domingo, 28 de enero de 2024

Debemos cuidarnos de las "cadenas" que sofocan nuestra libertad.

 

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PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro
Domingo, 28 de enero de 2024

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Queridos hermanos y hermanas: ¡buenos días!

El Evangelio de hoy nos presenta a Jesús liberando a una persona poseída por un "espíritu maligno" (cf. Mc 1,21-28), que la destrozaba y la hacía gritar sin cesar (cf. vv. 23.26). Esto es lo que hace el demonio: quiere poseer para "encadenar nuestras almas". Encadenar nuestras almas: esto es lo que quiere el diablo. Y debemos cuidarnos de las "cadenas" que sofocan nuestra libertad. Porque el diablo te quita la libertad, siempre. Intentemos, pues, poner nombre a algunas de estas cadenas que pueden apresar nuestro corazón.

Pienso en las adicciones, que nos hacen esclavos, siempre insatisfechos, y devoran energía, bienes y afectos; pienso en las modas dominantes, que nos empujan al perfeccionismo imposible, al consumismo y al hedonismo, que mercantilizan a las personas y desvirtúan sus relaciones. Y otras cadenas: están las tentaciones y los condicionamientos que socavan la autoestima, la serenidad y la capacidad de elegir y amar la vida; otra cadena: el miedo, que hace mirar al futuro con pesimismo, y la intolerancia, que siempre echa la culpa a los demás; y luego hay una cadena muy fea: la idolatría del poder, que genera conflictos y recurre a las armas que matan o se sirve de la injusticia económica y de la manipulación del pensamiento. Hay tantas cadenas en nuestras vidas.

Y Jesús vino a liberarnos de todas estas cadenas. Y hoy, al desafío del diablo que le grita: "¿Qué quieres [...]? ¿has venido a arruinarnos?" (v. 24), responde: " ¡Cállate, sal de él!" (v. 25). Jesús tiene el poder de expulsar al diablo. Jesús libera del poder del mal. Y estemos atentos: ¡ahuyenta al diablo, pero no dialoga con él! Jesús nunca dialogó con el diablo; y cuando fue tentado en el desierto, sus respuestas eran palabras de la Biblia, nunca un diálogo. Hermanos y hermanas, ¡con el diablo no se dialoga! Estén atentos: con el diablo no se dialoga, porque si entras en diálogo con él, él gana, siempre. Estén atentos.

¿Qué podemos hacer entonces cuando nos sentimos tentados y oprimidos? ¿Negociar con el diablo? No, no se negocia con él. Debemos invocar a Jesús: invocarlo allí, donde sentimos que las cadenas del mal y del miedo aprietan con más intensidad. El Señor, con la fuerza de su Espíritu, quiere repetir al maligno también hoy: "Vete, deja en paz ese corazón, no dividas el mundo, las familias, las comunidades; déjalas vivir en paz, para que florezcan allí los frutos de mi Espíritu, no los del tuyo -así dice Jesús-. Para que reine entre ellos el amor, la alegría, la mansedumbre, y en lugar de la violencia y los gritos de odio, haya libertad y paz”.

Preguntémonos entonces: ¿quiero realmente liberarme de esas cadenas que aprisionan mi corazón? Y también, ¿sé decir que "no" a las tentaciones del mal, antes de que se apoderen de mi alma? Por último, ¿invoco a Jesús, le permito que actúe en mí, que me sane por dentro?

Que la Santísima Virgen nos proteja del mal.

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Después del Ángelus:

Queridos hermanos y hermanas:

Desde hace tres años, el grito de dolor y el ruido de las armas han sustituido a la sonrisa que caracteriza al pueblo de Myanmar. Por ello, me uno a la voz de algunos obispos birmanos, "para que las armas de la destrucción se transformen en instrumentos para crecer en humanidad y justicia". La paz es un camino e invito a todas las partes implicadas a dar pasos de diálogo y a revestirse de comprensión, para que la tierra de Myanmar alcance la meta de la reconciliación fraterna. Que se permita el paso de la ayuda humanitaria para garantizar las necesidades de todas las personas.

Y que lo mismo ocurra en Medio Oriente, en Palestina e Israel, y dondequiera que haya combates: ¡respeten a la población! Siempre pienso de todo corazón en todas las víctimas, especialmente civiles, causadas por la guerra en Ucrania. Por favor, que se escuche su grito de paz: ¡el grito de la gente, que está cansada de la violencia y quiere que cese la guerra, que es un desastre para los pueblos y una derrota para la humanidad!

Me he enterado con alivio de la liberación de las religiosas y de las otras personas secuestradas con ellas en Haití la semana pasada. Pido que se libere a todos los que siguen secuestrados y que se ponga fin a toda violencia; que todos contribuyan al desarrollo pacífico del país, para lo que se necesita un apoyo renovado de la comunidad internacional.

Expreso mi cercanía a la comunidad de la iglesia Santa María de Estambul, que sufrió un ataque armado durante la misa que ocasionó un muerto y varios heridos.

Hoy se celebra la Jornada Mundial contra la Lepra. Animo a todos los implicados en el auxilio y la reinserción social de las personas aquejadas por esta enfermedad que, aunque en disminución, sigue siendo una de las más temidas y afecta a los más pobres y marginados.

Saludo a todos los que han venido de Roma, de Italia y de muchas partes del mundo. En particular, a los alumnos del Instituto "Puente Ajuda", de Olivenza (España), y a los del Instituto "Sir Michelangelo Refalo" de Gozo.

Me dirijo ahora a ustedes, muchachos y muchachas de la Acción Católica, de las parroquias y de las escuelas católicas de Roma. Han venido al final de la "Caravana por la paz", durante la cual han reflexionado sobre la llamada a ser custodios de la creación, don de Dios. Gracias por su presencia. Y gracias por su compromiso en la construcción de una sociedad mejor.  Escuchemos ahora el mensaje que estos amigos suyos, aquí a mi lado, nos van a leer. 

[Lectura del mensaje]

Les deseo a todos un feliz domingo. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Han visto que los jóvenes, los niños de Acción Católica son buenos! ¡Ánimo! ¡Buen almuerzo y hasta pronto!



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POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

 


Francisco: 'Sólo el amor que Jesús enseñó y encarnó acercará a los cristianos'

  • 25 DE ENERO, 2024
  • CIUDAD DEL VATICANO (AICA)
El pontífice presidió las vísperas ecuménicas para cerrar la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Llamó a evitar la división a través del servicio desinteresado y la oración.Francisco: 'Sólo el amor que Jesús enseñó y encarnó acercará a los cristianos'

martes, 23 de enero de 2024

La vocación de los primeros discípulos (cfr Mc 1,14-20).

 

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PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro
Domingo, 21 de enero de 2024

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de hoy relata la vocación de los primeros discípulos (cfr Mc 1,14-20). Llamar a los demás para unirse a su misión es una de las primeras cosas que Jesús cumple al comienzo de la vida pública: se acerca a algunos jóvenes pescadores y los invita a seguirlo: «Síganme y los haré pescadores de hombres» (v. 17). Y esto nos dice una cosa muy importante: el Señor ama implicarnos en su obra de salvación, nos quiere activos col Él, nos quiere responsables y protagonistas. Un cristiano que no es activo, que no es responsable en la obra de anunciar al Señor, y que no es protagonista de su fe, no es un cristiano o, como decía mi abuela, es un cristiano “al agua de rosas”, superficial.

Por sí mismo, Dios no tendría por qué hacerlo, pero lo hace, a pesar de que implica asumir tantas de nuestras limitaciones: todos somos limitados, de verdad pecadores, y Él carga con nuestros pecados. Fijémonos, por ejemplo, en cuánta paciencia tuvo con los discípulos: a menudo no comprendían sus palabras (cfr Lc 9,51-56), a veces no se llevaban bien entre ellos (cfr Mc 10,41), durante mucho tiempo no lograron acoger aspectos esenciales de su predicación, por ejemplo, el servicio (cfr Lc 22,27). Sin embargo, Jesús los eligió y siguió creyendo en ellos. Esto es importante, el Señor nos eligió para ser cristianos. Y nosotros somos pecadores, cometemos una tras otra, pero el Señor sigue creyendo en nosotros. Esto es maravilloso.

De hecho, llevar la salvación de Dios a todos ha sido por Jesús la felicidad más grande, la misión, el sentido de su existencia (cfr Gv 6,38) o, como Él dice, su alimento (cfr Gv 4,34). Y en cada palabra y acción con la que nos unimos a Él, en la hermosa aventura de donar amor, se multiplican la luz y la alegría (cfr Is 9,2): no sólo a nuestro alrededor, sino también en nosotros. Anunciar el Evangelio, entonces, no es tiempo perdido: es ser más felices ayudando a los demás; es liberarse de sí mismo ayudando a los demás a ser libres; ¡es hacerse mejores ayudando a los demás a ser mejores!

Preguntémonos, entonces: ¿me detengo de vez en cuando a recordar la alegría que creció en mí y alrededor de mí cuándo acogí la llamada a conocer y a testimoniar a Jesús? Y cuándo rezo, ¿doy gracias al Señor por haberme llamado a hacer felices a los demás? Y finalmente: ¿deseo hacer gustar a alguien, con mi testimonio y mi alegría, hacer gustar lo hermoso que es amar a Jesús?

Que la Virgen María nos ayude a gustar la alegría del Evangelio.

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Después del Ángelus

¡Queridos hermanos y hermanas!

Los próximos meses nos conducirán a la apertura de la Puerta Santa, con la que comenzaremos el Jubileo. Les pido que intensifiquen la oración para prepararnos a vivir bien este acontecimiento de gracia y experimentar la fuerza de la esperanza de Dios. Por eso comenzamos hoy el Año de la oración, un año dedicado a redescubrir el gran valor y la absoluta necesidad de la oración en la vida personal, en la vida de la Iglesia y en el mundo. Nos ayudarán también los subsidios que el Dicasterio para la Evangelización pondrá a nuestra disposición.

En estos días recemos especialmente por la unidad de los cristianos, y no nos cansemos de invocar al Señor por la paz en Ucrania, en Israel y en Palestina, y en tantas otras partes del mundo: son siempre los más débiles los que sufren la falta de ella. Pienso en los pequeños, en tantísimos niños heridos y asesinados, en los privados de afecto, privados de sueños y de futuro. ¡Sintamos la responsabilidad de rezar y construir la paz para ellos!

Con dolor recibí la noticia del secuestro, en Haití, de un grupo de personas, entre ellas seis Religiosas: al pedir encarecidamente su liberación, rezo por la concordia social en el país y llamo a todos a poner fin a las violencias, que tanto sufrimiento causan a esa querida población.

Saludo a todos los que han acudido de Roma, de Italia y de tantas partes del mundo: en particular, a los peregrinos de Polonia, Albania, Colombia, a los estudiantes del Instituto Pedro Mercedes de Cuenca (España), a los universitarios americanos que estudian en Florencia, al grupo de Quinceañeras de Panamà, a los sacerdotes y migrantes de Ecuador, a quienes aseguro oraciones por la paz para su país. Saludo a los fieles de Massafra y Perugia (Italia); a la Unión Católica Italiana de Profesores, Directivos y Formadores; al grupo Scout Agesci de Palmi.

Deseo a todos un buen domingo. Por favor, no se olviden de rezar por mí. Buen almuerzo y ¡hasta luego!



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Catequesis. Vicios y virtudes - 4. La lujuria

 

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PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 17 de enero de 2024

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[El siguiente texto también incorpora partes no leídas que se consideran pronunciadas]

Catequesis. Vicios y virtudes - 4. La lujuria

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy escuchemos bien la catequesis, porque después tendremos un circo que actuará aquí para entretenernos.

Continuemos nuestro itinerario sobre los vicios y las virtudes; y los antiguos Padres nos enseñan que, después de la gula, el segundo "demonio", es decir vicio, que está siempre agazapado a la puerta del corazón es el de la lujuria. Mientras que la gula es la voracidad hacia la comida, este segundo vicio es una especie de "voracidad" hacia otra persona, es decir, el vínculo envenenado que los seres humanos mantienen entre sí, especialmente en el ámbito de la sexualidad.

Entiéndase bien: en el cristianismo no se condena el instinto sexual. Un libro de la Biblia, el Cantar de los Cantares, es un maravilloso poema de amor entre una pareja de novios. Sin embargo, esta hermosa dimensión de nuestra humanidad, la dimensión sexual, la dimensión del amor, no está exenta de peligros, hasta el punto de que ya San Pablo tiene que abordar la cuestión en la primera Carta a los Corintios. Escribe así: "Es cosa pública que se cometen entre ustedes actos deshonestos, como no se encuentran ni siquiera entre los paganos" (5,1). El reproche del Apóstol se refiere precisamente a un uso malsano de la sexualidad por parte de algunos cristianos.

Pero miremos la experiencia humana, la experiencia del enamoramiento. Aquí hay muchos recién casados, ¡ustedes pueden hablar de esto! Por qué sucede este misterio y por qué es una experiencia tan impactante en la vida de las personas, ninguno de nosotros lo sabe. Una persona se enamora de otra, el enamoramiento llega. Es una de las realidades más sorprendentes de la existencia. La mayoría de las canciones que oímos en la radio hablan de esto: amores que se encienden, amores que siempre se buscan y nunca se alcanzan, amores llenos de alegría o amores que atormentan hasta las lágrimas.

Si no está contaminado por el vicio, el enamoramiento es uno de los sentimientos más puros. Una persona enamorada se vuelve generosa, disfruta haciendo regalos, escribe cartas y poemas. Deja de pensar en sí misma para proyectarse completamente hacia el otro. Es bello esto. Y si le preguntas a una persona enamorada: “¿por qué amas tú?”, no encontrará respuesta: en muchos sentidos, el suyo es un amor incondicional, sin motivo. Paciencia si ese amor, tan poderoso, es también un poco ingenuo: el enamorado no conoce realmente el rostro de la otra persona, tiende a idealizarla, está dispuesto a hacer promesas cuyo peso no capta inmediatamente. Este "jardín" donde se multiplican las maravillas no está, sin embargo, a salvo del mal. Puede ser contaminado por el demonio de la lujuria, y este vicio es particularmente odioso, al menos por dos razones.

En primer lugar, porque devasta las relaciones entre las personas. Para documentar tal realidad, desgraciadamente bastan las noticias cotidianas. ¿Cuántas relaciones que comenzaron de la mejor manera se han convertido luego en relaciones tóxicas, de posesión del otro, carentes de respeto y de sentido de los límites? Son amores en los que ha faltado la castidad: una virtud que no hay que confundir con la abstinencia sexual - la castidad es más que abstinencia sexual-, sino con la voluntad de no poseer nunca al otro. Amar es respetar al otro, buscar su felicidad, cultivar la empatía por sus sentimientos, disponerse en el conocimiento de un cuerpo, una psicología y un alma que no son los nuestros y que hay que contemplar por la belleza que encierran. Amar es esto, el amor es hermoso. La lujuria, en cambio, se burla de todo esto: la lujuria saquea, roba, consume de prisa, no quiere escuchar al otro sino sólo a su propia necesidad y placer; la lujuria juzga aburrido todo cortejo, no busca esa síntesis entre razón, pulsión y sentimiento que nos ayudaría a conducir sabiamente la existencia. El lujurioso sólo busca atajos: no comprende que el camino del amor debe recorrerse lentamente, y que esta paciencia, lejos de ser sinónimo de aburrimiento, nos permite hacer felices nuestras relaciones amorosas.

Pero hay una segunda razón por la cual la lujuria es un vicio peligroso. Entre todos los placeres del hombre, la sexualidad tiene una voz poderosa. Implica todos los sentidos; habita tanto en el cuerpo como en la psique, y esto es bellísimo, pero si no se disciplina con paciencia, si no se inscribe en una relación y una historia en la que dos personas la transforman en una danza amorosa, se convierte en una cadena que priva al hombre de libertad. El placer sexual, que es un don de Dios, se ve socavado por la pornografía: satisfacción sin relación que puede generar formas de adicción. Debemos defender el amor, el amor del corazón, de la mente, del cuerpo, el amor puro de donarse recíprocamente. Y esa es la belleza de las relaciones sexuales.

Ganar la batalla contra la lujuria, contra la “cosificación” del otro, puede ser un esfuerzo que dura toda la vida. Pero el premio de esta batalla es el más importante de todos, porque se trata de preservar esa belleza que Dios escribió en su creación cuando imaginó el amor entre el hombre y la mujer, que no es para usarse el uno al otro, sino para amarse. Esa belleza que nos hace creer que construir juntos una historia es mejor que lanzarse a la aventura - ¡hay tantos don Juanes! -, cultivar la ternura es mejor que doblegarse ante el demonio de la posesión – el verdadero amor no posee, se dona -, servir es mejor que conquistar. Porque si no hay amor, la vida es triste, es una triste soledad. Gracias.

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Saludos

Saludo cordialmente a todos los peregrinos de lengua española. Pidamos al Señor la gracia de saber amar como Él ama, con un amor libre y gratuito, y también de saber contemplar respetuosamente el don que Dios nos da en el hermano. Que Dios los bendiga y la Virgen Santa los acompañe. Muchas gracias.

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Resumen leído por el Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas:

Siguiendo este ciclo de catequesis dedicado a considerar los vicios y las virtudes, hoy meditamos sobre la lujuria. Se trata de un vicio que ataca y distrae todos nuestros sentidos, nuestro cuerpo y nuestra psique. Este vicio se presenta como un apetito voraz que impulsa a utilizar a las personas, a depredarlas, a robarlas buscando en ellas un placer desordenado. En cambio, el amor verdadero se muestra desinteresado, sin condiciones; es generoso, es comprensivo, es servicial.

La Biblia y la Tradición cristiana ofrecen un lugar de honor y de respeto a la dimensión sexual humana. Ésta nunca se condena cuando preserva la belleza que Dios ha inscrito en cada uno de nosotros, cuando está abierta al cuidado del prójimo, a la vida y la ayuda mutua. Por ello, cuidemos siempre que nuestros afectos y nuestro amor no se vean contaminados por la voluntad de poseer al otro.

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Llamamiento

Expreso mi cercanía y mi solidaridad con las víctimas, todas civiles, del ataque con misiles que afectó a una zona urbana de Erbil, la capital de la Región Autónoma del Kurdistán iraquí. Las buenas relaciones entre vecinos no se construyen con este tipo de acciones, sino con el diálogo y la cooperación. Pido a todos que eviten cualquier paso que aumente la tensión en Oriente Medio y otros escenarios bélicos.

 

 



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domingo, 14 de enero de 2024

Jesús con los primeros discípulos (cf. Jn 1,35-42).

 

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PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro
Domingo, 14 de enero de 2024

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Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!

El Evangelio hoy nos presenta el encuentro de Jesús con los primeros discípulos (cf. Jn 1,35-42). Esta escena nos invita a hacer memoria de nuestro primer encuentro con Jesús. Cada uno de nosotros ha tenido un primer encuentro con Jesús; de niño, de adolescente, de joven, de adulto, adulta… ¿Cuándo encontré a Jesús por primera vez? Podemos hacer un poco de memoria y después de este pensamiento, este recuerdo, renovar la alegría de seguirlo y preguntarnos: ¿Qué significa ser discípulos de Jesús? Según el Evangelio de hoy podemos tomar tres palabras: buscar a Jesús, vivir con Jesús, anunciar a Jesús.

En primer lugar, buscar. Dos discípulos, gracias al testimonio del Bautista, comenzaron a seguir a Jesús y Él, «al ver que lo seguían, les pregunta: “¿Qué buscáis?”» (v. 38). Son las primeras palabras que Jesús les dirige: ante todo les invita a mirar en su interior, a interrogarse sobre los deseos que llevan en el corazón. “¿Qué estás buscando?”. El Señor no quiere prosélitos, no quiere “seguidores” superficiales, el Señor quiere personas que se interroguen y se dejen interpelar por su Palabra. Por lo tanto, para ser discípulos de Jesús es necesario ante todo buscarlo, tener un corazón abierto, en búsqueda, no un corazón saciado o conforme.

¿Qué buscaban los primeros discípulos? Lo vemos a través del segundo verbo: vivir. Ellos no buscaban noticias o informaciones sobre Dios, o señales o milagros, sino que deseaban encontrar al Mesías, hablar con Él, estar con Él, escucharlo. La primera pregunta que hacen, ¿cuál es?: «¿Dónde vives?» (v. 38). Y Cristo les invita a estar con Él: «Venid y veréis» (v. 39).  Estar con Él, quedarse con Él, esto es lo más importante para el discípulo del Señor. La fe, en suma, no es una teoría, no, es un encuentro, es ir a ver dónde vive el Señor y habitar con Él. Encontrar al Señor y habitar con Él.

Buscar, vivir y, finalmente, anunciar. Los discípulos buscaban a Jesús, después fueron con Él y estuvieron toda la tarde con Él. Y ahora, anunciar. Vuelven y anuncian. Buscar, vivir, anunciar. ¿Yo busco a Jesús? ¿Vivo en Jesús? ¿Tengo el valor de anunciar a Jesús? Ese primer encuentro con Jesús fue una experiencia tan fuerte que los discípulos recordaron para siempre la hora: «era como la hora décima» (v. 39). Esto muestra la fuerza de ese encuentro. Y sus corazones estaban tan llenos de alegría que sintieron inmediatamente la necesidad de comunicar el don recibido. De hecho, uno de los dos, Andrés, se apresura a compartirlo con su hermano, Pedro y lo lleva al Señor. Buscar al Señor, estar con Él.

Hermanos y hermanas, también nosotros hoy hagamos memoria de nuestro primer encuentro con el Señor. Cada uno de nosotros ha tenido un primer encuentro, tanto en familia como fuera… ¿Cuándo encontré al Señor? ¿Cuándo el Señor tocó mi corazón? Y preguntémonos: ¿Somos todavía discípulos enamorados del Señor, buscamos al Señor o nos hemos acomodado en una fe hecha de costumbres? ¿Vivimos con Él en la oración, sabemos estar en silencio con Él? ¿Yo sé vivir en oración con el Señor, estar en silencio con Él? Y después, ¿sentimos el deseo de compartir, de anunciar esta belleza del encuentro con el Señor?

Que María Santísima, la primera discípula de Jesús, nos conceda el deseo de buscarlo, de estar con Él y de anunciarlo.

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Después del Ángelus

Dirijo mi saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos procedentes de Italia y de tantas partes del mundo. En particular, saludo a los miembros de la Hermandad Sacramental de Nuestra Señora de los Remedios, de Villarrasa (España).

No nos olvidemos de rezar por las víctimas del derrumbe que se ha producido en Colombia, que ha provocado numerosas víctimas.

Y no olvidemos a quienes sufren la crueldad de la guerra en tantas partes del mundo, especialmente en Ucrania, en Palestina y en Israel. Al inicio del año intercambiamos los deseos de paz, pero las armas han continuado matando y destruyendo. Recemos para que quienes tienen poder en estos conflictos reflexionen sobre el hecho de que la guerra no es la vía para resolverlos, porque siembra muerte entre los civiles y destruye ciudades e infraestructuras. En otras palabras, hoy la guerra es en sí misma un crimen contra la humanidad. No olvidemos esto: la guerra es en sí misma un crimen contra la humanidad. ¡Los pueblos necesitan paz! ¡El mundo necesita paz! He escuchado, hace unos minutos, en el programa “A Sua Immagine”, al padre Faltas, Vicario de la Custodia de Tierra Santa en Jerusalén: él hablaba de educar para la paz. Debemos educar para la paz. Se ve que todavía no estamos – toda la humanidad – educados para detener todas las guerras. Recemos siempre por esta gracia: educar para la paz.

Os deseo a todos vosotros un feliz domingo. por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta pronto.



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Catequesis. Vicios y virtudes. 3. La gula (10/1/2024)

 

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PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 10 de enero de 2024

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Catequesis. Vicios y virtudes. 3. La gula

Queridos hermanos y hermanas:

En esta catequesis meditamos sobre la gula, la locura del vientre como la llamaban los Padres antiguos. Jesús nos ha enseñado a ser capaces de amar la sana alegría de las bodas de Caná; a sentar a nuestra mesa a los pobres y a los pecadores, en signo de comunión; a no sujetarnos supersticiosamente a reglas de impureza, sino considerar todo como un don de Dios, confiado a nuestra custodia. 

Sin embargo, cada vez más nuestra sociedad da muestras de haber perdido el sentido auténtico de la relación con los bienes de la tierra. Muchos trastornos alimenticios expresan el sufrimiento de tantas personas ante esta realidad. Hemos pasado de ser administradores de los bienes divinos, a ser consumidores, detentores de una voracidad insaciable que está destruyendo el planeta. 

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Saludos

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos al Señor recuperar el sentido eucarístico del comer, en lo que tiene de acción de gracias a Dios por lo que nos da y de comunión con el hermano, con el compartinos la alegría de la fraternidad. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.



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domingo, 7 de enero de 2024

FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR

 

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FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR

PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro
Domingo, 7 de enero de 2024

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy celebramos el Bautismo del Señor (cfr. Mc 1,7-1). Éste tuvo lugar en el río Jordán, donde Juan -llamado por ello “Bautista”- realiza un rito de purificación que expresa el compromiso de abandonar el pecado y convertirse. El pueblo acude a bautizarse con humildad, con sinceridad, y -como dice la liturgia- “con el alma y los pies desnudos”; Jesús también va, inaugurando su ministerio: de este modo, muestra que quiere estar cerca de los pecadores, que ha venido por ellos, por todos nosotros, que somos pecadores.

Y, precisamente ese día, suceden algunos hechos extraordinarios. Juan el Bautista dice algo insólito, reconociendo públicamente en Jesús, aparentemente igual a todos los demás, uno «más fuerte» (v. 7) que él, que «bautizará con el Espíritu Santo» (v. 8). Luego se abren los cielos, el Espíritu Santo desciende sobre Jesús como una paloma (cfr. v. 10) y desde lo alto la voz del Padre proclama: «Tú eres mi Hijo amado: en ti me complazco» (v. 11).

Todo esto, por una parte, nos revela que Jesús es el Hijo de Dios; y, por otra, nos habla de nuestro bautismo, que nos ha hecho también a nosotros hijos de Dios, porque el bautismo nos hace hijos de Dios.

En el bautismo, Dios entra en nosotros, purifica, sana nuestro corazón, nos hace hijos suyos para siempre, su pueblo, su familia, herederos del Paraíso (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n.1279). Y Dios se hace íntimo a nosotros y ya no se va. Por eso es importante recordar el día de nuestro bautismo, y también conocer su fecha. Yo os pregunto a todos vosotros, cada uno que lo piense: ¿recuerdas la fecha de tu bautismo? Si no la recuerdas, cuando regreses a casa pregúntala para no olvidarla nunca, porque es un nuevo cumpleaños, porque con tu bautismo naciste a la vida de la gracia. Demos gracias al Señor por el bautismo. Démosle gracias también por nuestros padres, que nos llevaron a la pila bautismal, por quien nos administró el sacramento, por el padrino, por la madrina, por la comunidad en la que lo recibimos. Festejar el propio bautismo: es un nuevo cumpleaños.

Y podemos preguntarnos: ¿soy consciente del inmenso don que llevo en mí por el bautismo? ¿Reconozco en mi vida la luz de la presencia de Dios, que me ve como su hijo amado, como su hija amada?

Y ahora, en memoria de nuestro bautismo, acojamos la presencia de Dios en nuestro interior. Podemos hacerlo con la señal de la cruz, que traza en nosotros el recuerdo de la gracia de Dios, que nos ama y desea estar con nosotros. La señal de la cruz nos recuerda esto. Hagámosla juntos: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Y no olvidéis la fecha del bautismo, que es un cumpleaños. Que María, templo del Espíritu, nos ayude a celebrar y acoger las maravillas que el Señor obra en nosotros.

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Después del Ángelus:

Queridos hermanos y hermanas:

en la fiesta de hoy del Bautismo del Señor, he bautizado a algunos recién nacidos. Oremos por ellos y por sus familias. Extiendo esta oración a todos los niños que en estos días recibirán el santo bautismo.

Hoy, las comunidades eclesiales de Oriente que siguen el calendario juliano celebran la santa Navidad. Con espíritu de jubilosa fraternidad, les deseo que el nacimiento del Señor Jesús las colme de luz, de caridad y de paz.

Os invito a que os unáis a mi oración por la liberación, sin condiciones, de todas las personas secuestradas actualmente en Colombia. Este gesto, que es un deber ante Dios, favorecerá también un clima de reconciliación y de paz en el país.

Estoy muy cerca espiritualmente de las poblaciones de la República Democrática del Congo afectadas por las inundaciones de los últimos días. Y, por favor, sigamos rezando por la paz: por la paz en Ucrania, en Palestina, en Israel y en el mundo entero.

Y os saludo a todos vosotros, peregrinos procedentes de Italia y de muchos lugares del mundo, especialmente a los chicos de la parroquia del Santissimo Crocifisso de Roma, al grupo scout “Milano 35” y a la asociación Totus tuus de Potenza.

Os deseo a todos una bella fiesta. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y ¡hasta la vista!

 

         



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