJE URBI ET ORBI DEL SANTO PADRE FRANCISCO

 

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MENSAJE URBI ET ORBI
DEL SANTO PADRE FRANCISCO

NAVIDAD 2023

Balcón central de la Basílica Vaticana
Lunes, 25 de diciembre de 2023

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Queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz Navidad!

La mirada y el corazón de los cristianos de todo el mundo se dirigen hacia Belén. Allí, donde en estos días reinan dolor y silencio, resonó el anuncio esperado durante siglos: «Les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor» (Lc 2,11). Estas fueron las palabras del ángel en el cielo de Belén y hoy se dirigen también a nosotros. Nos llena de confianza y esperanza saber que el Señor nació por nosotros; que la Palabra eterna del Padre, el Dios infinito, puso su morada entre nosotros; que se hizo carne, vino «y habitó entre nosotros» (Jn 1,14). ¡Esta es la noticia que cambia el curso de la historia!

El anuncio de Belén es «una gran alegría» (Lc 2,10). ¿Qué alegría? No es la felicidad pasajera del mundo, ni la alegría de la diversión, sino una “gran” alegría, porque nos hace “grandes”. Hoy, en efecto, nosotros seres humanos, con nuestros límites, abrazamos la certeza de una esperanza inaudita, la de haber nacido para el cielo. Sí, Jesús nuestro hermano vino a hacer que su Padre sea nuestro Padre. Siendo un Niño frágil, nos revela la ternura de Dios; y mucho más: Él, el Unigénito del Padre, nos da el «poder de llegar a ser hijos de Dios» (Jn 1,12). Esta es la alegría que consuela el corazón, que renueva la esperanza y da la paz; es la alegría del Espíritu Santo, la alegría de ser hijos amados.

Hermanos y hermanas, en medio de las tinieblas de la tierra, hoy en Belén se ha encendido una llama inextinguible; en medio de la oscuridad del mundo, hoy prevalece la luz de Dios, que «ilumina a todo hombre» (Jn 1,9). ¡Hermanos y hermanas, alegrémonos por esta gracia! Alégrate tú, que has perdido la confianza y las certezas, porque no estás solo, no estás sola: ¡Cristo ha nacido por ti! Alégrate tú, que has abandonado la esperanza, porque Dios te tiende su mano; no te señala con el dedo, sino que te ofrece su manito de Niño para liberarte de tus miedos, para aliviarte de tus fatigas y mostrarte que a sus ojos eres valioso como ningún otro. Alégrate tú, que en el corazón no encuentras la paz, porque se ha cumplido la antigua profecía de Isaías: «Un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado […] y se le da por nombre: […] Príncipe de la paz» (9,5). La Escritura revela que su paz, su reino no tendrán fin (cf. 9,6).

En la Escritura, al Príncipe de la paz se le opone «el Príncipe de este mundo» (Jn 12,31) que, sembrando muerte, actúa en contra del Señor, «que ama la vida» (Sb 11,26). Lo vemos obrar en Belén cuando, después del nacimiento del Salvador, sucede la matanza de los inocentes. Cuántas matanzas de inocentes en el mundo: en el vientre materno, en las rutas de los desesperados que buscan esperanza, en las vidas de tantos niños cuya infancia está devastada por la guerra. Estos niños cuya infancia ha sido devastada por la guerra, por las guerras, son los pequeños Jesús de hoy.

Entonces, decir “sí” al Príncipe de la paz significa decir “no” a la guerra, y esto con valentía, decir “no” a la guerra, a toda guerra, a la misma lógica de la guerra, un viaje sin meta, una derrota sin vencedores, una locura sin excusas. Esto es la guerra, un viaje sin meta, una derrota sin vencedores, una locura sin excusas. Pero para decir “no” a la guerra es necesario decir “no” a las armas. Porque si el hombre, cuyo corazón es inestable y está herido, encuentra instrumentos de muerte entre sus manos, antes o después los usará. ¿Y cómo se puede hablar de paz si la producción, la venta y el comercio de armas aumentan? Hoy, como en el tiempo de Herodes, las intrigas del mal, que se oponen a la luz divina, se mueven a la sombra de la hipocresía y del ocultamiento. ¡Cuántas masacres debidas a las armas ocurren en un silencio ensordecedor, a escondidas de todos! La gente, que no quiere armas sino pan, que le cuesta seguir adelante y pide paz, ignora cuántos fondos públicos se destinan a los armamentos. ¡Y, sin embargo, deberían saberlo! Que se hable sobre esto, que se escriba sobre esto, para que se conozcan los intereses y los beneficios que mueven los hilos de las guerras. 

Isaías, que profetizaba al Príncipe de la paz, escribió acerca de un día en el que «no levantará la espada una nación contra otra»; de un día en el que los hombres «no se adiestrarán más para la guerra», sino que «con sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas» (2,4). Con la ayuda de Dios, pongámonos manos a la obra para que ese día llegue.

Que llegue en Israel y Palestina, donde la guerra sacude la vida de esas poblaciones; abrazo a ambas, en particular a las comunidades cristianas de Gaza —la parroquia de Gaza— y de toda Tierra Santa. Llevo en el corazón el dolor por las víctimas del execrable ataque del pasado 7 de octubre y renuevo un llamamiento apremiante para la liberación de quienes aún están retenidos como rehenes. Suplico que cesen las operaciones militares, con sus dramáticas consecuencias de víctimas civiles inocentes, y que se remedie la desesperada situación humanitaria permitiendo la llegada de ayuda. Que no se siga alimentando la violencia y el odio, sino que se encuentre una solución a la cuestión palestina, por medio de un diálogo sincero y perseverante entre las partes, sostenido por una fuerte voluntad política y el apoyo de la comunidad internacional. Hermanos y hermanas, recemos por la paz en Palestina y en Israel.

Mi pensamiento se dirige además a la población de la martirizada Siria, como también a la de Yemen, que sigue sufriendo. Pienso en el querido pueblo libanés y ruego para que pueda recuperar pronto la estabilidad política y social.

Con los ojos fijos en el Niño Jesús imploro la paz para Ucrania. Renovemos nuestra cercanía espiritual y humana a su martirizado pueblo, para que a través del sostén de cada uno de nosotros sienta el amor de Dios en lo concreto.

Que llegue el día de la paz definitiva entre Armenia y Azerbaiyán. Que la favorezcan la prosecución de las iniciativas humanitarias, el regreso de los desplazados a sus hogares de manera legal y segura, y el respeto mutuo de las tradiciones religiosas y de los lugares de culto de cada comunidad.

No olvidemos las tensiones y los conflictos que perturban a las regiones del Sahel, el Cuerno de África y Sudán, como también a Camerún, la República Democrática del Congo y Sudán del Sur.

Que llegue el día en el que se consoliden los vínculos fraternos en la península coreana, abriendo vías de diálogo y reconciliación que puedan crear las condiciones para una paz duradera.

El Hijo de Dios, que se hizo un Niño humilde, inspire a las autoridades políticas y a todas las personas de buena voluntad del continente americano, para hallar soluciones idóneas que lleven a superar las disensiones sociales y políticas, a luchar contra las formas de pobreza que ofenden la dignidad de las personas, a resolver las desigualdades y a afrontar el doloroso fenómeno de las migraciones.

Desde el pesebre, el Niño nos pide que seamos voz de los que no tienen voz: voz de los inocentes, muertos por falta de agua y de pan; voz de los que no logran encontrar trabajo o lo han perdido; voz de los que se ven obligados a huir de la propia patria en busca de un futuro mejor, arriesgando la vida en viajes extenuantes y a merced de traficantes sin escrúpulos.

Hermanos y hermanas, se acerca el tiempo de gracia y esperanza del Jubileo, que comenzará dentro de un año. Que este periodo de preparación sea ocasión para convertir el corazón; para decir “no” a la guerra y “sí” a la paz; para responder con alegría a la invitación del Señor que nos llama, como había profetizado Isaías, «a llevar la buena noticia a los pobres, / a vendar los corazones heridos, / a proclamar la liberación a los cautivos / y la libertad a los prisioneros» (Is 61,1).

Estas palabras se cumplieron en Jesús (cf. Lc 4,18), nacido hoy en Belén. Acojámoslo, abrámosle el corazón a Él, el Salvador. Abrámosle el corazón a Él, el Salvador, que es el Príncipe de la paz.

sábado, 23 de diciembre de 2023

Catequesis. El belén de Greccio, escuela de sobriedad y de alegría

 

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PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 20 de diciembre de 2023

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Catequesis. El belén de Greccio, escuela de sobriedad y de alegría

Queridos hermanos y hermanas:

En esta Navidad de 2023 se cumplen 800 años del pesebre viviente que san Francisco de Asís realizó en la localidad italiana de Greccio. Su intención fue representar la escena del nacimiento de Jesús, pudiendo revivir así, por medio de los sentidos, la sencillez evangélica, la pobreza y la humildad de la Sagrada Familia en la gruta de Belén. Y aquí nacieron los pesebres vivientes.

Durante estos días, cercanos a las fiestas navideñas, podemos correr el riesgo de descuidar lo esencial, distraídos por las numerosas ofertas del consumismo y el bienestar mundano. En este contexto, los personajes del belén nos muestran cómo celebrar verdaderamente la Navidad: con sobriedad y alegría evangélica. Contemplemos el pesebre, y eso, hagámoslo en familia, en comunidad, esto nos ayuda a centrarnos en lo más importante de nuestra vida: la relación con Dios, con los demás y con la creación; y así, cultivemos en nuestros ambientes un clima de armonía, de gozo y de paz.

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Saludos

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. En estos últimos días del Adviento, los invito a prepararse para recibir al Niño Jesús con alegría y sencillez de corazón, por medio de la oración, la participación en los sacramentos y las obras de caridad. Que Dios los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.



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domingo, 17 de diciembre de 2023

Juan Bautista , profeta enviado por Dios para "dar testimonio de la luz"

 

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PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro
Domingo, 17 de diciembre de 2023

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, tercer domingo de Adviento, el Evangelio nos habla de la misión de Juan Bautista (cf. Jn 1,6-8.19-28), indicándolo como profeta enviado por Dios para "dar testimonio de la luz" (v. 8). Reflexionemos sobre esto: dar testimonio de la luz.

El testimonio. El Bautista es ciertamente un hombre extraordinario. La gente acude a escucharle atraída por su forma de ser, coherente y sincera (cf. vv. 6-7). Su testimonio llega a través de la franqueza de su lenguaje, la honestidad de su comportamiento, la austeridad de su vida. Tres cosas: la franqueza de lenguaje, honestad de comportamiento, austeridad de vida. Todo ello le diferencia de otros personajes famosos y poderosos de la época, que invertían mucho en la apariencia. Personas como él, rectas, libres y valientes, son figuras luminosas, fascinantes: nos inspiran a salir de la mediocridad y a ser a su vez modelos de buena vida para los demás. El Señor envía hombres y mujeres así en todas las épocas. ¿Sabemos reconocerlos? ¿Intentamos aprender de su testimonio, cuestionándonos incluso a nosotros mismos? ¿O nos dejamos encantar por personajes de moda? Y entramos en actitudes superficiales…

Juan por contra, es luminoso porque da testimonio de la luz. Pero, ¿cuál es su luz? Él mismo nos responde, cuando dice claramente a la multitud, que se ha congregado para escucharle, que él no es la luz, que él no es el Mesías (cf. vv. 19-20). La luz es Jesús, el Cordero de Dios, "Dios que salva". Sólo Él redime, libera, cura e ilumina. Por eso Juan es una "voz" que acompaña a los hermanos a la Palabra; sirve, sin buscar honores ni protagonismo: es una lámpara, mientras que la luz es Cristo vivo (cf. vv. 26-27; Jn 5,35).

Hermanos y hermanas, el ejemplo de Juan Bautista nos enseña al menos dos cosas. En primer lugar, que nosotros, solos, no podemos salvarnos: sólo en Dios encontramos la luz de la vida. Y, en segundo lugar, que cada uno de nosotros, con el servicio, la coherencia, la humildad, con el testimonio de vida -y siempre con la gracia de Dios- puede ser una lámpara que brilla y ayudar a los demás a encontrar el camino para encontrarse con Jesús.

Por eso nos preguntamos: ¿cómo puedo yo, en los ambientes en los que vivo, no un día lejano, sino ya ahora, en esta Navidad, ser un testigo de luz, un testigo de Cristo?

Que María, espejo de santidad, nos ayude a ser hombres y mujeres que reflejen a Jesús, la luz que viene al mundo.

Después del Ángelus

¡Queridos hermanos y hermanas!

Ayer, en el Santuario de Nuestra Señora de Luján, en Argentina, ha sido beatificado el Cardenal Eduardo Pironio, pastor humilde y celoso, testimonio de esperanza, defensor de los pobres. Colaboró con San Juan Pablo II en la promoción del laicado y en las Jornadas Mundiales de la Juventud. Que su ejemplo nos ayude a ser una iglesia en salida, que se hace compañera de todos, especialmente de los más débiles. ¡Un aplauso para el nuevo Beato!

Hoy deseo recordar a los miles de migrantes que intentan cruzar la selva del Darién entre Colombia y Panamá. A menudo son familias con niños que se aventuran por caminos peligrosos, engañados por quienes les prometen falsamente una ruta corta y segura, maltratados y robados. No pocos pierden la vida en esa selva.

Necesitamos el esfuerzo conjunto de los países más directamente afectados y de la comunidad internacional para evitar que. Esta trágica realidad pase en silencio y dar juntos una respuesta humanitaria.

Y no olvidemos a nuestros hermanos y hermanas que sufren a causa de la guerra, en Ucrania, Palestina e Israel y otras zonas de conflicto. Que la proximidad de la Navidad fortalezca nuestro compromiso de abrir caminos de paz. Sigo recibiendo noticias muy graves y dolorosas de Gaza. Civiles desarmados están siendo bombardeados y tiroteados. Y esto ha ocurrido hasta dentro del recinto parroquial de la Sagrada Familia, donde no hay terroristas, sino familias, niños, enfermos y discapacitados, monjas.

Una madre y su hija, la Sra. Nahida Khalil Anton y su hija Samar Kamal Anton, fueron asesinadas y otras personas fueron heridas por francotiradores cuando iban al baño. La casa de las Hermanas de la Madre Teresa resultó dañada y su generador fue alcanzado. Algunos dicen: "Es el terrorismo, es la guerra". Sí, es guerra, es terrorismo. Por eso dice la Escritura que "Dios pone fin a las guerras... rompe los arcos y quiebra las lanzas" (cf. Sal 46,9). Roguemos al Señor por la paz.

Saludos

Saludo a todos vosotros, familias, grupos parroquiales y asociaciones, venidos de Roma, de Italia y de tantas partes del mundo. En particular, saludo a los peregrinos de los Estados Unidos de América y de Polonia; a los fieles de Mormanno, Acilia y Viterbo.

Y ahora saludo a vosotros, queridos niños y jóvenes de los oratorios y escuelas de Roma, que han traído las estatuillas del Niño Jesús para ser bendecidas. Yo los bendigo [hace el gesto]. Y al bendecir vuestros "Niños", les pido que recen ante el pesebre por los niños que vivirán una Navidad difícil, en lugares de guerra, en campos de refugiados, en situaciones de gran miseria. Gracias por esto, y ¡Feliz Navidad a vosotros y a vuestras familias!¡un aplauso a los niños!

Les deseo a todos un buen domingo. Por favor no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta luego!



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domingo, 10 de diciembre de 2023

En este segundo domingo de Adviento el Evangelio nos habla de Juan el Bautista, el precusor de Jesús

 

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PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro
Domingo, 10 de diciembre de 2023

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En este segundo domingo de Adviento el Evangelio nos habla de Juan el Bautista, el precusor de Jesús (cf. Mc 1,1-8), y nos lo describe como «voz del que grita en el desierto» (v. 3). El desierto, lugar vacío, donde no se comunica, y la voz, medio para hablar, parecen dos imágenes contradictorias, pero en el Bautista se conjugan.

El desierto. Juan predica allí, a orillas del río Jordán, cerca del punto en el que su pueblo, muchos siglos antes, entró en la tierra prometida (cf. Jos 3,1-17). Haciendo así es como si dijera: para escuchar a Dios debemos volver al lugar en el que durante cuarenta años Él acompañó, protegió y educó a su pueblo, en el desierto. Este es el lugar del silencio y de la esencialidad, donde uno no puede permitirse entretenerse con cosas inútiles, sino que es necesario concentrarse en lo que es indispensable para vivir.

Y esto es un reclamo siempre actual: para proceder en el camino de la vida es necesario despojarse del “de más”, porque vivir bien no quiere decir llenarse de cosas inútiles, sino liberarse de lo superfluo, para excavar en profundidad dentro de uno mismo, para captar lo que es verdaderamente importante ante Dios. Solo si, a través del silencio y la oración hacemos espacio a Jesús, que es la Palabra del Padre, sabremos liberarnos de la contaminación de las palabras vanas y de la palabrería. El silencio y la sobriedad – en las palabras, en el uso de las cosas, de los medios y de las redes – no son solo “adornos” o virtudes, son elementos esenciales de la vida cristiana.

Y vamos a la segunda imagen, la voz. Esta es el instrumento con el que manifestamos lo que pensamos y llevamos en el corazón. Entendemos entonces que está muy vinculada con el silencio, porque expresa lo que madura dentro, de la escucha de lo que el Espíritu sugiere. Hermanos y hermanas, si no se sabe callar, es difícil que se tenga algo bueno que decir; en cambio, cuanto más atento es el silencio, más fuerte es la palabra. En Juan el Bautista esa voz está ligada a la autenticidad de su experiencia y a la limpidez de su corazón.

Podemos preguntarnos: ¿Qué lugar tiene el silencio en mis días? ¿Es un silencio vacío, tal vez opresivo, o un espacio de escucha, de oración, donde custodiar el corazón? ¿Mi vida es sobria o llena de cosas superfluas? Incluso si quiere decir ir a contracorriente, valoremos el silencio, la sobriedad y la escucha. Que María, Virgen del silencio, nos ayude a amar el desierto, para convertirnos en voces creíbles que anuncian su Hijo que viene.

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Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Hace 75 años, el 10 de diciembre de 1948, se firmaba la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esta es como una vía maestra, sobre la que se han dado muchos pasos adelante, pero faltan todavía tantos, y a veces, desafortunadamente, se vuelve atrás. ¡El compromiso con los derechos humanos nunca se acaba! A este respecto, estoy cerca de todos aquellos que, sin proclamas, en la vida concreta de cada día luchan y pagan en persona por defender los derechos de los que no cuentan.

Me alegro por la liberación de un número significativo de prisioneros armenios y azeríes. Contemplo con gran esperanza esta señal positiva para las relaciones entre Armenia y Azerbaiyán, para la paz en el Cáucaso meridional, y animo a las partes y a sus líderes a concluir cuanto antes el Tratado de paz.

Dentro de algunos días se concluirán los trabajos de la COP 28 sobre el clima, que se están llevando a cabo en Dubái. Os pido que recéis para que se llegue a buenos resultados para el cuidado de nuestra casa común y la tutela de las poblaciones.

Y continuamos rezando por las poblaciones que sufren a causa de la guerra. Vamos hacia la Navidad: ¿seremos capaces, con la ayuda de Dios, de dar pasos concretos de paz? No es fácil, lo sabemos. Ciertos conflictos tienen raíces históricas profundas. Pero tenemos también el testimonio de hombres y mujeres que han trabajado con sabiduría y paciencia por la convivencia pacífica. ¡Sigamos su ejemplo! Hagamos todo lo posible por afrontar y eliminar las causas de los conflictos. Y mientras tanto – a propósito de los derechos humanos – que se proteja a los civiles, los hospitales y los lugares de culto, que se libere a los rehenes y se garantice la ayuda humanitaria. No nos olvidemos de la martirizada Ucrania, Palestina, Israel.

Aseguro mi oración también por las víctimas del incendio ocurrido hace dos días en el hospital de Tívoli.

Os saludo con afecto a todos vosotros, romanos y peregrinos de Italia y de otras partes del mundo, en particular a los fieles de San Nicola Manfredi, a los scout adultos de Scafati y a los grupos de jóvenes de Nevoli, Gerenzano y Rovigo.

Os deseo a todos un feliz domingo. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

 

 



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INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA

 

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SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍ

PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro
Viernes, 8 de diciembre de 2023

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y feliz fiesta!

Hoy, solemnidad de la Inmaculada Concepción, el Evangelio nos presenta la escena de la Anunciación (cfr. Lc 1,26-38). En ella se muestran dos actitudes de María que ayudan a comprender cómo custodió el don único que recibió, un corazón totalmente libre de pecado. Y estas dos actitudes son el asombro ante las obras de Dios y la fidelidad en las cosas simples.

Veamos el primero: el asombro. El ángel dice a María: «¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo!» (v. 28); el evangelista Lucas escribe que la Virgen «quedó desconcertada, y se preguntaba qué podía significar ese saludo» (v. 29). Se queda sorprendida, desconcertada, turbada: se asombra cuando oye que el ángel la llama "llena de gracia" -la Virgen es humilde-, es decir, llena del amor de Dios. Esta es una actitud noble: saber asombrarse ante los dones del Señor, no darlos nunca por descontados, apreciar su valor, alegrarse de la confianza y la ternura que traen consigo. Y también es importante testimoniar este asombro delante de los demás hablando con humildad de los dones de Dios, del bien recibido, y no solo de los problemas cotidianos. Ser más positivos. Podemos preguntarnos: ¿sé asombrarme ante las obras de Dios? ¿Experimento maravilla alguna vez y la comparto con alguien? ¿O busco siempre las cosas feas, las cosas tristes?

Vamos con la segunda actitud: la fidelidad en las cosas simples. El Evangelio, antes de la Anunciación, no dice nada sobre María. Nos la presenta como una muchacha sencilla, aparentemente igual a muchas otras que vivían en su pueblo. Una joven que, precisamente gracias a su sencillez, ha conservado puro el Corazón Inmaculado con el que, por gracia de Dios, fue concebida. Esto también es importante, porque para acoger los grandes dones de Dios es fundamental atesorar los más cotidianos y menos llamativos.

Precisamente a través de la fidelidad cotidiana al bien, la Virgen permitió que creciera en ella el don de Dios; de este modo, se ejercitó para responder al Señor, para decirle "sí" con toda su vida.

Entonces, preguntémonos: ¿creo que lo importante, tanto en las situaciones cotidianas como en el camino espiritual, es la fidelidad a Dios? Y, si lo creo, ¿encuentro tiempo para leer el Evangelio, para rezar, para participar en la Eucaristía y recibir el Perdón sacramental, para hacer algún gesto concreto de servicio gratuito? Son esas pequeñas opciones de cada día las que resultan decisivas para acoger la presencia del Señor.

Que María Inmaculada nos ayude a asombrarnos ante los dones de Dios y a responder a ellos con fiel generosidad cada día.

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Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Saludo con afecto a los romanos y a los peregrinos procedentes de Italia y de diversos países, en especial a los fieles de Novoli y a los chicos de Confirmación de Cingoli.

En esta fiesta de la Inmaculada, en las parroquias italianas se renueva la adhesión a la Acción Católica. Animo a todos los socios, desde los más jóvenes hasta los ancianos, a ser piedras vivas en la Iglesia y levadura buena en la sociedad. ¡Buen camino!

Bendigo de corazón a los fieles de Rocca di Papa y la antorcha con la que encenderán la gran estrella sobre la fortaleza de su bella ciudad, en honor a María Inmaculada.

Envío mi saludo a los fieles de la diócesis de Quebec, en Canadá, que celebran hoy a su Patrona, la Inmaculada, e inauguran el Jubileo del 350° aniversario de la diócesis. Quebec fue la primera diócesis fundada en Canadá. ¡Feliz año jubilar y que la Virgen María os acompañe!

Y ahora tengo la alegría de anunciar que el 25 y el 26 de mayo del año que viene celebraremos en Roma la primera Jornada Mundial de los Niños. La iniciativa, patrocinada por el Dicasterio para la Cultura y la Educación, responde a la pregunta: ¿qué tipo de mundo deseamos transmitir a los niños que están creciendo? Como Jesús, queremos poner a los niños en el centro y cuidarlos.

Esta tarde iré a Santa María la Mayor y luego a la plaza de España para rezar a la Virgen. Os pido a todos, especialmente a los fieles de Roma, que os unáis espiritualmente a mí en estos gestos de encomienda a nuestra Madre, rezando especialmente por la paz, la paz en Ucrania, la paz en Palestina e Israel, y en todas las tierras heridas por las guerras. Pidamos paz, que los corazones se pacifiquen, ¡que haya paz!

Y os deseo a todos una feliz fiesta y un buen camino de Adviento bajo la guía de la Virgen María. Saludo de modo especial a los jóvenes de la Inmaculada, ¡hoy es vuestro día! Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!

 



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Primer domingo de Adviento

 

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PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS

Casa Santa Marta
Domingo, 3 de diciembre de 2023

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Tampoco hoy podré leer todo: estoy mejorando, pero la voz todavía no me da. Mons. Braida leerá la catequesis.

 

Hoy, primer domingo de Adviento, en el breve Evangelio que nos propone la liturgia (cf. Mc 13,33-37), Jesús nos dirige tres veces una exhortación sencilla y directa: “Estén vigilantes” (vv. 33.35.37).

El tema es, pues, la vigilancia. ¿Cómo debemos entenderla? A veces pensamos en esta virtud como una actitud motivada por el miedo a un castigo inminente, como si un meteorito estuviera a punto de caer del cielo y nos amenazara con aplastarnos, si no nos apartamos a tiempo. ¡Pero, ciertamente, éste no es el sentido de la vigilancia cristiana!

Jesús lo ilustra con una parábola, hablando de un amo que regresará y de sus siervos que lo esperan (cf. v. 34). En la Biblia el siervo es la “persona de confianza” del amo, con el que a menudo existe una relación de cooperación y afecto. Pensemos, por ejemplo, que Moisés es definido como siervo de Dios (cf. Nm 12,7) y que incluso María dice de sí misma: “He aquí la sierva del Señor” (Lc 1,38). Así pues, la vigilancia de los siervos no se basa en el temor, sino en el anhelo, en la espera de ir al encuentro del amo que viene. Se preparan para su regreso porque lo quieren mucho, porque esperan que, cuando llegue, encuentre una casa acogedora y ordenada: están felices de volver a verlo, hasta el punto de que esperan su regreso como si fuera una fiesta para toda la gran familia a la que pertenecen.

Con esta espera llena de afecto queremos también nosotros prepararnos para acoger a Jesús: ya sea en Navidad, que celebraremos dentro de unas semanas; ya sea al final de los tiempos, cuando regrese en gloria; ya sea cada día, cuando venga a nuestro encuentro en la Eucaristía, en su Palabra, en nuestros hermanos y hermanas, especialmente en los más necesitados.

Por eso, de modo especial durante estas semanas, preparemos con esmero la casa del corazón, para que esté ordenada y sea acogedora. Vigilar, de hecho, significa estar con el corazón preparado. Es la actitud del centinela, que en la noche no se deja tentar por el cansancio, no se duerme, sino que permanece despierto esperando la luz que llegará. El Señor es nuestra luz y es bueno preparar el corazón para acogerlo con la oración y para hospedarlo con la caridad, los dos preparativos que, por así decirlo, lo hacen sentirse cómodo. A este respecto, se cuenta que san Martín de Tours, hombre de oración, después de dar la mitad de su manto a un pobre, soñó con Jesús vestido precisamente con esa parte del manto que había dado. He aquí un hermoso programa para el Adviento: encontrar a Jesús que viene en cada hermano y hermana que nos necesita, y compartir con ellos lo que podamos: escucha, tiempo, ayuda concreta.

Queridos hermanos, hoy nos hace bien preguntarnos cómo podemos preparar un corazón acogedor para el Señor. Podemos hacerlo acercándonos a su Perdón, a su Palabra, a su Mesa, encontrando espacio para la oración, acogiéndolo en los necesitados. Cultivemos su espera sin distraernos con tantas cosas inútiles y sin quejarnos todo el tiempo, sino manteniendo el corazón vigilante, es decir, ansioso de Él, despierto y preparado, impaciente por encontrarlo.

Que la Virgen María, mujer de la espera, nos ayude a acoger a su Hijo que viene.

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Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

En Israel y Palestina la situación es grave. Duele que se haya roto la tregua: esto significa muerte, destrucción y miseria. Muchos rehenes han sido liberados, pero tantos están todavía en Gaza. Pensemos en ellos, en sus familias que habían visto una luz, una esperanza de reencontrarse con sus seres queridos. Hay mucho sufrimiento en Gaza; faltan productos de primera necesidad. Espero que todos los implicados puedan alcanzar un nuevo acuerdo de alto el fuego lo antes posible y encontrar soluciones distintas a las armas, tratando de tomar valientes caminos hacia la paz.

Quisiera asegurar mi oración por las víctimas del atentado de esta mañana en Filipinas, donde una bomba ha estallado durante la misa. Estoy cercano a las familias, al pueblo de Mindanao que ya ha sufrido tanto.

Si bien desde la distancia, sigo muy de cerca los trabajos de la COP 28 de Dubái. Les estoy cerca. Renuevo mi llamado para una respuesta a los cambios climáticos con cambios políticos concretos: salgamos de las estrecheces de los particularismos y de los nacionalismos, esquemas del pasado, y abracemos una visión común, comprometiéndonos todos ahora, sin demora, con una necesaria conversión ecológica mundial.

Hoy es el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. Acoger e incluir a quienes experimentan esta condición ayuda a toda la sociedad a ser más humana. En las familias, en las parroquias, en las escuelas, en el trabajo, en el deporte: aprendamos a valorar a cada persona con sus cualidades y capacidades, y no excluyamos a nadie.

Saludo con afecto a todos ustedes, romanos y peregrinos de Italia y de otras partes del mundo, especialmente a los polacos que participan en los actos promovidos en Roma en honor de la familia mártir Ulma, recientemente beatificada.

Saludo a todos los peregrinos y a todos los grupos parroquiales de Florencia, Siena, Brindisi, Cosenza y Adrano.

Deseo a todos un buen domingo y un buen camino de Adviento. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Que tengan un buen almuerzo y hasta pronto!

 



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