miércoles, 30 de septiembre de 2020

‘Sacrae scripturae affectus’: Carta Apostólica del Papa Francisco

 

Scripturae Sacrae affectus Carta apostólica del Papa

Biblia (C) Cathopic

SEPTIEMBRE 30, 2020 13:01DOCUMENTOSPAPA FRANCISCO

Share this Entry

(zenit – 30 sept. 2020).- El Papa Francisco ha firmado este miércoles la Carta Apostólica Sacrae Scripturae affectus (Amor a la Sagrada Escritura) para fomentar el amor a la Biblia por parte de los fieles en 16º el centenario de la muerte de san Jerónimo.

San Jerónimo (340-420) fue el primer traductor de la Biblia. En Tierra Santa se dedicó traducir manuscritos antiguos de sus idiomas originales –hebreo, arameo y griego– al latín de su tiempo, traducción conocida como Vulgata.

"Una sociedad solidaria y justa es una sociedad más sana

https://www.nazaret.tv/video/16/audiencia-general-30-septiembre-2020-papa-francisco 

Concluyendo con las catequesis sobre sanar el mundo, el Papa Francisco exhortó a “regenerar la sociedad y no volver a la llamada ‘normalidad’, porque esta normalidad estaba enferma de injusticias, desigualdades y degrado ambiental”. También invitó con urgencia a “generar buenas políticas, diseñar sistemas de organización social en la que se premie la participación, el cuidado y la generosidad, en vez de la indiferencia, la explotación y los intereses particulares”.

En la Audiencia general de este miércoles 30 de septiembre, Papa Francisco recordó el camino recorrido durante las catequesis de estos meses sobre cómo sanar el mundo que sufre “por un malestar que la pandemia ha evidenciado y acentuado”. La dignidad, la solidaridad y la subsidiariedad, recordó el Santo Padre en el Patio de San Dámaso, son “vías indispensables para promover la dignidad humana y el bien común”, anclados en los principios de la doctrina social de la Iglesia, guiados por la fe, la esperanza y la caridad. Como discípulos de Jesús, ha propuesto esta mañana “seguir sus pasos optando por los pobres, repensando el uso de los bienes y cuidando la casa común”.

“Quisiera que este camino no termine con estas catequesis mías, sino que se pueda continuar caminando juntos, teniendo «fijos los ojos en Jesús» (Hb 12, 2), que salva y sana al mundo.”

Papa Francisco invitó a contemplar y apreciar la belleza de cada ser humano y de cada criatura, porque “cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario” y “cada criatura tiene algo que decirnos de Dios creador”. De este modo, “podremos contribuir a la nueva sanación de las relaciones con nuestros dones y nuestras capacidades”. Por este camino, continuó el Pontífice, “podremos regenerar la sociedad y no volver a la llamada ‘normalidad’, que es una normalidad enferma, de hecho enferma antes de la pandemia: ¡la pandemia lo puso de relieve!... porque esta normalidad estaba enferma de injusticias, desigualdades y degrado ambiental”.

“La normalidad a la cual estamos llamados es la del Reino de Dios, donde «los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncian a los pobres la Buena Nueva» (Mt 11, 5). En la normalidad del Reino de Dios el pan llega a todos y sobra, la organización social se basa en el contribuir, compartir y distribuir, no en el poseer, excluir y acumular.”

Haciendo referencia a la pandemia del COVID-19, Papa Francisco reconoció que este “pequeño virus sigue causando heridas profundas y desenmascara nuestras vulnerabilidades físicas, sociales y espirituales”, exponiendo la gran desigualdad que hay en el mundo. Estas injusticias, subrayó el Santo Padre, “no son naturales ni inevitables”, sino que son obras del hombre y que “provienen de un modelo de crecimiento desprendido de los valores más profundos”, y que en muchos casos, ha hecho perder la esperanza, aumentando la incertidumbre y la angustia.

“Para salir de la pandemia, tenemos que encontrar la cura no solamente para el coronavirus -¡que es importante!- sino también para los grandes virus humanos y socioeconómicos. Y ciertamente no podemos esperar que el modelo económico que está en la base de un desarrollo injusto e insostenible resuelva nuestros problemas.”

Finalmente, el Santo Padre exhortó a trabajar “con urgencia para generar buenas políticas, diseñar sistemas de organización social en la que se premie la participación, el cuidado y la generosidad, en vez de la indiferencia, la explotación y los intereses particulares”, ya que una sociedad solidaria y justa es una sociedad más sana.

lunes, 28 de septiembre de 2020

“Jesús quiere superar una religión entendida solo como práctica exterior y rutinaria, que no incide en la vida y en las actitudes de las personas”.

 27 de septiembre de 2020.- (Camino Católico) “Con su predicación sobre el Reino de Dios, Jesús se opone a una religiosidad que no involucra la vida humana, que no interpela la conciencia y su responsabilidad frente al bien y al mal”, ha explicado el Papa Francisco bajo una intensa lluvia, en su comentario al Evangelio de este Domingo XXVI del tiempo ordinario (Mateo 21, 28-32) durante la oración mariana del Ángelus.

El Santo Padre reconoció que “en el Evangelio de hoy, quien queda mejor es el primer hermano, no porque ha dicho «no» a su padre, sino porque después el «no» se ha convertido en un «sí»”. “Dios es paciente con nosotros: no se cansa, no desiste después de nuestro «no»; nos deja libres también de alejarnos de Él y de equivocarnos. Pero espera ansiosamente nuestro «sí», para acogernos nuevamente entre sus brazos paternos y colmarnos de su misericordia sin límites.”

La fe en Dios pide renovar cada día la elección del bien respecto al mal, la elección de la verdad respecto a la mentira, la elección del amor del prójimo respecto al egoísmo. Papa Francisco recuerda que quien se convierte a esta elección de amor, después de haber experimentado el pecado, encontrará los primeros lugares en el Reino de los cielos, “donde hay más alegría por un solo pecador que se convierte que por noventa y nueve justos”.

El Santo Padre recuerda que la conversión es un proceso de purificación de las incrustaciones morales; y por esta razón “nunca es un proceso indoloro”. “El camino de la conversión pasa siempre a través de la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual. El proceso espiritual conlleva la ascesis y la mortificación, que poco a poco conducen a vivir en la paz y en la alegría de las bienaventuranzas.”

“El Evangelio de hoy cuestiona la forma de vivir la vida cristiana –subrayó Francisco-, que no está hecha de sueños y de bonitas aspiraciones, sino de compromisos concretos, para abrirnos cada vez más a la voluntad de Dios y al amor hacia los hermanos”.

Finalmente, el Santo Padre invitó a rogar a María Santísima para que “nos ayude a ser dóciles en la acción del Espíritu Santo”, quien derrite la dureza de los corazones y los dispone al arrepentimiento, para obtener la vida y la salvación prometidas por Jesús. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, en mi tierra se dice: “Al mal tiempo buena cara”. Con esta “buena cara” os digo: ¡buenos días!

Con su predicación sobre el Reino de Dios, Jesús se opone a una religiosidad que no involucra la vida humana, que no interpela la conciencia y su responsabilidad frente al bien y al mal. Lo demuestra también con la parábola de los dos hijos, que es propuesta en el Evangelio de Mateo (cfr. 21, 28-32). A la invitación del padre de ir a trabajar a la viña, el primer hijo responde impulsivamente “no, no voy”, pero después se arrepiente y va; sin embargo el segundo hijo, que enseguida responde “sí, sí papá”, en realidad no lo hace, no va. La obediencia no consiste en decir “sí” o “no”, sino siempre en actuar, en cultivar la viña, en realizar el Reino de Dios, en hacer el bien. Con este sencillo ejemplo, Jesús quiere superar una religión entendida solo como práctica exterior y rutinaria, que no incide en la vida y en las actitudes de las personas, una religiosidad superficial, solamente “ritual”, en el mal sentido de la palabra.

Los exponentes de esta religiosidad “de fachada”, que Jesús desaprueba, eran en aquella época «los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo» (Mt 21, 23), los cuales, según la admonición del Señor, en el Reino de Dios serán superados por los publicanos y las rameras (cfr. v. 31). Jesús les dice: “Los publicanos, es decir los pecadores, y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios”. Esta afirmación no debe inducir a pensar que hacen bien los que no siguen los mandamientos de Dios, los que no siguen la moral, y dicen: “Al fin y al cabo, ¡los que van a la Iglesia son peor que nosotros!”. No, esta no es la enseñanza de Jesús. Jesús no señala a los publicanos y las prostitutas como modelos de vida, sino como “privilegiados de la Gracia”. Y quisiera subrayar esta palabra “gracia”, la gracia, porque la conversión siempre es una gracia. Una gracia que Dios ofrece a todo aquel que se abre y se convierte a Él. De hecho, estas personas, escuchando su predicación, se arrepintieron y cambiaron de vida. Pensemos en Mateo, por ejemplo, San Mateo, que era un publicano, un traidor a su patria.

En el Evangelio de hoy, quien queda mejor es el primer hermano, no porque ha dicho «no» a su padre, sino porque después el “no” se ha convertido en un “sí”, se ha arrepentido. Dios es paciente con cada uno de nosotros: no se cansa, no desiste después de nuestro «no»; nos deja libres también de alejarnos de Él y de equivocarnos. ¡Pensar en la paciencia de Dios es maravilloso! Cómo el Señor nos espera siempre; siempre junto a nosotros para ayudarnos; pero respeta nuestra libertad. Y espera ansiosamente nuestro «sí», para acogernos nuevamente entre sus brazos paternos y colmarnos de su misericordia sin límites. La fe en Dios pide renovar cada día la elección del bien respecto al mal, la elección de la verdad respecto a la mentira, la elección del amor del prójimo respecto al egoísmo. Quien se convierte a esta elección, después de haber experimentado el pecado, encontrará los primeros lugares en el Reino de los cielos, donde hay más alegría por un solo pecador que se convierte que por noventa y nueve justos (cfr. Lc 15, 7).

Pero la conversión, cambiar el corazón, es un proceso, un proceso que nos purifica de las incrustaciones morales. Y a veces es un proceso doloroso, porque no existe el camino de la santidad sin alguna renuncia  y sin el combate espiritual. Combatir por el bien, combatir para no caer en la tentación, hacer por nuestra parte lo que podemos, para llegar a vivir en la paz y en la alegría de las Bienaventuranzas. El Evangelio de hoy cuestiona la forma de vivir la vida cristiana, que no está hecha de sueños y bonitas aspiraciones, sino de compromisos concretos, para abrirnos siempre a la voluntad de Dios y al amor hacia los hermanos. Pero esto, también el compromiso concreto más pequeño, no se puede hacer sin la gracia. La conversión es una gracia que debemos pedir siempre: “Señor dame la gracia de mejorar. Dame la gracia de ser un buen cristiano”.

Que María Santísima nos ayude a ser dóciles en la acción del Espíritu Santo. Él es quien derrite la dureza de los corazones y los dispone al arrepentimiento, para obtener la vida y la salvación prometidas por Jesús

https://caminocatolico.com/papa-francisco-en-el-angelus-27-9-2020-la-vida-cristiana-conlleva-compromisos-concretos-para-abrirnos-cada-vez-mas-a-la-voluntad-de-dios-y-al-amor-hacia-los-hermanos/

miércoles, 23 de septiembre de 2020

Audiencia: por un futuro donde quien tiene más, se comprometa a servir

 


El Papa Francisco en la Audiencia General de este 23 de septiembre se refirió a la importancia de la participación activa de todos los ciudadanos en la superación de la actual crisis sanitaria y al mismo tiempo social, económica y política. “Cada uno de nosotros está llamado a asumir su parte de responsabilidad”.

Ciudad del Vaticano

En la catequesis de la Audiencia General realizada en el patio de San Dámaso en el Vaticano, el Papa Francisco se refirió al tema de ¿cómo vamos a salir de esta crisis? En una catequesis anterior se refirió a la solidaridad como un elemento importante para enfrentar este momento de dificultad. En la catequesis de hoy afirmó: “no hay verdadera solidaridad sin participación social, sin la contribución de los cuerpos intermedios: de las familias, de las asociaciones, de las cooperativas, de las pequeñas empresas, de las expresiones de la sociedad civil”.

Más que una crisis sanitaria

Francisco se refirió a las crisis que vive la sociedad actual solo puede ser superada si cada uno asume su parte de responsabilidad: “Tenemos que responder no solo como individuos, sino también a partir de nuestro grupo de pertenencia, del rol que tenemos en la sociedad, de nuestros principios y, si somos creyentes, de la fe en Dios”. Sin embargo, hizo notar que “a menudo muchas personas no pueden participar en la reconstrucción del bien común porque son marginadas, excluidas o ignoradas; ciertos grupos sociales no logran contribuir porque están ahogados económica o políticamente”. Para participar en el cuidado y la regeneración de nuestros pueblos, afirma el Papa, “es justo que cada uno tenga los recursos adecuados para hacerlo (cfr Compendio de la doctrina social de la Iglesia [CDSC], 186)”.

El principio de subsidiariedad

El Papa cita al Papa pío XI, quien “explicó lo importante que era para una verdadera reconstrucción el principio de subsidiariedad (cfr Enc. Quadragesimo anno, 79-80). Tal principio tiene un doble dinamismo: de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba” y que posibilita la participación y la acción de todos los miembros de la sociedad, no solo de los más poderosos o de los más débiles, sino, de todos. Por eso: “Cada uno debe tener la posibilidad de asumir la propia responsabilidad en los procesos de sanación de la sociedad de la que forma parte”.

Francisco subrayó la importancia de reconocer que dar participación incluye reconocer la sabiduría de aquellos que son los descartados, situados en los márgenes de las sociedades: “Lamentablemente, esta injusticia se verifica a menudo allí donde se concentran grandes intereses económicos o geopolíticos, como por ejemplo ciertas actividades extractivas en algunas zonas del planeta (cfr QA, 9.14). Las voces de los pueblos indígenas, sus culturas y visiones del mundo no se toman en consideración. Hoy, esta falta de respeto del principio de subsidiariedad se ha difundido como un virus”. El Papa insistió: “Se escucha más a las grandes compañías financieras que a la gente o aquellos que mueven la economía real. Se escucha más a las compañías multinacionales que a los movimientos sociales. Así no permitimos a las personas que sean protagonistas del propio rescate (…) Hay que dejar actuar la sabiduría del pueblo para poder salir de la crisis”.

El Obispo de Roma, refiriéndose a la importancia de la participación de todos en la solución de la crisis, declaró: “Nadie puede quedarse fuera. La injusticia provocada por intereses económicos o geopolíticos tiene que terminar, y dar paso a una participación equitativa y respetuosa”.

En este contexto, Francisco puso el siguiente ejemplo: "¿Qué estás haciendo? - Voy a trabajar para los pobres... Ah, qué bien. ¿Y qué es lo que haces? - Enseño a los pobres, les digo lo que tienen que hacer... No, eso no es bueno, el primer paso es dejar que los pobres te digan cómo viven, qué necesitan..." ¡Deja que todos hablen! Y así es como funciona el principio de subsidiariedad. No podemos dejar a esta gente fuera de la participación; su sabiduría, la sabiduría de los grupos más humildes no puede ser dejada de lado”.

Respetar la autonomía y la capacidad de iniciativa

El Papa, citando el texto de San Pablo (cfr 1Cor 12,22) en el que se afirma que “Todas las partes del cuerpo son necesarias” y las que parecen más débiles y menos importantes, en realidad son las más necesarias; a la luz de esa imagen afirma: “podemos decir que el principio de subsidiariedad permite a cada uno asumir el propio rol para el cuidado y el destino de la sociedad. Realizarlo da esperanza en un futuro más sano y justo; y este futuro lo construimos juntos, aspirando a las cosas más grandes, ampliando nuestros horizontes e ideales”.

Solidaridad y subsidiariedad

El Papa insistió que “no hay verdadera solidaridad sin participación social, sin la contribución de los cuerpos intermedios: de las familias, de las asociaciones, de las cooperativas, de las pequeñas empresas, de las expresiones de la sociedad civil. Tal participación ayuda a prevenir y corregir ciertos aspectos negativos de la globalización y de la acción de los Estados, como sucede también en el cuidado de la gente afectada por la pandemia. Estas contribuciones “desde abajo” deben ser incentivadas”.

Francisco valoró la actitud de reconocer mediante aplausos el trabajo y entrega del personal sanitario, sin embargo, insistió: “Extendamos este aplauso a cada miembro del cuerpo social, por su valiosa contribución, por pequeña que sea. Aplaudamos a los ancianos, a los niños, las personas con discapacidad, los trabajadores, todos aquellos que se ponen al servicio. ¡Pero no nos detengamos solo en el aplauso!”

La esperanza es audaz

Francisco insistió a quienes le escuchan: “La esperanza es audaz, así que animémonos a soñar en grande, buscando los ideales de justicia y de amor social que nacen de la esperanza. No intentemos reconstruir el pasado, especialmente el que era injusto y ya estaba enfermo”.

El Papa finalizó su mensaje invitando a todos: “Construyamos un futuro donde la dimensión local y la global se enriquecen mutuamente, donde la belleza y la riqueza de los grupos menores pueda florecer, y donde quien tiene más se comprometa a servir y dar más a quien tiene menos”.

Saludos a los cristianos de Cuba

El Papa se despidió de los asistentes, recordando que en estos días se cumplen cinco años de su viaje a Cuba: “Saludo a mis hermanos Obispos y a todos los hijos e hijas de esa amada tierra. Les aseguro mi cercanía y mi oración. Pido al Señor, por intercesión de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, que los libre y alivie en estos momentos de dificultad que atraviesan a causa de la pandemia”.

lunes, 21 de septiembre de 2020

Día Internacional de la Paz: El Papa invita a buscar una “verdadera fraternidad”

 Día Internacional Paz: Papa Francisco


Share this Entry

(zenit – 21 sept. 2020).- En el Día Internacional de la Paz, el Papa Francisco ha recordado que  “debemos buscar una verdadera fraternidad, que esté basada sobre nuestro origen común en Dios” y que “el deseo de paz está profundamente inscrito en el corazón del hombre y no debemos resignarnos a nada menos que esto”.

Cada año, el 21 de septiembre, se celebra el Día Internacional de la Paz en todo el mundo. La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró esta fecha como el día dedicado al fortalecimiento de los ideales de paz, a través de la observación de 24 horas de no violencia y alto el fuego.