domingo, 29 de diciembre de 2019


El Papa en la Fiesta de la Sagrada Familia: retomar la comunicación en la familia

María, José y Jesús, representan una respuesta “coral a la voluntad del Padre”: ellos se ayudan recíprocamente a realizar el proyecto de Dios, rezando, trabajando y comunicándose. Que ellos, dijo el Papa en su reflexión de hoy, “sean modelo” para nuestras familias, a fin de que padres e hijos “se sostengan mutuamente en la adhesión al Evangelio, fundamento de la santidad de la familia”.
Griselda Mutual – Ciudad del Vaticano
En la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret el Papa Francisco se asomó a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano, para rezar junto con los fieles y peregrinos la oración mariana del Ángelus. A María, “Reina de la familia”, encomendó a todas las familias del mundo, especialmente a las probadas por el sufrimiento o el malestar.
En su meditación antes del rezo mariano, fue puesta de manifiesto la obediencia de María, la de José y la del mismo Jesús, que es “la voluntad del Padre”. Ellos, dijo el Pontífice, adhirieron “libre y responsablemente” al proyecto de Dios. La Sagrada Familia de Nazaret “estuvo totalmente disponible a la voluntad de Dios”.

La obediencia en la docilidad de María

Centrándose en cada uno de los miembros de esta familia, el Santo Padre destacó primeramente la “docilidad” de María a la acción del Espíritu Santo, que le pide que se convierta en la Madre del Mesías:
María, como toda joven mujer de su tiempo, estaba a punto de realizar su proyecto de vida, es decir, casarse con José. Pero cuando se da cuenta de que Dios la llama a una misión particular, no duda en proclamarse su "sierva" (cf. Lc 1,38).
El Papa señaló que de María, Jesús exalta su grandeza, y lo hace “no tanto por su papel de madre, sino por su obediencia a Dios”. Aun cuando Ella “no comprende plenamente los acontecimientos que la involucran”, en silencio “medita, reflexiona y adora la iniciativa divina”. Y su presencia al pie de la Cruz “consagra” esta disponibilidad total suya.

La obediencia en la acción de José

De José, Francisco resaltó su obediencia en la acción, puesto que el Evangelio “no nos deja ni una sola palabra”, porque “él no habla, sino que actúa obedeciendo”. José es “el hombre del silencio, el hombre de la obediencia”, dijo. Y recordó que la página del Evangelio del día (cf. Mt 2,13-15.19-23) alude bien tres veces a la obediencia del "justo José", quien “bajo la guía de Dios, representado por el ángel” “aleja a su familia de las amenazas de Herodes y la salva”.  
De este modo la Sagrada Familia se solidariza con todas las familias del mundo que se ven obligadas al exilio; se solidariza con todos aquellos que se ven constreñidos a abandonar su propia tierra a causa de la represión, de la violencia y de la guerra.

Jesús, la voluntad del Padre

“Finalmente, - continuó el Papa - la tercera persona de la Sagrada Familia, Jesús. Él es la voluntad del Padre: en Él – dice san Pablo – no hubo ni 'sí' y 'no', sino sólo 'sí'".  (cf. 2 Co 1,19).
Francisco señaló que la obediencia de Jesús “se manifestó en muchos momentos de su vida terrenal”, y puso como ejemplo el episodio en el templo, cuando sus padres, angustiados, lo buscaban. A ellos Jesús respondió: "¿No saben que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre” (Lc 2,49). También recordó el constante repetir del Maestro: "Mi alimento es hacer la voluntad de Aquel que me ha enviado". Y su oración en el Huerto de los Olivos: "Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, que se cumpla tu voluntad" (Mt 26,42).
Todos estos eventos – aseguró el Santo Padre – son la realización perfecta de las mismas palabras de Cristo que dice: "Tú no has querido ni sacrificio ni ofrenda [...]. Entonces he aquí que vengo [...] a hacer, oh Dios, tu voluntad". (Heb 10.5-7; Sal 40.7-9).

Es necesario retomar la comunicación en la familia

María, José y Jesús “rezaban, trabajaban, se comunicaban”, continuó diciendo el Papa, y, he aquí que la pregunta que le surgió espontánea en este día fue: “¿tú, en tu familia, sabes comunicarte, o eres como esos chicos en que la mesa, cada uno con el teléfono móvil, está chateando?”
Debemos retomar la comunicación en familia: los padres con los hijos, con los abuelos, los hermanos entre sí... Es una tarea que hay que hacer hoy, precisamente en el Día de la Sagrada Familia.

La Sagrada Familia de Nazaret, respuesta “coral” a la voluntad del Padre

La Sagrada Familia de Nazaret representa "una respuesta coral a la voluntad del Padre”: ellos se ayudan recíprocamente a realizar el proyecto de Dios, rezando, trabajando y comunicándose. "Que ellos -concluyó el Papa en su reflexión de hoy, - sean modelo para nuestras familias, a fin de que padres e hijos se sostengan mutuamente en la adhesión al Evangelio, fundamento de la santidad de la familia”.
Encomendamos a María "Reina de la familia" a todas las familias del mundo, especialmente a las que están extenuadas por el sufrimiento o las dificultades, e invocamos sobre ellas la protección divina.

miércoles, 25 de diciembre de 2019

Urbi et Orbi. El Papa: “Que Cristo sea luz en medio de las injusticias”


Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano
Este mediodía el Papa Francisco ha pronunciado desde el Balcón central de la Basílica Vaticana su tradicional Mensaje navideño y ha impartido la Bendición “Urbi et Orbi” (a la ciudad y al mundo). “En el seno de la madre Iglesia, esta noche ha nacido nuevamente el Hijo de Dios hecho hombre. Su nombre es Jesús, que significa Dios salva. El Padre, Amor eterno e infinito, lo envió al mundo no para condenarlo, sino para salvarlo”. Con estas palabras, el Santo Padre comenzaba su Mensaje de Navidad ante los fieles de Roma, los peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro, y todas las personas que desde todas las partes del mundo han seguido el mensaje a través de los medios de comunicación.

Cristo, luz del mundo

El Papa ha explicado que Jesús es “luz del mundo” y citando las palabras del profeta Isaías: «El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande» (Is 9,1) expresa que aunque haya tinieblas en los corazones humanos, en las relaciones personales, familiares y sociales o en los conflictos económicos, geopolíticos y ecológicos “más grande es la luz de Cristo”.

Luz en medio de los conflictos y la guerra

Entre los deseos del Papa para esta Navidad está la paz para los niños de Oriente Medio: “Que Cristo sea luz para tantos niños que sufren la guerra y los conflictos en Oriente Medio y en diversos países del mundo”. En concreto, el Papa ha pedido que la Luz de Cristo “sea consuelo para el amado pueblo sirio, que todavía no ve el final de las hostilidades que han desgarrado el país en este decenio” también que “remueva las conciencias de los hombres de buena voluntad” y que “inspire a los gobernantes y a la comunidad internacional para encontrar soluciones que garanticen la seguridad y la convivencia pacífica de los pueblos de la región”. No se ha olvidado del pueblo libanés, para el que ha pedido “apoyo” para que pueda salir de la crisis actual. Pero también está en su pensamiento Tierra Santa, la tierra de nuestro Salvador y tierra “donde continúa la espera de tantos que, incluso en la fatiga, pero sin desesperarse, aguardan días de paz, de seguridad y de prosperidad”. El Papa tampoco se ha olvidado de Irak, para el que ha pedido “consolación” ante las fuertes tensiones sociales que atraviesa, y por último ha pedido por Yemen, para que se ponga fin a la grave crisis humanitaria.

Luz en medio de las tensiones políticas y sociales


El continente americano también está entre sus deseos natalicios. “Que el pequeño Niño de Belén sea esperanza para todo el continente americano, donde diversas naciones están pasando un período de agitaciones sociales y políticas”. El Papa pide al Niño Jesús que reanime al querido pueblo venezolano, pero también pide que sea luz para la querida Ucrania, “que aspira a soluciones concretas para alcanzar una paz duradera”.

Luz en medio de la pobreza y la migración

Finalmente, el Papa ha pedido por los países africanos donde se siguen viviendo situaciones sociales y políticas que a menudo obligan a las personas a emigrar, privándolas de una casa y de una familia. “Que haya paz para la población que vive en las regiones orientales de la República Democrática del Congo, martirizada por conflictos persistentes” dice Francisco, a la vez que pide consuelo “para cuantos son perseguidos a causa de su fe, especialmente los misioneros y los fieles secuestrados, y para cuantos caen víctimas de ataques por parte de grupos extremistas, sobre todo en Burkina Faso, Malí, Níger y Nigeria”.

Que Jesús sea defensa ante las injusticias

Francisco además desea que el nacimiento del Hijo de Dios traiga este año defensa y apoyo para cuantos, a causa de las injusticias, deben emigrar con la esperanza de una vida segura: “La injusticia – dice el Papa – los obliga a atravesar desiertos y mares, transformados en cementerios. La injusticia los fuerza a sufrir abusos indecibles, esclavitudes de todo tipo y torturas en campos de detención inhumanos. La injusticia les niega lugares donde podrían tener la esperanza de una vida digna y les hace encontrar muros de indiferencia”.
Por último, el Santo Padre ha expresado su esperanza en que el Emmanuel ablande nuestro corazón, “a menudo endurecido y egoísta” y nos haga instrumentos de su amor. En cambio, a nosotros, nos ha exhortado “a dar esperanza al mundo, anunciando con palabras y sobre todo con el testimonio de nuestra vida que nació Jesús, nuestra paz”.
25 diciembre 2019, 12:15

Misa de Navidad: «Se ha manifestado la gracia de Dios»

El Papa Francisco Celebra La Misa De Nochebuena (Vatican Media)

Homilía del Papa Francisco

(ZENIT – 24 diciembre 2019).- A las 21:30 horas, en la Basílica Vaticana, el Santo Padre Francisco ha celebrado la Santa Misa de la Noche en la Solemnidad del Nacimiento del Señor, el 24 de diciembre de 2019.
En la Celebración Eucarística, después de la proclamación del Santo Evangelio, el Papa ha pronunciado la homilía, que ofrecemos a continuación:
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Homilía del Papa Francisco
«El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande» (Is 9,1). Esta profecía de la primera lectura se realizó en el Evangelio. De hecho, mientras los pastores velaban de noche en sus campos, «la gloria del Señor los envolvió de claridad» (Lc 2,9). En la noche de la tierra apareció una luz del cielo. ¿Qué significa esta luz surgida en la oscuridad? Nos lo sugiere el apóstol Pablo, que nos dijo: «Se ha manifestado la gracia de Dios». La gracia de Dios, «que trae la salvación para todos los hombres» (Tt 2,11), ha envuelto al mundo esta noche.
Pero, ¿qué es esta gracia? Es el amor divino, el amor que transforma la vida, renueva la historia, libera del mal, infunde paz y alegría. En esta noche, el amor de Dios se ha mostrado a nosotros: es Jesús. En Jesús, el Altísimo se hizo pequeño para ser amado por nosotros. En Jesús, Dios se hizo Niño, para dejarse abrazar por nosotros. Pero, podemos todavía preguntarnos, ¿por qué san Pablo llama “gracia” a la venida de Dios al mundo? Para decirnos que es completamente gratuita. Mientras que aquí en la tierra todo parece responder a la lógica de dar para tener, Dios llega gratis. Su amor no es negociable: no hemos hecho nada para merecerlo y nunca podremos recompensarlo.
Se ha manifestado la gracia de Dios. En esta noche nos damos cuenta de que, aunque no estábamos a la altura, Él se hizo pequeñez para nosotros; mientras andábamos ocupados en nuestros asuntos, Él vino entre nosotros. La Navidad nos recuerda que Dios sigue amando a cada hombre, incluso al peor. A mí, a ti, a cada uno de nosotros, Él nos dice hoy: “Te amo y siempre te amaré, eres precioso a mis ojos”. Dios no te ama porque piensas correctamente y te comportas bien; Él te ama y basta. Su amor es incondicional, no depende de ti. Puede que tengas ideas equivocadas, que hayas hecho de las tuyas; sin embargo, el Señor no deja de amarte. ¿Cuántas veces pensamos que Dios es bueno si nosotros somos buenos, y que nos castiga si somos malos? Pero no es así. Aun en nuestros pecados continúa amándonos. Su amor no cambia, no es quisquilloso; es fiel, es paciente. Este es el regalo que encontramos en Navidad: descubrimos con asombro que el Señor es toda la gratuidad posible, toda la ternura posible. Su gloria no nos deslumbra, su presencia no nos asusta. Nació pobre de todo, para conquistarnos con la riqueza de su amor.
Se ha manifestado la gracia de Dios. Gracia es sinónimo de belleza. En esta noche, redescubrimos en la belleza del amor de Dios, también nuestra belleza, porque somos los amados de Dios. En el bien y en el mal, en la salud y en la enfermedad, felices o tristes, a sus ojos nos vemos hermosos: no por lo que hacemos sino por lo que somos. Hay en nosotros una belleza indeleble, intangible; una belleza irreprimible que es el núcleo de nuestro ser. Dios nos lo recuerda hoy, tomando con amor nuestra humanidad y haciéndola suya, “desposándose con ella” para siempre.
De hecho, la «gran alegría» anunciada a los pastores esta noche es «para todo el pueblo». En aquellos pastores, que ciertamente no eran santos, también estamos nosotros, con nuestras flaquezas y debilidades. Así como los llamó a ellos, Dios también nos llama a nosotros, porque nos ama. Y, en las noches de la vida, a nosotros como a ellos nos dice: «No temáis» (Lc 2,10). ¡Ánimo, no hay que perder la confianza, no hay que perder la esperanza, no hay que pensar que amar es tiempo
perdido! En esta noche, el amor venció al miedo, apareció una nueva esperanza, la luz amable de Dios venció la oscuridad de la arrogancia humana. ¡Humanidad, Dios te ama, se hizo hombre por ti, ya no estás sola!
Queridos hermanos y hermanas: ¿Qué hacer ante esta gracia? Una sola cosa: acoger el don. Antes de ir en busca de Dios, dejémonos buscar por Él. No partamos de nuestras capacidades, sino de su gracia, porque Él es Jesús, el Salvador. Pongamos nuestra mirada en el Niño y dejémonos envolver por su ternura. Ya no tendremos más excusas para no dejarnos amar por Él: Lo que sale mal en la vida, lo que no funciona en la Iglesia, lo que no va bien en el mundo ya no será una justificación. Pasará a un segundo plano, porque frente al amor excesivo de Jesús, que es todo mansedumbre y cercanía, no hay excusas. La pregunta que surge en Navidad es: “¿Me dejo amar por Dios? ¿Me abandono a su amor que viene a salvarme?”.
Un regalo así, tan grande, merece mucha gratitud. Acoger la gracia es saber agradecer. Pero nuestras vidas a menudo transcurren lejos de la gratitud. Hoy es el día adecuado para acercarse al sagrario, al belén, al pesebre, para agradecer. Acojamos el don que es Jesús, para luego transformarnos en don como Jesús. Convertirse en don es dar sentido a la vida y es la mejor manera de cambiar el mundo: cambiamos nosotros, cambia la Iglesia, cambia la historia cuando comenzamos a no querer cambiar a los otros, sino a nosotros mismos, haciendo de nuestra vida un don.
Jesús nos lo manifiesta esta noche. No cambió la historia constriñendo a alguien o a fuerza de palabras, sino con el don de su vida. No esperó a que fuéramos buenos para amarnos, sino que se dio a nosotros gratuitamente. Tampoco nosotros podemos esperar que el prójimo cambie para hacerle el bien, que la Iglesia sea perfecta para amarla, que los demás nos tengan consideración para servirlos. Empecemos nosotros. Así es como se acoge el don de la gracia. Y la santidad no es sino custodiar esta gratuidad.
Una hermosa leyenda cuenta que, cuando Jesús nació, los pastores corrían hacia la gruta llevando muchos regalos. Cada uno llevaba lo que tenía: unos, el fruto de su trabajo, otros, algo de valor. Pero mientras todos los pastores se esforzaban, con generosidad, en llevar lo mejor, había uno que no tenía nada. Era muy pobre, no tenía nada que ofrecer. Y mientras los demás competían en presentar sus regalos, él se mantenía apartado, con vergüenza. En un determinado momento, san José y la Virgen se vieron en dificultad para recibir todos los regalos, sobre todo María, que debía tener en brazos al Niño. Entonces, viendo a aquel pastor con las manos vacías, le pidió que se acercara. Y le puso a Jesús en sus manos. El pastor, tomándolo, se dio cuenta de que había recibido lo que no se merecía, que tenía entre sus brazos el regalo más grande de la historia. Se miró las manos, y esas manos que le parecían siempre vacías se habían convertido en la cuna de Dios. Se sintió amado y, superando la vergüenza, comenzó a mostrar a Jesús a los otros, porque no podía sólo quedarse para él el regalo de los regalos.
Querido hermano, querida hermana: Si tus manos te parecen vacías, si ves tu corazón pobre en amor, esta noche es para ti. Se ha manifestado la gracia de Dios para resplandecer en tu vida. Acógela y brillará en ti la luz de la Navidad.
© Librería Editorial Vaticano

domingo, 22 de diciembre de 2019

Ángelus: «La Santa Navidad sea para todos una ocasión de fraternidad»

Ángelus 22 Diciembre 2019 © Vatican Media

Palabras después del Ángelus

(ZENIT – 22 diciembre 2019).- Después del rezo del Ángelus el Santo Padre se ha dirigido a los peregrinos y fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, deseando que la Santa Navidad sea para todos una ocasión de fraternidad, de crecimiento en la fe y gestos de solidaridad con los necesitados.
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Palabras del Papa después del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas!
Saludo a todos ustedes, fieles de Roma y peregrinos de Italia y de varios países. En particular, saludo a la delegación de ciudadanos italianos que viven en los territorios que están seriamente contaminados y aspiran a una mejor calidad del medio ambiente y a una adecuada protección de la salud.
Dentro de tres días será Navidad y mis pensamientos van dirigidos a las familias, en particular a las familias que en estos días festivos se reúnen: los que viven lejos de sus padres que vuelven a casa; a los hermanos que intentan encontrarse de nuevo. Que la Santa Navidad sea para todos una ocasión de fraternidad, de crecimiento en la fe y gestos de solidaridad con los necesitados.
Y que San José nos acompañe en este camino hacia la Navidad.
Que tengan un buen domingo. Por favor, no se olviden de rezar por mí. Que tengan un buen almuerzo y adiós.

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miércoles, 18 de diciembre de 2019

El belén es una imagen artesanal de la paz ante tanta violencia e individualismo que nos rodea: lo recordó el Papa esta mañana en la audiencia general en el Aula Pablo VI.



María Cecilia Mutual - Ciudad del Vaticano
El pesebre es un Evangelio vivo en los lugares en donde se vive: en las casas, en las escuelas, en los lugares de trabajo y de encuentro, en los hospitales, en las cárceles y en las plazas. Lo recordó el Papa Francisco esta mañana en el curso de la audiencia general de este tercer miércoles del tiempo de Adviento,  explicando qué significa el pesebre en el tiempo de Navidad y evidenciando su sentido profundo para la familia.
Tras recordar que dentro de una semana es Navidad, el Papa propone a los fieles presentes en el Aula Pablo VI que se pregunten cómo se están preparando “para la fiesta del Festejado” y explica un “modo simple pero eficaz” para hacerlo: “hacer el pesebre”. Francisco afirma que él también este año “ha seguido este camino”, visitando la ciudad de Greccio en donde San Francisco realizó el primer belén y que también, en esa ocasión escribió una carta para recordar el significado de esta tradición. Hacer el pesebre, precisa a continuación el Obispo de Roma, “es celebrar la cercanía de Dios”, que se hizo hombre, “un niño”,  que “siempre ha estado cerca de su pueblo”:
“El pesebre es un Evangelio vivo, no lo olvidemos, que nos recuerda que Dios se ha hecho hombre. Es bonito detenerse delante del nacimiento y confiar al Señor las personas, las situaciones, las preocupaciones que llevamos dentro.”

Jesús, alimento para nuestra existencia

A continuación Francisco describe el Belén, en donde vemos junto a Jesús, a María y José: “podemos imaginar los pensamientos y los sentimientos que tenían mientras el Niño nacía en la pobreza: alegría y consternación” – precisa. Y exhorta a invitar a la Sagrada Familia “a nuestra casa”:
“El belén es además un Evangelio doméstico: El pesebre es donde comen los animales; y belén significa ‘casa del pan’. Pesebre y casa del pan, estas dos palabras nos evocan que Jesús es el alimento para nuestra existencia; es el pan de vida. Es él que alimenta nuestro amor, es Él que dona a nuestras familias la fuerza de seguir adelante y perdonarnos.”

El pesebre invita a la contemplación

Con una mirada hacia la vida actual marcada por ritmos frenéticos, el Papa asegura que el pesebre ofrece otra enseñanza de vida, una “invitación a la contemplación”, nos recuerda "la importancia de detenernos":
“Ante una sociedad frenética, el belén nos hace dirigir nuestra mirada a Dios, que es pobre de cosas, pero rico de amor, nos invita a invertir en lo importante, no en la cantidad de bienes, sino en la calidad de los afectos.”

El pesebre, ternura de la familia

Ayer, recuerda el Santo Padre, me regalaron una estatuilla de un pesebre especial, pequeñito, que se llamaba: “Dejen descansar a mamá”. Estaba la Virgen adormecida y José con el Niño allí, que lo hacía dormir. Cuántos de ustedes deben dividir la noche entre marido y mujer por el niño o la niña que llora, llora, llora. “Dejen descansar a mamá”: es la ternura de una familia, de un matrimonio”.

El pesebre, evangelio vivo

“El pesebre es más que nunca actual – añade el Papa – mientras cada día se fabrican armas y tantas imágenes violentas,  que entran en los ojos y en el corazón”. “Es un Evangelio vivo”. Y en español, dice:
“El belén es una imagen artesanal de la paz ante tanta violencia e individualismo que nos rodea. En el pesebre todos convergen en Jesús, quién es el Príncipe de la paz y donde está Jesús hay armonía, y nos dice que no estamos solos, porque Él está con nosotros, dándonos una vida nueva.”

Con Jesús ya nos estamos solos

Finalmente, del pesebre podemos recibir una “enseñanza sobre el sentido de la vida”. En el pesebre  - agrega Francisco – se ven escenas cotidianas: los pastores con las ovejas, herreros que trabajan el hierro, molineros,  que indican que Dios viene "a nuestra vida concreta". Por eso es importante “hacer un pequeño belén en casa, siempre,  porque es el recuerdo de que Dios vino a estar entre nosotros, nació de nosotros, nos acompaña en la vida, es hombre como nosotros, se hizo hombre como nosotros”  y por tanto "en la vida cotidiana, ya no estamos solos".
“No cambia mágicamente las cosas, pero si lo acogemos, cada cosa puede cambiar. Espero entonces que hacer el pesebre sea una oportunidad para invitar a Jesús en la vida. Cuando hacemos el pesebre en casa, es como abrir la puerta y decir: "¡Entra, Jesús!". Es hacer concreta esta cercanía, esta invitación a Jesús para que entre en nuestras vidas. Porque si Él vive en nuestras vidas, la vida renace. Y si la vida renace, realmente es Navidad.”

El saludo a los peregrinos

En el curso de la audiencia, el Papa saludó en diversos idiomas a los fieles presentes en el Aula Nervi procedentes de varios países. A los peregrinos de lengua española, reiteró su invitación:
Los invito a preparar el belén en sus hogares y a detenerse para contemplarlo, para que el nacimiento de Jesús los llene de alegría y les conceda la paz. Les deseo a todos Feliz Navidad.
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18 diciembre 2019, 10:36

martes, 17 de diciembre de 2019

Francisco cumple 83 años, las felicitaciones y el afecto de todo el mundo

Es el séptimo cumpleaños que celebra como Papa. De todas partes del mundo llegan en estas horas mensajes y ofertas de oración

Cecilia Seppia – Ciudad del Vaticano
Es un mes importante para el Papa Francisco que en pocos días se encontró celebrando 50 años de sacerdocio, el pasado 13 de diciembre, y hoy los 83 años de vida que todavía no frenan su carrera por el anuncio del Evangelio. El mundo entero lo celebra con un afecto abrumador. Miles de correos electrónicos fueron enviados por los fieles a la dirección de correo electrónico puesta a disposición para la ocasión, tantos como las cartas de los niños. Millones de personas, por otra parte, han elegido las redes sociales para enviarle sus pensamientos, incluso solo con un comentario bajo una foto suya publicada en Franciscus, la cuenta oficial de Instagram.  Son innumerables los mensajes de los grandes de la tierra y de los líderes religiosos, así como del Papa Emérito, Benedicto XVI. Entre los dones más apreciados, sin duda, está la respuesta mundial a sus constantes peticiones de oración por su magisterio y por esa "vejez", sede de sabiduría, que durante la Misa con los cardenales el 17 de diciembre de 2016, esperaba que fuera "tranquila, religiosa, fecunda y gozosa".

El diseño del Espíritu

Hoy es el séptimo cumpleaños que Francesco celebra entre la Muralla Leonina, pero muchos los han pasado del otro lado del Océano Atlántico. Jorge Mario Bergoglio nació en Buenos Aires, Argentina, en 1936. Hijo de emigrantes piamonteses, tiene pasión por la música, en particular por la Ópera, que sigue en la radio el sábado por la mañana con la Madre Regina y sus hermanos, y en su sangre el amor por el fútbol, aunque en los juegos con los amigos a menudo termina en el arco, un papel que se le asigna al "pata dura", a los que como él mismo explicará más tarde, "no tienen el pie educado". Estudió mucho, aprende varios oficios y luego se graduó como técnico químico, pero el horizonte de su vida era diferente: consagrarse a Dios y ponerse al servicio del pueblo, así que en 1958 entró en el seminario y optó por realizar su noviciado entre los Padres Jesuitas. Fue en este período que una enfermera, la Hermana Cornelia Caraglio, salvó su vida al convencer a un médico para que le administrara la dosis correcta de antibiótico para tratar la pulmonía. Una intervención humana sin duda, sugerida por el Espíritu que ya lo veía como Sucesor de Pedro.

El sacerdocio

En 1969 fue ordenado sacerdote. Ese día, su abuela Rosa le entregó una carta, dirigida a todos sus nietos. El joven Jorge Mario la guardaba en el breviario: "Tengan una vida larga y feliz. Pero si en unos días el dolor, la enfermedad o la pérdida de un ser querido los llenan de desesperación, acuérdense que un suspiro ante el Tabernáculo, donde está el mártir más grande y venerable, y una mirada a María, que está al pie de la cruz, podrá dejar caer una gota de bálsamo en las heridas más profundas y dolorosas”.
En 1973 fue nombrado provincial de los jesuitas de Argentina. En 1992 recibió la ordenación episcopal y el 28 de febrero de 1998 fue nombrado arzobispo de Buenos Aires, primado de Argentina. En el consistorio del 21 de febrero de 2001, Juan Pablo II lo creó Cardenal. “Esta mañana - declaró el Papa Wojtyla en esa ocasión - la Roma "católica" estrecha a los nuevos cardenales en un cordial abrazo, convencida de que se está escribiendo otra página significativa de su historia bimilenaria”.

Jorge Mario Bergoglio se convierte en Papa

Es el preludio de otro evento destinado a dejar su huella: el 13 de marzo de 2013 Jorge Mario es el primer Papa venido de las Américas, el primer jesuita, el primero en elegir el nombre de Francisco, como el Santo de Asís que tuvo como amigos a los pobres, los últimos, los enfermos, las criaturas de la Tierra, la Hermana Luna y el Hermano Sol y paz del corazón entre hombres y naciones. Esos mismos "amigos" que inspirarán las palabras y los gestos de su Pontificado.

El Papa abole el secreto pontificio para los casos de abuso sexual


En una decisión histórica en la lucha contra los abusos a menores y la cultura del encubrimiento, el Santo Padre ha abolido el secreto pontificio para dichos casos.En una decisión histórica en la lucha contra los abusos a menores y la cultura del encubrimiento, el Santo Padre ha abolido el secreto pontificio para dichos casos. 

El Papa abole el secreto pontificio para los casos de abuso sexual

Así Francisco pone a disposición de las autoridades investigadoras civiles los testimonios de los juicios canónicos.
Vatican News
Dos documentos destinados a dejar huella: el Papa Francisco abolió el secreto pontificio en casos de violencia sexual y abuso de menores cometidos por clérigos, y también decidió cambiar la ley sobre el delito de pornografía infantil, haciendo caer dentro de los casos de delicta graviora -los delitos más graves- la posesión y difusión de imágenes pornográficas que involucren a menores de hasta 18 años de edad.
El primer y más importante documento es un rescripto firmado por el Cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, que informa que el pasado 4 de diciembre el Pontífice dispuso abolir el secreto pontificio sobre las denuncias, los procesos y las decisiones relativas a los delitos mencionados en el primer artículo del reciente motu proprio Vos estis lux mundi. Esos se refieren a los casos de violencia y de actos sexuales cometidos bajo amenaza o abuso de autoridad, casos de abuso de menores y de personas vulnerables, casos de pornografía infantil, casos de no denuncia y encubrimiento de los abusadores por parte de los obispos y superiores generales de los institutos religiosos.
La nueva instrucción especifica que la “la información se tratará de manera que se garantice su seguridad, integridad y confidencialidad” establecidas por el Código de Derecho Canónico para proteger “la buena reputación, la imagen y la privacidad” de las personas implicadas. Pero este “secreto de oficio”, tal y como se lee en la instrucción, “no obsta para el cumplimiento de las obligaciones establecidas en cada lugar por la legislación estatal”, incluidas las obligaciones de denuncia, “así como dar curso a las resoluciones ejecutivas de las autoridades judiciales civiles”. Además, a quienes realizan las denuncias, a las víctimas y a los testigos “no puede imponerse vínculo de silencio alguno” sobre los hechos.

Con un segundo rescripto, firmado por el mismo Parolin y por el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Cardenal Luis Ladaria Ferrer, se dieron a conocer también las modificaciones de tres artículos del motu proprio Sacramentorum sanctitatis tutela (de 2001, ya modificado en 2010). Se establece que sea considerado como uno de los delitos más graves reservados para el juicio de la Congregación para la Doctrina de la Fe “la adquisición o posesión o divulgación, con un fin libidinoso, de imágenes pornográficas de menores de dieciocho años por parte de un clérigo, de cualquier manera y por cualquier medio”. Hasta ahora ese límite se fijaba en los 14 años.
Finalmente, en otro artículo, se permite que en los casos relativos a estos delitos más graves, el papel de “abogado y procurador” pueda ser desempeñado también por fieles laicos con un doctorado en Derecho Canónico y no solo por sacerdotes.