lunes, 30 de noviembre de 2020

Fiesta de san Andrés: Mensaje del Papa al patriarca Bartolomé I

 papa bartolomé

Encuentro De Oración Por La Paz (C) Vatican Media

Cercanía espiritual

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(zenit – 30 nov. 2020).- Con motivo de la festividad de san Andrés de hoy 30 de noviembre de 2020, el Papa Francisco ha enviado un mensaje al patriarca ecuménico Bartolomé I, arzobispo de Constantinopla, al que transmite “con alegría” su “cercanía espiritual”.

El Pontífice ha rogado a Dios su bendición para Bartolomé y todos los miembros de la Iglesia Ortodoxa reunida “para la Divina liturgia”. Asimismo, señala que “recordar la caridad, el celo apostólico y la perseverancia de san Andrés es fuente de ánimo en estos tiempos difíciles”, y “dar gloria a Dios también fortalece nuestra fe y esperanza” en el Padre.

Promoción de la paz

Rememorando la presencia del patriarca en el Encuentro Internacional por la Paz celebrado en Roma el octubre pasado, el Santo Padre ha sumado los “desafíos que plantea la actual pandemia” a la guerra y los “conflictos armados” que roban “la vida de innumerables hombres y mujeres”.

Las iniciativas nacionales e internacionales de promoción de la paz, apunta, “son útiles y necesarias”, pero el conflicto nunca cesará “hasta que todas las personas alcancen una conciencia más profunda” de responsabilidad “como hermanos y hermanas”. Iglesias cristianas y tradiciones religiosas deben “ofrecer un ejemplo de diálogo, respeto mutuo y cooperación práctica”.

Compromiso con el diálogo

El Papa describe la fraternidad experimentada en sus diversos encuentros con el arzobispo de Constantinopla, un “deseo de mayor cercanía y comprensión entre los cristianos” ya iniciado por el Patriarcado Ecuménico antes de que las iglesias “entablaran el diálogo”.

Prueba de ello, aclara, es la carta encíclica del Santo Sínodo que la Iglesia ortodoxa dirigió al resto hace 100 años: “Cuando las diversas Iglesias se inspiren en el amor y lo antepongan a todo lo demás en su juicio sobre los otros y en su relación con cada uno, podrán, en lugar de aumentar y ampliar las disensiones existentes, disminuirlas y reducirlas tanto como sea posible”, indica el antiguo documento.

Plena comunión

En su mensaje, Francisco da gracias a Dios por el último crecimiento de las relaciones entre Iglesia Católica y Patriarcado Ecuménico, “incluso mientras seguimos anhelando el objetivo de la restauración de la plena comunión expresada a través de la participación en el mismo altar eucarístico”.

Asimismo, confirma su confianza en “alcanzar esa meta” recorriendo el camino “juntos en el amor mutuo y persiguiendo el diálogo teológico”, aun con la existencia de “obstáculos”.

domingo, 29 de noviembre de 2020

El Papa: Ven, Señor Jesús, despiértanos de la indiferencia y mediocridad


Renato Martinez – Ciudad del Vaticano

“Ven, Señor Jesús, te necesitamos. Acércate a nosotros. Tú eres la luz: despiértanos del sueño de la mediocridad, despiértanos de la oscuridad de la indiferencia. Ven, Señor Jesús, haz que nuestros corazones distraídos estén vigilantes: haznos sentir el deseo de rezar y la necesidad de amar”, es la invocación del Papa Francisco en su homilía en la Santa Misa con los nuevos Cardenales, celebrada en el Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro, este 29 de noviembre, I Domingo de Adviento.

En su homilía, el Santo Padre comentando las lecturas que la liturgia presenta al iniciar el Adviento, dijo que la Palabra de Dios nos sugiere dos palabras clave: cercanía y vigilancia. “La cercanía de Dios y nuestra vigilancia. Mientras el profeta Isaías dice que Dios está cerca de nosotros, Jesús en el Evangelio nos invita a vigilar esperando en Él”.

Adviento, tiempo para hacer memoria de la cercanía de Dios

El Papa Francisco comentando la primera palabra, cercanía, dijo que “el Adviento es el tiempo para hacer memoria de la cercanía de Dios, que ha descendido hasta nosotros”. Por ello, el primer paso de la fe es decirle al Señor que lo necesitamos, necesitamos su cercanía. «Es también el primer mensaje del Adviento y del Año Litúrgico, reconocer que Dios está cerca, y decirle: “¡Acércate más!”. Él quiere acercarse a nosotros, pero se ofrece, no se impone». El Adviento nos recuerda que Jesús vino a nosotros y volverá al final de los tiempos, pero nos preguntamos: ¿De qué sirven estas venidas si no viene hoy a nuestra vida? Invitémoslo. Hagamos nuestra la invocación propia del Adviento: «Ven, Señor Jesús» (Ap 22,20).

“Ven, Señor Jesús, esta invocación podemos decirla al principio de cada día y repetirla a menudo, antes de las reuniones, del estudio, del trabajo y de las decisiones que debemos tomar, en los momentos importantes y en los difíciles: Ven, Señor Jesús”

No corramos el riesgo de perder lo esencial

De este modo, señala el Santo Padre, invocando su cercanía, ejercitaremos nuestra vigilancia. Es importante estar vigilantes, porque un error de la vida es el perderse en mil cosas y no percatarse de Dios. Y citando a San Agustín, que dice: «Timeo Iesum transeuntem» (Sermones, 88,14,13), “Tengo miedo de que Jesús pase y no me dé cuenta”, el Pontífice nos advierte que, atraídos por nuestros intereses y distraídos por tantas vanidades, corremos el riesgo de perder lo esencial. Por eso hoy el Señor repite «a todos: ¡estén vigilantes!».

Estar vigilantes es no dejarse llevar por el desánimo

En este sentido, el Papa Francisco exhorta a que debemos vigilar, esto quiere decir que es de noche. Sí, ahora no vivimos en el día, sino en la espera del día, en medio de la oscuridad y los trabajos. Llegará el día cuando estemos con el Señor. Vendrá, no nos desanimemos. Pasará la noche, aparecerá el Señor; Él, que murió en la cruz por nosotros, nos juzgará. Estar vigilantes es esperar esto, es no dejarse llevar por el desánimo, es vivir en la esperanza. Así como antes de nacer nos esperaban quienes nos amaban, ahora nos espera el Amor mismo. Y si nos esperan en el Cielo, ¿por qué vivir con pretensiones terrenales? ¿Por qué agobiarse por alcanzar un poco de dinero, fama, éxito, todas cosas efímeras? ¿Por qué perder el tiempo quejándose de la noche mientras nos espera la luz del día? ¿Por qué buscar un poco de... (¿padrinos?) para hacer (tener) un ascenso y subir y promocionarnos en la carrera? Todo pasa. Observa, dice el Señor.

Hay un sueño peligroso: la mediocridad

Por ello, el Pontífice invita a mantenerse despiertos, sin embargo, es difícil. Por la noche es natural dormir. No lo lograron los discípulos de Jesús, a quienes Él les había pedido que velaran “al atardecer, a medianoche, al canto del gallo, de madrugada”.  Y precisamente a esas horas no estuvieron vigilantes. Al atardecer, en la última cena, traicionaron a Jesús; por la noche se durmieron; al canto del gallo lo negaron; de madrugada dejaron que lo condenaran a muerte. Pero sobre nosotros puede caer el mismo sopor. Hay un sueño peligroso: el sueño de la mediocridad. Llega cuando olvidamos nuestro primer amor y seguimos adelante por inercia, preocupándonos sólo por tener una vida tranquila. Pero sin impulsos de amor a Dios, sin esperar su novedad, nos volvemos mediocres, tibios, mundanos. Y esto carcome la fe, porque la fe es lo opuesto a la mediocridad: es el ardiente deseo de Dios, es la valentía perseverante para convertirse, es valor para amar, es salir siempre adelante.

“La fe no es agua que apaga, sino fuego que arde; no es un calmante para los que están estresados, sino una historia de amor para los que están enamorados. Por eso Jesús odia la tibieza más que cualquier otra cosa”

¿Cómo podemos despertarnos del sueño de la mediocridad?

El Obispo de Roma afirma que, podemos despertar del sueño de la mediocridad con la vigilancia de la oración. “Rezar es encender una luz en la noche. La oración nos despierta de la tibieza de una vida horizontal, eleva nuestra mirada hacia lo alto, nos sintoniza con el Señor. La oración permite que Dios esté cerca de nosotros; por eso, nos libra de la soledad y nos da esperanza”. La oración oxigena la vida: así como no se puede vivir sin respirar, tampoco se puede ser cristiano sin rezar. Y hay mucha necesidad de cristianos que velen por los que duermen, de adoradores, de intercesores que día y noche lleven ante Jesús, luz del mundo, las tinieblas de la historia.

“Rezar y amar, he aquí la vigilancia. Cuando la Iglesia adora a Dios y sirve al prójimo, no vive en la noche. Aunque esté cansada y abatida, camina hacia el Señor”

Un segundo sueño interior: la indiferencia

El Santo Padre advierte que hay un segundo sueño interior que es peligroso, es el sueño de la indiferencia. “El que es indiferente ve todo igual, como de noche, y no le importa quién está cerca. Cuando sólo giramos alrededor de nosotros mismos y de nuestras necesidades, indiferentes a las de los demás, la noche cae en el corazón. Comenzamos rápido a quejarnos de todo, luego sentimos que somos víctimas de los otros y al final hacemos complots de todo”. Hoy parece que esta noche ha caído sobre muchos, que exigen sólo para sí mismos y se desinteresan de los demás.

¿Cómo podemos despertar de este sueño de indiferencia?

El Papa Francisco señala que podemos despertar de este segundo sueño con la vigilancia de la caridad. La caridad es el corazón palpitante del cristiano. Así como no se puede vivir sin el latido del corazón, tampoco se puede ser cristiano sin caridad. Algunos piensan que sentir compasión, ayudar, servir sea algo para perdedores; en realidad es la apuesta segura, porque ya está proyectada hacia el futuro, hacia el día del Señor, cuando todo pasará y sólo quedará el amor. Es con obras de misericordia que nos acercamos al Señor. Se lo pedimos hoy en la oración colecta: «Aviva en tus fieles […] el deseo de salir al encuentro de Cristo, que viene, acompañados por las buenas obras». Jesús viene y el camino para ir a su encuentro está señalado: son las obras de caridad.

sábado, 28 de noviembre de 2020

Consistorio de Cardenales: Homilía del Papa

 Consistorio papa homilía

Consistorio De Cardenales 28 Nov. 2020 (C) Vatican Media

Permanecer en el camino de Jesús

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(zenit– 28 nov. 2020).- En la homilía del séptimo Consistorio Ordinario Público de cardenales de su Pontificado, el Papa Francisco ha destacado la importancia de “estar siempre vigilantes para permanecer” en el camino de Jesús. 

***

Homilía del Santo Padre

Jesús y los discípulos estaban en el camino, iban de camino. El camino. El camino es el lugar donde se realiza la escena que describe el evangelista Marcos (cf. 10, 32-45). Y es el lugar donde se desarrolla siempre la trayectoria de la Iglesia: el camino de la vida, de la historia, que es historia de salvación en la medida en que se hace con Cristo, orientado a su Misterio pascual. Jerusalén siempre está ante nosotros. La cruz y la resurrección pertenecen a nuestra historia, son nuestro presente, pero también son la meta de nuestro camino.

consistorio papa

Este relato evangélico ha estado presente con frecuencia en los consistorios para la creación de nuevos cardenales. No es sólo un “trasfondo”, sino la “hoja de ruta” para nosotros que estamos hoy en camino con Jesús, que va delante de nosotros. Él es la fuerza y el sentido de nuestra vida y de nuestro ministerio.

Por tanto, queridos hermanos, hoy nos toca a nosotros confrontarnos con esta Palabra.

Marcos subraya que, en el camino, los discípulos “estaban asombrados […] tenían miedo” (v. 32). Pero ¿por qué? Porque sabían lo que les esperaba en Jerusalén; lo intuían, es más, lo sabían, porque Jesús ya les había hablado abiertamente en otras ocasiones. El Señor conoce el estado de ánimo de los que lo siguen, y esto no lo deja indiferente. Jesús no abandona jamás a sus amigos; no los olvida nunca. Aun cuando parece que vaya derecho por su camino, Él siempre lo hace por nosotros. Y todo lo que hace, lo hace por nosotros, por nuestra salvación. Y, en el caso específico de los Doce, lo hace para prepararlos a la prueba, para que puedan estar con Él, ahora, y sobre todo después, cuando Él no esté más con ellos. Para que estén siempre con Él en su camino.

Sabiendo que el corazón de los discípulos estaba turbado, Jesús llamó aparte a los Doce y, “otra vez”, les dijo “lo que le iba a suceder” (v. 32). Lo hemos escuchado: es el tercer anuncio de su pasión, muerte y resurrección. Este es el camino del Hijo de Dios. El camino del Siervo del Señor. Jesús se identifica con este camino, hasta el punto de que Él mismo es este camino. “Yo soy el camino” (Jn 14,6). Este camino, y ningún otro.

consistorio papa

Y en este momento sucedió un “golpe de efecto” que trastocó e hizo posible que Jesús pudiera revelarles a Santiago y a Juan —pero en realidad a todos los Apóstoles y a todos nosotros— el destino que les esperaba. Imaginemos la escena: Jesús, después de haberles explicado nuevamente lo que le iba a suceder en Jerusalén, miró a los Doce, fijó en ellos sus ojos, como diciendo: “¿Está claro?”. Después retomó el camino, a la cabeza del grupo, y del grupo se separaron dos: Santiago y Juan. Se acercaron a Jesús y le expresaron su deseo: “Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda” (v. 37). Y este es otro camino. No es el camino de Jesús, es otro. Es el camino de quien, quizás, sin ni siquiera darse cuenta, “usa” al Señor para promoverse a sí mismo; de quien —como dice san Pablo— busca su propio interés, no el de Cristo (cf. Flp 2,21). Sobre esto, san Agustín tiene un estupendo Sermón sobre los pastores (n. 46), que siempre nos hace bien releer en el Oficio de Lecturas.

consistorio papa

Jesús, después de haber escuchado a Santiago y Juan, no se alteró, no se enojó. Su paciencia fue verdaderamente infinita. También con nosotros tuvo, tiene y tendrá paciencia. Y les respondió: “No sabéis lo que pedís” (v. 38). Los disculpó, en cierto sentido, pero al mismo tiempo también los acusó: “Ustedes no se dan cuenta de que se salieron del camino”. En efecto, inmediatamente después fueron los otros diez apóstoles los que demostraron, con su actitud de indignación hacia los hijos de Zebedeo, que todos estaban tentados de salirse del camino.

Queridos hermanos: Todos nosotros queremos a Jesús, todos deseamos seguirlo, pero tenemos que estar siempre vigilantes para permanecer en su camino. Porque con los pies, con el cuerpo podemos estar con Él, pero nuestro corazón puede estar lejos y llevarnos fuera del camino. Pensemos en los muchos tipos de corrupción en la vida sacerdotal. Así, por ejemplo, el rojo púrpura del hábito cardenalicio, que es el color de la sangre, se puede convertir, por el espíritu mundano, en el de una distinción eminente. Y tú ya no serás el pastor cercano al pueblo, sentirás que eres sólo “la eminencia”. Cuando sientas esto, estarás fuera del camino.

En este relato evangélico, lo que siempre sorprende es el claro contraste entre Jesús y los discípulos. Jesús lo sabe, lo conoce, y lo soporta. Pero el contraste permanece: Él en el camino, ellos fuera del camino. Dos recorridos opuestos. Sólo el Señor, en realidad, puede salvar a sus amigos desorientados y con el riesgo de perderse; sólo su cruz y su resurrección. Por ellos y por todos, Él subió a Jerusalén. Por ellos y por todos, entregó su cuerpo y derramó su sangre. Por ellos y por todos, resucitó de entre los muertos, y con el don del Espíritu los perdonó y los transformó. Finalmente, los orientó para que lo siguieran en su camino.

consistorio papa

San Marcos —como también Mateo y Lucas— agregó este relato en su Evangelio porque es una Palabra que salva, una Palabra necesaria para la Iglesia de todos los tiempos. Aun cuando los Doce hacen un mal papel, este texto entró en el Canon porque muestra la verdad sobre Jesús y sobre nosotros. Es una Palabra beneficiosa también para nosotros hoy. También nosotros, Papa y cardenales, tenemos que reflejarnos siempre en esta Palabra de verdad. Es una espada afilada, nos corta, es dolorosa, pero al mismo tiempo nos cura, nos libera, nos convierte. Conversión es justamente esto: desde fuera del camino, volver al camino de Dios.

Que el Espíritu Santo nos conceda, hoy y siempre, esta gracia.

© Librería Editorial Vaticana

miércoles, 25 de noviembre de 2020

Es Dios quien hace la Iglesia, no el clamor de las obras

 

 En la audiencia general desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, el Papa Francisco reflexiona sobre un pasaje de los Hechos de los Apóstoles, que define a una comunidad primitiva cuyos primeros pasos “estuvieron marcados por la oración”.

Cecilia Mutual – Ciudad del Vaticano

La oración de la Iglesia naciente fue el centro de la catequesis del Papa Francisco del último miércoles de noviembre, transmitida una vez más en streaming desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, a causa de la pandemia. “La imagen de la comunidad primitiva de Jerusalén es punto de referencia para cualquier otra experiencia cristiana”, afirmó el pontífice, reflexionando sobre el pasaje de los Hechos de los Apóstoles. “Una Iglesia en camino, trabajadora, pero que encuentra en las reuniones de oración la base y el impulso para la acción misionera”, como la descrita en las Sagrada Escrituras.

Las “coordenadas” de la Iglesia

Del relato del Evangelista Lucas, surgen las cuatro características esenciales de la vida eclesial, que “nos recuerdan que “la existencia de la Iglesia tiene sentido si permanece firmemente unida a Cristo”, afirma el Papa: “La escucha de la enseñanza de los apóstoles, la custodia de la comunión recíproca, la fracción del pan y la oración”.

La predicación y la catequesis testimonian las palabras y los gestos del Maestro; la búsqueda constante de la comunión fraterna preserva de egoísmos y particularismos; la fracción del pan realiza el sacramento de la presencia de Jesús en medio de nosotros: Él no estará nunca ausente, Él vive y camina con nosotros. Y finalmente la oraciónque es el espacio del diálogo con el Padre, mediante Cristo en el Espíritu Santo.

Según Francisco, estas son las “coordenadas” que deben guiar la vida de la Iglesia, y todo lo que en la Iglesia crece fuera de ellas no tiene fundamento:

Todo lo que en la Iglesia que crece fuera de estas "coordenadas" carece de fundamento. Para discernir una situación debemos preguntarnos acerca de estas cuatro coordenadas, si en esta situación existen estas cuatro coordenadas: la predicación, la búsqueda constante de la comunión fraterna, la caridad, la fracción del pan -es decir, la vida eucarística- y la oración. Cualquier situación debe ser evaluada a la luz de estas cuatro coordenadas. Lo que no encaja en estas coordenadas carece de eclesialidad, no es eclesial. Es como una casa construida sobre la arena. Es Dios quien hace la Iglesia, no el clamor de las obras. Es la palabra de Jesús la que llena de sentido nuestros esfuerzos. Es en la humildad que se construye el futuro del mundo.  La Iglesia no es un mercado, la Iglesia no es un grupo de empresarios que siguen adelante con esta nueva empresa. La Iglesia es la obra del Espíritu Santo que Jesús nos envió a reunir.

Sin Espíritu Santo no hay Iglesia

El Papa continúa hablando espontáneamente, sin texto escrito y agrega:

A veces, siento una gran tristeza cuando veo alguna comunidad que, aun con buena voluntad, equivoca el camino porque piensa que está haciendo la Iglesia en las reuniones, como si fuera un partido político. "Pero, la mayoría, la minoría, ¿qué piensa de esto, de aquello, de lo otro... Y esto es como un Sínodo, un camino sinodal que debemos hacer...". Me pregunto: "¿Dónde está el Espíritu Santo allí? ¿Dónde está la oración? ¿Dónde está el amor comunitario? ¿Dónde está la Eucaristía?". Para evaluar una situación, si es eclesial o no eclesial, preguntémonos sobre estas cuatro coordenadas. (...) Si esto falta, falta el Espíritu y si falta el Espíritu, seremos una hermosa asociación humanitaria, caritativa, buena, buena... incluso una fiesta eclesial, digámoslo así, eclesial. Pero no hay Iglesia.

La oración, motor de la Evangelización

“Las reuniones de oración son el motor de la Evangelización, donde quien participa experimenta en vivo la presencia de Jesús y es tocado por el Espíritu” afirma también el Santo Padre y precisa:

Los miembros de la primera comunidad - pero esto vale siempre, también para nosotros hoy - perciben que la historia del encuentro con Jesús no se detuvo en el momento de la Ascensión, sino que continúa en su vida. Contando lo que ha dicho y hecho el Señor, rezando para entrar en comunión con Él, todo se vuelve vivo.

La obra del Espíritu: recordar a Jesús

“La oración infunde luz y calor” pero es “el don del Espíritu hace nacer en ellos el fervor”, puntualiza. De hecho, como recuerda el catecismo, ésta es la obra del Espíritu: recordar a Jesús. Pero no como un ejercicio mnemónico:

Los cristianos, caminando por los senderos de la misión, recuerdan a Jesús haciéndolo presente nuevamente; y de Él, de su Espíritu, reciben el “impulso” para ir, para anunciar, para servir.  En la oración el cristiano se sumerge en el misterio de Dios, aquel misterio que ama a cada hombre, aquel Dios que desea que el Evangelio sea predicado a todos. Dios es Dios para todos, y en Jesús todo muro de separación es definitivamente derrumbado: como dice San Pablo, Él es nuestra paz, «el que de los dos pueblos hizo uno» (Ef 2,14). Jesús ha hecho la unidad.

La fuerza del Espíritu Santo que anima todo

La vida de la Iglesia primitiva está marcada por una “sucesión continua de celebraciones, convocatorias, tiempos de oración comunitaria y personal”, hace notar Francisco, “y es el Espíritu que concede fuerza a los predicadores que se ponen en viaje, y que por amor de Jesús surcan los mares, enfrentan peligros, se someten a humillaciones”.

Dios dona amor y pide amor. Esta es la raíz mística de toda la vida creyente. Los primeros cristianos en oración, pero también nosotros que venimos varios siglos después, vivimos todos la misma experiencia. El Espíritu anima todo.

El Pontífice concluye con la invitación a “retomar el sentido de la adoración. Adorar, adorar a Dios, adorar a Jesús, adorar al Espíritu. El Padre, el Hijo y el Espíritu: para adorar. En silencio. La oración de adoración es la oración que nos hace reconocer a Dios como el principio y el fin de toda la historia. Y esta oración es el fuego vivo del Espíritu que da fuerza al testimonio y a la misión”

 

25 de noviembre de 2020 - 7:27 AM

Papa Francisco: Todos debemos hacer mucho más por la dignidad de cada mujer

POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa

El Papa Francisco en el Vaticano. Foto: Vatican Media
El Papa Francisco en el Vaticano. Foto: Vatican Media

Con ocasión del Día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer promovida por la ONU cada 25 de noviembre, el Papa Francisco dijo que es necesario que todos hagan “mucho más por la dignidad de cada mujer”.

En un mensaje enviado por su cuenta oficial de Twitter @Pontifex_es, el Santo Padre lamentó que “a menudo las mujeres son ofendidas, golpeadas, violadas, inducidas a prostituirse”.

Por ello, el Papa indicó que “si queremos un mundo mejor, que sea casa de paz y no patio de guerra, debemos hacer todos mucho más por la dignidad de cada mujer”.

Francisco: el aborto es asunto de "ética humana, anterior a cualquier confesión religiosa"

08:01 | "Por favor, dígales de mi parte que admiro su trabajo y su testimonio; que les agradezco de corazón lo que hacen, y que sigan adelante", indicó el Papa en una carta dirigida a un grupo de mujeres de las villas Rodrigo Bueno, 31 y de José León Suárez que le habían pedido que interceda en contra del proyecto de interrupción del embarazo.


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Por:
Redacción ACTUALIDAD JACHALLERA

El papa Francisco afirmó sobre el aborto que "no es un asunto primariamente religioso", sino "de ética humana, anterior a cualquier confesión religiosa", en una carta que respondió a mujeres de las villas Rodrigo Bueno, 31 y de José León Suárez, que le habían pedido que interceda en contra del proyecto de interrupción del embarazo que se debatirá en el Congreso.

"Muchas gracias por su correo y por la carta de las señoras", expresó el Papa en el texto con el que a través de la diputada nacional Victoria Morales Gorleri, el sumo pontífice respondió a las mujeres que pidieron su intercesión en contra de la iniciativa. El obispo de Roma sostuvo que "realmente son mujeres que saben lo que es la vida" y pidió "por favor, dígales de mi parte que admiro su trabajo y su testimonio; que les agradezco de corazón lo que hacen, y que sigan adelante".

"La patria está orgullosa de tener mujeres así", manifestó el Papa en la carta difundida en la cuenta de Twitter La Esperanza Pto Madero @EsperanMadero, de la Parroquia La Esperanza de Puerto Madero, Iglesia del Corazón de Jesús UCA, Capilla Virgen de Caacupé, Villa Rodrigo Bueno. Francisco continuó el texto fechado el 22 de noviembre de 2020: "Y sobre el problema del aborto tener presente que no es un asunto primariamente religioso sino de ética humana, anterior a cualquier confesión religiosa".

"Y hace bien hacerse las dos preguntas", expresó el Papa y agregó: "¿Es justo eliminar una vida humana para resolver un problema?; ¿Es justo alquilar un sicario para resolver un problema?".
Asimismo, agradeció "por todo lo que hacen" y concluyó la carta: "Por favor no se olvide de rezar por mí; lo hago por usted. Saludos a su esposo y a su hija. Que Jesús le bendiga, y la Virgen Santa la cuide. Fraternalmente, Franciscus".

domingo, 22 de noviembre de 2020

En el juicio final seremos juzgados por el amor y por la ayuda solícita

 


En su alocución previa al rezo mariano del Ángelus, el Papa Francisco, tras recordar la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo, que cierra el año litúrgico, recordó la gran parábola en la que se despliega el misterio de Cristo, Alfa y el Omega, el comienzo y el cumplimiento de la historia, dijo el Papa, y la liturgia de hoy se centra en el "omega", es decir, en el destino final. En sus saludos después del rezo mariano del Ángelus, el Papa envió un "pensamiento especial a la gente de Campania y Basilicata" que hace cuarenta años sufrieron el desastroso terremoto que tuvo su epicentro en Irpinia. También saludó a esas familias que se han visto afectadas por la crisis sanitaria.

Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano

“El sentido de la historia se comprende teniendo ante nuestros ojos su culminación: el final es también el fin. Y esto es precisamente lo que hace Mateo, en el Evangelio de este domingo, colocando el discurso de Jesús sobre el juicio universal en el epílogo de su vida terrenal: Él, a quien los hombres están a punto de condenar, es en realidad el juez supremo. En su muerte y resurrección, Jesús se mostrará como el Señor de la historia, el Rey del universo, el Juez de todo. Pero la paradoja cristiana es que el Juez no reviste una realeza temible, sino que es un pastor lleno de mansedumbre y misericordia”.

En la parábola del juicio final,  dijo el Papa en su alocución previa al rezo mariano, Jesús utiliza la imagen del pastor, recordando las profecías de Ezequiel, que hablaba de la intervención de Dios en favor del pueblo, contra los malos pastores de Israel.

Yo soy el Buen Pastor

“Aquellos habían sido crueles y explotadores, prefiriendo alimentarse ellos mismos en lugar del rebaño; por lo tanto, Dios mismo promete cuidar personalmente de su rebaño, defendiéndolo de las injusticias y los abusos. Esta promesa de Dios para su pueblo se cumplió plenamente en Jesucristo, que dice de sí mismo: "Yo soy el buen pastor". En la página evangélica de hoy, Jesús se identifica no sólo con el rey pastor, sino también con las ovejas perdidas, es decir, con los hermanos más pequeños y necesitados”.

El criterio del juicio como lo indicó Jesús, se efectuará sobre la base del amor concreto dado o negado a los más pequeños, los más necesitados, porque él mismo, el juez, está presente en cada una de ellas. Jesús dice: "En verdad os digo que cuanto hicisteis (o no hicisteis) a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí lo hicisteis (o no lo hicisteis)". (vv. 40.45). Seremos juzgados por el amor. No por el sentimiento, no: por las obras, por la compasión que se hace cercanía y ayuda solícita.

El Señor en el fin del mundo pasará revista a su rebaño

El Señor, pues, en el fin del mundo, pasará revista a su rebaño, y lo hará no sólo del lado del pastor, sino también del lado de las ovejas, con las que se ha identificado. Y preguntará: "¿Has sido un poco pastor, como yo?" Esta es la pregunta que el Evangelio ya pone en nuestros corazones hoy, como criterio de juicio. "Esa vez que tuve problemas, ¿fuiste capaz de perder algo de tiempo para cuidarme? ¿Conseguiste, con mi gracia, salir un poco de ti mismo para darte cuenta de mí, que estaba necesitado? ¿Se enterneció tu corazón ante mis heridas, ante mi soledad, ante mi desconsuelo?" Así nos pasará revista el Rey del universo que para salvarnos se hizo cordero .

Pidamos a la Virgen María que nos enseñe a reinar en el servir. Nuestra Señora, asunta al Cielo, recibió la corona real de su Hijo, porque lo siguió fielmente en el camino del Amor. Aprendamos de ella a entrar desde ahora en el Reino de Dios, por la puerta del servicio humilde y generoso.

Un pensamiento por las regiones italianas de Campania y Basilicata

En sus saludos después del rezo mariano del Ángelus, el Papa envió un "pensamiento especial a la gente de Campania y Basilicata" que hace cuarenta años sufrieron el desastroso terremoto que tuvo su epicentro en Irpinia y sembró muerte y destrucción.  Ese dramático acontecimiento, dijo el Papa,cuyas heridas aún no han cicatrizado del todo, ha puesto de relieve la generosidad y la solidaridad de los italianos.

"Esto se atestigua por los numerosos hermanamientos entre las regiones afectadas por el terremoto y las del Norte y el Centro, cuyos vínculos todavía existen. Estas iniciativas han favorecido el arduo camino de la reconstrucción y, sobre todo, la fraternidad entre las diferentes comunidades de la Península". 

Un pensamiento a familias víctimas por el coronavirus

El Papa tuvo palabras de aprecio por los fieles romanos y peregrinos, que a pesar de las dificultades actuales y respetando siempre las reglas, se dan cita en la Plaza de San Pedro. El Pontífice saludo en especial a las familias que se han visto afectadas por la crisis sanitaria. 

"Un saludo especial a las familias que más están luchando en este momento. Pienso en muchas familias que están en dificultades en este momento porque no tienen trabajo, han perdido sus empleos, tienen uno o dos hijos... Y a veces, con un poco de vergüenza, no dejan que esto se sepa".

Pero somos cada uno de nosotros señaló Francisco, los que vamos a buscar allí donde hay necesidad. Donde está Jesús, donde Jesús está necesitado.