martes, 31 de marzo de 2020

El Papa reza por los sin casa: que sean ayudados por la sociedad y la Iglesia

El Papa reza por los sin casa: que sean ayudados por la sociedad y la Iglesia Este 31 de marzo, en la Misa en Santa Marta, el Santo Padre dirigió su pensamiento a todos aquellos que en este periodo no tienen una casa. En su homilía el Pontífice invitó a contemplar a Jesús en la Cruz: el Señor ha tomado sobre sí mismo nuestros pecados para salvarnos.

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En la Misa matutina celebrada – y transmitida en vivo – en la Capilla de la Casa Santa Marta, este martes de la V Semana de Cuaresma, el Papa Francisco recitó la antífona de entrada que nos da esperanza: “Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor”. Al introducir la celebración, el Santo Padre dirigió su intención a todas las personas que en este periodo no tienen una casa:
“Oremos hoy por aquellos que no tienen hogar, en este momento en el cual se nos pide que estemos en casa. Para que la sociedad de hombres y mujeres pueda tomar conciencia de esta realidad y ayudar, y para que la Iglesia los acoja”.
En su homilía, comentando las lecturas de hoy tomadas del Libro de los Números (Num 21, 4-9) y del Evangelio de Juan (Jn 8,21-30), el Papa Francisco recuerda que Jesús se hizo pecado para salvarnos. Él vino al mundo para tomar nuestros pecados sobre sí: en la cruz no finge sufrir y morir. Contemplemos a Jesús en la cruz y demos gracias.
A continuación el texto de la homilía según nuestra transcripción y al mismo tiempo te invitamos a seguir la Santa Misa (video integral) desde nuestro canal de Youtube:
La serpiente no es ciertamente un animal simpático: siempre se asocia con el mal. Incluso en la revelación, la serpiente es el animal que usa el diablo para inducir al pecado. En el Apocalipsis se llama, al diablo, la antigua serpiente, la que desde el principio muerde, envenena, destruye, mata. Por eso no puede salir. Si quieres salir como alguien que propone cosas bellas, éstas son fantasía: las creemos y así pecamos. Esto es lo que le pasó al pueblo de Israel: no pudieron soportar el viaje. Estaban cansados. Y el pueblo habló contra Dios y contra Moisés. Siempre es la misma música, ¿no? "¿Por qué nos sacaste de Egipto? ¿Para hacernos morir en este desierto? Porque aquí no hay pan ni agua y estamos hartos de este alimento ligero, el maná". Y la imaginación – lo hemos leído en los días pasados – siempre va a Egipto: "Pero, allí estábamos bien, comíamos bien ...". Y también, parece que el Señor no podía soportar a la gente en este momento. Se enfadó: la ira de Dios se ve a veces... Y entonces el Señor envió entre el pueblo serpientes abrazadoras que mordían a la gente y morían. "Un gran número de israelitas murieron." En ese momento, la serpiente es siempre la imagen del mal: el pueblo ve en la serpiente el pecado, ve en la serpiente lo que ha hecho el mal. Y se acerca a Moisés y le dice: "Hemos pecado porque hemos hablado contra el Señor y contra ti. Suplica al Señor que nos quite estas serpientes". Se arrepiente. Esta es la historia en el desierto. Moisés oró por el pueblo y el Señor le dijo a Moisés: "Haz una serpiente y ponla en un mástil de metal. Quien será mordido y lo mire, seguirá en vida".
Me hace pensar: ¿pero no es esto idolatría? Ahí está la serpiente, ahí, un ídolo, que me da salud... No se entiende. Lógicamente, no se entiende, porque esto es una profecía, es un anuncio de lo que va a pasar. Porque también hemos escuchado como una profecía cercana, en el Evangelio: "Cuando hayan levantado al Hijo del Hombre, entonces sabrán que Yo soy y que no hago nada por mí mismo". Jesús levantado: en la cruz. Moisés hace una serpiente y lo levanta. Jesús será levantado, como la serpiente, para dar la salvación. Pero el núcleo de la profecía es precisamente que Jesús se hizo pecado por nosotros. No ha pecado: se ha hecho pecado. Como dice San Pedro en su carta: "Llevó nuestros pecados sobre sí mismo”. Y cuando miramos al crucificado, pensamos en el Señor que sufre: todo eso es verdad. Pero nos detenemos antes de llegar al centro de esa verdad: en este momento, Tú pareces el mayor pecador, Tú te has hecho pecado. Ha tomado sobre sí mismo todos nuestros pecados, se ha aniquilado a sí mismo hasta ahora. La cruz, es verdad, es un tormento, está la venganza de los doctores de la Ley, de los que no querían a Jesús: todo esto es verdad. Pero la verdad que viene de Dios es que Él vino al mundo para tomar nuestros pecados sobre sí mismo hasta el punto de convertirse en pecado. Todo pecado. Nuestros pecados están ahí.
Debemos acostumbrarnos a mirar el crucifijo bajo esta luz, que es la más verdadera, la luz de la redención. En Jesús hecho pecado vemos la derrota total de Cristo. No finge morir, no finge sufrir, solo, abandonado... "Padre, ¿por qué me has abandonado?". Una serpiente: Yo soy levantado como una serpiente, como lo que es todo pecado.
No es fácil entender esto y, si pensamos, nunca llegaremos a una conclusión. Sólo, contemplar, rezar y dar gracias.
Finalmente, el Papa terminó la celebración con la adoración y la bendición Eucarística, invitando a realizar la comunión espiritual. Aquí sigue la oración recitada por el Papa:
“Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén”.
Antes de salir de la Capilla dedicada al Espíritu Santo, se cantó la antigua antífona mariana Ave Regina Caelorum ("Ave Reina del Cielo").
31 marzo 2020, 08:43

lunes, 30 de marzo de 2020

El Papa se une a la llamada al “alto al fuego global e inmediato”

Llamamiento Del Papa Al Alto Al Fuego Global, 29 Marzo 2020 © Vatican Media

Del secretario general de las Naciones Unidas

(zenit – 30 marzo 2020).- El Papa Francisco apoya la propuesta de António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, una llamada al “alto al fuego global e inmediato en todos los rincones del mundo”, realizada el 24 de marzo de 2020.
El Papa hizo el llamamiento después de rezar el Ángelus el pasado domingo, 29 de marzo de 2020, desde la biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano. Para ello, pidió una “fraternidad” global y renunciar a las guerras para resolver conflictos a través del diálogo y una búsqueda constructiva de la paz”.
Corredores humanitarios
También abogó por corredores humanitarios: “Me uno a cuantos han aceptado este llamamiento e invito a todos que le den seguimiento deteniendo toda forma de hostilidades bélicas, fomentando la creación de corredores para la ayuda humanitaria, la apertura a la diplomacia, la atención a quienes se encuentran en situaciones de más grande vulnerabilidad”.
Hizo hincapié en la importancia de reconocer una “fraternidad humana” y de no resolver más los conflictos mediante la guerra: “Que nuestro compromiso conjunto contra la pandemia pueda llevar a todos a reconocer nuestra necesidad de fortalecer los lazos fraternales como miembros de una única familia humana. En particular, suscite en los responsables de las Naciones y otras partes implicadas un renovado compromiso para superar las rivalidades”.
Llamado de António Guterres
En los últimos días, el secretario general de las Naciones Unidas ha lanzado un llamamiento para “un alto al fuego global e inmediato en todo el mundo”, recordando la emergencia actual de la COVID-19, que no conoce fronteras.
António Guterres transmitió su llamado a su cuenta @antonioguterres: “Poner fin a la enfermedad de la guerra y combatir la enfermedad que está asolando nuestro mundo, la pandemia del coronavirus. Comienza con el final de la lucha en todas partes. Esto es lo que necesita nuestra familia humana, ahora más que nunca”.
El 27 de marzo, la ONU anunció que “la llamada a un alto el fuego global por parte del secretario general de la ONU, António Guterres, para hacer frente a la pandemia COVID-19, juntos fue escuchada por los beligerantes en Siria, Yemen, Camerún y Filipinas”.
Hacinamiento en las cárceles
Asimismo, en esta situación de emergencia, el Santo Padre manifestó su preocupación por la tensión que se vive en los centros penitenciarios de todo el mundo, teniendo en cuenta los problemas ya ocurridos algunos de ellos: motines o violencia han causado incluso la muerte de algunas personas internas, como en Brasil o en Colombia.
Así, al finalizar la oración mariana, el domingo, 29 de marzo, Francisco hizo un llamamiento a las autoridades competentes para hacer frente al problema de la superpoblación en las cárceles y a tomar medidas necesarias para evitar futuras tragedias.
“En este momento mi pensamiento va de manera especial a todas las personas que sufren la vulnerabilidad de estar forzadas a vivir en grupos: asilos, cuarteles… En particular me gustaría mencionar a las personas en las cárceles –precisó el Papa– he leído un memorandum oficial de la Comisión de Derechos Humanos que habla del problema del hacinamiento en las prisiones, que podría convertirse en una tragedia. Hago un 

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domingo, 29 de marzo de 2020

“¡Quiten la piedra de su corazón! Dejen que Dios devuelva la vida”

“Estamos llamados a quitar las piedras de todo lo que sabe a muerte”. Alocución del Santo Padre antes de rezar la oración mariana del Ángelus de este 29 de marzo, V Domingo de Cuaresma.
Renato Martinez – Ciudad del Vaticano
“Que la Virgen María nos ayude a ser compasivos como su Hijo Jesús, que ha hecho suyo nuestro dolor. Que cada uno de nosotros esté cerca de los que están en la prueba, convirtiéndose para ellos en un reflejo del amor y la ternura de Dios, que libera de la muerte y hace vencer la vida”, lo dijo el Papa Francisco en su alocución antes de rezar la oración mariana del Ángelus de este 29 de marzo, V Domingo de Cuaresma.

«El que crea en mí, aunque muera, vivirá»

El Santo Padre, comentando el Evangelio de este Domingo (cf. Jn 11, 1-45), que narra la Resurrección de Lázaro recordó que, Jesús era muy amigo de Lázaro, Marta y María. Y cuando Él llega a Betania, Lázaro llevaba ya cuatro días muerto; Marta corre al encuentro del Maestro y le dice: «¡Si tú hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto!». Jesús responde a Marta: «Tu hermano resucitará»; «Yo soy la resurrección y la vida; el que crea en mí, aunque muera, vivirá». Luego Jesús «conmovido profundamente se echó a llorar» por la muerte del amigo. Con esta perturbación en su corazón, fue al sepulcro, agradece al Padre que siempre le escucha, hace abrir la tumba y grita en voz alta: «¡Lázaro, ven afuera!». Y Lázaro salió con «los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario».
“Tu hermano resucitará; Yo soy la resurrección y la vida; el que crea en mí, aunque muera, vivirá”

¡Quiten la piedra de su corazón!

Después de relatar los momentos más sobresaliente de la narración del Evangelio, el Papa Francisco dijo que, “aquí tocamos con la mano que Dios es vida y dona vida, pero asume el drama de la muerte. Jesús habría podido evitar la muerte de su amigo Lázaro, pero ha querido hacer suyo nuestro dolor por la muerte de nuestros seres queridos, y sobre todo ha querido mostrar el dominio de Dios sobre la muerte”. En el Evangelio, precisa el Pontífice, vemos que la fe del hombre y la omnipotencia del amor de Dios se buscan y finalmente se encuentran. Lo vemos en el grito de Marta y María y todos nosotros con ellas: «¡Si hubieras estado aquí!...». Y la respuesta de Dios no es un discurso, es Jesús.
“Yo soy la resurrección y la vida... ¡Tengan fe! En medio del llanto sigan teniendo fe, aunque la muerte parezca haber ganado. ¡Quiten la piedra de su corazón! Dejen que la Palabra de Dios devuelva la vida donde hay muerte”

Quitar las piedras de todo lo que sabe a muerte

También hoy, afirma el Santo Padre, Jesús nos repite: "Quiten la piedra". Dios no nos ha creado para la tumba, nos ha creado para la vida, hermosa, buena, gozosa, a pesar que «la muerte ha entrado en el mundo por envidia del diablo» como dice el Libro de la Sabiduría, y Jesucristo ha venido a liberarnos de sus ataduras. Por lo tanto, subraya el Papa, estamos llamados a quitar las piedras de todo lo que sabe a muerte: la hipocresía con la que vivimos la fe, es muerte; la crítica destructiva a los demás es muerte; la ofensa, la calumnia, es muerte; la marginación de los pobres es muerte. “El Señor nos pide que quitemos estas piedras de nuestros corazones, y la vida entonces volverá a florecer a nuestro alrededor. Cristo vive, y quien lo acoge y se adhiere a Él entra en contacto con la vida. Sin Cristo, o fuera de Cristo, no sólo no hay vida, sino que se vuelve a caer en la muerte”.
“La resurrección de Lázaro es también un signo de la regeneración que se actúa en el creyente a través del Bautismo, con la plena inserción en el Misterio Pascual de Cristo. Por la acción y la fuerza del Espíritu Santo, el cristiano es una persona que camina en la vida como una nueva criatura: una criatura para la vida”
29 marzo 2020, 12:07

sábado, 28 de marzo de 2020

El Papa: se empieza a ver gente que tiene hambre, la Iglesia ayude a quien sufre

Este 28 de marzo, en la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa Santa Marta, el Santo Padre renovó su oración por las familias que comienzan a sufrir las consecuencias de la pandemia del Covid-19. En su homilía recordó a los sacerdotes y las religiosas que no han olvidado que pertenecen al pueblo y que siguen ayudando a los pobres y a los enfermos durante este período.
Vatican News
Hoy se celebra la 20ª Misa en directo desde la capilla de la Casa Santa Marta (video integral) presidida por el Papa Francisco tras la suspensión, en Italia y en otros países, de la celebración Eucarística con la participación de los fieles a causa de la pandemia de coronavirus. El Papa leyó la antífona de entrada: “Las olas de la muerte me envolvieron y me cercaron los lazos del abismo; en mi angustia invoqué al Señor, y él escuchó mi voz desde su templo” (Sal 17, 5-7). En la intención de oración, dirigió su pensamiento a los que empiezan a sufrir las consecuencias económicas de esta crisis sanitaria:
“En estos días, en algunas partes del mundo, se han evidenciado – algunas consecuencias – de la pandemia; una de ellas es el hambre. Se comienza a ver gente que tiene hambre, porque no pueden trabajar, porque no tienen un trabajo fijo y por muchas circunstancias. Ya estamos empezando a ver el ‘después’, que vendrá más tarde pero comienza ahora. Rezamos por las familias que empiezan a sentir la necesidad debido a la pandemia”.
En su homilía, comentando el Evangelio de hoy (Jn 7, 40-53), Francisco afirmó con fuerza que los sacerdotes y las hermanas hacen bien en ensuciarse las manos ayudando a los pobres y a los enfermos, incluso en este tiempo. La "clase" sacerdotal nunca debe convertirse en una élite encerrada en un servicio religioso alejado del pueblo, nunca debe olvidar que pertenece al pueblo y servirlo.
A continuación el texto de la homilía según nuestra transcripción y al mismo tiempo te invitamos a seguir la Santa Misa desde nuestro canal de Youtube:
"Y todos volvieron a su casa" (Jn. 7:53): después de la discusión y todo esto, todos volvieron a sus convicciones. Hay una ruptura en el pueblo: el pueblo que sigue a Jesús lo escucha – no se da cuenta de cuánto tiempo pasa escuchándolo, porque la Palabra de Jesús entra en sus corazones – y el grupo de doctores de la Ley que a priori rechazan a Jesús porque no obra según la ley, según ellos. Son dos grupos de personas. El pueblo que ama a Jesús, lo sigue y el grupo de intelectuales de la Ley, los líderes de Israel, los líderes del pueblo. Está claro que cuando los guardias volvieron a los jefes de los sacerdotes y dijeron: "¿Por qué no lo han traído aquí?", los guardias respondieron: "Nunca un hombre ha hablado así. Pero los fariseos les respondieron: "¿También ustedes se han dejado engañar? ¿Alguno de los líderes de los fariseos creía en él? Pero los que no conocen la Ley son malditos" (Jn 7, 45-49). Este grupo de doctores de la Ley, la élite, siente desprecio por Jesús. Pero también, desprecian al pueblo, "esa gente", que es ignorante, que no sabe nada. El santo pueblo fiel de Dios cree en Jesús, lo sigue, y este pequeño grupo de élite, los Doctores de la Ley, se separan del pueblo y no reciben a Jesús. ¿Pero cómo es que, si estos eran ilustres, inteligentes, habían estudiado? Pero tenían un gran defecto: habían perdido la memoria de su pertenencia a un pueblo.
El pueblo de Dios sigue a Jesús... no pueden explicar por qué, pero lo siguen y llegan al corazón, y no se cansan. Pensemos en el día de la multiplicación de los panes: pasaron todo el día con Jesús, hasta el punto de que los apóstoles le dicen a Jesús: "Déjalos que se vayan y compren comida" (Cf. Mc 6,36). Incluso los apóstoles tomaron distancia, no consideraron, no despreciaron, pero no consideraron al pueblo de Dios. "Déjalos ir y comer. La respuesta de Jesús: "Denles ustedes de comer" (CFR. Mc 6,37). Los devuelve al pueblo.
Esta ruptura entre la élite de los líderes religiosos y el pueblo es una tragedia que viene de lejos. Pensemos también, en el Antiguo Testamento, en la actitud de los hijos de Elí en el templo: se sirvieron del pueblo de Dios; y si algunos de ellos, un poco ateos, venían a cumplir la Ley, decían: "Son supersticiosos". Desprecio por el pueblo. El desprecio de la gente "que no está educada como nosotros que hemos estudiado, que sabemos...". En cambio, el pueblo de Dios tiene una gran gracia: su sentido del olfato. El olfato de saber dónde está el Espíritu. Es un pecador, como nosotros: es un pecador. Pero tienen esa sensación de conocer los caminos de la salvación.
El problema de las élites, de los clérigos de élite como estos, es que habían perdido la memoria de su pertenencia al Pueblo de Dios; se volvieron sofisticados, pasaron a otra clase social, se sintieron líderes. Es el clericalismo lo que ya existía. "¿Pero cómo es que - he oído en estos días - cómo es que estas monjas, estos sacerdotes que están sanos van a los pobres a alimentarlos, y pueden coger el coronavirus? ¡Pero dile a la Madre Superiora que no deja salir a las monjas, dile al obispo que no deja salir a los sacerdotes! ¡Son para los sacramentos! Pero aliméntalos, ¡deja que el gobierno provea!". De eso se habla hoy en día: del mismo argumento. "Son gente de segunda clase: somos la clase dirigente, no debemos ensuciarnos las manos con los pobres".
Muchas veces pienso: son buenas personas - sacerdotes, monjas - que no tienen el valor de ir a servir a los pobres. Falta algo. Lo que faltaba a estas personas, a los doctores de la ley. Perdieron su memoria, perdieron lo que Jesús sentía en sus corazones: que eran parte de su pueblo. Han perdido la memoria de lo que Dios le dijo a David: "Te tomé de la grey". Han perdido la memoria de ser parte de la grey.
Y estos, cada uno, cada uno regresó a casa (cf. Jn 7, 53). Una ruptura. Nicodemo, que vio algo - era un hombre inquieto, quizás no tan valiente, demasiado diplomático, pero inquieto - fue a Jesús entonces, pero fue fiel con lo que pudo; trató de mediar y toma de la Ley: "¿Nuestra Ley juzga a un hombre antes de que lo hayamos escuchado y sepamos lo que hace?". (Jn 7, 51). Le respondieron, pero no contestaron a la pregunta sobre la Ley: "¿Eres tú también de Galilea? Estudia. Ustedes son ignorantes y verán que de Galilea no hay profeta" (Jn 7, 52). Y así terminaron la historia.
Pensemos también hoy en tantos hombres y mujeres cualificados para el servicio de Dios que son buenos y van a servir al pueblo; tantos sacerdotes que no se separan del pueblo. Anteayer recibí una fotografía de un sacerdote, un párroco de montaña, de muchos pequeños pueblos, en un lugar donde nieva, y en la nieve llevaba la custodia a los pequeños pueblos para dar la bendición. No le importaba la nieve, no le importaba el ardor que el frío le hacía sentir en sus manos en contacto con el metal de la custodia: sólo le importaba llevar a Jesús a la gente.
Pensemos, cada uno de nosotros, de qué lado estamos, si estamos en el medio, un poco indecisos, si estamos con el sentimiento del pueblo de Dios, el pueblo fiel de Dios que no puede fallar: tienen esa infalibilitas en creer. Y pensamos en la élite que se separa del pueblo de Dios, en ese clericalismo. Y quizás el consejo que Pablo da a su discípulo, el joven obispo, Timoteo, nos sirva a todos: "Acuérdate de tu madre y de tu abuela" (Cf. 2 Tim 1,5) Acuérdate de tu madre y de tu abuela. Si Pablo aconsejó esto fue porque conocía bien el peligro al que conducía este sentido de élite en nuestro liderazgo.
Antes de concluir la Misa, el Papa exhortó a la Comunión espiritual en este difícil momento debido a la pandemia del coronavirus, y terminó la celebración con la adoración y la bendición Eucarística.
“A tus pies, oh Jesús mío, me postro y te ofrezco el arrepentimiento de mi corazón contrito que se abandona en su nada y en Tu santa presencia. Te adoro en el sacramento de tu amor, deseo recibirte en la pobre morada que mi corazón te ofrece. En espera de la felicidad de la comunión sacramental, quiero tenerte en espíritu. Ven a mí, oh Jesús mío, que yo vaya hacia Tí. Que tu amor pueda inflamar todo mi ser, para la vida y para la muerte. Creo en Ti, espero en Ti, Te amo. Que así sea”.
28 marzo 2020, 10:19

viernes, 27 de marzo de 2020

El Papa en Santa Marta agradece a los que se preocupan por quienes están en dificultad


Este 27 de marzo, en la Misa en Santa Marta, el Santo Padre dirigió una vez más su pensamiento a los enfermos, a los ancianos solos, a las familias que no tienen nada para vivir, y expresó su gratitud a los que se preocupan por ellos. En su homilía dijo que contra la furia destructiva que despierta el demonio, es necesario el coraje del silencio. Esto es lo que hizo Jesús, y esto es lo que se debe hacer frente a la mezquina obstinación, como las habladurías.

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En la Misa matutina celebrada – y transmitida en vivo – en la Capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco expresó su gratitud por aquellos que piensan en los demás, en este difícil momento caracterizado por la pandemia del coronavirus. Estas fueron sus palabras en la introducción de la misa:
“En estos días, han llegado noticias de cómo tanta gente está empezando a preocuparse de una manera más general por los demás, y piensan en las familias que no tienen lo suficiente para vivir, los ancianos solos, los enfermos en el hospital y rezan y tratan de hacer llegar alguna ayuda... Esta es una buena señal. Agradezcamos al Señor por suscitar estos sentimientos en los corazones de sus fieles”.
En su homilía, comentando las lecturas de hoy, tomadas del Libro de la Sabiduría (Sabiduría 2, 1. 12-22) y del Evangelio de Juan (Jn 7, 1-2. 10. 25-30), subrayó que el ensañamiento de los que querían matar a Jesús era suscitado por el diablo, porque detrás de toda furia destructiva está el diablo. No se puede discutir con los que están enfurecidos, sólo se puede callar, como hizo Jesús que eligió el silencio y la Pasión. Es el estilo que se debe seguir incluso con las pequeñas obstinaciones diarias, las habladurías.
A continuación el texto de la homilía según nuestra transcripción y al mismo tiempo te invitamos a seguir la Santa Misa (video integral) desde nuestro canal de Youtube:
La primera lectura es casi una crónica (anticipada) de lo que le pasará a Jesús. Es una crónica adelantada, es una profecía. Parece una descripción histórica de lo que pasó después. ¿Qué dicen los impíos? “Tendamos trampas al justo, porque nos molesta y se opone a nuestra manera de obrar; nos echa en cara las transgresiones a la Ley y nos reprocha las faltas contra la enseñanza recibida. Es un vivo reproche contra nuestra manera de pensar y su sola presencia nos resulta insoportable, porque lleva una vida distinta de los demás y va por caminos muy diferentes… Porque si el justo es hijo de Dios, Él lo protegerá y lo librará de las manos de sus enemigos”. Pensemos en lo que le decían a Jesús en la cruz: "Si eres el Hijo de Dios, baja; que Él venga a salvarte". Y luego, el plan de acción: “Pongámoslo a prueba con ultrajes y tormentos, para conocer su temple y probar su paciencia. Condenémoslo a una muerte infame, ya que él asegura que Dios lo visitará”. Es una profecía, precisamente, de lo que ha sucedido. Y los judíos trataban de matarlo, dice el Evangelio. Entonces, también trataron de arrestarlo – nos dice el Evangelio – “pero nadie puso las manos sobre Él, porque todavía no había llegado su hora”.
Esta profecía es demasiado detallada; el plan de acción de esta gente malvada es sólo detalles sobre detalles, no escatimemos nada, probémoslo con violencia y tormento, y pongamos a prueba el espíritu de resistencia... sujetémoslo en trampas, atrapémoslo, (para ver) si cae... Esto no es un simple odio, no hay un plan de acción malvado - ciertamente - de un partido contra otro: esto es otra cosa. Esto se llama ensañamiento: cuando el diablo que está detrás, siempre, detrás de todo ensañamiento, trata de destruir y no escatima los medios. Pensemos en el comienzo del Libro de Job, que es profético sobre esto: Dios está satisfecho con el modo de vida de Job, y el diablo le dice: "¡Sí, porque lo tiene todo, no tiene ninguna prueba! ¡Pónganlo a prueba!" Y primero el diablo le quita sus posesiones, luego le quita su salud, y Job nunca, nunca se alejó de Dios. Pero el diablo, lo que hace, es ensañarse. Siempre. Detrás de toda la furia está el diablo, para destruir la obra de Dios. Detrás de una discusión o enemistad, puede ser el diablo, pero desde lejos, con tentaciones normales. Pero cuando hay ensañamiento, no dudamos: está la presencia del diablo. Y el ensañamiento es sutil. Pensemos en cómo el diablo ha sido furioso no sólo contra Jesús, sino también en las persecuciones de los cristianos; cómo ha buscado los medios más sofisticados para llevarlos a la apostasía, para alejarse de Dios. Esto es, como decimos en el lenguaje cotidiano, esto es diabólico: sí; inteligencia diabólica.
Me contaban algunos Obispos de uno de los países que sufrieron la dictadura de un régimen ateo que llegaron, en las persecuciones, a detalles como éste: el lunes después de Pascua las maestras tenían que preguntar a los niños: "¿Qué comisteis ayer?", y los niños decían lo qué habían comido en el almuerzo. Y algunos decían: "Huevos", y los que decían "huevos" eran perseguidos para ver si eran cristianos porque en ese país comían huevos el Domingo de Pascua. Hasta este punto, de ver, de espionaje, donde hay un cristiano para matarlo. Esto es un ensañamiento en la persecución y esto es el diablo.
¿Y qué se hace en el momento del ensañamiento? Sólo se pueden hacer dos cosas: discutir con esta gente no es posible porque tienen sus propias ideas, ideas fijas, ideas que el diablo ha sembrado en sus corazones. Hemos oído cuál es su plan de acción. ¿Qué se puede hacer? Lo que hizo Jesús: callarse. Es sorprendente cuando leemos en el Evangelio que frente a todas estas acusaciones, todas estas cosas, Jesús guardó silencio. Frente al espíritu de furia, sólo silencio, nunca justificación. Nunca. Jesús habló, explicó. Cuando comprendió que no había palabras, silencio. Y en silencio Jesús hizo su Pasión. Es el silencio de los justos frente a la obstinación. Y esto también es válido para – llamémoslo así – la pequeña tenacidad diaria, cuando uno de nosotros escucha que hay una habladuría allí, contra él, y decimos cosas y luego no sale nada... cállate. Silencio. Y soportar y tolerar la obstinación. La habladuría es también un ensañamiento, un ensañamiento social: en la sociedad, en el vecindario, en el lugar de trabajo, pero siempre contra él. Es un ensañamiento no tan fuerte como este, pero es una furia, destruir al otro porque se puede ver que el otro incomoda, molesta.
Pidamos al Señor la gracia de luchar contra el mal espíritu, de discutir cuando tengamos que discutir; pero frente al espíritu de obstinación, tener el coraje de callar y dejar hablar a los demás. Lo mismo ante esta pequeña obstinación diaria que es la habladuría: dejarlos hablar. En silencio, ante Dios.
Finalmente, el Papa terminó la celebración con la adoración y la bendición Eucarística, invitando a tomar la comunión espiritual. Aquí sigue la oración recitada por el Papa:
“Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén”.
Antes de salir de la Capilla dedicada al Espíritu Santo, se cantó la antigua antífona mariana Ave Regina Caelorum ("Ave Reina del Cielo").
27 marzo 2020, 08:55

jueves, 26 de marzo de 2020

El Papa: Cuaresma, tiempo para desconectar el celular y conectarse al Evangelio

En medio del rumor de la mundanidad “nos cuesta escuchar la voz del Señor”, pero en cambio “necesitamos” hablar con Dios “como el pan, más que el pan”. Por eso en la catequesis del miércoles 26 de febrero el Papa exhorta a entrar en el desierto con el Señor y dejar que transforme nuestros corazones para redescubrir lo que verdaderamente importa y reencontrar los rostros de los que están a nuestro lado. Porque la Cuaresma, además, es un viaje de caridad.

Griselda Mutual – Ciudad del Vaticano
Vivimos en un tiempo “contaminado” por demasiada violencia verbal, por palabras ofensivas y dañinas, “inundados de palabras vacías”, y en medio de este rumor “nos cuesta escuchar la voz del Señor”. La Cuaresma, en cambio, “es tiempo para apagar la televisión”, para “desconectarnos del celular y conectarnos al Evangelio”, es tiempo para entrar en el desierto con Jesús, porque “dialogar en silencio con el Señor nos devuelve la vida”. En el Miércoles de Ceniza el Papa Francisco dedicó su catequesis a reflexionar sobre el significado espiritual del desierto, llamando a todos a recorrer el camino cuaresmal a través de la oración, el ayuno y las obras de misericordia.
Imaginemos que estamos en un desierto: nos alejamos de los ruidos, de todo lo que nos rodea habitualmente y nos envuelve un gran silencio. En el desierto hay ausencia de palabras, y así podemos hacer espacio para que el Señor nos hable al corazón: es el lugar de la Palabra de DiosEn el desierto, también nos alejamos de tantas realidades superfluas que nos rodean, aprendemos a “ayunar”, que es renunciar a cosas vanas para ir a lo esencial. Por último, el desierto es un lugar de soledad. Allí podemos encontrar y ayudar a tantos hermanos descartados por la sociedad, tantos hermanos solos que viven en el silencio y en la marginalidad.

Hacer lugar a la Palabra de Dios

En un mundo contaminado por palabras ofensivas que “la red amplifica”, el Papa Francisco invita en esta Cuaresma a hacer “silencio en el corazón”, porque "solamente en el silencio" se puede escuchar la voz de Dios. En medio del rumor de la mundanidad, el  Santo Padre constata la dificultad de escuchar la voz del Señor cuando, en cambio, necesitamos hablar con Dios “como el pan, más que el pan", porque “sólo ante Él salen a la luz las inclinaciones del corazón y caen los dobleces del alma”. 
El camino a través del desierto cuaresmal es un tiempo propicio en nuestra vida para apagar la televisión y abrir la Biblia; para desconectarnos del celular y conectarnos al Evangelio; para renunciar a tantas palabras y críticas inútiles para estar más tiempo con el Señor,  y dejar que transforme nuestro corazón.

Ir a lo esencial

La reflexión del Papa de este miércoles se detiene en las muchas cosas inútiles que rodean nuestras vidas, y en la carrera en la búsqueda de cosas que “parecen necesarias pero en realidad no lo son”. En su lugar, observa cuánto bien nos haría "deshacernos de tantas realidades superfluas, para redescubrir lo que importa, para reencontrar los rostros de los que están a nuestro lado”. Y el ejemplo de esto, señala, "nos lo da Jesús al ayunar":
Ayunar es saber renunciar a las cosas vanas, a lo superfluo, para ir a lo esencial. Ayunar no es solamente para adelgazar, ayunar es ir precisamente a lo esencial, es buscar la belleza de una vida más simple.

Caridad hacia los más débiles

El desierto, “lugar de soledad”, explica el Pontífice, nos conduce también a encontrar muchos otros “desiertos”: son las personas solas y abandonadas, los pobres y los ancianos que están a nuestro lado y que viven en el silencio, "marginalizados y descartados". El desierto cuaresmal, afirma el Papa, “es un viaje de caridad hacia los más débiles”.
El desierto nos conduce a aquellos que, silenciados, piden en silencio nuestra ayuda.

Oración, ayuno, obras de misericordia

En el inicio del tiempo de Cuaresma el Papa Francisco hace presente que “en el desierto se abre el camino que nos lleva de la muerte a la vida”. Y es por eso que invita a entrar en el desierto "con coraje", porque saldremos de Él "saboreando la Pascua, la potencia del amor de Dios que renueva la vida": 
Que el Señor nos ayude a entrar en el desierto cuaresmal, que lo sepamos recorrer a través de la oración, el ayuno y las obras de misericordia, para que podamos gustar la Pascua, la fuerza del amor de Dios que hace florecer los desiertos de nuestra vida. 


Saludos a los fieles

Durante sus saludos a los fieles en los distintos idiomas, dirigiéndose a los peregrinos de lengua árabe, el Sumo Pontífice tuvo palabras en particular hacia aquellos provenientes de Irak, a quienes quiso expresar su cercanía y oraciónEn la conclusión de la Audiencia, manifestó nuevamente su cercanía a los enfermos a causa del Coronavirus, a los operadores de salud que cuidan de los enfermos, a las autoridades civiles y a todos los que se están empeñando para asistir a los pacientes y detener el contagio.