viernes, 30 de junio de 2023

El celo apostólico del creyente 17. Testigos: Santa María MacKillop

 

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PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Plaza de San Pedro
Miércoles, 28 giugno 2023

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Catequesis. La pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente 17. Testigos: Santa María MacKillop

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

¡Hoy tenemos que tener un poco de paciencia, con este calor! ¡Gracias por haber venido con este calor, con este sol, muchas gracias por vuestra visita!

En esta serie de catequesis sobre el celo apostólico, estamos viendo algunas figuras ejemplares de hombres y mujeres de todo tiempo y lugar, que dieron la vida por el Evangelio. Hoy nos vamos lejos, a Oceanía, un continente formado por muchísimas islas, grandes y pequeñas. La fe en Cristo, que tantos emigrantes europeos llevaron a esas tierras, echó raíces pronto y dio frutos abundantes (cfr. Exhort. ap. postsin. Ecclesia in Oceania, 6). Entre ellos está una religiosa extraordinaria, santa Mary MacKillop (1842-1909), fundadora de las Hermanas de San José del Sagrado Corazón, que dedicó su vida a la formación intelectual y religiosa de los pobres en la Australia rural.

Mary MacKillop nació cerca de Melbourne de padres que emigraron a Australia desde Escocia. De niña, se sintió llamada por Dios a servirlo y testimoniarlo no solo con las palabras, sino sobre todo con una vida transformada por la presencia de Dios (cfr. Evangelii gaudium, 259). Como María Magdalena, que fue la primera en encontrar a Jesús resucitado y fue enviada por Él a llevar el anuncio a los discípulos, Mary estaba convencida de ser ella también enviada a difundir la Buena Noticia y a atraer a otros al encuentro con el Dios viviente.

Leyendo con sabiduría los signos de los tiempos, entendió que para ella la mejor forma de hacerlo era a través de la educación de los jóvenes, siendo consciente de que la educación católica es una forma de evangelización. Es una gran forma de evangelización. Así, si podemos decir que «cada santo es una misión; es un proyecto del Padre para reflejar y encarnar, en un momento determinado de la historia, un aspecto del Evangelio» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 19), Mary MacKillop lo fue sobre todo a través de la fundación de escuelas.

Una característica esencial de su celo por el Evangelio consistía en cuidar de los pobres y los marginados. Y esto es muy importante: en el camino de la santidad, que es el camino cristiano, los pobres y los marginados son protagonistas y una persona no puede ir adelante en la santidad si no se dedica también a ellos, de una forma u otra. Estos, que necesitan de la ayuda del Señor, llevan la presencia del Señor. Una vez leí una frase que me impresionó; decía así: “El protagonista de la historia es el mendigo: los mendigos son aquellos que atraen la atención sobre la injusticia, que es la gran pobreza en el mundo”, se gasta el dinero para fabricar armas y no para producir comidas…. Y no lo olvidéis: no hay santidad si, de una manera u otra, no hay cuidado de los pobres, los necesitados, de aquellos que están un poco al margen de la sociedad. Este cuidar de los pobres y de los marginados impulsaba a Mary a ir a donde otros no querían o no podían ir. El 19 de marzo de 1866, fiesta de San José, abrió la primera escuela en un pequeño suburbio al sur de Australia. Le siguieron tantas otras que ella y sus hermanas fundaron en las comunidades rurales de Australia y Nueva Zelanda. Se multiplicaron, porque el celo apostólico hace así: multiplica las obras.

Mary MacKillop estaba convencida de que el propósito de la educación es el desarrollo integral de la persona tanto como individuo que como miembro de la comunidad; y que esto requiere sabiduría, paciencia y caridad por parte de todo educador. En efecto, la educación no consiste en llenar la cabeza de ideas: no, no es solo esto. ¿En qué consiste la educación? En acompañar y animar a los estudiantes en el camino de crecimiento humano y espiritual, mostrándoles cuánto la amistad con Jesús Resucitado dilata el corazón y hace la vida más humana. Educar es ayudar a pensar bien: a sentir bien —el lenguaje del corazón— y a hacer bien —el lenguaje de las manos—. Esta visión es plenamente actual hoy, cuando sentimos la necesidad de un “pacto educativo” capaz de unir a las familias, las escuelas y toda la sociedad.

El celo de Mary MacKillop por la difusión del Evangelio entre los pobres la condujo también a emprender otras obras de caridad, empezando por la “Casa de la Providencia” abierta en Adelaida para acoger ancianos y niños abandonados. Mary tenía mucha fe en la Providencia de Dios: siempre confiaba que en cualquier situación Dios provee. Pero esto no le ahorraba las preocupaciones y las dificultades que derivan de su apostolado, y María tenía buenas razones: tenía que pagar las cuentas, tratar con los obispos y los sacerdotes locales, gestionar las escuelas y cuidar la formación profesional y espiritual de las Hermanas; y, más tarde, los problemas de salud. Sin embargo, en todo esto, permanecía tranquila, llevando con paciencia la cruz que es parte integrante de la misión.

En una ocasión, en la fiesta de la Exaltación de la Cruz, Mary le dijo a una de sus hermanas: “Hija mía, desde hace muchos años he aprendido a amar la Cruz”. No se rindió en los momentos de prueba y de oscuridad, cuando la oposición y el rechazo trataban de apagar su alegría. Veis: todos los santos han encontrado oposiciones, también dentro de la Iglesia. Es curioso, esto. También ella las vivió. Estaba convencida de que, incluso cuando el Señor le asignaba «pan de asedio y aguas de opresión» (Is 30,20), el mismo Señor respondería pronto a su grito y la rodearía con su gracia. Este es el secreto del celo apostólico: la relación continua con el Señor.

Hermanos y hermanas, que el discipulado misionero de santa Mary MacKillop, su respuesta creativa a las necesidades de la Iglesia de su tiempo, su compromiso por la formación integral de los jóvenes nos inspire hoy a todos nosotros, llamados a ser levadura del Evangelio en nuestras sociedades en rápida transformación. Que su ejemplo y su intercesión sostengan el trabajo cotidiano de los padres, de los profesores, de los catequistas y de todos los educadores, por el bien de los jóvenes y por un futuro más humano y lleno de esperanza.


 

Saludos:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los alumnos de los Institutos diocesanos de Gran Canaria, España. Pidamos al Señor, por intercesión de santa María MacKillop y todos los santos y santas que se dedicaron a la educación, que sostenga el trabajo cotidiano de los padres y de los maestros, de los catequistas y formadores, por el bien de la juventud y en vistas a un futuro de paz y fraternidad. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.


 

Resumen leído por el Santo Padre en español

Queridos hermanos y hermanas:

Dedicamos esta catequesis sobre el celo apostólico a una religiosa australiana, santa María MacKillop, fundadora de las Hermanas de San José del Sagrado Corazón. Ella, como María Magdalena, se encontró con Jesús resucitado y se sintió impulsada a difundir a todos la Buena Noticia. Su celo apostólico la llevó a realizar numerosas obras de caridad, como la fundación de escuelas y hogares para los más necesitados, sobre todo en zonas rurales.

Podemos decir que el apostolado que realizó María MacKillop —basado principalmente en acompañar a las personas en su crecimiento humano y espiritual—, sigue siendo plenamente actual, ya que vemos la necesidad de un “pacto educativo” que una a las familias, a las escuelas y a toda la sociedad. Sabemos que esto no es nada fácil, también nuestra santa tuvo que afrontar diversos problemas y diversas dificultades. Pero su testimonio de vida nos enseña a confiar en la Providencia de Dios y en la fuerza de la gracia, especialmente en los momentos de cruz y oscuridad.



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domingo, 25 de junio de 2023

En el Evangelio de hoy, Jesús repite tres veces a sus discípulos: "No tengan miedo" (Mt 10,26.28.31).

 

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PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro
Domingo, 25 de junio de 2023

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! ¡buen domingo!

En el Evangelio de hoy, Jesús repite tres veces a sus discípulos: "No tengan miedo" (Mt 10,26.28.31). No tengan miedo. Poco antes, les habló de las persecuciones que tendrán que soportar por causa del Evangelio, una realidad que sigue siendo actual: la Iglesia, de hecho, desde el principio ha conocido, junto con sus alegrías, y tenía tantas, ha conocido también persecuciones, muchas, ¿eh? Parece paradójico: el anuncio del Reino de Dios es un mensaje de paz y de justicia, fundado en la caridad fraterna y en el perdón y, sin embargo, encuentra oposición, violencia y persecución. Jesús, no obstante, nos dice que no temamos: no porque todo irá bien en el mundo, no, no por eso, sino porque para el Padre somos preciosos y nada de lo que es bueno se perderá. Por eso nos dice que no dejemos que el miedo nos detenga, sino que temamos otra cosa, una sola cosa. ¿Pero cuál es la cosa que Jesús nos dice que debemos temer?

Lo descubrimos a través de una imagen que Jesús utiliza hoy: la imagen de la "Gehenna" (cf. v. 28). El valle de " Gehenna" era un lugar que los habitantes de Jerusalén conocían bien: era el gran vertedero de basura de la ciudad. Jesús habla de él para decir que el verdadero miedo que hay que tener es el de desechar la propia vida. Desechar la propia vida, y sobre esto Jesús dice: “Sí, tengan miedo de eso”. Como si dijera: no hay que tener tanto miedo a sufrir incomprensiones y críticas, a perder prestigio y ventajas económicas por permanecer fieles al Evangelio, no, sino a desperdiciar la existencia buscando cosas de poco valor, que no colman el sentido de la vida.

Y esto es importante para nosotros. De hecho, incluso hoy uno puede ser objeto de burlas o de discriminación si no sigue ciertos modelos de moda, que, sin embargo, a menudo ponen en el centro realidades de segunda categoría: por ejemplo, seguir las cosas en lugar de personas, rendimientos en lugar de relaciones. Veamos algunos ejemplos. Pienso en los padres, que necesitan trabajar para mantener a su familia, pero no pueden vivir solo para el trabajo, sino que necesitan tiempo para estar con sus hijos. Pienso también en un sacerdote o en una religiosa, que deben comprometerse en su servicio, pero sin olvidarse de dedicar tiempo a estar con Jesús, de lo contrario caen en la mundanidad espiritual y pierden el sentido de lo que son. Aún más, pienso en un joven o una joven, que tienen mil compromisos y pasiones: la escuela, el deporte, intereses varios, el teléfono móvil y las redes sociales, pero necesitan encontrarse con personas y organizar grandes sueños, sin perder el tiempo en cosas que pasan y no dejan huella.

Todo esto, hermanos y hermanas, conlleva cierta renuncia frente a los ídolos de la eficacia y el consumismo, pero es necesario para no perderse en las cosas, que luego se tiran, como se hacía entonces en la “Gehenna”. Y en las “Gehennas” de hoy, por el contrario, suele terminar la gente: pensemos, pensemos en los últimos, a menudo tratados como material de descarte y como objetos no deseados. Permanecer fiel a lo que importa es costoso; cuesta ir contracorriente, cuesta liberarse de los condicionamientos del pensamiento común, cuesta ser apartado por los que “siguen la moda”. Pero no importa, ¿eh?, no importa. Jesús dice: lo que cuenta es no desperdiciar el mayor bien, es decir, la vida. No desechen la vida. Solo esto debe asustarnos.

Preguntémonos entonces: Yo, ¿de qué tengo miedo? ¿De no tener lo que me gusta? ¿De no alcanzar las metas que la sociedad impone? ¿Del juicio de los demás? ¿O más bien, de no agradar al Señor y de no poner en primer lugar su Evangelio? María, siempre Virgen, Madre Sabia, nos ayude a ser sabios y valientes en las decisiones que tomamos.

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Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Me ha entristecido mucho lo ocurrido hace unos días en el Centro Penitenciario Femenino de Támara, en Honduras. Una terrible violencia entre bandas rivales sembró la muerte y el sufrimiento. Rezo por las fallecidas, rezo por sus familias. Que la Virgen de Suyapa, Madre de Honduras, ayude a los corazones a abrirse a la reconciliación y a dar espacio a la convivencia fraterna, incluso dentro de las cárceles.

En estos días se cumple el 40 aniversario de la desaparición de Emanuela Orlandi. Quiero aprovechar esta ocasión para expresar, una vez más, mi cercanía a los familiares, especialmente a la madre, y asegurarles mis oraciones. Hago extensivo mi recuerdo a todas las familias que soportan el dolor de un ser querido que ha desaparecido.

Saludo a todos ustedes, romanos y peregrinos de Italia y de diversos países, especialmente a los fieles de Bogotá, Colombia.

Saludo a la Fraternidad de la Orden Franciscana Seglar de Pisa; a los jóvenes de Gubbio, Perugia y Spoleto; al grupo de Limbadi que celebra al joven Leo; a los participantes en la peregrinación motorizada de Cesena y Longiano; y a los voluntarios de Radio María Italia, que con una gran pancarta nos invitan a ponernos "todos bajo el manto" de la Virgen Madre María, para implorar a Dios el don de la paz. Y esto lo pedimos especialmente por el atormentado pueblo ucraniano.

Deseo a todos un buen domingo. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!



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viernes, 2 de junio de 2023

El celo apostólico del creyente 15. Testigos: El venerable Mateo Ricci

 

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PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Plaza de San Pedro
Miércoles, 31 de mayo de 2023

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Catequesis. La pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente 15. Testigos:  El venerable Mateo Ricci

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

Seguimos en estas catequesis hablando sobre el celo apostólico, es decir, lo que siente el cristiano para llevar adelante el anuncio de Jesucristo. Y hoy quisiera presentar otro gran ejemplo de celo apostólico: hemos hablado de san Francisco Javier, de san Pablo, el celo apostólico de los grandes celantes; hoy hablaremos de uno que era italiano y se fue a China: Mateo Ricci.

Originario de Macerata, en Las Marcas, después de haber estudiado en las escuelas de los jesuitas y haber entrado en la Compañía de Jesús, entusiasmado por los informes de los misioneros que escuchaba como muchos otros jóvenes, pidió que lo enviaran a las misiones en Extremo Oriente. Después del intento de Francisco Javier, otros veinticinco jesuitas habían tratado inútilmente de entrar en China. Pero Ricci y otro hermano se preparan muy bien, estudiando cuidadosamente la lengua y las costumbres chinas, y al final lograron establecerse en el sur del país. Fueron necesarios dieciocho años, con cuatro etapas a través de cuatro ciudades diferentes, antes de llegar a Pekín, que era el centro. Con constancia y paciencia, animado por una fe inquebrantable, Mateo Ricci pudo superar dificultades, peligros, desconfianzas y oposiciones. Pensad en aquella época, caminar o ir a caballo, largas distancias… y él seguía adelante. ¿Cuál era el secreto de Mateo Ricci? ¿Por qué camino le impulsó el celo?

Él siguió siempre el camino del diálogo y de la amistad con todas las personas que encontraba, y esto le abrió muchas puertas para el anuncio de la fe cristiana. Su primera obra en lengua china fue precisamente un tratado Sobre la amistad, que tuvo gran resonancia. Para entrar en la cultura y en la vida china en un primer momento se vestía como los bonzos budistas, según la costumbre del país, pero después entendió que la mejor forma era la de asumir el estilo de vida y los vestidos de los literatos, como los profesores universitarios, y se vestía como ellos. Estudió de forma profunda sus textos clásicos, para poder presentar el cristianismo en diálogo positivo con su sabiduría confuciana y con los usos y las costumbres de la sociedad china. Y esto se llama una actitud de inculturación. Este misionero supo “inculturar” la fe cristiana en diálogo, como los Padres antiguos con la cultura griega.

Su óptima preparación científica suscitaba interés y admiración por parte de los hombres cultos, empezando por su famoso mapamundi, el mapa del mundo entero entonces conocido, con los diferentes continentes, que por primera vez revela a los chinos una realidad exterior a China más amplia de lo que hubieran imaginado. Les muestra que el mundo es más grande que China, y ellos lo entendían, porque eran inteligentes. Pero también los conocimientos matemáticos y astronómicos de Ricci y de los misioneros que le acompañaban contribuyeron a un encuentro fecundo entre la cultura y la ciencia de occidente y de oriente, que vivirá entonces uno de sus momentos más felices, en el signo del diálogo y la amistad. De hecho, la obra de Mateo Ricci nunca hubiera sido posible sin la colaboración de sus grandes amigos chinos, como los famosos “Doctor Pablo” (Xu Guangqi) y “Doctor León” (Li Zhizao).

Sin embargo, la fama de Ricci como hombre de ciencia no debe oscurecer la motivación más profunda de todos sus esfuerzos, es decir, el anuncio del Evangelio. Continuaba con el diálogo científico con los hombres de ciencia, pero al mismo tiempo daba testimonio de la propia fe, del Evangelio. La credibilidad obtenida con el diálogo científico le daba autoridad para proponer la verdad de la fe y de la moral cristiana, de la que habla de forma profunda en sus principales obras chinas, como El verdadero significado del Señor del Cielo —así se llama ese libro—Además de la doctrina, son su testimonio de vida religiosa, de virtud y de oración: estos misioneros rezaban. Iban a predicar, se movían, hacían gestos políticos, todo lo que quieran: pero rezaban. Es la oración la que alimenta la vida misionera, una vida de caridad, y ayudaban a los otros, a los humildes, con total desinterés por honores y riquezas, lo que inducía a muchos de sus discípulos y amigos chinos a acoger la fe católica. Porque veían un hombre tan inteligente, tan sabio, tan astuto —en el buen sentido de la palabra— para llevar adelante las cosas, y tan creyente que decían: “Eso que predica es verdad porque lo dice una personalidad que da testimonio: testimonia con su propia vida lo que anuncia”. Esta es la coherencia de los evangelizadores. Y esto nos toca a todos nosotros, cristianos, que somos evangelizadores. Puedo decir el “Credo” de memoria, puedo decir todas las cosas que creemos, pero si mi vida no es coherente con lo que profeso no sirve de nada. Lo que atrae a las personas es el testimonio de coherencia: los cristianos estamos llamados a vivir lo que decimos, y no fingir que vivimos como cristianos, y luego vivimos como mundanos. Mirad estos grandes misioneros —como Mateo Ricci que era italiano—, mirando estos grandes misioneros veréis que la fuerza más grande es la coherencia: son coherentes.

En los últimos días de su vida, a quien estaba más cerca de él y le preguntaba cómo se sentía, Mateo Ricci «respondió que estaba pensando en ese momento si era más grande la alegría y la felicidad que sentía interiormente por la idea de que estaba cerca su viaje para ir a gustar de Dios, o la tristeza que le podía causar el dejar a los compañeros de toda la misión que amaba mucho, y el servicio que aún podía hacer a Dios Nuestro Señor en esta misión» (S. De Ursis, Relación sobre M. Ricci, Archivo Histórico Romano S.I.). Es la misma actitud del apóstol Pablo (cfr. Fil 1,22-24), que quería irse con el Señor, encontrar al Señor, pero “me quedo para serviros.”.

Mateo Ricci murió en Pekín en 1610, a los 57 años, un hombre que dio toda su vida por la misión. El Espíritu misionero de Mateo Ricci constituye un modelo vivo actual. Su amor por el pueblo chino es un modelo; pero lo que representa un camino actual es su coherencia de vida, el testimonio de su vida como cristiano. Él llevó el cristianismo a China; él es grande sí, porque es un gran científico, es grande porque es valiente, es grande porque ha escrito muchos libros, pero sobre todo es grande porque ha sido coherente con su vocación, coherente con ese deseo de seguir a Jesucristo. Hermanos y hermanas, hoy nosotros, cada uno de nosotros, preguntémonos dentro: “¿Soy coherente, o soy un poco así así?”.



Saludos:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos al Señor que nos dé la humildad de sabernos acercar a los demás con esa actitud de amistad, respeto y conocimiento de su cultura y sus valores. Que sepamos acoger todo lo bueno que hay en ellos, como Jesús al encarnarse, para hacernos capaces de hablar su lenguaje. Que no dudemos en ofrecerles todo lo bueno que tenemos, para dar prueba del Amor que nos mueve. Que tengamos la fuerza de vivir con coherencia la fe que profesamos, para transmitir el Evangelio del reino sin imposiciones ni proselitismos. Que sea esta la bendición de Jesús y que la Virgen Santa, primera misionera en esta fiesta de la Visitación, nos sostenga en este propósito. Muchas gracias.


 

Resumen leído por el Santo Padre en español

Queridos hermanos y hermanas:

En esta audiencia presentamos a otra figura del celo apostólico, Mateo Ricci. Muchos intentos de llegar a China habían fracasado y Mateo tuvo la intuición de prepararse cuidadosamente aprendiendo la lengua y las costumbres chinas, antes de afrontar su misión. Y esto le posibilitó entrar en el territorio y con paciencia irse acercando a la capital. Vestido como un erudito, gracias a grandes colaboradores también chinos, fue capaz de ganarse el respeto de todos y hacer llegar el mensaje de Cristo a sus contemporáneos, a través de su vida de piedad y de sus enseñanzas.

Dos recursos, por así decirlo, tenía para conseguir este propósito: por un lado, una actitud de amistad hacia todos, unida a una ejemplaridad de vida que causaba admiración; por otro, una vastísima cultura que era reconocida por sus contemporáneos, y que además supo conjugar con un estudio de los clásicos confucionistas, presentando así el mensaje cristiano perfectamente inculturado.



Copyright © Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana