viernes, 31 de julio de 2020

Papa Francisco @Pontifex_es


Que #SanIgnacio nos enseñe la humildad que nos hace conscientes de que no somos nosotros quienes construimos el Reino de Dios, sino que es siempre la gracia del Señor que actúa en nosotros, frágiles vasijas de barro en las que hay un tesoro inmenso que llevamos y comunicamos.
8:30 a. m. · 31 jul. 2020TweetDeck

domingo, 26 de julio de 2020

El Papa: activos y disponibles para construir el Reino de los cielos

https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2020-07/papa-angelus-activos-para-construir-reino-de-los-cielos.html

El Reino de los cielos es lo contrario de las cosas superfluas que ofrece el mundo, es lo contrario de una vida banal: es un tesoro que renueva la vida todos los días y la expande hacia horizontes más amplios: el Papa Francisco, a la hora del Ángelus, indicó que es Jesús quien nos llama a ser “buscadores sanamente inquietos del Reino de los Cielos”, pues para su construcción, es necesaria no sólo la gracia de Dios, sino también la disponibilidad activa del hombre.
“La construcción del Reino exige no solo la gracia de Dios, sino también la disponibilidad activa del hombre”: así el Papa Francisco, en el domingo 26 de julio, fiesta de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María, exhortó, tras el ejemplo de las parábolas en el Evangelio de este día (Mt 13, 44-52) a ser también nosotros “buscadores sanamente inquietos del Reino de los cielos”. Se trata – dijo el Papa – de abandonar la carga pesada de nuestras seguridades mundanas que nos impiden la búsqueda y la construcción del Reino: el anhelo de poseer, la sed de ganancia y poder, el pensar solo en nosotros mismos.
El Santo Padre comenzó su catequesis precisando que se detendría en las dos primeras parábolas del Evangelio del día, a saber, la del tesoro escondido y la de la perla preciosa, con las que “el Reino de los cielos es comparado con dos realidades diferentes ‘preciosas’”.

La gracia lo hace todo, pero conlleva "mi" responsabilidad

La reacción del que encuentra la perla o el tesoro – dijo – es prácticamente igual: el hombre y el mercader venden todo para comprar lo que más les importa, abandonando sus seguridades materiales.  
Con estas dos similitudes, Jesús se propone involucrarnos en la construcción del Reino de los cielos, presentando una característica esencia de la vida cristiana, de la vida del Reino de los cielos: se adhieren completamente al Reino aquellos que están dispuestos a jugarse todo, (quienes) son valientes. […]La construcción del Reino de los cielos exige no solo la gracia de Dios, sino también la disponibilidad activa del hombre.
“¡Todo lo hace la gracia, todo! De nosotros tan sólo la voluntad de recibirla, no la resistencia a la gracia: la gracia lo hace todo, pero conlleva "mi" responsabilidad, "mi" disponibilidad.”

Llamados a ser buscadores “sanamente inquietos” del Reino

Los gestos del mercader y del hombre que se privan de los propios bienes para comprar “realidades más preciosas”, son “decisivos y radicales”, afirmó el Santo Padre: “son sólo de ida, y no de ida y vuelta”. Y nosotros, pues, “estamos llamados a asumir la actitud de estos dos personajes evangélicos, convirtiéndonos también nosotros en buscadores sanamente inquietos del Reino de los cielos”.
Se trata de abandonar la carga pesada de nuestras seguridades mundanas que nos impiden la búsqueda y la construcción del Reino: el anhelo de poseer, la sed de ganancia y poder, el pensar solo en nosotros mismos.

Un tesoro que renueva y expande la vida cada día

Seguidamente, el Papa Francisco observó que hoy en día, para algunos, la vida puede resultar mediocre y apagada, y explicó que esto sucede porque “probablemente no han ido a la búsqueda de un verdadero tesoro”: se han “conformado”, dijo, “con cosas atractivas pero efímeras, de destellos brillantes, pero "ilusorios" porque después dejan en la oscuridad. Y ejemplificó: la luz del Reino no es un fuego artificial, ¡es luz! Los fuegos artificiales duran sólo un instante, la luz del Reino acompaña a toda la vida.
El Reino de los cielos es lo contrario de las cosas superfluas que ofrece el mundo, es lo contrario de una vida banal: es un tesoro que renueva la vida todos los días y la expande hacia horizontes más amplios. De hecho, quien ha encontrado este tesoro tiene un corazón creativo y buscador, que no repite, sino que inventa, rastreando y recorriendo calles nuevas, que nos llevan a amar a Dios y a amar a los demás, a amarnos verdaderamente a nosotros mismos.

El "signo" de quienes recorren el camino del Reino


Es Jesús, concluyó, “el tesoro escondido y la perla de gran valor”, quien “no puede hacer otra cosa que suscitar la alegría, toda la alegría del mundo”:
La alegría de descubrir un sentido para la propia vida, la alegría de sentirla comprometida en la aventura de la santidad.
El Santo Padre concluyó rezando a la Virgen Santa, para que “nos ayude a buscar cada día el tesoro del Reino de los cielos, para que en nuestras palabras y en nuestros gestos se manifieste el amor que Dios nos ha donado mediante Jesús”.

El Papa pide a los jóvenes que visiten a los abuelos con las precauciones por el Covid


El pontífice les dedicó unas palabras durante el Ángelus de este domingo, que ha coincidido con la memoria litúrgica de los santos Joaquín y Ana, los abuelos de Jesús.
El papa Francisco le pidió hoy a los jóvenes que no dejen solos a los abuelos y que tengan gestos de ternura con ellos, como llamarlos por teléfono o visitarlos, pero siempre con las precauciones necesarias impuestas por la pandemia de coronavirus para evitar contagios.

"Queridos jóvenes, cada uno de estos ancianos es vuestro abuelo, no los dejen solos, usen la fantasía del amor. No los dejen solos. Llámenlos, videollamadas, por teléfono, escúchenlos", dijo el pontífice.

Así, ha animado a los jóvenes a "tener un gesto de ternura con los ancianos y las ancianas, sobre todo aquellos que están en las residencias y que desde hace tantos meses no ven a sus seres queridos".

miércoles, 22 de julio de 2020

María Magdalena, la apóstola de la más grande esperanza


Cristo Resucitado y María MagdalenaCristo Resucitado y María Magdalena de Marko Ivan Rupnik 

Benedetta Capelli - Ciudad del Vaticano
Ella es la que primero ve. Es a ella a quien Jesús llama por su nombre, despertando a esta fiel mujer del torpor de la tristeza, haciéndola testigo de la Resurrección y la esperanza. Los ojos de María Magdalena, a quien la Iglesia recuerda hoy, se bañan primero en lágrimas porque encuentran un sepulcro vacío, luego son el espejo de una alegría no “dada con cuentagotas”, dice el Papa en la audiencia general del 17 de mayo de 2017, sino que son fruto de " una cascada que abarca toda la vida". Esos ojos, una vez que se encontraron con los de Cristo, nunca dejaron de mirarlo: primero bajo la Cruz, luego ante un sudario desnudo y, finalmente, inflamados por su amor, dieron testimonio de la verdad a los propios discípulos. Es ella la que proclama que Jesús ha conquistado la muerte.

Un nombre, una historia de amor

Francisco se detiene también en su fidelidad, en su obstinación que la hace estar al lado de la tumba vacía, en el asombro cuando oye la voz de Jesús, el "Dios que se preocupa por nuestra vida, que la quiere revivir, y para hacer esto - explica el Papa en la audiencia general del 17 de mayo de 2017 - nos llama por nuestro nombre, reconociendo el rostro personal de cada uno":
Cada hombre es una historia de amor que Dios escribe en esta tierra. Cada uno de nosotros es una historia de amor de Dios. A cada uno de nosotros Dios nos llama por el propio nombre: nos conoce por el nombre, nos mira, nos espera, nos perdona, tiene paciencia con nosotros.

"He visto al Señor"

María Magdalena es el emblema de las mujeres de fe. Una fe que vive como “olas que cubren todo”, que cambian su dirección, que impiden quedarse en un rincón, que empujan a proclamar que el Señor está vivo: 
Y así esa mujer, que antes de encontrar a Jesús estaba a merced del maligno (cf Lucas 8, 2), ahora se ha convertido en apóstola de la nueva y más grande esperanza. Su intercesión nos ayude a vivir también a nosotros esta experiencia: en la hora del llanto y del abandono, escuchar a Jesús Resucitado que nos llama por nuestro nombre, y con el corazón lleno de alegría ir y anunciar: «¡He visto al Señor!» (v. 18). ¡He cambiado de vida porque he visto al Señor! Ahora soy distinto que antes, soy otra persona. He cambiado porque he visto al Señor. Esta es nuestra fuerza y esta es nuestra esperanza.

¿Quién era la Magdalena?

Hay varios malentendidos sobre la vida de María Magdalena, definida por Santo Tomás de Aquino como "apóstola de los apóstoles". La tradición la ha identificado a menudo con una prostituta porque -escribió el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura- en el anterior capítulo 7 del Evangelio de Lucas, se narra la conversión de una anónima pecadora conocida en esa ciudad, que había rociado los pies de Jesús con aceite perfumado, los había regado con sus lágrimas y los había secado con sus cabellos. Pero hay otro malentendido, explica el cardenal, la unción con el aceite perfumado es un gesto que también fue hecho por María, la hermana de Marta y Lázaro, en una ocasión diferente reportada por el evangelista Juan. Y así, María Magdalena de algunas tradiciones populares, será identificada con esta misma María de Betania, después de haber sido confundida con la prostituta de Galilea.

Lo vi en mi corazón

Francisco, en la misa en la Casa Santa Marta el 2 de abril de 2013, describe a Magdalena como una "mujer pecadora", una "mujer explotada e incluso despreciada por aquellos que se creían justos", pero también una mujer a quien Jesús dijo que amaba mucho y por eso sus muchos pecados le fueron perdonados". En la oscuridad de su alma llora, se abandona a sí misma, riega de lágrimas esos mismos ojos que nunca más dejarán el rostro de Cristo:
A veces, en nuestra vida las gafas para ver a Jesús son las lágrimas. Frente a la Magdalena llorosa también podemos pedir al Señor la gracia de las lágrimas. Es una bella gracia... Llorar por todo: por el bien, por nuestros pecados, por las gracias, por la alegría también. El llanto nos prepara para ver a Jesús. Y que el Señor nos dé la gracia, a todos nosotros, de poder decir con nuestra vida: "Vi al Señor", no porque se me haya aparecido, sino porque lo vi en mi corazón.

martes, 21 de julio de 2020

El mensaje del Papa Francisco por el Día del Amigo. Diario EL TRIBUNO

El mensaje del Papa Francisco por el Día del Amigo
El papa Francisco envió un precavido mensaje por el Día del Amigo en medio de pandemia, y teniendo en cuenta las recomendaciones de las autoridades para no participar de reuniones sociales. "Para divertirse, hace falta estar con amigos", dijo Jorge Bergoglio, al visitar a un grupo de niños que participa de la colonia de verano que el Vaticano instaló en sus jardines para los hijos de sus empleados.
"Las personas que solo saben divertirse solas son egoístas. Para divertirse hace falta estar juntos, con los amigos", dijo el pontífice al grupo de niños, según reprodujo un comunicado de la Santa Sede.

domingo, 19 de julio de 2020

“Hay que rechazar el mal y buscar la salvación del malvado”


El Santo Padre este domingo antes de rezar a la Madre de Dios dijo que, no colabora bien con Dios quien se fija solo en los límites y los defectos de los demás, sino quien sabe reconocer el bien que crece silenciosamente en el campo de la Iglesia y de la historia.

Renato Martinez – Ciudad del Vaticano
“La Virgen María nos ayude a comprender e imitar la paciencia de Dios, que no quiere que ninguno de sus hijos se pierda, que Él ama con amor de Padre”, lo dijo el Papa Francisco en su alocución antes de rezar la oración mariana del Ángelus de este 19 de julio, XVI Domingo del Tiempo Ordinario.

Es necesario esperar el tiempo de la cosecha

El Santo Padre, comentando el Evangelio (cfr. Mt 13, 24-43) que la liturgia propone este Domingo, dijo que San Mateo nos presenta a Jesús hablando a la multitud en parábolas – la de la cizaña y la del grano de mostaza – sobre el Reino de los cielos. Refiriéndose a la primera parábola, la de la cizaña, Jesús nos hace conocer la paciencia de Dios, abriendo nuestro corazón a la esperanza. “Jesús cuenta que, en el campo en el que se ha sembrado la semilla buena – afirma el Pontífice – brota también la cizaña, un término que resume todas las malas hierbas, que infestan el terreno”. Los siervos, observa el Papa, quieren ir enseguida a arrancar la mala hierba. Sin embargo el amo dice que no, porque se corre el riesgo de arrancar el trigo junto a las malas hierbas.
Es necesario esperar el momento de la cosecha: solo entonces se separan y la cizaña será quemada

En esta parábola se puede leer una visión de la historia

En este sentido, el Santo Padre dijo que esta parábola nos presenta una visión de la historia, en la cual junto a Dios – el amo del campo – que esparce siempre y solo semilla buena, hay un adversario, que esparce la cizaña para obstaculizar el crecimiento del trigo. “El amo – subraya el Pontífice – actúa abiertamente, a la luz del sol, y su propósito es una buena cosecha; el otro, sin embargo, aprovecha la oscuridad de la noche y obra por envidia, por hostilidad, para arruinar todo”. El adversario, afirma el Papa, tiene un nombre: es el diablo, el opositor de Dios por antonomasia. Su intención es obstaculizar la obra de salvación, para que el Reino de Dios sea obstaculizado por trabajadores injustos, sembradores de escándalos. “Muchas veces, hemos oído que una familia que estaba en paz, luego comenzó las guerras, la envidia... un barrio que estaba en paz, luego comenzaron las cosas malas... Y estamos acostumbrados a decir: Eh, alguien vino allí para sembrar la lucha... Siempre está sembrando el mal que destruye. Y esto siempre lo hace el diablo o tenemos la tentación: cuando caemos en la tentación de criticar para destruir a otros”.
La buena semilla y la cizaña no representan el bien y el mal de forma abstracta, sino a nosotros los seres humanos, que podemos seguir a Dios o al diablo

Las persecuciones forman parte de la vocación cristiana

Es por ello, afirma el Papa Francisco, la intención de los siervos es la de eliminar enseguida el mal, es decir a las personas malvadas, pero el amo es más sabio, ve más lejos: estos deben saber esperar, porque soportar las persecuciones y las hostilidades forma parte de la vocación cristiana. “El mal, por supuesto, debe ser rechazado, pero los malvados son personas con las que hay que tener paciencia. No se trata de esa tolerancia hipócrita que esconde ambigüedad, sino de la justicia mitigada por la misericordia”. Si Jesús ha venido a buscar a los pecadores más que a los justos, a curar a los enfermos antes que a los sanos, también nuestra acción como sus discípulos debe estar dirigida no para suprimir a los malvados, sino para salvarlos.
No colabora bien con Dios quien se pone a la caza de los límites y de los defectos de los otros, sino más bien quien sabe reconocer el bien que crece silenciosamente en el campo de la Iglesia y de la historia, cultivándolo hasta la maduración

El Evangelio nos presenta dos modos de vivir la historia

Finalmente, el Santo Padre dijo que el Evangelio nos presenta dos modos de vivir la historia; por un lado, la mirada del amo; por otro, la mirada de los siervos. “Los criados se preocupan por un campo sin malezas, el amo por el buen trigo. El Señor nos invita a asumir su misma mirada, la que mira al buen grano, que sabe custodiarlo también en las malas hierbas”. No colabora bien con Dios quien se pone a la caza de los límites y de los defectos de los otros, sino más bien quien sabe reconocer el bien que crece silenciosamente en el campo de la Iglesia y de la historia, cultivándolo hasta la maduración. Y entonces será Dios, y solo Él, quien premie a los buenos y castigue a los malvados.

sábado, 18 de julio de 2020

El desarrollo de la doctrina es la fidelidad en la novedad

Jesús concilio doctrina fidelidad novedadJesús: "Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos , no entraréis en el Reino de los Cielos" (Mt 5, 20) 

Ciertas críticas al actual pontificado contestan el Concilio Vaticano II y terminan olvidando el Magisterio de San Juan Pablo II y Benedicto XVI

Sergio Centofanti
Ciertas críticas doctrinales al actual pontificado muestran una distancia gradual pero cada vez más neta del Concilio Vaticano II. No de una cierta interpretación de algunos textos, sino a partir de los mismos textos conciliares. Algunas lecturas que insisten en contraponer al Papa Francisco con sus inmediatos predecesores terminan así por criticar abiertamente también a San Juan Pablo II y a Benedicto XVI o, en todo caso, por silenciar algunos aspectos fundamentales de sus ministerios que representan desarrollos evidentes del último Concilio.

La profecía del diálogo

Un ejemplo de esto fue recientemente el 25 aniversario de la Encíclica "Ut Unum sint" en la que el Papa Wojtyla afirma que el compromiso ecuménico y el diálogo con los no católicos son una prioridad de la Iglesia. El aniversario ha sido ignorado por quienes hoy proponen una interpretación reductiva de la Tradición, cerrada a ese "diálogo de amor", más allá del doctrinal, promovido por el Papa polaco en obediencia al ardiente deseo de unidad de nuestro Señor.

La profecía del perdón

Igualmente se pasó por alto otro importante aniversario: la petición de perdón jubilar fervientemente deseada por San Juan Pablo II el 12 de marzo de hace veinte años. Es incontenible el poder profético de un Pontífice que pide perdón por los pecados cometidos por los hijos de la Iglesia. Y cuando se habla de "hijos" están incluidos también los papas. Es sabido: quien piden perdón por los errores cometidos se pone en una arriesgada situación de revisión. Wojtyla eligió proféticamente el camino de la verdad. La Iglesia no puede y no debe tener miedo de la verdad. El entonces Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, subrayaba la "novedad de este gesto", un "acto público de arrepentimiento de la Iglesia por los pecados del pasado y de hoy": un "mea culpa del Papa en nombre de la Iglesia", un gesto verdaderamente " nuevo, pero sin embargo en una profunda continuidad con la historia de la Iglesia, con su autoconciencia".

Inquisición y violencia: una conciencia que crece

Se han fomentado muchas leyendas negras sobre la Inquisición, hogueras e intolerancias varias de la Iglesia a lo largo de la historia, exagerando, falsificando, calumniando y descontextualizando para borrar de la memoria la gran y decisiva contribución del cristianismo a la humanidad. Y los historiadores a menudo han reconducido a la verdad muchas distorsiones y mitificaciones de la realidad. Pero esto no impide hacer un serio examen de conciencia para "reconocer -afirma Juan Pablo II- las desviaciones del pasado" y " despertar nuestra conciencia ante los compromisos del presente". De ahí la petición de perdón en el 2000 “por las divisiones que han surgido entre los cristianos, por el uso de la violencia que algunos de ellos hicieron al servicio de la verdad, y por las actitudes de desconfianza y hostilidad adoptadas a veces con respecto a los seguidores de otras religiones”. "Con el paso del tiempo", afirma en 2004, "la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, percibe con una conciencia cada vez más viva cuáles son las exigencias de su conformidad” al Evangelio, que rechaza los métodos intolerantes y violentos que han desfigurado su rostro en la historia.

El caso Galileo

Un caso particularmente significativo fue el de Galileo Galilei, el gran científico italiano, un católico, quien - dijo Juan Pablo II - "tuvo que sufrir mucho —no sabríamos ocultarlo— de parte de hombres y organismos de la Iglesia". El Papa Wojtyla examina el hecho "a la luz del contexto histórico de la época" y "la mentalidad de entonces". La Iglesia, aunque fundada por Cristo, "está sin embargo constituida por hombres limitados y vinculados a su época cultural". Ella también "aprende con la experiencia" y la historia de Galileo "ha permitido una maduración y una comprensión más justa de su autoridad". La comprensión de la verdad crece: no se da de una vez para siempre.

Una revolución copernicana

Wojtyla recuerda que "la representación geocéntrica del mundo era comúnmente aceptada en la cultura de la época como plenamente coherente con la enseñanza de la Biblia, en la que algunas expresiones, tomadas literalmente, parecían constituir declaraciones de geocentrismo. El problema que se plantearon  los teólogos de la época era, por lo tanto, el de la compatibilidad del heliocentrismo y de  la Escritura. Así, la nueva ciencia, con sus métodos y la libertad de investigación que suponen, obligaba a los teólogos a cuestionar sus criterios de interpretación de la Escritura. La mayoría no supo hacerlo. Paradójicamente, Galileo, un creyente sincero, se mostró en este punto más perspicaz que sus adversarios teólogos" que habían caído en error tratando de defender la fe. "La inversión causada por el sistema de Copérnico" generó así "repercusiones en la interpretación de la Biblia": Galileo, no un teólogo, sino un científico católico, "introduce el principio de una interpretación de los libros sagrados, más allá incluso del sentido literal, pero de acuerdo con la intención y al tipo de exposición propios de cada uno de ellos" según los géneros literarios. Una posición confirmada por Pío XII en 1943 con la Encíclica "Divino afflante Spiritu".

La teoría de la evolución

Un análogo crecimiento en la conciencia de la Iglesia ocurrió con la teoría de la evolución que parecía contradecir el principio de la creación. Una primera apertura fue la de Pío XII con la Encíclica "Humani generis" de 1950: el próximo 12 de agosto cumplirá 70 años. Juan Pablo II afirma que "la creación se presenta a la luz de la evolución como un acontecimiento que se extiende en el tiempo - como una 'creatio continua' - en la que Dios se vuelve visible a los ojos del creyente como Creador del cielo y de la tierra". El Papa Francisco enfatiza que “cuando leemos en el Génesis el relato de la creación corremos el riesgo de imaginar que Dios haya sido un mago, con una varita mágica capaz de hacer todas las cosas. Pero no es así. Él creó los seres humanos y los dejó desarrollarse según las leyes internas que Él dio a cada uno, para que se desarrollase, para que llegase a la propia plenitud (...). El Big-Bang, que hoy se sitúa en el origen del mundo, no contradice la intervención de un creador divino, sino que la requiere. La evolución de la naturaleza no se contrapone a la noción de creación, porque la evolución presupone la creación de los seres que evolucionan”.

El desarrollo del concepto de libertad

En el Nuevo Testamento, pero no sólo, hay referencias muy profundas a la libertad que han cambiado la historia: pero se descubren poco a poco. El Papa Bonifacio VIII con la bula "Unam sanctam" de 1302 reafirmaba la superioridad de la autoridad espiritual sobre la autoridad temporal. Era una época diferente.  Casi 700 años después, Juan Pablo II, hablando en Estrasburgo ante el Parlamento Europeo, observó que el cristianismo medieval todavía no distinguía "entre la esfera de la fe y la de la vida civil". La consecuencia de esta visión era la "tentación integrista de excluir de la comunidad temporal a aquellos que no profesaban la verdadera fe ". En 1791, en una carta a los obispos franceses, Pío VI criticó la Constitución aprobada por la Asamblea Nacional que "establece como principio de ley natural que el hombre que vive en Sociedad debe ser plenamente libre, es decir, que en materia de Religión no debe ser disturbado por nadie, y puede pensar libremente como le gusta, y escribir e incluso publicar en la prensa cualquier cosa en materia de Religión. Y en 1832, la Encíclica de Gregorio XVI "Mirari vos" habla de la libertad de conciencia como "error venenosísimo" y "delirio", mientras que Pío IX en el Sillabo de 1864 condena entre "los principales errores de nuestra época" el que ya no convenga más  "que la religión católica sea considerada la única religión del Estado", excluyendo todos los demás cultos" y el hecho de que "en algunos países católicos se ha establecido por ley que los que van allí, sea lícito tener el culto público propio de cada uno". El Concilio Vaticano II, con sus Declaraciones "Dignitatis humanae" sobre la libertad religiosa y "Nostra aetate" sobre el diálogo con las religiones no cristianas da un salto que recuerda el Concilio de Jerusalén de la primera comunidad cristiana que abre la Iglesia a toda la humanidad. Frente a estos desafíos, Juan Pablo II afirma que "el pastor debe mostrarse dispuesto a ser verdaderamente audaz".

Detenerse, ¿pero en qué año?

En 1988 (Carta Apostólica "Ecclesia Dei") se produce el cisma de los tradicionalistas lefebrianos. Rechazan los desarrollos aportados por el Concilio Vaticano II: dicen que ha sido creada una nueva Iglesia. Benedicto XVI utiliza una imagen fuerte cuando les exhorta a no "congelar la autoridad magisterial de la Iglesia al año 1962 ". Ya había sucedido en 1870: los "viejos católicos" condenaron el Concilio Vaticano I por el dogma de la infalibilidad pontificia. La Iglesia Católica ha caminado en la historia atravesando más de 20 Concilios: cada vez había alguien que no aceptaba los nuevos desarrollos y se detenía. Pío IX en 1854 proclama el dogma de la Inmaculada Concepción. Pero un gran santo, Bernardo de Claraval, aun siendo uno de los más ardientes propagadores de la devoción mariana, expresó su oposición a esta verdad: "Estoy muy preocupado, ya que muchos de vosotros habéis decidido cambiar las condiciones de acontecimientos importantes, como por ejemplo introducir esta fiesta desconocida por la Iglesia, ciertamente no aprobada por la Razón, y ni siquiera justificada por la antigua Tradición. ¿Somos realmente más eruditos y piadosos que nuestros antiguos padres?". Estamos en el siglo XII. La Iglesia, desde entonces, ha introducido otras fiestas desconocidas que probablemente habrían escandalizado a muchos fieles que vivian en siglos anteriores.

El camino de Jesús: cosas nuevas y cosas viejas

Jesús dijo que no vino a abolir la Ley, "sino a dar cumplimiento" (Mt 5:17). Ha enseñado a no transgredir "uno solo de estos mandamientos más pequeños" (Mt 5, 19). Sin embargo, se le acusó de violar las reglas de la Ley Mosaica, como el descanso sabático o la prohibición de frecuentar a pecadores públicos. Y los apóstoles dieron el gran salto: abolieron la obligación de la circuncisión, que se remontaba incluso a Abraham, vigente durante 2000 años, y abrieron la puerta a los paganos, algo impensable en aquella época. "Mira que hago un mundo nuevo" (Apocalipsis 21, 5). Es el "vino nuevo" del amor evangélico que siempre sufre el riesgo de ser puesto en los "odres viejos" de nuestras seguridades religiosas, que tan a menudo silencian al Dios vivo que nunca deja de hablarnos. Es la sabiduría del "discípulo del reino de los cielos" que busca la plenitud de la Ley, la justicia que supera aquella de los escribas y fariseos, extrayendo "de sus arcas lo nuevo y lo viejo" (Mt 13, 52). No sólo cosas nuevas, no sólo cosas viejas.