miércoles, 31 de agosto de 2016

Catequesis del Papa: La misericordia ofrece dignidad

31/08/2016 11:21
El Papa Francisco durante la audiencia general del último miércoles de agosto - ANSA

Texto y audio de la catequesis del Santo Padre Francisco:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio que hemos escuchado nos presenta una figura que sobresale por su fe y su coraje. Se trata de la mujer a la que Jesús curó de sus pérdidas de sangre (Cfr. Mt 9,20-22). Pasando en medio de la muchedumbre, se acerca por detrás de Jesús para tocar el borde de su manto. Pensaba: “Con sólo tocar su manto, quedaré curada”  (v. 21). ¡Cuánta fe, eh! ¡Cuánta fe tenía esta mujer! Razonaba así porque estaba animada por tanta fe, tanta esperanza y, con un toque de astucia, realiza cuanto lleva en su corazón. El deseo de ser salvada por Jesús es tan grande que la hace ir más allá de las prescripciones establecidas por la ley de Moisés.


En efecto, esta pobre mujer desde hacía tantos años no sólo estaba sencillamente enferma, sino que era considerada impura porque padecía de hemorragias (Cfr. Lv 15, 19-30). Por esta razón estaba excluida de las liturgias, de la vida conyugal, de las relaciones normales con el prójimo. El evangelista Marcos añade que había consultado a muchos médicos, agotando sus medios para pagarlos y soportando tratamientos dolorosos, pero sólo había empeorado. Era una mujer descartada por la sociedad. Es importante considerar esta condición – de descartada – para entender su estado de ánimo: ella siente que Jesús puede liberarla de la enfermedad y del estado de marginación y de indignidad en el que se encuentra desde hace años. En una palabra: sabe, siente que Jesús puede salvarla.


Este caso nos hace reflexionar acerca de cómo la mujer muchas veces es percibida y representada. A todos se nos pone en guardia, también a las comunidades cristianas, contra consideraciones de la feminidad aminoradas por prejuicios y recelos ultrajantes de su intangible dignidad. En este sentido son precisamente los Evangelios los que  restablecen la verdad y reconducen a un punto de vista liberatorio.


Jesús ha admirado la fe de esta mujer a la que todos evitaban y ha transformado su esperanza en salvación. No conocemos su nombre, pero las pocas líneas con las que los Evangelios describen su encuentro con Jesús trazan un itinerario de fe capaz de restablecer la verdad y la grandeza de la dignidad de toda persona. En el encuentro con Cristo se abre para todos, hombres y mujeres de todo lugar y de todo tiempo, el camino de la liberación y de la salvación.


El Evangelio de Mateo dice que cuando la mujer tocó el manto de Jesús, Él “se dio vuelta”, la vio (v. 22), y le dirigió la palabra. Como decíamos, a causa de su estado de exclusión, la mujer ha actuado a escondidas, detrás de Jesús – tenía un poco de temor – para no ser vista, porque era una descartada. En cambio, Jesús la ve y su mirada no es de reproche, no dice: “¡Vete de aquí, tú eres una descartada!”, como si dijera: “¡Tú eres una leprosa, vete!”, ¿no? No reprocha. Sino que la mirada de Jesús es de misericordia y ternura. Él sabe lo que ha sucedido y busca el encuentro personal con ella, lo que, en el fondo, ella misma anhelaba. Esto significa que Jesús no sólo la acoge, sino que la considera digna de ese encuentro hasta el punto que le dona su palabra y su atención.


En la parte central del relato el término salvación se repite tres veces. “Con sólo tocar su manto, quedaré curada. Jesús se dio vuelta, y al verla, le dijo: ‘Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado’” (vv. 21-22). Este “ten confianza, hija” – “confianza hija”, dice Jesús – expresa toda la misericordia de Dios por aquella persona, y por toda persona descartada. Pero cuántas veces nos sentimos interiormente descartados por nuestros pecados, hemos hecho tantas, hemos hecho tantas… Y el Señor nos dice: “¡Confianza! ¡Ven! Para mí tú no eres un descartado, una descartada. Confianza, hija. Tú eres un hijo, una hija”. Y éste es el momento de la gracia, es el momento del perdón, es el momento de la inclusión en la vida de Jesús, en la vida de la Iglesia. 


Es el momento de la misericordia. Hoy, a todos nosotros, pecadores, que somos grandes pecadores o pocos [pequeños] pecadores, pero todos lo somos, ¡eh!,  a todos [nosotros] el Señor nos dice: “¡Confianza, ven! Ya no eres descartado, no eres descartada: yo te perdono, yo de abrazo”.
Así es la misericordia de Dios. Debemos tener coraje e ir hacia Él; pedir perdón por nuestros pecados e ir adelante. Con coraje, como hizo esta mujer.  Después, la “salvación” adquiere múltiples rasgos: ante todo devuelve la salud a la mujer; después la libera de las discriminaciones sociales y religiosas; además, realiza la esperanza que ella llevaba en su corazón anulando sus temores y su desaliento; y, en fin, la devuelve a la comunidad liberándola de la necesidad de actuar a escondidas. 


Y esto último es importante: un descartado siempre hace algo a escondidas [alguna vez] o toda la vida: pensemos en los leprosos de aquellos tiempos, en los sin techo de hoy… pensemos en los pecadores, ¡eh!, en nosotros pecadores: siempre hacemos algo a escondidas, como … tenemos necesidad de hacer algo a escondidas y nos avergonzamos por lo que somos. Y Él nos libera de esto, Jesús nos libera y hace que nos pongamos de pie: “Levántate, ven. De pie”. Como Dios nos ha creado: Dios nos ha creado de pie, no humillados. De pie. La salvación que Jesús da es total, reintegra a la vida de la mujer en la esfera del amor de Dios y, al mismo tiempo, la restablece en su plena dignidad.
En suma, no es el manto que la mujer ha tocado el que le da la salvación, sino la palabra de Jesús, acogida en la fe, capaz de consolarla, curarla y restablecerla en la relación con Dios y con su pueblo. Jesús es la única fuente de bendición de la que brota la salvación para todos los hombres, y la fe es la disposición fundamental para acogerla.


Jesús, una vez más, con su comportamiento lleno de misericordia, indica a la Iglesia el itinerario que debe realizar para salir al encuentro de cada persona, para que cada uno pueda ser curado en el cuerpo y en el espíritu, y recuperar la dignidad de hijos de Dios. Gracias.

martes, 30 de agosto de 2016

Cercanía espiritual del Papa por la beatificación de Mama Antula


 
(RV).- El Santo Padre Francisco se unió a la celebración de la beatificación de Mama Antula en Santiago del Estero, Argentina, el pasado sábado 27 de agosto, mediante una carta en la que da gracias a Dios por “haber bendecido su tierra con esta mujer valiente, plena de amor a Jesucristo, y que nos señala el camino, el único de salvación”.
“Le pido a ella que los bendiga a todos ustedes y los haga crecer en el amor de Dios y en amor entre ustedes” – escribe el Pontífice – y concluye con su petición de rezar por él. La carta fue enviada al Obispo de Santiago del Estero, Mons. Vicente Bokalic, y fue leída durante la ceremonia realizada en el Parque Aguirre, de la capital de esa provincia.
A la Santa Misa, que presidió el Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, asistieron también el Cardenal primado de la Argentina, Mario Aurelio Poli, Arzobispo de Buenos Aires y el Cardenal Héctor Villalba, además de la vicepresidenta del país, Gabriela Michetti, en representación del gobierno nacional, y la gobernadora santiagueña, Claudia Ledesma Abdala de Zamora.
En la Carta Apostólica se lee:
Nosotros, cumpliendo los deseos de nuestro hermanos, Mario Aurelio, Su Excelencia reverendísima Cardenal Poli, Arzobispo metropolitano de Buenos Aires y de Vicente Bokalic, Obispo de Santiago del Estero y también de muchos otros hermanos en el episcopado y de numerosos fieles, después de haber escuchado el parecer de la Congregación para las Causas de los Santos, con nuestra autoridad apostólica, concedemos la facultad de que la venerable Sierva de Dios, María Antonia Paz y Figueroa, virgen, fundadora de la casa de ejercicios espirituales, dócil instrumento de la Providencia y asidua misionera en el servicio del Evangelio, sea llamada Beata de ahora en adelante y que su fiesta pueda celebrarse cada año el 7 de marzo, día en el que nació para el cielo, en los lugares y según los modos establecidos por el derecho.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amen.
Dado en Roma, junto a San Pedro el día 17 del mes de agosto en el año del señor dos mil dieciséis , cuarto de nuestro pontificado.
Francisco.

(María Fernanda Bernasconi - RV).

Jubileo en el continente americano: una Iglesia que se abre a la Misericordia de Dios

Inauguración del Jubileo de la Misericordia en el continente americano con la proyección de un video mensaje del Papa. - RV
30/08/2016 13:05
(RV).- Hoy concluye la celebración del Jubileo Extraordinario de la Misericordia en el continente americano organizado en Bogotá del 27 al 30 de agosto y que fue inaugurado con la proyección de un video mensaje de Papa Francisco. "Pastores que sepan tratar y no maltratar”, “el Alzheimer espiritual” o el hecho de ser “misericordiado”, fueron algunos de los términos a los que recurrió el Santo Padre para explicar la «gracia reparadora» con la actúa la misericordia derramada por Dios en el corazón del hombre.
Este gran evento jubilar ha sido convocado y organizado conjuntamente por la Comisión Pontificia para América Latina (CAL) y el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), en colaboración con los episcopados de Estados Unidos y Canadá.
Según el comunicado oficial emitido por los miembros de la organización, el Congreso constó de cuatro grandes conferencias. La primera corrió a cargo de monseñor Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, a quien el Santo Padre encomendó la programación y organización del Año Jubilar. “Este es el gran tiempo de la misericordia” fue el tema de su ponencia.
La segunda conferencia, sobre “La Iglesia sacramento de misericordia”, fue organizada por el cardenal Ouellet. Por su parte, el padre Eduardo Chávez, canónigo de la Basílica-Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, máximo experto y “carismático” del acontecimiento guadalupano, fue el responsable de pronunciar el tercer coloquio en el cual se habló sobre “La santidad en tiempos de Francisco”.
Finalmente se expondrá en la última sesión de hoy, el tema de la “Misericordia como alma de una cultura del encuentro, del perdón y de la reconciliación en el continente americano”, presentado por los arzobispos de Tunja: monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana, y monseñor José Horacio Gómez, arzobispo de Los Ángeles.
Directo desde la capital de Colombia, el Padre José Tola comisario de la CAL, comparte para Radio Vaticana los testimonios del cardenal de Honduras Óscar Maradiaga y del Obispo de Haití, monseñor Pierre-André Dumas, quienes explican el sentido de este Jubileo de la Misericordia celebrado en el continente americano y sus frutos potenciales. Escuchemos:

(SL-RV)




miércoles, 24 de agosto de 2016

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PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 24 de agosto de 2016


Había preparado la catequesis de hoy, como para todos los miércoles de este Año de la Misericordia, sobre el tema de la cercanía de Jesús, pero ante la noticia del terremoto que ha golpeado el centro de Italia, devastando zonas enteras y dejando muertos y heridos, no puedo dejar de manifestar mi gran dolor y mi cercanía a todas las personas presentes en los lugares azotados por los temblores, a todas las personas que han perdido sus seres queridos y a aquellas que todavía están afectadas por el miedo y el terror. Oír lo que el Alcalde de Amatrice ha dicho: «el pueblo ya no existe», y saber que entre los muertos hay también niños, me conmueve mucho.


A todas estas personas en Accumoli, Amatrice y en otras partes, en la Diócesis de Rieti y de Ascoli Piceno y todo el Lazio, en Umbría y en Las Marcas, quiero asegurarles nuestra oración y decirles que confíen en la caricia y en el abrazo de toda la Iglesia, que en este momento desea estrecharse a ellos con su amor materno, también en el abrazo de los que estamos aquí en la plaza.


Agradecemos a todos los voluntarios y personal de protección civil que están socorriendo a estas poblaciones, y os pido que nos unamos en oración, para que, por la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, el Señor Jesús, que siempre se ha conmovido ante el dolor humano, consuele a estos corazones afligidos y les dé la paz.


Dejémonos conmover con Jesús.
Por tanto, posponemos para la próxima semana la catequesis de este miércoles. Y los invito ahora a rezar conmigo una parte del Santo Rosario: “Los Misterios dolorosos”.

* * * * *
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España y Latinoamérica. Los invito a salir al encuentro de las necesidades del prójimo, para que cada uno de nosotros pueda experimentar en su vida la mirada misericordiosa de Dios, y ser curado en el cuerpo y en el espíritu, recuperando la dignidad de ser hijos de un mismo Padre. Muchas gracias.



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domingo, 21 de agosto de 2016

El Papa pide no desperdiciar la vida como si fuera un videojuego o una telenovela

 

21/08/2016 - 06:53 am .ACI- En sus palabras previas al rezo del Ángelus, el Papa Francisco recordó que el objetivo de la vida es alcanzar la salvación eterna y por ello no se deben desperdiciar las “tantas ocasiones” que ofrece el Señor, como si el paso por este mundo fuese “un video juego o una telenovela”.

miércoles, 17 de agosto de 2016

PAPA FRANCISCO AUDIENCIA GENERAL


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Miércoles 17 de agosto de 2016


Queridos hermanos y hermanas
Jesús se conmovió al ver a la multitud que estaba extenuada y hambrienta, y salió a su encuentro para socorrerla. No solamente se preocupó de los que le seguían, sino que deseaba que sus discípulos se comprometieran en auxiliar al pueblo, mandándoles: «dadles vosotros de comer».


La bendición de Jesús sobre los cinco panes y los dos peces anuncia de antemano la Eucaristía, de la que el cristiano se alimenta y de la que saca fuerza para la vida. La Eucaristía nos va trasformando en Cuerpo de Cristo y en alimento para nuestros hermanos. Jesús desea que su alimento llegue a todos y que sus discípulos, que somos nosotros, sean los que lo entreguen a los demás.


Jesús nos ha enseñado el camino a seguir y nos manda que seamos nosotros quienes lo llevemos a los demás, a él, que es alimento que sacia y da vida, crea unidad y comunión.

* * * * *
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España y Latinoamérica. Los invito a alimentarse constantemente de la Eucaristía para ser a su vez alimento para los demás e instrumento de comunión en la familia, en el trabajo, en el ámbito donde viven, siendo testigos de la misericordia y de la ternura de Dios. Muchas gracias.





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lunes, 15 de agosto de 2016

Papa Francisco: Con la Asunción de María vemos cómo Dios eleva a los humildes



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Papa Francisco. Foto: Bohumil Petrik - ACI Prensa / Virgen María.
Papa Francisco. Foto: Bohumil Petrik - ACI Prensa / Virgen María.
 
VATICANO, 15 Ago. 16 / 06:58 am (ACI).- En el mensaje previo al rezo del Ángelus por la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María, el 15 de agosto, el Papa Francisco subrayó que en esta día vemos “que el Señor derriba a los poderosos de su trono y eleva a los humildes”.
El Evangelio de hoy, señaló el Papa, presenta “el encuentro entre María y su prima Isabel, subrayando que ‘María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá’”.

“En aquellos días, María corría hacia una pequeña ciudad a los alrededores de Jerusalén para encontrar a Isabel. Hoy, en cambio, la contemplamos en su camino hacia la Jerusalén celeste, para encontrar finalmente el rostro del Padre y volver a ver el rostro de su Hijo Jesús”.

El Santo Padre destacó que la Virgen “muchas veces en su vida terrena había recorrido zonas montañosas, hasta la última etapa dolorosa del Calvario, asociada al misterio de la pasión de Cristo. Ahora la vemos llegar a la montaña de Dios, ‘revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza’ –como dice el Libro del Apocalipsis– y la vemos cruzar el umbral de la patria celeste”.

domingo, 14 de agosto de 2016

“El fuego de Jesús nos ayuda a superar los muros y las barreras de hoy”, el Papa en el Ángelus




El Papa Francisco con los fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro para rezar la oración mariana del Ángelus del segundo domingo de agosto. - AFP
14/08/2016 12:10

(RV).- “Estamos llamados a convertirnos siempre más en una comunidad de personas guiadas y transformadas por el Espíritu Santo, llenas de comprensión, con el corazón abierto y el rostro gozoso”, lo dijo el Papa Francisco a los fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro para rezar la oración mariana del Ángelus del segundo domingo de agosto.



Comentando el Evangelio que la liturgia presenta este XX Domingo del tiempo Ordinario, el Santo Padre señaló que Jesús utiliza tres imágenes para explicar a sus discípulos el objetivo de su misión: el fuego, el bautismo y la división. Hoy, dijo el Papa, deseo hablar de la primera imagen, aquella del fuego.



“El fuego del cual habla Jesús es el fuego del Espíritu Santo, señaló el Pontífice, es la presencia viva y operante en nosotros desde el día de nuestro Bautismo. Es una fuerza creadora que purifica y renueva, incendia toda humana miseria, todo egoísmo, todo pecado, nos transforma desde adentro, nos regenera y nos hace capaces de amar”.



Sólo con este fuego, indicó el Papa podrá desarrollarse y hacer progresar el Reino de Dios, sólo si nos abrimos completamente a la acción del Espíritu Santo, Él nos donará la audacia y el fervor para anunciar a todos a Jesús y su consolador mensaje de misericordia y de salvación.





Por ello, la Iglesia en el cumplimiento de su misión en el mundo, agregó el Papa Francisco, tiene necesidad de la ayuda del Espíritu Santo para no detenerse ante el miedo, para no habituarse a caminar dentro de los confines seguros. Hoy más que nunca – agregó el Papa - se necesita de sacerdotes, de consagrados y de fieles laicos, con la mirada atenta del apóstol, para conmoverse y detenerse ante las dificultades y la pobreza material y espiritual de nuestro tiempo.

miércoles, 10 de agosto de 2016

PAPA FRANCISCO AUDIENCIA GENERAL

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Miércoles 10 de agosto de 2016


El pasaje del Evangelio que acabamos de escuchar nos muestra a Jesús que, movido por la ternura ante el dolor de la madre viuda que lleva a enterrar a su único hijo, hace el milagro de resucitar al joven, restituyéndolo vivo a su madre. Jesús, en la puerta del pequeño poblado de Naín, no se queda indiferente frente a las lágrimas de la mujer sino que, lleno de misericordia por su sufrimiento, la consuela y actúa.
Durante este Jubileo, sería bueno recordar lo ocurrido en la puerta de Naín, porque sabemos que pasar por la Puerta Santa es dirigimos a la puerta del corazón misericordioso de Jesús que, como al joven difunto, nos invita a levantarnos y nos hace pasar de la muerte a la vida. Él, con su ternura y su gracia, quiere también encontrarse con nosotros y darnos vida abundante. Llegamos a la Puerta Santa para presentar a la misericordia del Señor la propia vida, con sus alegrías y sus sufrimientos, con sus proyectos y sus caídas, con sus dudas y sus miedos, porque sabemos que es la puerta del encuentro entre el dolor de la humanidad y la compasión de Dios.
* * * * *

viernes, 5 de agosto de 2016

El papa Francisco canonizará en la Plaza de San Pedro a Teresa de Calcuta

 


- 6:15 am - Tags: ,

La beata Teresa de Calcuta será canonizada el próximo 4 de septiembre en una ceremonia que presidirá el papa Francisco y que se celebrará en la Plaza de san Pedro, confirmó el Vaticano.

Texto completo de la meditación del Papa Francisco en Asís

2016-08-04

Queridos hermanos y hermanas

Quisiera recordar hoy, ante todo, las palabras que, según la antigua tradición, san Francisco pronunció justamente aquí ante todo el pueblo y los obispos: «Quiero enviaros a todos al paraíso». ¿Qué cosa más hermosa podía pedir el Poverello de Asís, si no el don de la salvación, de la vida eterna con Dios y de la alegría sin fin, que Jesús obtuvo para nosotros con su muerte y resurrección?

El paraíso, después de todo, ¿qué es sino ese misterio de amor que nos une por siempre con Dios para contemplarlo sin fin? La Iglesia profesa desde siempre esta fe cuando dice creer en la comunión de los santos. Jamás estamos solos cuando vivimos la fe; nos hacen compañía los santos y los beatos, y también las personas queridas que han vivido con sencillez y alegría la fe, y la han testimoniado con su vida. Hay un nexo invisible, pero no por eso menos real, que nos hace ser «un solo cuerpo», en virtud del único Bautismo recibido, animados por «un solo Espíritu» (cf. Ef 4,4). Quizás san Francisco, cuando pedía al Papa Honorio III la gracia de la indulgencia para quienes venían a la Porciúncula, pensaba en estas palabras de Jesús a sus discípulos: «En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros» (Jn 14,2-3).

La vía maestra es ciertamente la del perdón, que se debe recorrer para lograr ese puesto en el paraíso. Y aquí, en la Porciúncula, todo habla de perdón. Qué gran regalo nos ha hecho el Señor enseñándonos a perdonar para experimentar en carne propia la misericordia del Padre. Hemos escuchado hace unos instantes la parábola con la que Jesús nos enseña a perdonar (cf. Mt 18,21-35).

¿Por qué debemos perdonar a una persona que nos ha hecho mal? Porque nosotros somos los primeros que hemos sido perdonados, e infinitamente más. La parábola nos dice justamente esto: como Dios nos perdona, así también nosotros debemos perdonar a quien nos hace mal. Exactamente como en la oración que Jesús nos enseñó, el Padre Nuestro, cuando decimos: «Perdona nuestros pecados como también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo» (Mt 6,12). Las deudas son nuestros pecados ante Dios, y nuestros deudores son aquellos que nosotros debemos perdonar.

Cada uno de nosotros podría ser ese siervo de la parábola que tiene que pagar una gran deuda, pero es tan grande que jamás podría lograrlo. También nosotros, cuando en el confesionario nos ponemos de rodillas ante el sacerdote, repetimos simplemente el mismo gesto del siervo. Decimos: «Señor, ten paciencia conmigo». En efecto, sabemos bien que estamos llenos de defectos y recaemos frecuentemente en los mismos pecados. Sin embargo, Dios no se cansa de ofrecer siempre su perdón cada vez que se lo pedimos. Es un perdón pleno, total, con el que nos da la certeza de que, aun cuando podemos recaer en los mismos pecados, él tiene piedad de nosotros y no deja de amarnos. Como el rey de la parábola, Dios se apiada, prueba un sentimiento de piedad junto con el de la ternura: es una expresión para indicar su misericordia para con nosotros. Nuestro Padre se apiada siempre cuando estamos arrepentidos, y nos manda a casa con el corazón tranquilo y sereno, diciéndonos que nos ha liberado y perdonado todo. El perdón de Dios no conoce límites; va más allá de nuestra imaginación y alcanza a quien reconoce, en el íntimo del corazón, haberse equivocado y quiere volver a él. Dios mira el corazón que pide ser perdonado.

El problema, desgraciadamente, surge cuando nosotros nos ponemos a confrontarnos con nuestro hermano que nos ha hecho una pequeña injusticia. La reacción que hemos escuchado en la parábola es muy expresiva: «Págame lo que me debes» (Mt 18,28). En esta escena encontramos todo el drama de nuestras relaciones humanas. Cuando estamos nosotros en deuda con los demás, pretendemos la misericordia; en cambio cuando estamos en crédito, invocamos la justicia. Esta no es la reacción del discípulo de Cristo ni puede ser el estilo de vida de los cristianos. Jesús nos enseña a perdonar, y a hacerlo sin límites: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete» (v. 22).

Así pues, lo que nos propone es el amor del Padre, no nuestra pretensión de justicia. En efecto, limitarnos a lo justo, no nos mostraría como discípulos de Cristo, que han obtenido misericordia a los pies de la cruz sólo en virtud del amor del Hijo de Dios. No olvidemos, las palabras severas con las que se concluye la parábola: «Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano» (v. 35).

Queridos hermanos y hermanas: el perdón del que nos habla san Francisco se ha hecho «cauce» aquí en la Porciúncula, y continúa a «generar paraíso» todavía después de ocho siglos. En este Año Santo de la Misericordia, es todavía más evidente cómo la vía del perdón puede renovar verdaderamente la Iglesia y el mundo. Ofrecer el testimonio de la misericordia en el mundo de hoy es una tarea que ninguno de nosotros puede rehuir. El mundo necesita el perdón; demasiadas personas viven encerradas en el rencor e incuban el odio, porque, incapaces de perdonar, arruinan su propia vida y la de los demás, en lugar de encontrar la alegría de la serenidad y de la paz. Pedimos a san Francisco que interceda por nosotros, para que jamás renunciemos a ser signos humildes de perdón e instrumentos de misericordia.


 Papa Francisco recuerda su participación en JMJ 2016 en la Audiencia general
3/8/2016
El Papa Francisco presidió este miércoles la Audiencia General de los miércoles luego de una pausa de un mes y tras haber participado en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) 2016. El Pontífice destacó pasajes de su reciente visita a Polonia para recordar a Europa que no tendrá futuro sin sus valores fundamentales y que este mundo en guerra necesita el signo de esperanza de la fraternidad.




aica.org  |  Nacional  |  Santa Sede
El P. Lombardi nombrado presidente de la fundación Joseph Ratzinger fue homenajeado por el Papa
Lunes 1 Ago 2016 | 11:24 am


El Papa ofreció una torta al P. Lombardi a bordo del avión de regreso ... ver más
Ciudad del Vaticano (AICA): El padre Federico Lombardi SJ, hasta ayer vocero de la Santa Sede, fue nombrado presidente del Consejo de Administración de la Fundación vaticana “Joseph Ratzinger –    
                                                      Benedicto  XVI”.

martes, 2 de agosto de 2016

El Papa crea Comisión de Estudio sobre Diaconado de mujeres




El Papa Francisco en el encuentro con la Unión Internacional de Superioras Generales, el 12 de mayo de 2016 - OSS_ROM
02/08/2016 14:41
(RV).- El 12 de mayo de 2016, en un encuentro – desarrollado en forma de diálogo en el Aula Pablo VI – con las participantes en la Asamblea Plenaria de las Superioras Generales, el Papa Francisco expresó la intención de «constituir una comisión oficial que pueda estudiar la cuestión» del Diaconado de las mujeres, «sobre todo en lo que respecta a los primeros tiempos de la Iglesia».
«Después de intensa oración y de madura reflexión, Su Santidad ha decidido instituir la Comisión de Estudio sobre el Diaconado de las mujeres, llamando a formar parte de ella a las siguientes personas»:
Presidente:
Mons. Luis Francisco Ladaria Ferrer, S.I., Arzobispo tit. de Tibica, Secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Miembros:
Sor Nuria Calduch‑Benages, M.H.S.F.N., Miembro de la Pontificia Comisión Bíblica;
Francesca Cocchini, Docente en la Universidad «La Sapienza» y el Instituto Patrístico «Augustinianum», Roma;
Mons. Piero Coda, Presidente del Instituto Universitario «Sophia», Loppiano, y Membro de la Comisión Teológica Internacional;
P. Robert Dodaro, O.S.A., Presidente del Instituto Patrístico «Augustinianum», Roma, y Docente di patrología;
P. Santiago Madrigal Terrazas, S.I., Docente de Eclesiología en la Universidad Pontificia «Comillas», Madrid;
Sor Mary Melone, S.F.A., Rectore Magnífico de la Pontificia Universidad «Antonianum», Roma;
Rev.do Karl‑Heinz Menke, Docente emérito de Teología dogmática en la Universidad de Bonn y Miembro de la Comisión Teológica Internacional;
Rev.do Aimable Musoni, S.D.B., Docente de Eclesiología en la Pontificia Universidad Salesiana, Roma;
Rev.do P. Bernard Pottier, S.I., Docente en el «Institut d'Etudes Théologiques», Bruselas, y Miembro de la Comisión Teológica Internacional;
Marianne Schlosser, Docente de Teología espiritual en la Universidad de Viena y Miembro de la Comisión Teológica Internacional;
Michelina Tenace, Docente de Teología fundamental en la Pontificia Universidad Gregoriana, Roma;
Phyllis Zagano, Docente en la «Hofstra University», Hempstead, Nueva York.
(CdM – RV)

lunes, 1 de agosto de 2016

Papa Francisco escribe un mensaje por la fiesta de San Cayetano, patrono del pan y del trabajo


San Cayetano - RV
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(RV).- En el marco de la fiesta de San Cayetano -patrono del pan y del trabajo- cuya fiesta se celebra en diferentes rincones del mundo y de una manera especial en Argentina, Papa Francisco ha enviado una carta al presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Mons. José María Arancedo, donde habla de la importancia del trabajo ya que “nos confiere dignidad”. 




El santuario de San Cayetano de Liniers en Buenos Aires recibe cada 7 de agosto miles de fieles que participan en la celebración de la memoria litúrgica del santo y que esperan colas kilométricas por las calles del barrio de más de 10 horas para poder estar cerca de su imagen milagrosa. La afluencia es tal que cada hora se celebran misas, siendo la principal la de las 11 de la mañana, que tantas veces celebró el entonces Cardenal Bergoglio.





Texto de la carta de Papa Francisco:
Querido hermano:
Dentro de pocos días celebramos la fiesta de San Cayetano. Por medio tuyo quiero hacer llegar mi saludo y bendición a tantos hombres y mujeres que se congregarán en los diversos templos del país dedicados al Santo para pedir pan y trabajo o para agradecer el hecho de que no les falte.
Recuerdo conmovido los 7 de agosto en Buenos Aires. La Misa en el Santuario de Liniers y luego el recorrido de la cola de la gente hasta el Estadio de Velez. Saludar, escuchar, acompañar la fe de ese pueblo sencillo... y tantas veces, ante la angustia de hombres y mujeres que quieren y buscan trabajo y no encuentran..., sólo atinaba a un apretón de manos, una caricia, mirar esos ojos humedecidos de dolor, y llorar dentro. Llorar sí, porque es duro cruzar to vida con un padre de familia que quiere trabajar y no tiene posibilidad de lograrlo.
A San Cayetano pedimos pan y trabajo. El pan es más fácil conseguirlo porque siempre hay alguna persona o institución buena que to lo acerca, al menos en Argentina donde nuestro pueblo es tan solidario. Hay lugares en el mundo que ni esa posibilidad tienen. Pero trabajo es tan difícil lograrlo, sobre todo cuando seguimos viviendo momentos en los cuales los índices de desocupación son significativamente altos. El pan te soluciona una parte del problema, pero a medias, porque ese pan no es el que ganás con tu trabajo. Una cosa es tener pan para comer en casa y otra es llevarlo a casa como fruto del trabajo. Y esto es lo que confiere dignidad.
Cuando pedimos trabajo estamos pidiendo poder sentir dignidad; y en esta celebración de San Cayetano pedimos esa dignidad que nos confiere el trabajo; poder llevar el pan a casa. Trabajo, esa T (que junto con las otras dos T: Techo y Tierra) está en el entramado básico de los Derechos Humanos; y cuando pedimos trabajo para llevar el pan a casa estamos pidiendo dignidad.
La sabiduría de nuestro pueblo usa un dicho para calificar a quien, pudiendo trabajar no lo hace: "ése vive de arriba". Y nuestra gente menosprecia a quienes "viven de arriba", porque arteramente atisban en ellos una cierta falta de dignidad.
Querido Arancedo: que en esta fiesta de San Cayetano todos los Obispos sepamos acompañar a nuestros hermanos que piden pan y trabajo. Y lo hagamos con cariño, cercanía y oración, y pidamos también para nosotros esa gracia: que nunca nos falte trabajo, ese trabajo al que nos envía el Señor y que nos confiere dignidad.
Por favor, nos te olvides de rezar por mí. Que Jesús te bendiga y la Virgen Santa te cuide. Fraternalmente,
Francisco
(MZ-RV)