domingo, 29 de octubre de 2023

Los Santos Cirilo y Metodio, apóstoles de los eslavos

 

Index BackTopPrint
pdf

AR  - DE  - EN  - ES  - FR  - HR  - IT  - PL  - PT ]

PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Plaza de San Pedro
Miércoles, 25 de octubre de 2023

[Multimedia]

_______________________________________

Catequesis. La pasión por la evangelización:
el celo apostólico del creyente. 24. Los Santos Cirilo y Metodio, apóstoles de los eslavos

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy os hablaré de dos hermanos muy famosos en Oriente, hasta el punto de que se les llame “los apóstoles de los eslavos”: los santos Cirilo y Metodio. Nacidos en Grecia en el siglo IX en una familia aristocrática, renuncian a la carrera política para dedicarse a la vida monástica. Pero su sueño de una existencia retirada dura poco. Son enviados como misioneros en la Gran Moravia, que en la época comprendía varios pueblos, ya en parte evangelizados, pero en los cuales sobrevivían muchas costumbres y tradiciones paganas. Su príncipe pedía un maestro que explicara la fe cristiana en su lengua.

La primera tarea de Cirilo y Metodio es por tanto estudiar a fondo la cultura de esos pueblos. Siempre este estribillo: la fe debe ser inculturada y la cultura debe ser evangelizada. Inculturación de la fe, evangelización de la cultura, siempre. Cirilo pregunta si tenían un alfabeto; le responden que no. Y él replica: ¿quién puede escribir un discurso sobre el agua?”. De hecho, para anunciar el Evangelio y para rezar hacía falta un instrumento propio, adecuado, específico. Inventa así el alfabeto glagolítico. Traduce la Biblia y los textos litúrgicos. La gente siente que esa fe cristiana ya no es “extranjera”, sino que se convierte en su fe, hablada en la lengua materna. Pensad: dos monjes griegos que dan un alfabeto a los eslavos. Esta es la apertura del corazón que arraigó el Evangelio entre ellos. No tenían miedo estos dos, eran valientes.

Pero pronto comenzaron los conflictos por parte de algunos latinos, que ven arrebatado el monopolio de la predicación entre los eslavos, esa lucha dentro de la Iglesia, siempre así. Su objeción es religiosa, pero solo en apariencia: Dios puede ser alabado – dicen – solo en las tres lenguas escritas en la cruz, el hebreo, el griego y el latín.  Estos tenían la mentalidad cerrada para defender la propia autonomía. Pero Cirilo responde con fuerza: Dios quiere que todo pueblo lo alabe en la propia lengua. Junto al hermano Metodio apela al Papa y este aprueba sus textos litúrgicos en lengua eslava, los hace colocar en el altar de la iglesia de Santa María Mayor y canta con ellos las alabanzas del Señor según esos libros. Cirilo muere pocos días después, sus reliquias son todavía veneradas aquí en Roma, en la basílica de San Clemente. Metodio, sin embargo, es ordenado obispo y enviado de nuevo a los territorios de los eslavos. Aquí tendrá que sufrir mucho, incluso será encarcelado, pero, hermanos y hermanas, nosotros sabemos que la Palabra de Dios no es encadenada y se difunde entre esos pueblos.

Mirando el testimonio de estos dos evangelizadores, que san Juan Pablo II quiso copatrones de Europa y sobre los cuales escribió la encíclica Slavorum Apostoli, vemos tres aspectos importantes.

En primer lugar, la unidad: los griegos, el Papa, los eslavos. En esa época había en Europa una cristiandad no dividida, que colaboraba para evangelizar.

Un segundo aspecto importante es la inculturación, de la cual he dicho algo antes: evangelizar la cultura y la inculturación hace ver que la evangelización y cultura están estrechamente conectadas. No se puede predicar un Evangelio en abstracto, destilado, no: el Evangelio debe ser inculturado y es también expresión de la cultura.

Un último aspecto, la libertad. En la predicación hace falta libertad, pero la libertad siempre necesita de la valentía, una persona es libre cuanto más valiente es y no se deja encadenar por tantas cosas que le quitan la libertad.

Hermanos y hermanas, pidamos a los santos Cirilo y Metodio, apóstoles de los eslavos, ser instrumentos de “libertad en la caridad” para los otros.  Ser creativos, ser constantes y ser humildes, con la oración y con el servicio.

________________________

Saludos

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos al Señor, por intercesión de los santos Cirilo y Metodio, que nos conceda ser instrumentos de unidad, de paz, estableciendo en nuestro entorno relaciones cordiales, que contribuyan a superar el odio y las contraposiciones que hieren y que dividen a la gran familia humana. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.

________________________

LLAMAMIENTO

Pienso siempre en la grave situación en Palestina y en Israel: pido la liberación de los rehenes y el ingreso de las ayudas humanitarias a Gaza. Sigo rezando por quien sufre y esperando en caminos de paz, en Oriente Medio, en la martirizada Ucrania y en las otras regiones heridas por la guerra. Recuerdo a todos que pasado mañana, el viernes 27 de octubre, viviremos una jornada de ayuno, de oración y de penitencia; a las 18.00, en San Pedro, nos reuniremos a rezar para implorar la paz en el mundo.

________________________

Resumen leído por el Santo Padre en español 

Queridos hermanos y hermanas:

En la catequesis de hoy nos acercamos a la figura de dos misioneros apasionados con la evangelización: los hermanos Cirilo y Metodio, llamados también “los apóstoles de los eslavos”. Mi predecesor Juan Pablo II los proclamó copatronos de Europa. Quisiera destacar tres aspectos importantes de estos santos: la unidadla inculturación y la libertad. Cirilo y Metodio evangelizaron siempre unidos a Cristo y a la Iglesia. También hoy urge que estemos unidos para anunciar el Evangelio. Donde hay división, trabaja el diablo.  

Además, estos dos monjes se adentraron tanto en aquella cultura —se inculturaron tanto—, que incluso llegaron a crear un alfabeto propio, que hizo posible la traducción de la Biblia y de los textos litúrgicos a las lenguas eslavas, favoreciendo con ello la difusión de la Buena Noticia. Por último, quisiera subrayar que, a pesar de las críticas y los obstáculos, Cirilo y Metodio se caracterizaron por la libertad evangélica, que los impulsaba a seguir las inspiraciones del Espíritu y a estar abiertos al futuro que Dios les iba indicando.    

 



Copyright © Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana

domingo, 15 de octubre de 2023

El Evangelio de hoy nos habla de un rey que prepara un banquete de bodas para su hijo (cf. Mt 22,1-14).

 

Index BackTopPrint
pdf

EN  - ES  - IT ]

PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro
Domingo, 15 de octubre 2023

[Multimedia]

________________________________________

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de hoy nos habla de un rey que prepara un banquete de bodas para su hijo (cf. Mt 22,1-14). Es un hombre poderoso, pero sobre todo es un padre generoso, que nos invita a compartir su alegría. En particular, revela la bondad de su corazón en el hecho de que no obliga a nadie, sino que invita a todos, aunque esta manera de actuar lo exponga a la posibilidad de ser rechazado. Fijémonos: prepara un banquete, ofreciendo gratuitamente una ocasión para encontrarse, para celebrar. Esto es lo que Dios prepara para nosotros: un banquete, para estar en comunión con Él y entre nosotros. Y nosotros, todos nosotros, somos por tanto los invitados de Dios. Pero un banquete de bodas requiere de nuestra parte tiempo e involucrarse: requiere un "sí": acudir, acudir a la invitación del Señor, Él invita, pero nos deja libres.

Este es el tipo de relación que nos ofrece el Padre: nos llama a estar con Él, dejándonos la posibilidad de aceptar o de no aceptar No nos ofrece una relación de sometimiento, sino de paternidad y filiación, que está necesariamente condicionada por nuestro libre asentimiento. Dios es muy respetuoso de la libertad, muy respetuoso. San Agustín utiliza una expresión muy bella al respecto, diciendo: "Dios, que te creó sin ti, no puede salvarte sin ti" (Sermo CLXIX, 13). Y ciertamente no porque no tenga capacidad -¡es omnipotente! - sino porque, siendo amor, respeta al máximo nuestra libertad. Dios se propone, no se impone, nunca.

Así, volvamos a la parábola: el rey -dice el texto- "envió a sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero éstos no quisieron venir" (v. 3). He aquí el drama de la historia: el "no" a Dios. Pero, ¿por qué rechazan los hombres su invitación? ¿Acaso era una invitación desagradable? No, y sin embargo -dice el Evangelio- "no les importó, y se fueron unos a su campo y otros a sus negocios" (v. 5). No les importa, porque piensan en sus propios asuntos. Y aquel rey, que es padre, Dios, ¿qué hace? No se da por vencido, sigue invitando, es más, amplía la invitación, hasta que encuentra quien la acepte, entre los pobres. Entre ellos, que saben que disponen de poco, acuden muchos, hasta llenar la sala (cf. vv. 8-10).

Hermanos y hermanas, ¡cuántas veces no atendemos a la invitación de Dios porque estamos ocupados pensando en nuestras cosas! A menudo luchamos por tener nuestro tiempo libre, pero hoy Jesús nos invita a encontrar el tiempo que libera: aquel tiempo para dedicar a Dios, que nos alivia y sana el corazón, que aumenta en nosotros la paz, la confianza y la alegría, que nos salva del mal, de la soledad y de la pérdida de sentido. Vale la pena, porque es bueno estar con el Señor, hacerle un espacio. ¿Dónde? En la Misa, en la escucha de la Palabra, en la oración y también en la caridad, porque ayudando a quien es débil o pobre, haciendo compañía a quien está solo, escuchando a quien pide atención, consolando a quien sufre, se está con el Señor, que está presente en quien padece necesidades. Muchos, sin embargo, piensan que estas cosas son "pérdida de tiempo", y por eso se encierran en su mundo privado; y eso es triste. Y esto produce tristeza. ¡Tantos corazones tristes por esto, por estar cerrados!

Preguntémonos, entonces: ¿cómo respondo yo a las invitaciones de Dios? ¿Qué espacio le doy en mis jornadas? ¿La calidad de mi vida depende de mis negocios y de mi tiempo libre, o más bien de mi amor al Señor y a mis hermanos, especialmente a los más necesitados?

Que María, que con un "sí" hizo espacio a Dios, nos ayude a no ser sordos a sus invitaciones.

______________________________________

Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Sigo con mucho dolor lo que sucede en Israel y Palestina. Pienso en tantos..., especialmente en los pequeños y en los ancianos. Renuevo mi llamado para la liberación de los rehenes y pido con fuerza que los niños, los enfermos, los ancianos, las mujeres y todos los civiles no sean víctimas del conflicto. Que se respete el derecho humanitario, especialmente en Gaza, donde es urgente y necesario garantizar corredores humanitarios y socorrer a toda la población. Hermanos y hermanas, ya han muerto muchísimos. Por favor, ¡que no se derrame más sangre inocente, ni en Tierra Santa, ni en Ucrania, ni en ningún otro lugar! ¡Basta ya! ¡Las guerras son siempre una derrota, siempre!

La oración es la fuerza suave y santa para oponerse a la fuerza diabólica del odio, del terrorismo y de la guerra. Invito a todos los creyentes a unirse a la Iglesia en Tierra Santa y a dedicar el próximo martes, 17 de octubre, a la oración y al ayuno. Y ahora recemos a la Virgen.

[Ave María]

Mi preocupación por la crisis de Nagorno-Karabaj no ha disminuido. Además de la situación humanitaria de los desplazados -que es grave-, quisiera hacer un llamado especial a la protección de los monasterios y lugares de culto de la región. Espero que, empezando por las Autoridades y todos los habitantes, puedan ser respetados y protegidos como parte de la cultura local, expresiones de la fe y signo de una fraternidad que hace posible convivir en la diferencia.

Hoy se publica una Exhortación apostólica sobre Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, titulada "C'est la confiance": en efecto, como dio testimonio esta gran santa y Doctora de la Iglesia, es la confianza en el amor misericordioso de Dios el camino que nos conduce al corazón del Señor y de su Evangelio.

Expreso mi cercanía a la comunidad judía de Roma, que mañana conmemora el 80º aniversario de la redada nazi.

Los saludo a todos ustedes, romanos y peregrinos de Italia y de muchas partes del mundo, especialmente a la Archicofradía del Gonfalone de Subiaco y al Club “Fiat 500” de Roma.

Saludo a los más de 400 jóvenes misioneros de “Nuovi Orizzonti” y de otras asociaciones y comunidades, que desde ayer y hasta el próximo domingo están comprometidos en la “Misión de calle” aquí en Roma, yendo a los lugares de encuentro de los jóvenes, a las escuelas, a los hospitales, a las cárceles y a las calles para anunciar la alegría del Evangelio. ¡Qué listos son ellos! Los apoyamos con la oración en su compromiso de escuchar el grito de tantos jóvenes y de tantas personas necesitadas de amor. Miro las banderas de Ucrania… no olvidemos a la atormentada Ucrania.

Les deseo a todos un buen domingo. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!



Copyright © Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana

Catequesis. La pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente. 22. Santa Josefina Bakhita: testigo de la fuerza transformadora del perdón de Cristo

 

Index BackTopPrint
pdf

AR  - DE  - EN  - ES  - FR  - HR  - IT  - PL  - PT ]

PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Plaza de San Pedro 
Miércoles, 11 de octubre de 2023

[Multimedia]

_______________________________________

 

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

En el camino de catequesis sobre el celo apostólico -estamos reflexionando sobre el celo apostólico -, hoy nos dejamos inspirar por el testimonio de santa Josefina Bakhita, una santa sudanesa. Lamentablemente desde hace meses Sudán está desgarrado por un terrible conflicto armado del que hoy se habla poco; rezamos por el pueblo sudanés, ¡para que pueda vivir en paz! Pero la fama de santa Bakhita ha superado todas las fronteras y ha alcanzado a todos aquellos a los que se les rechaza identidad y dignidad.

Nacida en Darfur – ¡el martirizado Darfur! – en 1869, fue secuestrada de su familia cuando tenía siete años y esclavizada. Sus secuestradores la llamaron “Bakhita”, que significa “afortunada”. Pasó a través de ocho dueños – uno vendía al otro... Los sufrimientos físicos y morales de los que fue víctima de pequeña la dejaron sin identidad. Sufrió malicias y violencias: en el cuerpo llevaba más de cien cicatrices. Pero ella misma testimonió: “Como esclava no me desesperé nunca, porque sentía una fuerza misteriosa que me sostenía”.

Ante esto yo me pregunto: ¿cuál es el secreto de santa Bakhita? Sabemos que a menudo la persona herida a su vez hiere; el oprimido se convierte fácilmente en opresor. Sin embargo, la vocación de los oprimidos es la de liberarse a sí mismo y de los opresores convirtiéndose en restauradores de humanidad. Solo en la debilidad de los opresores se puede revelar la fuerza del amor de Dios que libera a ambos. Santa Bakhita expresa muy bien esta verdad. Un día su tutor le regala un pequeño crucifijo, y ella, que nunca había poseído nada, lo conserva como un tesoro celoso. Mirándolo experimenta una liberación interior porque se siente comprendida y amada y por tanto capaz de comprender y amar: esto es el inicio. Se siente comprendida, se siente amada, como consecuencia capaz de comprender y amar a los otros. De hecho, ella dirá: “El amor de Dios siempre me ha acompañado de forma misteriosa… El Señor me ha querido mucho: es necesario querer a todos… ¡Es necesario compadecer!”. Esta es el alma de Bakhita. Ciertamente, com-padecer significa padecer con las víctimas de tanta inhumanidad presente en el mundo, y también compadecer a quien comete errores e injusticias, no justificando, sino humanizando. Esta es la caricia que ella nos enseña: humanizar. Cuando entramos en la lógica de la lucha, de la división entre nosotros, de los malos sentimientos, uno contra otro, perdemos la humanidad. Y muchas veces pensamos que necesitamos humanidad, de ser más humano. Y este es el trabajo que nos enseña santa Bakhita: humanizar, humanizarnos a nosotros mismos y humanizar a los otros.

Santa Bakhita, se hace cristiana, es transformada por las palabras de Cristo que meditaba cotidianamente: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). Por esto decía: “Si Judas hubiera pedido perdón a Jesús también él habría encontrado misericordia”. Podemos decir que la vida de santa Bakhita se ha convertido en una parábola existencial del perdón. Qué bonito decir de una persona “ha sido capaz, ha sido capaz de perdonar siempre”. Y ella fue capaz de hacerlo siempre, es más: su vida es una parábola existencial del perdón. Perdonar porque después nosotros seremos perdonados. No olvidar esto: el perdón, que es la caricia de Dios a todos nosotros.

El perdón la hizo libre. El perdón primero recibido a través del amor misericordioso de Dios, y después el perdón dado la ha hecho una mujer libre, alegre, capaz de amar.

Bakhita pudo vivir el servicio no como una esclavitud, sino como expresión del don libre de sí. Y esto es muy importante: hecha sierva involuntariamente – fue vendida como esclava - después ha elegido libremente hacerse sierva, llevar las cargas de los demás sobre sus hombros.

Santa Josefina Bakhita, con su ejemplo, nos indica el camino para ser finalmente libres de nuestras esclavitudes y miedos. Nos ayuda a desenmascarar nuestras hipocresías y nuestros egoísmos, a superar resentimientos y conflictos. Y nos anima siempre.

Queridos hermanos y hermanas, el perdón no quita nada, pero añade - ¿qué añade el perdón? – dignidad: el perdón no te quita nada, sino que añade dignidad a la persona, hace apartar la mirada de uno mismo hacia los otros, para verlos igual de frágiles que nosotros, pero siempre hermanos y hermanas en el Señor. Hermanos y hermanas, el perdón es fuente de un celo que se hace misericordia y llama a una santidad humilde y alegre, como la de santa Bakhita.

____________________________

Saludos:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos a Nuestra Señora del Pilar —cuya fiesta celebramos mañana— que nos ayude a seguir el camino de la santidad, testimoniando la fuerza transformadora del perdón de Cristo. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

______________________________

 

LLAMAMIENTO

Estoy siguiendo con lágrimas y preocupación lo que está sucediendo en Israel y Palestina: muchas personas asesinadas, otras heridas. Rezo por esas familias que han visto transformar un día de fiesta en un día de luto y pido que los secuestrados sean liberados inmediatamente. Defenderse es un derecho de quien es atacado, pero estoy muy preocupado por el asedio total en el que viven los palestinos en Gaza, donde también ha habido muchas víctimas inocentes. El terrorismo y los extremismos no ayudan a alcanzar una solución al conflicto entre israelíes y palestinos, sino que alimentan el odio, la violencia, la venganza, y solo hacen sufrir a los unos y a los otros. Oriente Medio no necesita guerra, sino paz, una paz construida en la justicia, en el diálogo y en la valentía de la fraternidad.

Dirijo un pensamiento especial a la población de Afganistán, que está sufriendo después del devastador terremoto que la ha golpeado, provocando miles de víctimas, entre las cuales muchas mujeres y niños, y de desplazados. Invito a todas las personas de buena voluntad a ayudar a este pueblo ya tan probado, contribuyendo, en espíritu de fraternidad, a aliviar los sufrimientos de la gente y a sostener la reconstrucción necesaria.

______________________________


Resumen leído por el Santo Padre en español

Queridos hermanos y hermanas:

En el ciclo de catequesis dedicadas al celo apostólico, hoy nos inspira el testimonio de santa Josefina Bakhita. Nació en Sudán y, cuando tenía apenas siete años, fue raptada y convertida en esclava. Durante su esclavitud padeció numerosos sufrimientos físicos y morales. A pesar de tantas heridas recibidas, cuando conoció a Cristo experimentó una gran liberación interior, se sintió comprendida, amada, y capaz de amar y perdonar, como Jesús perdonó a los que lo crucificaron.

La experiencia del perdón hizo de Bakhita una mujer pacífica y pacificadora, libre y liberadora. Su ejemplo nos muestra el camino para liberarnos de nuestros miedos y de nuestras esclavitudes, para desenmascarar nuestras hipocresías y egoísmos, para reconciliarnos con nosotros mismos y sembrar paz en nuestras familias y comunidades. Su testimonio de vida nos enseña que el celo apostólico se expresa en gestos de misericordia, de alegría y humildad.

 



Copyright © Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana

domingo, 8 de octubre de 2023

( Mt 21,33-43) En la raíz de los conflictos siempre hay algo de ingratitud y pensamientos codiciosos, de poseer las cosas enseguida.

 

Index BackTopPrint
pdf

EN  - ES  - HR  - IT ]

PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro
Domingo, 8 de octubre 2023

[Multimedia]

________________________________________

 

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio nos presenta hoy una parábola dramática con un final triste (cfr. Mt 21,33-43). El dueño de un terreno planta una viña y la cuida bien; luego, como tiene que irse al extranjero, la arrienda a unos viñadores. Cuando llega el momento de la vendimia, envía a sus siervos para recibir los frutos. Pero los viñadores los maltratan y los matan; entonces, el dueño manda a su hijo, y ellos lo matan también. ¿Por qué? ¿Qué ha salido mal? Esta parábola encierra un mensaje de Jesús.

El propietario hizo todo bien, con amor: trabajó con esfuerzo, plantó la viña, la rodeó con una cerca para protegerla, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia (cfr. v. 33). Luego confió la viña a unos viñadores, arrendándoles su preciado bien y tratándolos de manera justa, para que estuviese bien cultivada y diese fruto. Con estas premisas, la vendimia debería haber concluido felizmente, en un clima de fiesta, con una justa compartición de la cosecha para la satisfacción de todos. En la raíz de los conflictos siempre hay algo de ingratitud y pensamientos codiciosos, de poseer las cosas enseguida. Sin embargo, en la mente de los viñadores se insinúan pensamientos ingratos y ávidos. En la  “No tenemos necesidad de dar nada al dueño. El producto de nuestro trabajo es solamente nuestro. ¡No tenemos que rendir cuentas a nadie!”. Este es el razonamiento de estos trabajadores. Pero no es cierto: deberían estar agradecidos por todo lo que han recibido y por el modo en que han sido tratados. En cambio, la ingratitud alimenta la avidez, y crece en ellos un sentimiento progresivo de rebelión que los lleva a ver la realidad de manera distorsionada, a sentirse acreedores en vez de deudores del propietario que les había dado trabajo. Cuando ven a su hijo, llegan incluso a decir: «Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia» (v. 38). Y de viñadores se convierten en asesinos. Es todo un proceso, y este proceso sucede muchas veces en el corazón de la gente, también en nuestro corazón.

Con esta parábola, Jesús nos recuerda lo que sucede cuando el hombre se cree que se hace a sí mismo y olvida la gratitud, olvida la realidad fundamental de la vida: que el bien viene de la gracia de Dios, que el bien viene de su don gratuito. Cuando uno olvida esto, la gratuidad de Dios, termina por vivir la propia condición y el propio límite no ya con la alegría de sentirse amado y salvado, sino con la triste ilusión de no tener necesidad de amor ni de salvación. Uno ya no se deja querer, y se encuentra prisionero de su propia codicia, prisionero de la necesidad de tener más que los demás, de querer estar por encima de los demás. Este proceso es feo, y nos sucede muchas veces. Pensémoslo en serio. De ahí provienen muchas insatisfacciones y recriminaciones, tantas incomprensiones y tantas envidias; y, a causa del rencor, se puede caer en el torbellino de la violencia. Sí, queridos hermanos y hermanas, ¡la ingratitud genera violencia, nos roba la paz, nos hace hablar gritando, sin paz, mientras que un simple “gracias” puede restablecer la paz!

Preguntémonos entonces: ¿me doy cuenta de que he recibido la vida como un don? ¿Soy consciente de que yo mismo, yo misma, soy un don? ¿Creo que todo comienza por la gracia del Señor? ¿Comprendo que soy beneficiario de ella sin méritos, que he sido amado y salvado gratuitamente? Y, sobre todo, ¿sé decir “gracias” como respuesta a la gracia?  ¿Sé decir "gracias"? Estas tres palabras son el secreto de la convivencia humana: gracias, permiso, perdón. ¿Sé decir estas tres palabras? Gracias, permiso, perdón. ¿Sé decir estas palabras? "Gracias" es una palabra pequeña -es una palabra pequeña, "permiso"; "perdón" es una palabra pequeña para pedir disculpas- que esperan cada día Dios y los hermanos y hermanas. Preguntémonos si estas pequeñas palabras, 'gracias', 'permiso', 'perdón, lo siento', están presentes en nuestras vidas. ¿Sé decir "gracias"? ¿Sé pedir perdón, perdonar? ¿Sé no ser invasivo, pedir "permiso"? Gracias, perdón, permiso.

Que María, cuya alma proclama la grandeza del Señor, nos ayude a hacer de la gratitud la luz que surge todos los días del corazón.

_______________________________

Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

sigo con aprensión y dolor cuanto está sucediendo en Israel, donde la violencia ha estallado aún más ferozmente, provocando centenares de muertos y heridos. Expreso mi cercanía a las familias de las víctimas, rezo por ellas y por cuantos están viviendo horas de terror y angustia. ¡Que los ataques y las armas se detengan, por favor! ¡Comprendan que el terrorismo y la guerra no conducen a ninguna solución, sino sólo a la muerte y al sufrimiento de muchos inocentes! La guerra es una derrota: ¡toda guerra es una derrota! ¡Recemos por la paz en Israel y Palestina!

En este mes de octubre, dedicado, además de a las misiones, al rezo del Rosario, no nos cansemos de invocar, por intercesión de María, el don de la paz sobre los numerosos países del mundo marcados por guerras y conflictos; y sigamos acordándonos de la querida Ucrania, que sufre mucho cada día, tan martirizada.

Doy las gracias a todos los que siguen y, sobre todo, acompañan con la oración el Sínodo en curso, evento eclesial de escucha, compartición y comunión fraterna en el Espíritu. Invito a todos a confiar los trabajos al Espíritu Santo.

Os saludo a todos, romanos y peregrinos de Italia y de muchas partes del mundo, especialmente a los estudiantes y profesores del Centro de Formación Stimmatini de Verona, y a los jesuitas de distintos países que son huéspedes del Colegio San Roberto Belarmino de Roma. Hay muchos polacos: veo aquí muchas banderas polacas. Un saludo a todos vosotros y a los jóvenes de la Inmaculada.

Os deseo a todos un feliz domingo y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y ¡hasta la vista!

 



Copyright © Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana

SANTA MISA CON LOS NUEVOS CARDENALES Y EL COLEGIO CARDENALICIO APERTURA DE LA ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS

 

Index BackTopPrint
pdf

AR  - DE  - EN  - ES  - FR  - HR  - IT  - PL  - PT ]


HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

Plaza de San Pedro
San Francisco de Asís - Miércoles, 4 de octubre de 2023

[Multimedia]

____________________________

El Evangelio que hemos escuchado está precedido por el relato de un momento difícil de la misión de Jesús, que podríamos definir de “desolación pastoral”. Juan Bautista dudaba de que él fuera realmente el Mesías; muchas ciudades por las que había pasado, a pesar de los milagros realizados, no se habían convertido; la gente lo acusaba de ser un glotón y un borracho, mientras poco antes se lamentaba del Bautista porque era demasiado austero (cf. Mt 11,2-24). Sin embargo, vemos que Jesús no se deja vencer por la tristeza, sino que levanta los ojos al cielo y bendice al Padre porque ha revelado a los sencillos los misterios del Reino de Dios: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños» (Mt 11,25). En el momento de la desolación, por tanto, Jesús tiene una mirada que alcanza a ver más allá: alaba la sabiduría del Padre y es capaz de discernir el bien escondido que crece, la semilla de la Palabra acogida por los sencillos, la luz del Reino de Dios que se abre camino incluso durante la noche.

Queridos hermanos cardenales, hermanos obispos, hermanos y hermanas, estamos en la apertura de la Asamblea Sinodal. Y no nos sirve tener una mirada inmanente, hecha de estrategias humanas, cálculos políticos o batallas ideológicas ―por ejemplo, si el Sínodo permitirá esto o lo otro; si abrirá esta puerta o la otra―; no, esto no sirve. No estamos aquí para celebrar una reunión parlamentaria o un plan de reformas. El Sínodo, queridos hermanos y hermanas, no es un parlamento. El protagonista es el Espíritu Santo. No, no estamos aquí como en un parlamento, sino para caminar juntos, con la mirada de Jesús, que bendice al Padre y acoge a todos los que están afligidos y agobiados. Partamos, pues, de la mirada de Jesús, que es una mirada que bendice y acoge.

1. Veamos el primer aspecto: una mirada que bendice. Cristo ―aun cuando experimentó el rechazo y encontró a su alrededor tanta dureza de corazón―, no se dejó aprisionar por la desilusión, no se volvió amargado, no abandonó la alabanza. Su corazón, cimentado sobre el primado del Padre, permaneció sereno aún en medio de la tormenta.

Esta mirada de bendición del Señor nos invita también a ser una Iglesia que, con corazón alegre, contempla la acción de Dios y discierne el presente; que, en medio de las olas a veces agitadas de nuestro tiempo, no se desanima, no busca escapatorias ideológicas, no se atrinchera tras convicciones adquiridas, no cede a soluciones cómodas, no deja que el mundo le dicte su agenda. Esta es la sabiduría espiritual de la Iglesia, resumida con serenidad por san Juan XXIII: «Ante todo es necesario que la Iglesia no se aparte del sacro patrimonio de la verdad, recibido de los padres; pero, al mismo tiempo, debe mirar a lo presente, a las nuevas condiciones y formas de vida introducidas en el mundo actual, que han abierto nuevos caminos para el apostolado católico» (Discurso para la solemne apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II, 11 octubre 1962).

La mirada de bendición de Jesús nos invita a ser una Iglesia que no afronta los desafíos y los problemas de hoy con espíritu de división y de conflicto, sino que, por el contrario, vuelve los ojos a Dios que es comunión y, con asombro y humildad, lo bendice y lo adora, reconociéndolo como su único Señor. Le pertenecemos a Él y ―recordémoslo―, la única razón de nuestra existencia es llevarlo a Él al mundo. Como nos dijo el apóstol Pablo, sólo podemos gloriarnos «en la cruz de nuestro Señor Jesucristo» (Gal 6,14). Esto nos basta, sólo Él nos basta. No queremos glorias terrenas, no queremos quedar bien a los ojos del mundo, sino llegar a él con el consuelo del Evangelio, para testimoniar mejor, y a todos, el amor infinito de Dios. De hecho, como dijo precisamente Benedicto XVI al dirigirse a una Asamblea sinodal, «la cuestión para nosotros es: Dios ha hablado, ha roto verdaderamente el gran silencio, se ha mostrado, pero ¿cómo podemos hacer llegar esta realidad al hombre de hoy, para que se convierta en salvación?» (Meditación durante la Primera Congregación General de la XIII Asamblea General del Sínodo de los Obispos, 8 octubre 2012). Esta es la cuestión fundamental. Esta es la principal tarea del Sínodo: volver a poner a Dios en el centro de nuestra mirada, para ser una Iglesia que ve a la humanidad con misericordia. Una Iglesia unida y fraterna ―o al menos que trata de estar unida y ser fraterna―, que escucha y dialoga; una Iglesia que bendice y anima, que ayuda a quienes buscan al Señor, que sacude saludablemente a los indiferentes, que pone en marcha itinerarios para instruir a las personas en la belleza de la fe. Una Iglesia que tiene a Dios en el centro y, por consiguiente, no crea división internamente, ni es áspera externamente. Una Iglesia que con Jesús, se arriesga. Es así como Jesús quiere a su Iglesia, es así como quiere a su Esposa.

2. Después de esta mirada de bendición, contemplamos la mirada de Cristo que acoge. Mientras aquellos que se creen sabios no reconocen la obra de Dios, Él se alegra en el Padre porque se revela a los pequeños, a los sencillos, a los pobres de espíritu. Hubo una vez una dificultad en una parroquia y la gente hablaba de esa dificultad, me contaba cosas. Y una anciana, muy anciana, una señora del pueblo, que era casi analfabeta, hizo una intervención como la de un teólogo, y con mucha mansedumbre y sabiduría espiritual dio su aportación. Recuerdo aquel momento como una revelación del Señor, también con alegría; y se me ocurrió preguntarle: “Dígame, señora, ¿dónde estudió usted, esa teología tan fuerte, con Royo Marín?”. La gente sabia del pueblo tiene esta fe. Y por eso, a lo largo de toda su vida, Jesús asume esta mirada acogedora hacia los más débiles, los que sufren, los descartados. A ellos, en particular, se dirige diciendo lo que hemos oído: «Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré» (Mt 11,28).

Esta mirada acogedora de Jesús nos invita también a ser una Iglesia que acoge, no con las puertas cerradas. En una época compleja como la actual, surgen nuevos desafíos culturales y pastorales, que requieren una actitud interior cordial y amable, para poder confrontarnos sin miedo. En el diálogo sinodal, en esta hermosa “marcha en el Espíritu Santo”, que realizamos juntos como Pueblo de Dios, podemos crecer en la unidad y en la amistad con el Señor para observar los retos actuales con su mirada; para convertirnos, usando una bella expresión de san Pablo VI, en una Iglesia que «se hace coloquio» (Carta enc. Ecclesiam suam, n. 34). Una Iglesia “de yugo suave” (cf. Mt 11,30), que no impone cargas y que repite a todos: “vengan, todos los que están afligidos y agobiados, vengan ustedes que han extraviado el camino o que se sienten alejados, vengan ustedes que le han cerrado la puerta a la esperanza, ¡la Iglesia está aquí para ustedes!”. La Iglesia con las puertas abiertas para todos, todos, todos.

3. Hermanos y hermanas, Pueblo santo de Dios, frente a las dificultades y los retos que nos esperan, la mirada de Jesús que bendice y que acoge nos libra de caer en algunas tentaciones peligrosas: la de ser una Iglesia rígida ―una aduana―, que se acoraza contra el mundo y mira hacia el pasado; la de ser una Iglesia tibia, que se rinde ante las modas del mundo; la de ser una Iglesia cansada, replegada en sí misma. En el libro del Apocalipsis, el Señor dice: “Yo estoy a la puerta y llamo, para que abran la puerta”; sin embargo, hermanos y hermanas, Él tantas veces llama a la puerta, pero desde dentro de la Iglesia, para que lo dejemos salir junto con la Iglesia a proclamar su Evangelio.

Caminemos juntos: humildes, vigorosos y alegres. Caminemos siguiendo las huellas de san Francisco de Asís, el santo de la pobreza y la paz, el “loco de Dios” que llevó en su cuerpo las llagas de Jesús y, para revestirse de Él, se despojó de todo. ¡Qué difícil es para nosotros, así como para nuestras instituciones, realizar esta expoliación interior y también exterior! San Buenaventura cuenta que, mientras el pobrecito de Asís rezaba, el Crucifijo le dijo: «Francisco, vete y repara mi casa» (Legenda maior, II, 1). El Sínodo sirve para recordarnos que nuestra Madre Iglesia tiene siempre necesidad de purificación, de ser “reparada”, porque todos nosotros somos un Pueblo de pecadores perdonados ―ambas cosas: pecadores y perdonados―, siempre necesitados de volver a la fuente, que es Jesús, y emprender de nuevo los caminos del Espíritu para que llegue a todos su Evangelio. Francisco de Asís, en un período de grandes luchas y divisiones entre el poder temporal y el religioso, entre la Iglesia institucional y las corrientes heréticas, entre cristianos y otros creyentes, no criticó ni atacó a ninguno, sólo abrazó las armas del Evangelio, es decir, la humildad y la unidad, la oración y la caridad. ¡Hagamos lo mismo también nosotros! Humildad y unidad, oración y caridad.

Y si el Pueblo santo de Dios con sus pastores, provenientes de todo el mundo, alimentan expectativas, esperanzas e incluso algunos temores sobre el Sínodo que comenzamos, recordemos una vez más que no se trata de una reunión política, sino de una convocación en el Espíritu; no de un parlamento polarizado, sino de un lugar de gracia y comunión. El Espíritu Santo deshace, a menudo, nuestras expectativas para crear algo nuevo que supera nuestras previsiones y negatividades. Podría decir que los momentos de oración son los más fructuosos del Sínodo, también el ambiente de oración, por el que el Señor obra en nosotros. Abrámonos e invoquemos al Espíritu Santo, Él es el protagonista. ¡Dejemos que el protagonista del Sínodo sea Él! Y caminemos con Él, con confianza y alegría.



Copyright © Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana

domingo, 1 de octubre de 2023

Hoy el Evangelio habla de dos hijos, a los que el padre pide que vayan a trabajar a la viña (cf. Mt 21,28-32).

 

Index BackTopPrint
pdf

EN  - ES  - IT ]

PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro
Domingo, 1 de octubre de 2023

[Multimedia]

________________________________________

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

Hoy el Evangelio habla de dos hijos, a los que el padre pide que vayan a trabajar a la viña (cf. Mt 21,28-32). Uno de ellos responde inmediatamente "sí", pero luego no va; el otro dice "no", pero luego se arrepiente y va.

¿Qué se puede decir de ambos comportamientos?  Se puede inmediatamente pensar que ir a trabajar a la viña requiere sacrificio y santificarse; sacrificarse cuesta, no es espontáneo, aun con lo hermoso de saberse hijos y herederos. El problema no está aquí tan ligado a la resistencia a ir a trabajar en la viña, sino en la sinceridad o al menos frente al padre y frente a uno mismo. Si de hecho ninguno de los dos hijos se porta de manera impecable, uno miente, mientras que el otro se equivoca, pero permanece sincero.  

Miremos al hijo que dice “sí”, pero luego no va. Él no quiere hacer la voluntad del padre, pero tampoco quiere ponerse a discutir y hablar. Así se esconde detrás de un “sí”, detrás de un falso asenso, que esconde su pereza y por el momento le salva la cara. Es un hipócrita. Se escabulle sin conflictos, pero engaña y desilusiona a su padre, faltándole el respeto de peor forma de lo que habría hecho un franco “no”. El problema de un hombre que se comporta así es que no es solo un pecador, sino también un corrupto, porque miente sin problemas para cubrir y camuflar su desobediencia, sin aceptar algún dialogo, o enfrentamiento honesto.  

El otro hijo, aquel que dice “no” pero luego va, es en cambio sincero. No es perfecto pero sincero. Ciertamente, nos hubiera gustado verlo decir “sí” inmediatamente. Pero no es así, al menos, manifiesta de manera franca y en un cierto sentido valiente su reticencia. Se asume, por lo tanto, la responsabilidad de su comportamiento y actúa bajo la luz del sol. Luego, con esta honestidad de base, termina poniéndose en discusión, llegando a entender que se ha equivocado y regresando por sus pasos. Es, podremos decir, un pecador, pero no un corrupto. Escuchen esto: éste es un pecador, pero no es un corrupto. Y para el pecador hay siempre esperanza de redención; para el corrupto, en cambio, es mucho más difícil. De hecho, sus falsos “sí”, aparentemente elegantes pero hipócritas y sus ficciones convertidas en habito son como un grueso “muro di goma”, detrás del cual se resguarda de la voz de la conciencia. Y estos hipócritas hacen tanto daño. Hermanos y hermanas, pecadores sí, todos somos pecadores, ¡corruptos no! ¡Pecadores sí, corruptos no!

Mirémonos ahora a nosotros mismos y, a la luz de todo esto, hagámonos alguna pregunta. ¿Frente al cansancio de vivir una vida honesta y generosa, de comprometerme yo -cada uno dice, me comprometo- según la voluntad del Padre, estoy dispuesto a decir “sí” cada día, aunque cueste? Y cuando no lo consigo, soy sincero en el enfrentarme con Dios sobre mis dificultades, mis caídas, ¿mis fragilidades? Y cuando digo "no", ¿vuelvo atrás? Habla con el Señor sobre esto. ¿Cuándo me equivoco, estoy dispuesto a arrepentirme y a regresar sobre mis pasos? ¿O hago como si nada y vivo llevando una máscara, preocupándome solo en aparecer como bueno y correcto? En definitiva, soy un pecador, como todos, ¿o hay en mi algo de corrupto? No lo olviden: pecadores sí, corruptos no.

Que María, espejo de santidad, nos ayude a ser cristianos sinceros.

_____________________________

Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas

        Ayer, en Piacenza, fue proclamado beato el padre Giuseppe Beotti, asesinado por odio a la fe en 1944. Pastor según el corazón de Cristo, no dudó en ofrecer su vida para proteger el rebaño que se le había confiado. ¡Aplaudamos al nuevo beato!

He seguido estos días la dramática situación de los desplazados en Nagorno-Karabaj. Renuevo mi llamamiento al diálogo entre Azerbaiyán y Armenia, con la esperanza de que las conversaciones entre las partes, con el apoyo de la comunidad internacional, propicien un acuerdo duradero que ponga fin a la crisis humanitaria. Prometo mis oraciones por las víctimas de la explosión del depósito de combustible cerca de la ciudad de Stepanakert.

Hoy comienza el mes de octubre, el mes del Rosario y de las misiones. Exhorto a todos a experimentar la belleza de rezar el Rosario, contemplando con María los misterios de Cristo e invocando su intercesión por las necesidades de la Iglesia y del mundo. Recemos por la paz, en la martirizada Ucrania y en todas las tierras heridas por la guerra. Recemos por la evangelización de los pueblos. Y recemos también por el Sínodo de los Obispos, que este mes celebrará su primera Asamblea sobre el tema de la sinodalidad de la Iglesia.

Hoy celebramos a Santa Teresa del Niño Jesús, Santa Teresa, la santa de la confianza. El próximo 15 de octubre se publicará una Exhortación Apostólica sobre su mensaje. Oremos a Santa Teresita y a la Virgen. Que Santa Teresita nos ayude a confiar y a trabajar por las misiones.

Saludo a todos ustedes, romanos y peregrinos de Italia y de muchos países. En particular, saludo al grupo del Santuario de la Virgen de la Revelación en las Tre Fontane de Roma, a los fieles de una parroquia de Catania, a los confirmandos de Porto Sant'Elpidio, a los scouts de Afragola y a las cofradías de Arqueros Históricos y de Caballeros de San Sebastián. Mis pensamientos y mi aliento se dirigen a la Asociación Nacional de Mujeres Operadas del Seno.

Hoy están aquí a mi lado, como pueden ver, cinco niños, que representan a los cinco continentes. Junto a ellos, quiero anunciarles que el 6 de noviembre por la tarde, en el Aula Pablo VI, tendré un encuentro con niños de todo el mundo. El evento, patrocinado por el Dicasterio para la Cultura y la Educación, tendrá como tema "Aprendamos de los niños y de las niñas". Es un encuentro para manifestar el sueño de todos: volver a tener sentimientos puros como los niños, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como niños. Los niños nos enseñan la claridad de las relaciones y la aceptación espontánea del extraño y el respeto de toda la creación. Queridos niños, los espero a todos para aprender yo también de ustedes.

Les deseo a todos un buen domingo. Y, por favor, no olviden rezar por mí. ¡Buen almuerzo y adiós!



Copyright © Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana