domingo, 29 de abril de 2018


Palabras del Papa Francisco en el Regina Coeli, 29 de abril de 2018: permanecer unidos en Cristo como los sarmientos a la vid

Palabras del Papa Francisco en el Regina Coeli, 29 de abril de 2018: permanecer unidos en Cristo como los sarmientos a la vid
Uno de los frutos más maduros que brota de la comunión con Cristo es el compromiso de caridad hacia el prójimo
Griselda Mutual – Ciudad del Vaticano, 29-4-2018
“Permanecer en Cristo como los sarmientos a la vid”: el Papa Francisco en el quinto domingo de Pascua, antes de la oración del Regina Coeli, meditó, como de costumbre sobre el Evangelio del día (Jn 15, 1-8).
El sarmiento necesita la vid
En esta ocasión, el Papa observó cómo la palabra de Dios – así como el domingo anterior- en este Tiempo Pascual “sigue indicándonos el camino y las condiciones para ser una comunidad del Señor Resucitado”. El sarmiento no puede dar fruto de por sí sólo, sino que necesita de la linfa de la vid:
“La Palabra de Dios, también en este quinto domingo de Pascua, sigue indicándonos el camino y las condiciones para ser una comunidad del Señor Resucitado. El domingo pasado se resaltaba la relación entre el creyente y Jesús Buen Pastor. Hoy el Evangelio nos propone el momento en que Jesús se presenta como la verdadera vid y nos invita a permanecer unidos a Él para dar mucho fruto (Jn 15, 1-8). La vid es una planta que forma una cosa sola con los sarmientos; y los sarmientos son fecundos solamente en cuanto están unidos a la vid. Esta relación es el secreto de la vida cristiana y el evangelista Juan la expresa con el verbo ‘permanecer’, que en el pasaje de hoy se repite siete veces”. “Permanecer en mí, dice el Señor; permanecer en el Señor”.
Permanecer en el Señor
Ese permanecer en Cristo es lo que nos permite “beber” la vida, la linfa, que nos permite a su vez, llevar en la sociedad una forma distinta de vivir y de darnos a los demás, explicó Francisco:
“Se trata de permanecer en el Señor para encontrar el valor de salir de nosotros mismos, de nuestras comodidades, de nuestros espacios restringidos y protegidos, para adentrarnos en el mar abierto de las necesidades de los demás y dar amplio respiro a nuestro testimonio cristiano en el mundo. Este coraje de salir de sí mismos y de adentrarse en las necesidades de los demás, nace de la fe en el Señor Resucitado y de la certeza de que su Espíritu acompaña nuestra historia. Uno de los frutos más maduros que brota de la comunión con Cristo es, de hecho, el compromiso de caridad hacia el prójimo, amando a los hermanos con abnegación de sí, hasta las últimas consecuencias, como Jesús nos amó”.
“El dinamismo de la caridad del creyente -continuó el Papa- no es fruto de estrategias, no nace de solicitudes externas, de instancias sociales o ideológicas, sino del encuentro con Jesús y del permanecer en Jesús. Él es para nosotros la vida de la que absorbemos la linfa, es decir, la “vida” para llevar en la sociedad una forma diferente de vivir y de brindarse, lo que pone en el primer lugar a los últimos”.
Todos estamos llamados a ser Santos 
Tal como hicieron los Santos, quienes “vivieron en plenitud la vida cristiana y el testimonio de caridad”, también nosotros hemos de ser “íntimos con el Señor”:
“Cuando se es íntimos con el Señor, como son íntimos y unidos entre sí la vid y los sarmientos, se es capaces de dar frutos de vida nueva, de misericordia, de justicia y de paz, que derivan de la Resurrección del Señor. Es lo que hicieron los Santos, aquellos que vivieron en plenitud la vida cristiana y el testimonio de la caridad, porque eran verdaderos sarmientos de la vid del Señor. Pero para ser santos “no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosas o religiosos” […]Todos nosotros, todos, estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra.” (Gaudete Exsultate, 14).
Una vez más el Obispo de Roma recordó que todos estamos llamados a ser santos “con la riqueza que recibimos del Señor Resucitado”: “Cada actividad – concluyó– el trabajo, el descanso, la vida familiar y social, el ejercicio de las responsabilidades políticas, culturales y económicas; cada actividad, pequeña o grande, si se vive en unión con Jesús y con actitud de amor y de servicio, es una ocasión para vivir en plenitud el Bautismo y la santidad evangélica”.

PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL
Miércoles, 25 de abril de 2018


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Continuamos nuestra reflexión sobre el bautismo, siempre a la luz de la Palabra de Dios. Es el Evangelio que ilumina a los candidatos y suscita la adhesión de fe: «el Bautismo es de un modo particular “el sacramento de la fe” por ser la entrada sacramental en la vida de fe» (Catecismo de la Iglesia católica, 1236). Y la fe es la entrega de sí mismos al Señor Jesús, reconocido como «fuente de agua […] para vida eterna» (Juan 4, 14), «luz del mundo» (Juan 9, 5), «vida y resurrección» (Juan 11, 25), como enseña el itinerario recorrido, todavía hoy, por los catecúmenos ya cercanos a recibir la iniciación cristiana.

 Educados por la escucha de Jesús, de su enseñanza y de sus obras, los catecúmenos reviven la experiencia de la mujer samaritana sedienta de agua viva, del ciego de nacimiento que abre los ojos a la luz, de Lázaro que sale del sepulcro.
El Evangelio lleva en sí la fuerza de transformar a quien lo acoge con fe, arrancándolo del dominio del maligno para que aprenda a servir al Señor con alegría y novedad de vida. A la fuente bautismal no se va nunca solo, sino acompañados de la oración de toda la Iglesia, como recuerdan las letanías de los santos que preceden la oración de exorcismo y la unción prebautismal con el óleo de los catecúmenos.

 Son gestos que, desde la antigüedad, aseguran a quienes se preparan a renacer como hijos de Dios que la oración de la Iglesia les asiste en la lucha contra el mal, les acompaña en el camino del bien, les ayuda a escapar del poder del pecado para pasar en el reino de la gracia divina. La oración de la Iglesia. La Iglesia reza y reza por todos, ¡por todos nosotros! Nosotros Iglesia, rezamos por los demás. Es algo bonito rezar por los demás. Cuántas veces no necesitamos nada urgente y no rezamos. Nosotros debemos rezar, unidos a la Iglesia, por los demás: «Señor, yo te pido por esas personas que tienen necesidad, porque aquellos que no tienen fe...». No os olvidéis: la oración de la Iglesia siempre está en marcha. 

Pero nosotros debemos entrar en esta oración y rezar por todo el pueblo de Dios y por esos que necesitan de las oraciones. Por eso, el camino de los catecúmenos adultos está marcado por repetidos exorcismos pronunciados por el sacerdote (cf. ccc, 1237), o sea, por oraciones que invocan la liberación de todo lo que separa de Cristo e impide la íntima unión con Él. También para los niños se pide a Dios liberarles del pecado original y consagrarlos como casa del Espíritu Santo (cf. Rito del Bautismo de los niños, n. 56). Los niños. Rezar por los niños, por la salud espiritual y corporal. Es una forma de proteger a los niños con la oración. Como prueban los Evangelios, Jesús mismo combatió y expulsó los demonios para manifestar la llegada del reino de Dios (cf. Mateo 12, 28): su victoria sobre el poder del maligno deja libre espacio a la señoría de Dios que alegra y reconcilia con la vida.

El bautismo no es una fórmula mágica sino un don del Espíritu Santo que habilita a quien lo recibe «a luchar contra el espíritu del mal», creyendo que «Dios ha mandado en el mundo a su Hijo para destruir el poder de satanás y transferir al hombre de las tinieblas en su reino de luz infinita» (cf. Rito del Bautismo de los niños, n. 56). Sabemos por experiencia que la vida cristiana está siempre sujeta a la tentación, sobre todo a la tentación de separarse de Dios, de su querer, de la comunión con Él, para recaer en los lazos de las seducciones mundanas. Y el bautismo nos prepara, nos da fuerza para esta lucha cotidiana, también la lucha contra el diablo que —como dice san Pedro— como un león trata de devorarnos, de destruirnos.


Además de la oración, está después la unción en el pecho con el óleo de los catecúmenos, los cuales «reciben la fuerza para que puedan renunciar al diablo y al pecado, antes de que se acerquen y renazcan de la fuente de la vida» (Bendición de los óleos, premisas, n.3). Por la propiedad del óleo de penetrar en los tejidos del cuerpo dando beneficio, los antiguos luchadores solían rociarse de óleo para tonificar los músculos y para huir más fácilmente de ser tomado por el adversario. A la luz de este simbolismo, los cristianos de los primeros siglos han adoptado el uso de ungir el cuerpo de los candidatos al bautismo con óleo bendecido por el obispo, para representar, mediante este «signo de salvación», que el poder de Cristo Salvador fortifica para luchar contra el mal y vencerlo (cf. Rito del Bautismo de los niños, n. 105).

Es cansador combatir contra el mal, escapar de sus engaños, retomar fuerzas después de una lucha agotadora, pero debemos saber que toda la vida cristiana es una lucha. Pero debemos saber que no estamos solos, que la Madre Iglesia reza para que sus hijos, regenerados en el bautismo, no sucumban a las insidias del maligno sino que le venzan por el poder de la Pascua de Cristo. Fortificados por el Señor Resucitado, que ha derrotado al príncipe de este mundo (cf. Juan 12, 31), también nosotros podemos repetir con la fe de san Pablo: «Todo lo puedo en Aquel que me conforta» (Filipenses 4, 13). Todos nosotros podemos vencer, vencer todo, pero con la fuerza que me viene de Jesús.


LLAMAMIENTO
El próximo viernes, 27 de abril, en Panmunjom tendrá lugar un encuentro inter-coreano, en el cual participarán los líderes de las dos Coreas, el señor Moon Jae-in y el señor Kim Jong Un. Tal encuentro será una ocasión propicia para iniciar un diálogo transparente y un recorrido concreto de reconciliación y de reencontrada fraternidad, con el fin de garantizar la paz en la península coreana y en el mundo entero.
Al pueblo coreano, que desea ardientemente la paz, aseguro mi personal oración y la cercanía de toda la Iglesia. La Santa Sede acompaña, sostiene y alienta cada iniciativa útil y sincera para construir un futuro mejor, bajo el signo del encuentro y de la amistad entre los pueblos. A aquellos que tienen responsabilidades políticas directas, pido tener la valentía de la esperanza haciéndose «artesanos» de paz, mientras les exhorto a proseguir con confianza el camino emprendido por el bien de todos. Y si como Dios es Padre de todos y Padre de paz, os invito a rezar a nuestro Padre, Dios, Padre de todos, por el pueblo coreano, tanto los que están al sur como los que están al norte.
Oración del Padre Nuestro


Saludos:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los grupos provenientes de España y América Latina. Los animo a perseverar en este combate, manteniéndose firmes en la fe en Jesucristo, vencedor del pecado y de la muerte, y constantes en la oración al Padre, pidiendo por todos los que se encuentran en peligro y sufren tribulación. Muchas gracias.

martes, 24 de abril de 2018

Papa: jamás prisioneros de las palabras o cerrados al Espíritu

 https://www.vaticannews.va/es.html

En su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, el último martes de abril, el Santo Padre Francisco reflexionó sobre las resistencias del hombre a la obra del Espíritu Santo
Ciudad del Vaticano
En la historia del hombre “siempre habrá resistencias al Espíritu Santo”, oposiciones a las novedades y a los “cambios”. Inspirándose en la liturgia del día, el Papa se detuvo a considerar las diversas actitudes que el hombre adopta ante las novedades del Señor que, como dijo, “siempre sale a nuestro encuentro con algo nuevo” y “original”.

Los prisioneros de las ideas

En el Evangelio de Juan se observa la cerrazón de los Doctores de la Ley, que consiste en una actitud que se transforma en “rigidez”. Se trata de hombres sólo capaces de ponerse en el centro, ellos mismo, inertes a la obra del Espíritu Santo e insensibles a las novedades. Además, el Pontífice subrayó especialmente la completa incapacidad que tenían para “discernir los signos de los tiempos”, es decir, el hecho de ser esclavos de las palabras y de las ideas. Vuelven sobre la misma pregunta, son incapaces de salir de aquel mundo cerrado, son prisioneros de las ideas.
“Han recibido la ley que era vida pero la han ‘destilado’, la han transformado en ideología y así giran, giran,  son incapaces de salir, y cualquier novedad para ellos es una amenaza”.

La libertad de los hijos de Dios

Muy diferente, en cambio, debería ser el espesor de los hijos de Dios, que aun teniendo tal vez una inicial reticencia, son libres y capaces de poner en el centro al Espíritu Santo. El ejemplo de los primeros discípulos – relatado en la Primera Lectura – evidencia su docilidad a lo nuevo y la actitud a sembrar la Palabra de Dios incluso fuera del acostumbrado esquema del “siempre se ha hecho así”. Ellos – reafirmó el Papa Bergoglio – “han permanecido dóciles al Espíritu Santo para hacer algo que era más que una revolución”, “un cambio fuerte”, y en el centro “estaba el Espíritu Santo: no la ley, el  Espíritu Santo”.
“Y la Iglesia era una Iglesia en movimiento, una Iglesia que iba más allá de sí misma. No era un grupo cerrado de elegidos, una Iglesia misionera: es más, el equilibrio de la Iglesia, por decirlo de alguna manera, está precisamente en la movilidad, en la fidelidad al Espíritu Santo. Alguien decía que el equilibrio de la Iglesia se asemeja al equilibrio de la bicicleta: está detenida, y va bien cuando está en movimiento; si tú la dejas quieta, se cae. Un buen ejemplo”.

Oración y discernimiento para encontrar el camino

Cerrazón y apertura: dos polos contrapuestos que ilustran el modo de reaccionar del hombre ante el soplo del Espíritu Santo. En cuanto al segundo, el Papa Francisco concluyó diciendo que es típico precisamente “de los discípulos, de los apóstoles”, aun con alguna resistencia inicial, que es también “una garantía del hecho de que no se dejan engañar”, y después, “con la oración y el discernimiento encuentran el camino”.
 “Siempre habrá resistencias al Espíritu Santo, siempre, siempre hasta el fin del mundo. Que el Señor nos dé la gracia de saber resistir a lo que debemos resistir, a lo que viene del maligno, aquello que nos quita la libertad y sepamos abrirnos a las novedades, pero sólo a las que vienen de Dios, con la fuerza del Espíritu Santo, y que nos dé la gracia de discernir los signos del tiempo para tomar las decisiones que deberemos tomar en aquel momento”.
Homilía del Papa en Santa Marta

domingo, 22 de abril de 2018


 Sólo Jesús, el Buen Pastor, sana todas nuestras heridas

“¿Quién es Cristo sanador? ¿En qué consiste ser sanado por él? ¿De qué nos cura?... la respuesta a estas preguntas nos la da el propio Evangelio", dijo Francisco a la hora del Regina Coeli en el IV Domingo de Pascua, fiesta del Buen Pastor
Sofía Lobos - Ciudad del Vaticano
Tras ordenar a 16 nuevos sacerdotes en una misa en la Basílica de San Pedro, en el IV Domingo de Pascua, fiesta del Buen Pastor y Jornada Mundial de oración por las vocaciones; el Papa Francisco rezó la oración mariana del Regina Coeli, desde la ventana del Palacio Apostólico.
El Santo Padre recordó que la liturgia dominical continúa avanzando en su intención de “ayudarnos a redescubrir nuestra identidad como discípulos del Señor resucitado”.
“En los Hechos de los Apóstoles, Pedro declara abiertamente que la curación de los lisiados, realizada por él y de la que habla todo Jerusalén, tuvo lugar en el nombre de Jesús, porque no hay salvación en ningún otro" (4,12), explicó Francisco, señalando que en este hombre sanado está cada uno de nosotros, y cada una de nuestras comunidades; por que “cada uno puede recuperarse de las muchas formas de debilidad espiritual: ambición, pereza, orgullo... si acepta depositar con confianza su existencia en las manos del Señor resucitado”.

“¿Pero quién es Cristo sanador? ¿En qué consiste ser sanado por él? ¿De qué nos cura? ¿Y mediante qué maneras?”, se preguntó el Obispo de Roma ante miles de fieles y peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro.
“Encontramos la respuesta a todas estas preguntas en el Evangelio de hoy, donde Jesús dice: Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas "(Jn 10,11)”, añadió el Papa, haciendo hincapié en que esta autopresentación de Jesús no puede reducirse a una simple sugerencia emocional sin ningún efecto concreto; ya que “Jesús sana siendo un pastor que da vida. Dando su vida por nosotros”.
Asimismo, el Pontífice puso en relevancia el enorme valor que tiene cada una de nuestras vidas ante los ojos de Dios:
“Jesús le dice a cada uno: tu vida es tan valiosa para mí, que para salvarla yo doy todo de mí mismo. Es precisamente esta ofrenda de vida lo que lo hace el buen Pastor por excelencia, el que sana, el que nos permite vivir una vida bella y fructífera”, añadió Francisco.


El Papa también resaltó cómo el propio Evangelio nos dice en qué condiciones Jesús puede sanarnos y puede hacer que nuestras vidas sean felices y den frutos abundantes: "Yo soy el buen pastor, conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen, como el Padre me conoce  y yo Conozco al Padre"(versículos 14-15).
“Jesús no habla de un conocimiento intelectual, sino de una relación personal, de predilección, de ternura mutua, un reflejo de la misma relación íntima de amor entre Él y el Padre. Esta es la actitud a través de la cual se realiza una relación viva y personal con Jesús: dejándonos conocer por Él".
"Él está atento a cada uno de nosotros, conoce nuestro corazón profundamente: conoce nuestras fortalezas y nuestras debilidades, los proyectos que hemos logrado y las esperanzas que fueron decepcionadas. Pero nos acepta tal como somos, nos conduce con amor, porque de su mano podemos atravesar incluso caminos inescrutables sin perder el rumbo”.

A su vez, Francisco señaló que también nosotros estamos llamados a conocer a Jesús: "Esto implica buscar un encuentro con Él, que despierte el deseo de seguirlo abandonando las actitudes autorreferenciales para emprender nuevos senderos, indicados por Cristo mismo y abiertos a vastos horizontes".
En cambio, "cuando en nuestras comunidades se enfría el deseo de vivir la relación con Jesús, de escuchar su voz y seguirlo fielmente, es inevitable que prevalezcan otras formas de pensar y vivir que no son coherentes con el Evangelio”, concluyó el Papa invitando a todos a buscar la intercesión de la Virgen María, para que ella nos ayude a conocer verdaderamente a Jesús.

jueves, 19 de abril de 2018


Estas son las 2 propuestas del Papa Francisco para recordar cada día el Bautismo

POR ÁLVARO DE JUANA | ACI Prensa


El Papa observa en la Audiencia cómo algunos niños tocan instrumentos musicales. Foto: Vatican Media
El Papa observa en la Audiencia cómo algunos niños tocan instrumentos musicales. Foto: Vatican Media
La segunda catequesis del ciclo sobre el Bautismo que el Papa Francisco ya comenzó la semana pasada en la Audiencia General, se centró en esta ocasión en el “signo de la fe cristiana”, e hizo dos curiosas recomendaciones para recordar cada día este sacramento.
Durante su catequesis en la Plaza de San Pedro, el Papa invitó a hacer el signo de la cruz “cuando nos despertamos, antes de las comidas, ante un peligro, en defensa contra el mal, la noche antes de dormir, significa decirnos a nosotros mismos y a los demás a quién pertenecemos, quién queremos ser”.
Pero también invitó a hacer en casa como en la Iglesia y “conservar en un vaso de agua un poco de agua bendita” y “así, cada vez que entramos o salimos, haciendo el signo de la cruz con el agua recordamos que estamos bautizados”.
“Hacemos memoria en la aspersión con el agua bendita que se puede dar el domingo al inicio de la Misa, como también en la renovación de las promesas bautismales durante la Vigilia Pascual”.
En este sentido, señaló que “regresar a la fuente de la vida cristiana nos lleva a comprender mejor el don recibido en el día de nuestro Bautismo y a renovar el empeño de corresponder en las condiciones en las que hoy nos encontramos”.
El Papa recordó que en el rito de acogida viene preguntado el nombre del candidato, “porque el nombre indica la identidad de una persona”.
“Dios llama a cada uno por el nombre, amándonos individualmente, en la concreción de nuestra historia”.
“El Bautismo –prosiguió– enciende la vocación personal a vivir como cristianos, que se desarrollará en toda la vida. Implica una respuesta personal y no remunerada, con un ‘copia y pega’. La vida cristiana, en efecto, está entretejida de una serie de llamadas y de respuestas”.
Francisco apuntó que “los padres piensan en el nombre que dar al hijo ya desde antes de que nazca: también esto forma parte de la espera de un hijo que, en nombre propio, tendrá su identidad original, también para la vida cristiana unida a Dios”.
El Papa recordó que “la fe de no se puede comprar, pero sí pedir”. “En suscitar y despertar la fe sincera en respuesta al Evangelio tienden la formación de los catecúmenos y la preparación de los padres, como la escucha de la Palabra de Dios en la misma celebración del Bautismo”.
“Si los catecúmenos adultos manifiestan en primera persona lo que desean recibir como don de la Iglesia, los niños son presentados por los padres y con los padrinos”.
“El diálogo con ellos permite expresar la voluntad de que los pequeños reciban el Bautismo y a la Iglesia la intención de celebrarlo”, explicó.
También afirmó que “la cruz es el distintivo que manifiesta quién somos: nuestro hablar, pensar, mirar, obrar está bajo el signo de la cruz, es decir, del amor de Jesús hasta el fin”, dijo al rememorar cómo los niños son signados con la cruz en la frente, en la boca y en el pecho”.
“¿Nuestros niños saben hacer el signo de la cruz bien?”, se preguntó. “Muchas veces he visto a niños que para hacer la señal de la cruz hacen así…, no saben hacerlo, vosotros, padres, madres, abuelos, padrinos, madrinas, debéis enseñarles a hacer bien el signo de la cruz porque es repetir lo que ha sido hecho en el Bautismo”.

domingo, 15 de abril de 2018

 “El pecado no es causado por el cuerpo sino por nuestra debilidad moral”

Palabras del Papa Francisco en el Regina Coeli, domingo 15 a abril de 2018: “el pecado no es causado por el cuerpo sino por nuestra debilidad moral”
En el tercer domingo de Pascua el Papa Francisco habló acerca del cuerpo como un “regalo maravilloso de Dios, destinado, en unión con el alma, a expresar plenamente la imagen y semejanza de Él”
Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano, 15 de abridle 2018
En el tercer domingo de Pascua y antes de rezar el Regina Coeli a la madre del cielo, el Papa Francisco hablando de “la experiencia de Cristo Resucitado hecha por sus discípulos” aseguró que “debemos tener una idea positiva de nuestro cuerpo” ya que “puede convertirse en una ocasión o en un instrumento de pecado, pero el pecado no es causado por el cuerpo, sino por nuestra debilidad moral”.
Narrando el Evangelio según San Lucas, donde Jesús se manifiesta a los Apóstoles diciéndoles: “La paz esté con vosotros”, el Papa Francisco explica que “es tanto la paz interior como la paz lo que se establece en las relaciones entre las personas”. El episodio contado por el evangelista Lucas insiste mucho en el realismo de la Resurrección, de hecho – asegura Francisco – no es una aparición del alma de Jesús, “sino de su presencia real con el cuerpo resucitado”.
“Jesús se da cuenta de que los Apóstoles están desconcertados al verlo porque la realidad de la Resurrección es inconcebible para ellos” continúa el Papa. Creen que ven un fantasma, “pero Jesús resucitado no es un fantasma, es un hombre con cuerpo y alma” y es por ello que les dice: “Miren mis manos y mis pies: ¡soy realmente yo! Tocadme y mirad; un fantasma no tiene carne ni huesos, como veis que tengo”. Y como esto no parece suficiente para vencer la incredulidad de los discípulos, Jesús les pregunta: “¿Tienen aquí algo para comer? Los discípulos le ofrecen un poco de pescado asado y Jesús lo toma y se lo come delante de ellos.
El cuerpo no es un obstáculo o una prisión del alma
Tras narrar el Evangelio según San Lucas, el Papa afirmó que “la insistencia de Jesús en la realidad de su Resurrección ilumina la perspectiva cristiana sobre el cuerpo”, pues el cuerpo “es creado por Dios” y el hombre no está completo “si no es una unión de cuerpo y alma”.
Jesús, que ha vencido la muerte y ha resucitado en cuerpo y alma, nos hace comprender que debemos tener una idea positiva de nuestro cuerpo: “El cuerpo es un regalo maravilloso de Dios, destinado, en unión con el alma, a expresar plenamente la imagen y semejanza de Él”, dijo el Papa – por lo tanto, continuó – “estamos llamados a tener un gran respeto y cuidado de nuestro cuerpo y el de los demás” ya que toda ofensa, herida o violencia al cuerpo de nuestro prójimo “es un ultraje para Dios el creador”.
Además, Francisco envió un particular pensamiento a todos los niños, las mujeres y los ancianos maltratados en el cuerpo: “En la carne de estas personas encontramos el cuerpo de Cristo; Cristo herido, burlado, calumniado, humillado, azotado y crucificado” pero Jesús lo que nos enseñó fue “el amor”, un amor que, en su Resurrección – puntualizó el Santo Padre – “ha demostrado ser más poderoso que el pecado y la muerte, y quiere salvar a todos aquellos que experimentan en su propio cuerpo las esclavitudes de nuestros tiempos”.
“Vivimos en un mundo donde prevalece la prepotencia contra los más débiles y el materialismo que sofoca el espíritu”, señaló el Pontífice, y es por eso que el Evangelio de hoy “nos llama a ser personas capaces de mirar profundamente, llenas de asombro y gran alegría por haber encontrado al Señor resucitado” y concluyó pidiendo, por la intercesión materna de la Virgen María para que “nos sostenga en este camino”.

viernes, 13 de abril de 2018




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El mundo grita ‘libertad’ pero es más esclavo


El Papa Francisco en su homilía, en la Misa matutina en la Casa de Santa Marta, presentó tres ejemplos de libertad: el fariseo Gamaliel, los apóstoles Pedro y Juan, y el mismo Jesús. Y alentó a preguntarnos si somos libres o esclavos de ambiciones, riquezas, modas…
Cristo dona la verdadera libertad
Reflexionando con la liturgia, sobre la primera lectura, tomada de los Hechos de los apóstoles (5, 34-42), y con el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan sobre la multiplicación de panes y peces (6, 1-15), el Papa reiteró que la libertad de la que hablamos en este tiempo pascual es la libertad de los hijos que nos ha donado Jesús con «su obra redentora».
La verdadera libertad es dar espacio a Dios en la vida y seguirlo con alegría también en el sufrimiento
Y recordó a la primera persona libre sobre la cual reflexiona la liturgia en este día es Gamaliel, el fariseo que convence al sinedrio para que sean liberados Pedro y Juan, que habían sido encarcelados por haber curado a un paralítico. «Gamaliel es un hombre libre, piensa lucidamente, los hace razonar, los convence, el tiempo hará su trabajo»:
«El hombre libre no tiene miedo del tiempo, deja actuar a Dios, deja espacio para que Dios actúe en el tiempo.
El hombre libre es paciente. Y ése era un judío. No era un cristiano, No había reconocido a Jesús Salvador. Pero era un hombre libre. Formula su pensamiento, lo ofrece a los demás y es aceptado. La libertad no es impaciente».
Señalando que también Pilatos pensaba bien, con la mente fría y se dio cuenta de que Jesús era inocente, «pero no logró resolver el problema, porque no era libre, estaba apegado a la promoción», «le faltaba el coraje de la libertad porque era esclavo del arribismo, de la ambición, del éxito», el Santo Padre recordó el segundo ejemplo de libertad que nos dan Pedro y Juan, que habían curado al paralítico y se encuentran ante el sinedrio…son liberados y castigados injustamente… pero se van alegres por haber sido ultrajados por el nombre de Jesús»:
«Ésta es la libertad de un enamorado de Jesucristo, sellada por el Espíritu Santo con la fe en Jesucristo. Tú has hecho eso por mí, yo hago esto por ti, También hoy hay tantos en la cárcel, cristianos torturados que llevan adelante esta libertad de confesar a Jesucristo»
Jesús es libre y se aleja del triunfalismo
El Papa invitó a reflexionar sobre nuestra libertad y recordó el tercer ejemplo, el de Jesús, «que hace el milagro de la multiplicación de los panes y que sabiendo que la gente entusiasmada lo busca para proclamarlo rey, se retira a la montaña: se aleja del triunfalismo. No se deja engañar por el triunfalismo: era libre»:
«Pensemos en este en día en mi libertad, en nuestra libertad. Tres ejemplos: Gamaliel, Pedro y Juan – y el mismo Jesús – ¿mi libertad es cristiana? ¿soy libre? ¿O soy esclavo de mis pasiones, de mis ambiciones, de tantas cosas… de las riquezas, de la moda? Pensemos en nuestra libertad en este mundo que es un poco esquizoide, esquizofrénico ¿no?… Grita: libertad, libertad, libertad… y es más esclavo, esclavo, esclavo.
Pensemos en esa libertad que Dios nos dona en Jesús».
Escucha y descarga el informe con la voz del Papa
Foto: El Papa Francisco celebra la Misa en la Casa de Santa Marta  (Vatican Media)

jueves, 12 de abril de 2018

El testimonio cristiano no vende la verdad y fastidia


 


Homilía del Papa Francisco en la misa en Santa Marta, jueves 12 de abril de 2018: el testimonio cristiano no vende la verdad y fastidia
En su homilía en la Misa en la Casa de Santa Marta, el Papa volvió a recordar que hay más cristianos perseguidos hoy, que en los primeros siglos: encarcelados, degollados, ahorcados por confesar a Jesús
Ciudad del Vaticano, 12 de abril de 2018
El testimonio cristiano fastidia, nunca vende la verdad, como testimonian los numerosos cristianos asesinados y perseguidos, que en la actualidad son más que en los primeros tiempos. El pactar compromisos, sin embargo, hace ser cristianos ‘al agua de rosas’. Por lo tanto, hay que pedir la gracia de recordar el primer encuentro con Jesús, que ‘nos ha cambiado la vida’.
Es lo que reiteró el Papa Francisco en su homilía, en la Misa matutina, en la Casa de Santa Marta, que reanudó hoy después de la pausa pascual.
Obediencia, testimonio, concreción. Son las tres características que brotan de la alegría pascual y que destacó el Papa.
La alegría pascual
Recordó que los 50 días del tiempo pascual fueron para los Apóstoles un ‘tiempo de alegría’, por la Resurrección de Cristo. Una alegría verdadera, pero aún dudosa, temerosa, que se pregunta cómo irán las cosas. Mientras que, después, cuando desciende el Espíritu Santo, la alegría se vuelve ‘valiente’: primero ‘entendían porque veían al Señor, pero no entendían todo’. Estaban contentos pero no lograban entender. ‘Fue el Espíritu Santo el que los hizo entender todo’.
La obediencia es hacer la voluntad de Dios
A los Apóstoles les habían prohibido predicar y anunciar a Jesús y sin embargo, después de haber sido liberados por medio de un Ángel, vuelven a enseñar en el templo, recordó el Papa. Y con la Primera Lectura de los Hechos de los Apóstoles, (5,27-33) y la respuesta de Pedro: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres», recordó asimismo el Evangelio de Juan (Jn3,31-36). La obediencia de los Apóstoles para seguir el camino de Jesús que obedeció hasta el final. La obediencia es el camino que el Hijo «nos ha abierto» y el cristiano, por lo tanto «obedece a Dios».
La primera cosa mundana es el dinero
Los sacerdotes, sin embargo, que querían mandar, lo quieren arreglar todo con una propina «el soborno, la coima llegó hasta el Sepulcro». Así el mundo resuelve las cosas – explicó el Papa – «con cosas mundanas». La primera es el dinero, cuyo señor es el diablo. En efecto, el mismo Jesús dice que no se puede servir a dos señores.
Los cristianos perseguidos
«Primero: obediencia. Segundo: testimonio, que fastidia tanto ¿eh? Todas las persecuciones que hay… desde ese momento hasta hoy… Piensen en los cristianos perseguidos en África, en Oriente Medio… Hoy son más que en los primeros tiempos… Encarcelados, degollados, ahorcados, por confesar a Jesús. Testimonio hasta el final»
Pedir la gracia de la concreción: no ser cristianos aguados
Los Apóstoles hablaban de cosas concretas, no de cuentos’. Así como ellos vieron y tocaron a Jesús «cada uno de nosotros ha tocado a Jesús en su propia vida»
«Sucede que tantas veces los pecados, el pactar compromisos, el miedo… nos hacen olvidar este primer encuentro: el encuentro que nos ha cambiado la vida. Sí, tenemos un recuerdo pero un recuerdo aguado. Nos hace volvernos cristianos pero ‘al agua de rosas’, aguados, superficiales. Pedir siempre la gracia al Espíritu Santo de ser concretos. Jesús ha pasado en mi vida, por mi corazón. El Espíritu ha entrado en mí. Luego, quizá, lo haya olvidado… pedir la gracia de la memoria del primer encuentro».
Pidamos la alegría pascual
«Pidámosla los unos por los otros, aquella alegría que viene del Espíritu Santo, que da el Espíritu Santo: la alegría de la obediencia pascual, la alegría del testimonio pascual y la alegría de la concreción pascual».
Escucha y descarga el informe con la voz del Papa

miércoles, 11 de abril de 2018

El Papa ha dedicado la catequesis al sacramento del Bautismo

11 ABRIL 2018AUDIENCIA GENERAL

Francisco saluda a un grupo de jóvenes © Vatican Media
Francisco Saluda A Un Grupo De Jóvenes © Vatican Media
(ZENIT – 11 abril 2018).- 
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Catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Los cincuenta días del tiempo litúrgico pascual son propicios para reflexionar sobre la vida cristiana que, por su naturaleza, es la vida que proviene de Cristo mismo. De hecho, somos cristianos en la medida en que permitimos que Jesucristo viva en nosotros. Entonces, ¿desde dónde podemos comenzar a reavivar  esta conciencia si no desde el principio, desde el Sacramento que ha encendido la vida cristiana en nosotros?. Este es el Bautismo.
 La Pascua de Cristo, con su carga de novedad, nos alcanza a través del Bautismo para transformarnos a su imagen: los bautizados son de Jesucristo, Él es el Señor de su existencia. El bautismo es el “fundamento de toda la vida cristiana” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1213). Es el primero de los sacramentos, ya que es la puerta que permite  a Cristo el Señor  tomar morada en nuestra persona y a nosotros sumergirnos en su Misterio.
El verbo griego “bautizar” significa “sumergir” (véase CIC, 1214). El baño con agua es un ritual común a varias creencias para expresar la transición de una condición a otra, un signo de purificación para un nuevo comienzo. Pero para nosotros, los cristianos, no debe pasar por alto que si es el cuerpo el que se sumerge en el agua, es el alma la que se sumerge en Cristopara recibir el perdón del pecado y resplandecer con la luz divina (cf. Tertuliano, Sobre la resurrección de los muertos, VIII, 3: CCL 2, 931, PL 2, 806). En virtud del Espíritu Santo, el bautismo nos sumerge en la muerte y resurrección del Señor, ahogando  en la pila bautismal al hombre viejo, dominado por el pecado que separa de Dios y dando vida  al hombre nuevo, recreado en Jesús.
 En él, todos los hijos de Adán son llamados a una nueva vida. El Bautismo es, pues, un renacimiento. Estoy seguro, segurísimo de que todos nosotros recordamos la fecha de nuestro nacimiento: seguro. Pero yo me pregunto, con algo de duda, y os pregunto a vosotros : ¿Cada uno de nosotros recuerda la fecha de su bautismo? Algunos dicen que sí –está bien-. Pero es un sí algo débil porque quizás muchos no la recuerdan. Pero si celebramos el día en que nacimos ¿por qué no celebrar, o por lo menos recordar, el día del renacimiento? Yo os pongo unos deberes para casa. Los que no se acuerden de la fecha del bautismo, que pregunten a su madre, a los tíos, a los sobrinos, que pregunten: “¿Tú sabes cuál es la fecha de mi bautismo?” . Y no la olvidéis nunca. Y ese día dad gracias al Señor porque es precisamente el día en que Jesús entró en mí, en que el Espíritu Santo entró en mí. ¿Habéis entendido bien los deberes? Todos tenemos que saber la fecha de nuestro bautismo. Es otro cumpleaños: el cumpleaños del renacimiento. No os olvidéis de hacerlo, por favor.
Recordemos las últimas palabras del Señor Resucitado a los Apóstoles; son un mandato preciso: “Id y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19). A través del lavacro bautismal, el  que cree en Cristo se sumerge en la misma vida de la Trinidad.
De hecho, no es un agua cualquiera la del Bautismo, sino el  agua sobre la que se invoca el Espíritu que “da vida” (Credo). Pensamos en lo que Jesús dijo a Nicodemo, para explicarle el nacimiento en la vida divina: “El que no nazca de agua y de espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu es espíritu “(Jn 3: 5-6). Por lo tanto, el bautismo también se llama “regeneración”: creemos que Dios nos ha salvado “según su misericordia, por medio del baño de regeneración y de renovación  del Espíritu.” (Tito 3: 5).
El bautismo es, por lo tanto, un signo eficaz de renacimiento, para caminar en una nueva vida. San Pablo lo recuerda a los cristianos de Roma: “¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva”(Rom 6: 3-4).
Al sumergirnos en Cristo, el Bautismo también nos hace miembros de su Cuerpo, que es la Iglesia, y partícipes de su misión en el mundo (Cfr. CCC 1213).Nosotros, los bautizados, no estamos aislados: somos miembros del Cuerpo de Cristo.  La vitalidad que fluye de la fuente bautismal se ilustra con estas palabras de Jesús: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto”(Jn 15, 5). Una misma vida, la del Espíritu Santo, fluye de Cristo a los bautizados, uniéndolos en un solo Cuerpo (cf. 1 Cor 12:13), con el crisma de la santa unción y alimentado  en  la mesa eucarística.
El bautismo permite a Cristo vivir en nosotros y a nosotros  vivir unidos a él, para colaborar en la Iglesia, cada uno según su condición, en la transformación del mundo. Recibido solo una vez, el lavacro bautismal ilumina toda nuestra vida, guiando nuestros pasos hacia la Jerusalén del Cielo. Hay un antes y un después del bautismo. El Sacramento supone un camino de fe, que llamamos catecumenado, evidente cuando es un adulto quien  pide el bautismo. Pero incluso los niños, desde la antigüedad, son bautizados en la fe de sus padres (véase Rito del Bautismo de los Niños, Introducción, 2).  Y  sobre esto quisiera deciros algo. 
Algunos piensan : pero ¿por qué bautizar a un niño que no entiende? Esperemos a que crezca, a que entienda y sea él mismo el que pida el bautismo . Pero esto significa no tener confianza en el Espíritu Santo, porque cuando bautizamos a un niño, en ese niño entra el Espíritu Santo y el Espíritu Santo hace que crezcan en ese niño, desde pequeño, virtudes cristianas que florecerán después. Siempre hay que dar a todos esta  oportunidad , a todos los niños, la de tener dentro al Espíritu Santo que los guíe durante la vida.
 ¡No os olvidéis de bautizar a los niños! Nadie merece el Bautismo, que es siempre un don gratuito para todos, adultos y recién nacidos. Pero como sucede con una semilla llena de vida, este regalo arraiga y da fruto en una tierra alimentada por la fe. Las promesas bautismales que renovamos cada año en la Vigilia Pascual deben ser reavivadas todos los días para que el Bautismo “cristifique”: no hay que tener miedo de esta palabra: el bautismo nos “cristifica”, quien ha recibido el bautismo y es “cristificado”  se asemeja a Cristo , se transforma en Cristo y se hace de verdad otro Cristo.
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