lunes, 27 de noviembre de 2023

Hoy, último domingo del año litúrgico y solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo, el Evangelio nos habla del juicio final (cf. Mt 25,31-46)

 

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PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS

Casa Santa Marta
Domingo, 26 de noviembre de 2023

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buen domingo!

Hoy no puedo asomarme a la ventana porque tengo este problema de inflamación en los pulmones y será Mons. Braida a leer la reflexión; el las conoce muy bien porque es el que las hace ¡y siempre las hace tan bien! Muchas gracias por vuestra presencia.

Hoy, último domingo del año litúrgico y solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo, el Evangelio nos habla del juicio final (cf. Mt 25,31-46) y nos dice que será sobre la caridad.

La escena que nos presenta es la de una sala real, en la que Jesús, "el Hijo del hombre" (v. 31), está sentado en un trono. Todos los pueblos están reunidos a sus pies y entre ellos están "los bienaventurados" (v. 34), los amigos del Rey. Pero, ¿quiénes son? ¿Qué tienen de especial estos amigos a los ojos de su Señor? Según los criterios del mundo, los amigos del rey deberían ser aquellos que le han dado riqueza y poder, que le han ayudado a conquistar territorios, a ganar batallas, a engrandecerse entre otros gobernantes, tal vez a aparecer como estrella en las primeras páginas de los periódicos o en las redes sociales, y a ellos les debería decir: "Gracias, porque me han hecho rico y famoso, envidiado y temido". Esto según los criterios del mundo.

En cambio, según los criterios de Jesús, sus amigos son otros: son aquellos que le han servido en las personas más débiles. Porque el Hijo del hombre es un Rey completamente distinto, que llama "hermanos" a los pobres, que se identifica con los hambrientos, los sedientos, los forasteros, los enfermos, los encarcelados, y dice: "Cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo" (v. 40). Es un Rey sensible al problema del hambre, de la necesidad de un hogar, de la enfermedad y del aprisionamiento (cf. vv. 35-36): todas realidades desgraciadamente siempre muy actuales. Personas que padecen hambre, personas sin hogar, a menudo vestidas como pueden, abarrotan nuestras calles: nos encontramos con ellas todos los días. E incluso en cuanto a la enfermedad y la cárcel, todos sabemos lo que significa estar enfermo, cometer errores y pagar las consecuencias.

Y bien, el Evangelio de hoy nos dice que uno es "bienaventurado" si responde a estas pobrezas con amor, con servicio: no apartándose, sino dando de comer y de beber, vistiendo, acogiendo, visitando, en una palabra, estando cerca de los necesitados. Y esto porque Jesús, nuestro Rey que se llama a sí mismo Hijo del Hombre, tiene sus hermanas y hermanos predilectos en las mujeres y hombres más frágiles. Su 'sala real' está instalada donde hay quienes sufren y necesitan ayuda. Esta es la "corte" de nuestro Rey. Y el estilo con el que sus amigos, los que tienen a Jesús por Señor, están llamados a distinguirse es su propio estilo: compasión, misericordia, ternura. Estas ennoblecen el corazón y descienden como aceite sobre las heridas de cuantos están heridos por la vida.

Entonces, hermanos y hermanas, preguntémonos: ¿creemos que la verdadera realeza consiste en la misericordia? ¿Creemos en el poder del amor? ¿Creemos que la caridad es la manifestación más noble del hombre y una exigencia indispensable para el cristiano? Y, por último, una pregunta particular: ¿soy yo amigo del Rey, es decir, me siento personalmente implicado en las necesidades de las personas que sufren y que encuentro en mi camino?

María, Reina del Cielo y de la Tierra, nos ayude a amar a Jesús, nuestro Rey, en sus hermanos más pequeños.

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Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas,

Celebramos hoy la 38ª Jornada Mundial de la Juventud en las Iglesias particulares, sobre el tema Alegres en la esperanza. Bendigo a todos los que participan en las iniciativas promovidas en las diócesis, en continuidad con la JMJ de Lisboa. Abrazo a los jóvenes, presente y futuro del mundo, y los animo a ser protagonistas alegres de la vida de la Iglesia.

Ayer, la martirizada Ucrania conmemoró el Holodomor, el genocidio perpetrado por el régimen soviético hace 90 años que hizo morir de hambre a millones de personas. Esa lacerante herida, en lugar de cicatrizar, se hace aún más dolorosa por las atrocidades de la guerra que sigue haciendo sufrir a ese querido pueblo. Por todos los pueblos desgarrados por los conflictos, sigamos rezando sin cansarnos, porque la oración es la fuerza de paz que rompe la espiral del odio, quiebra el ciclo de la venganza y abre caminos de reconciliación no esperados. Hoy damos gracias a Dios porque por fin hay una tregua entre Israel y Palestina y algunos rehenes han sido liberados. Recemos para que todos sean liberados cuanto antes - ¡pensemos en sus familias! -, que entre más ayuda humanitaria en Gaza y que insistamos en el diálogo: es la única vía, la única manera de tener paz. Los que no quieren diálogo no quieren paz.

Además de la guerra, nuestro mundo está amenazado por otro gran peligro, el cambio climático, que pone en riesgo la vida en la Tierra, especialmente la de las generaciones futuras. Y esto es contrario al proyecto de Dios, que creó todo para la vida. Por lo tanto, el próximo fin de semana viajaré a los Emiratos Árabes Unidos para intervenir el sábado en la COP28 en Dubái. Agradezco a todos los que acompañarán este viaje con la oración y el compromiso de tomar a pecho la salvaguardia de la casa común

Acojo con afecto a todos ustedes, peregrinos de Italia y de otras partes del mundo, especialmente a los de Pakistán, Polonia y Portugal. Saludo a los fieles de Civitavecchia, Tarquinia y Piacenza, y a la Diputación San Vito Martire de Lequile (Lecce). Saludo a los niños de Confirmación de Viserba (Rímini), al grupo "Assisi nel vento" (“Asís en el viento”) y al Coro "Don Giorgio Trotta" de Vieste.

Les deseo a todos un buen domingo.

Y, por favor, no olviden rezar por mí. Que tengan un buen almuerzo y ¡hasta pronto!

 

 

 



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domingo, 19 de noviembre de 2023

El Evangelio nos presenta la parábola de los talentos (cf. Mt 25,14-30)

 

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PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro
Domingo, 19 de noviembre de 2023

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio nos presenta la parábola de los talentos (cf. Mt 25,14-30). Un señor se va de viaje y confía a sus siervos sus talentos, es decir, sus bienes, un “capital”: los talentos eran una unidad monetaria. Los distribuye en base a las capacidades de cada uno. Al regreso les pide cuentas sobre lo que han hecho. Dos de ellos han redoblado lo que habían recibido y el señor les alaba, mientras que el tercero, por miedo, ha enterrado su talento y puede solo devolverlo, razón por la que recibe un severo reproche. Mirando a esta parábola, podemos aprender dos modos diversos de acercarnos a Dios.

El primer modo es el de aquel que entierra el talento recibido, que no sabe ver las riquezas que Dios le ha dado: él no se fía ni del señor ni de sí mismo. De hecho, dice a su señor: «Sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces» (v. 24). Frente a él siente miedo. No ve el aprecio, no ve la confianza que el señor deposita en él, sino que ve solamente el modo de actuar de un patrón que pretende más de lo que da, de un juez. Esta es su imagen de Dios: no es capaz de creer en su bondad, no es capaz de creer en la bondad del Señor hacia nosotros. Por eso se bloquea y no se deja implicar en la misión recibida.

Veamos entonces el segundo modo, en los otros dos protagonistas, que corresponden la confianza de su señor confiando a su vez en él. Estos dos invierten todo lo que han recibido, incluso si no saben al principio si todo irá bien: estudian, ven las posibilidades y con prudencia buscan lo mejor; aceptan el riesgo de jugársela. Se fían, estudian y se arriesgan. Así tienen el valor de actuar con libertad, de modo creativo, generando nueva riqueza (cf. vv. 20-23).

Hermanos y hermanas, esta es la disyuntiva que tenemos delante de Dios: miedo o confianza. O tienes miedo delante de Dios o tienes confianza en el Señor. Y nosotros, como los protagonistas de la parábola, – todos nosotros – hemos recibido unos talentos, todos, más valiosos que el dinero. Pero mucho de cómo los invertimos depende de la confianza en el Señor, que nos libera el corazón, nos hace ser activos y creativos en el bien. No olvidemos esto: la confianza libera, siempre, el miedo paraliza. Recordemos: el miedo paraliza, la confianza libera. Esto vale también en la educación de los hijos. Y preguntémonos: ¿Creo que Dios es padre y me confía dones porque se fía de mí? Y yo, ¿confío en Él hasta el punto de jugármela sin desanimarme, incluso cuando los resultados no son seguros ni se dan por descontado? ¿Sé decir cada día en la oración: “Señor, yo confío en ti, dame la fuerza de avanzar; me fío de ti, de las cosas que me has dado; dime cómo llevarlas adelante”? Por último, también como Iglesia: ¿cultivamos en nuestros ambientes un clima de confianza, de aprecio recíproco, que nos ayude a avanzar juntos, que desbloquee a las personas y estimule la creatividad del amor en todos? Pensemos.

Y que la Virgen María nos ayude a vencer el miedo – ¡nunca tengáis miedo de Dios! Temor sí, miedo no – y a fiarnos del Señor.

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Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Ayer en Sevilla fueron beatificados Manuel González-Serna, sacerdote diocesano y los diecinueve compañeros presbíteros y laicos, asesinados en 1936, en el clima de persecución religiosa de la guerra civil española. Estos mártires dieron testimonio a Cristo hasta el final. Que su ejemplo reconforte a los muchos cristianos que en nuestro tiempo son discriminados por su fe. ¡Un aplauso para los nuevos beatos!

Renuevo la cercanía a la querida población de Myanmar, que desafortunadamente continúa sufriendo a causa de violencias y agresiones. Rezo para que no se desanime y confíe siempre en la ayuda del Señor.

Y, hermanos y hermanas, continuemos rezando por la martirizada Ucrania – veo las banderas aquí – y por las poblaciones de Palestina e Israel. La paz es posible. Hace falta buena voluntad. La paz es posible. ¡No nos resignemos a la guerra! Y no olvidemos que la guerra siempre, siempre, siempre es una derrota. Solamente ganan los fabricantes de armas.

Hoy celebramos la VII Jornada Mundial de los Pobres, que este año tiene por tema «No apartes tu rostro del pobre» (Tb 4,7). Agradezco a todos lo que en las diócesis y en las parroquias han llevado a cabo iniciativas de solidaridad con las personas y las familias que afrontan dificultadas para salir adelante.  

Y en este día recordemos también a todas las víctimas de la carretera: recemos por ellos, por sus familiares y comprometámonos para prevenir los accidentes.

Deseo mencionar además la Jornada Mundial de la Pesca, que se celebrará pasado mañana.

Os saludo con afecto a todos vosotros, peregrinos de Italia y de otras partes del mundo. Saludo a los fieles de Madrid, de Ibiza y de Varsovia, y a los miembros del Consejo de la Unión Mundial de Profesores Católicos. Saludo a los grupos de Aprilia, San Ferdinando de Puglia y Sant’Antimo; a la Asociación FIDAS de Orta Nova, y a los participantes de las “Jornadas para compartir” del Movimiento Apostólico de Ciegos. Un saludo especial para la comunidad ecuatoriana de Roma, que celebra la Virgen del Quinche. Y un saludo a los muchachos de la Inmaculada.

Deseo a todos un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

 



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domingo, 12 de noviembre de 2023

Una historia que se refiere al sentido de la propia vida

 

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PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro
Domingo, 12 de noviembre de 2023

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Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!

El Evangelio de hoy nos ofrece una historia que se refiere al sentido de la propia vida. Es la parábola de las diez vírgenes, llamadas a salir al encuentro del esposo (cf. Mt 25,1-13). Vivir es esto: una gran preparación para el día, cuando seremos llamados a salir al encuentro de ¡Jesús! En la parábola, sin embargo, de esas diez vírgenes, cinco son prudentes y cinco necias. Veamos en qué consisten la sabiduría y la necedad. La sabiduría de la vida y la necedad de la vida.

Todas esas damas de honor están allí para acoger al esposo, es decir, quieren encontrarse con él, como también nosotros deseamos una feliz realización de la vida: la diferencia entre la sabiduría y la necedad no está, pues, en la buena voluntad. Tampoco radica en la prontitud con la que llegan al encuentro: todas estaban allí. La diferencia entre las sabias y las necias es otra: la preparación. El texto dice: las sabias "junto con sus lámparas, tomaron también aceite" (v. 4); las necias, en cambio, no. He aquí la diferencia: el aceite. ¿Y cuál es una de las características del aceite? Que no se ve: está dentro de las lámparas, no llama la atención, pero sin él las lámparas no tienen luz.

Nos miramos a nosotros mismos y vemos que nuestra vida corre el mismo riesgo: tantas veces estamos muy atentos a las apariencias, lo que nos importa es cuidar bien nuestra imagen, dar una buena impresión ante los demás. Pero Jesús dice que la sabiduría de la vida está en otra dimensión: en cuidar aquello que no se ve, pero que es más importante, cuidar el corazón. El cuidado de la vida interior. Significa saber detenerse para escuchar el corazón, atender los pensamientos y los sentimientos. ¿Cuántas veces no sabemos lo que pasó dentro de nuestros corazones ese día? ¿Qué pasa dentro de cada uno de nosotros? La sabiduría significa saber dar espacio al silencio, para ser capaces de escuchar a nosotros y a los demás. Significa saber renunciar al tiempo pasado delante de la pantalla del teléfono para mirar la luz en los ojos de los demás, en el propio corazón, en la mirada de Dios hacia nosotros. Significa, no dejarse atrapar por el activismo, sino dedicar tiempo al Señor, a la escucha de su Palabra.

Y el Evangelio nos da el consejo adecuado para no descuidar el aceite de la vida interior, "el aceite del alma": nos dice que es importante prepararlo. Y en el relato, vemos que las vírgenes ya tienen las lámparas, pero deben preparar el aceite: deben ir a los vendedores, comprarlo, colocarlo en las lámparas... (cf. vv. 7.9). Así es para nosotros: la vida interior no se improvisa, no es una cuestión de un momento, de vez en cuando, de una vez para siempre; la vida interior hay que prepararla dedicando un poco de tiempo cada día, con constancia, como se hace para cada cosa importante.

Entonces, podemos preguntarnos: ¿qué estoy preparando en este momento de la vida? Dentro de mí, ¿qué estoy preparando? Quizá estoy intentando ahorrar algo, estoy pensando en una casa o en un coche nuevo, en proyectos concretos... Son cosas buenas, no son cosas feas. Pero, ¿estoy pensando también en dedicar tiempo al cuidado del corazón, a la oración, al servicio a los demás, al Señor que es la meta de la vida? En definitiva, ¿cómo está el aceite de mi alma? Que cada uno de nosotros se pregunte lo siguiente: ¿cómo está el aceite de mi alma? ¿Lo alimento y lo conservo bien?

Que la Virgen nos ayude a custodiar el aceite de la vida interior.

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Palabras después del Ángelus

¡Queridos hermanos y hermanas!

Desde hace varios meses, Sudán está sumido en una guerra civil que no da indicios de detenerse y que está causando numerosas víctimas, millones de desplazados internos y refugiados en los países vecinos, y una gravísima situación humanitaria. Me siento cercano al sufrimiento del querido pueblo de Sudán, y hago un llamamiento de todo corazón a los dirigentes locales para que faciliten el acceso de la ayuda humanitaria y, con la contribución de la comunidad internacional, trabajen en favor de soluciones pacíficas. ¡No olvidemos a estos hermanos nuestros que están en prueba!

Mi pensamiento se dirige cada día a la gravísima situación en Israel y Palestina. Estoy cerca de todos los que sufren, palestinos e israelíes. Los abrazo en este momento oscuro. Y rezo mucho por ellos. Que cesen las armas, que nunca traerán la paz, y que no se amplíe el conflicto. Basta. Basta, hermanos, ¡basta! En Gaza, que se socorra inmediatamente a los heridos, que se proteja a los civiles, que llegue mucha más ayuda humanitaria a esa población exhausta. Liberad a los rehenes, entre los que hay muchos ancianos y niños. Todo ser humano, ya sea cristiano, judío, musulmán, de cualquier pueblo o religión, todo ser humano es sagrado, es precioso a los ojos de Dios y tiene derecho a vivir en paz. No perdamos la esperanza: recemos y trabajemos incansablemente para que el sentido de humanidad prevalezca sobre la dureza de los corazones.

Hace dos años se lanzó la Plataforma de Acción Laudato si'. Doy las gracias a quienes se han sumado a esta iniciativa y les animo a continuar por el camino de la conversión ecológica. En este sentido, rezamos por la Conferencia sobre el Cambio Climático de Dubai, COP28, que ya está cerca.

La Iglesia italiana celebra hoy el Día de Acción de Gracias, con el tema "El estilo cooperativo para el desarrollo agrícola".

Saludo con afecto a todos ustedes, peregrinos de Italia y de otras partes del mundo, especialmente a los sacerdotes de la archidiócesis de Szczecin-Kamień (Polonia) y a los grupos parroquiales de Augsburgo, Zadar, Poreč, Pula, Oporto y París. Saludo a los miembros de la Comunidad de Sant'Egidio de algunos países asiáticos y les animo en su compromiso de evangelización y promoción. Adelante, ¡ánimo! Y ayuden también a hacer la paz.

Saludo a los fieles de Volargne, Ozieri y Cremona. Acojo con afecto la peregrinación de fieles ucranianos y de monjes Basilianos -veo allí las banderas ucranianas- venidos de diversos países para celebrar el IV centenario del martirio de san Josafat. Rezo con ustedes por la paz en su martirizado país. Hermanos y hermanas, ¡no olvidemos a la martirizada Ucrania!

Y les deseo a todos un feliz domingo. Por favor, no olviden rezar por mí. Buen almuerzo y hasta pronto.

 



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domingo, 5 de noviembre de 2023

La distancia entre el decir y el hacer.

 

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PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro
Domingo, 5 de noviembre de 2023

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En el Evangelio de la Liturgia de hoy escuchamos algunas palabras de Jesús que se refieren a los escribas y a los fariseos, es decir a los líderes religiosos del pueblo. Respecto a estas autoridades, Jesús usa palabras muy severas, «porque dicen y no hacen» (Mt 23,3) y «todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres» (v. 5). Esto es lo que dice Jesús: dicen y no hacen y todo lo que hacen lo hacen para aparentar.

Detengámonos entonces en estos dos aspectos: la distancia entre el decir y el hacer y el primado del exterior sobre el interior.

La distancia entre el decir y el hacer. A estos maestros de Israel, que pretenden enseñar a los otros la Palabra de Dios y ser respetados en cuanto autoridad del Templo, Jesús cuestiona la duplicidad de su vida: predican una cosa, pero después viven otra. Estas palabras de Jesús recuerdan a las de los profetas, en particular Isaías: «Ese pueblo se me ha allegado con su boca, y me han honrado con sus labios, mientras que su corazón está lejos de mí» (Is 29,13). Este es el peligro sobre el que vigilar: la duplicidad del corazón. También nosotros tenemos este peligro: esta duplicidad del corazón que pone en riesgo la autenticidad de nuestro testimonio y también nuestra credibilidad como personas y como cristianos.

Todos nosotros experimentamos, por nuestra fragilidad, una cierta distancia entre el decir y el hacer; pero otra cosa, sin embargo, es tener el corazón doble, vivir con “un pie en dos zapatos” sin hacerse un problema. Especialmente cuando estamos llamados – en la vida, en la sociedad o en la Iglesia – a desempeñar un rol de responsabilidad, recordemos esto: ¡no a la duplicidad! Para un sacerdote, un trabajador pastoral, un político, un profesor o un padre, vale siempre esta regla: esto que dices, esto que predicas a los otros, comprométete tú a vivirlo primero. Para ser maestros con autoridad es necesario ser primero testigos creíbles.

El segundo aspecto viene como consecuencia: el primado del exterior sobre el interior. De hecho, viviendo en la duplicidad, los escribas y los fariseos están preocupados por tener que esconder su incoherencia para salvar su reputación exterior. De hecho, si la gente supiera qué hay realmente en su corazón, se avergonzarían, perdiendo toda su credibilidad. Y entonces realizan obras para aparentar ser justos, para “salvar las apariencias”, como se dice. El maquillaje es muy común: maquillan la cara, maquillan la vida, maquillan el corazón. Esta gente “maquillada” no sabe vivir la verdad. Y muchas veces también nosotros tenemos esta tentación de la duplicidad.

Hermanos y hermanas, acogiendo esta advertencia de Jesús preguntémonos también nosotros: ¿tratamos de practicar lo que predicamos, o vivimos en la duplicidad? ¿Decimos una cosa y hacemos otra? ¿Estamos preocupados solo por mostrarnos impecables fuera, maquillados, o cuidamos de nuestra vida interior en la sinceridad del corazón?

Dirijámonos a la Virgen Santa: Ella que ha vivido con integridad y humildad del corazón según la voluntad de Dios, nos ayude a volvernos testigos creíbles del Evangelio.

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¡Queridos hermanos y hermanas!

Sigo pensando en la grave situación en Palestina y en Israel, donde muchísimas personas han perdido la vida. Os pido que os detengáis, en nombre de Dios: ¡cesad el fuego! Espero que se sigan todas las vías para evitar absolutamente una prolongación del conflicto, que se pueda socorrer a los heridos y que las ayudas lleguen a la población de Gaza, donde la situación humanitaria es gravísima. Que liberen inmediatamente a los rehenes. Entre ellos hay también muchos niños, ¡que vuelvan con sus familias! Sí, pensemos en los niños, en todos los niños involucrados en esta guerra, como también en la de Ucrania y en otros conflictos: así se está matando su futuro. Rezamos para que se tenga la fuerza de decir “basta”.

Estoy cerca de la población de Nepal que sufre a causa del terremoto; como también de los refugiados afganos que han encontrado refugio en Pakistán pero ahora ya no saben dónde ir. Y rezo también por las víctimas de las tormentas y de las inundaciones, en Italia y en otros países

Os saludo con afecto a todos vosotros, romanos y peregrinos de varios países. En particular saludo a los fieles de Viena y de Valencia, al grupo parroquial de Cagliari, la Banda y el Coro de Longomoso, en Alto Adige. Saludo a los jóvenes de Rodengo Saiano, Ome y Padergnone; los catequistas de Cassina de’ Pecchi y los de la parroquia San Juan Bosco en Trieste; y saludo al Comité “Detener la guerra”.

Os deseo a todos un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!



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