miércoles, 30 de diciembre de 2015

Francisco deseó a todos un "sereno y feliz año nuevo"

VATICANO
En su última audiencia de 2015, el Papa pidió también por las víctimas de las inundaciones en América del Sur y llamó a la solidaridad.
Francisco deseo a todos un sereno y feliz ano nuevo
Publicado el 30/12/2015 - En la última audiencia general del año, y ataviado con un abrigo y una bufanda blancos, el papa Francisco saludó a las personas que acudieron a la plaza vaticana para asistir a este encuentro, bromeó con las bajas temperaturas que registra la capital italiana y recordó a las víctimas de las catástrofes meteorológicas que en estos días afectaron a países como Argentina y Paraguay, donde casi 20.000 personas han sido evacuadas porlas graves inundaciones registradas.

El pontífice animó en su discurso a "rezar por las víctimas de los desastres que en estos días han afectado a Estados Unidos, Gran Bretaña y Sudamérica".

"Especialmente Paraguay, donde han causado desgraciadamente víctimas, muchos desplazados e ingentes daños. Que el Señor reconforte a aquellos pueblos y la solidaridad fraterna socorra sus necesidades", dijo.

En los últimos días diversos países latinoamericanos como Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay han registrado graves inundaciones. En el caso de Paraguay, según el último informe del Sistema Nacional de Emergencias, un total de 19.918 personas se encuentran fuera de sus hogares a causa de estos aguaceros.

domingo, 27 de diciembre de 2015

Homilía del Papa Francisco en el Jubileo de las Familias del Año de la Misericordia




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Foto: Alexey Gotovskiy / ACI Prensa
Foto: Alexey Gotovskiy / ACI Prensa
VATICANO, 27 Dic. 15 / 11:59 am (ACI).- El Papa Francisco presidió en la Basílica de San Pedro la Misa por el Jubileo de las Familias con ocasión de la fiesta de la Sagrada Familia en el marco del Año Santo de la Misericordia. 
  Última parte del texto (seleccionado por este blog) de su homilía difundido por Radio Vaticano:
Que en este Año de la Misericordia, toda familia cristiana pueda ser un lugar privilegiado de este peregrinaje en el que se experimenta la alegría del perdón. El perdón es la esencia del amor, que sabe comprender el error y poner remedio. Pobre de nosotros, si Dios no nos perdonase. En el seno de la familia es donde se nos educa al perdón, porque se tiene la certeza de ser comprendidos y apoyados no obstante los errores que se puedan cometer.

No perdamos la confianza en la familia. Es hermoso abrir siempre el corazón unos a otros, sin ocultar nada. Donde hay amor, allí hay también comprensión y perdón. Encomiendo a ustedes, queridas familias, este peregrinaje doméstico de todos los días, esta misión tan importante, de la que el mundo y la Iglesia tienen más necesidad que nunca. 

viernes, 25 de diciembre de 2015

En su mensaje por la Navidad, el Papa Francisco pidió por el fin de las guerras, el terrorismo, el narcotráfico y la trata de personas

Durante su bendición Urbi et orbi, el sumo pontífice se refirió también a la necesidad de "diálogo directo" entre los pueblos para "convivir en armonía"


El mensaje del Papa por la Navidad
VIERNES 25 DE DICIEMBRE DE 2015 • 08:32 LA NACIÓn

jueves, 24 de diciembre de 2015

Roma.- Este jueves 24 de diciembre, el Papa Francisco envió un mensaje por Navidad a todos los fieles a través de su cuenta oficial de Twitter, horas antes de celebrar la misa de Gallo, que tendrá lugar esta noche en la basílica de San Pedro, en Roma.

El mensaje de Navidad del Papa Francisco en Twitter
 
"Dios está enamorado de nosotros. Se hace pequeño para ayudarnos a responder a su amor", señaló el Papa Francisco, en la red social Twitter, donde tiene más de 10 millones de seguidores.
 
Esta tarde, desde las 21:30 (hora de Argentina), celebrará la misa de Gallo, la ceremonia más importante de la Iglesia Católica, ya que se conmemora el nacimiento de Jesucristo, y la que asistirán miles de fieles de todas partes del mundo.
 
Mañana, viernes 25, su Santidad ofrecerá la tradicional bendición "urbi et orbi" (a la ciudad y al mundo) desde el balcón central de la basílica del Vaticano en Plaza de San Pedro. Esta será la tercera Navidad de Jorge Bergoglio como Papa. (Redacción El Intransigente)

jueves, 17 de diciembre de 2015

¡Feliz cumpleaños Papa Francisco!


 

(RV).- Los integrantes del equipo de los Programas en español de Radio Vaticano nos sumamos con alegría a las felicitaciones que le llegan de todo el mundo al Papa Francisco en el día de su 79 cumpleaños, en familia, sencillez, cariño, y como él pide siempre, oración. Cordiales felicitaciones, con filial afecto y fervientes oraciones también por sus intenciones de Pastor de la Iglesia universal, como las que recibió en su audiencia general el día antes de su cumpleaños, y faltando ya pocos días para la Navidad.
(CdM – RV)

miércoles, 16 de diciembre de 2015

AUDIENCIA GENERAL





Francesco
https://w2.vatican.va/content/vatican/es.html
PAPA FRANCISCO
Miércoles 16 de diciembre de 2015


Queridos hermanos y hermanas:
El Año Santo de la Misericordia ha comenzado en toda la Iglesia y se celebra en cada diócesis, como un signo visible del amor misericordioso del Padre y de la comunión universal.


 La Iglesia, que es “una”, vive la comunión con Dios mismo. Este misterio de comunión hace crecer y madurar en nuestro corazón el amor de Dios, que se manifiesta en la misericordia y el perdón. Amar y perdonar son el signo concreto y visible de que la fe ha cambiado nuestros corazones. Este gran signo de la vida cristiana se transforma después en muchos otros signos que son característicos del Jubileo, como el atravesar la Puerta Santa.


 La Puerta simboliza al mismo Jesús. Cuando pasamos por ella manifestamos nuestra confianza en él y el deseo de una verdadera conversión. Jesús nos anima a salir al encuentro de los demás para llevarles su amor. La confesión es un signo también importante del Jubileo. Acercarse al Sacramento de la Reconciliación es recibir directamente la misericordia divina y, si nos abrimos a ella, también nosotros seremos capaces de perdonar a los demás.



Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España y Latinoamérica. Veo que hay muchos mexicanos por ahí. Hermanos y hermanas, les animo a abrir la puerta del corazón para dejar entrar a Cristo y ser portadores de su misericordia. Les deseo también una buena preparación para una santa celebración de la Navidad. Muchas gracias.
 





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miércoles, 9 de diciembre de 2015

PAPA FRANCISCO AUDIENCIA GENERAL


IndexMiércoles 9 de diciembre de 2015



https://w2.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2015/documents/papa-francesco_20151209_udienza-generale.html
Queridos hermanos y hermanas:
Ayer abrí aquí, en la Basílica de San Pedro, la Puerta Santa del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. ¿Qué significa este Año Santo? Celebrar un Jubileo de la Misericordia significa poner en el centro de nuestra vida personal y de nuestras comunidades el contenido esencial del Evangelio: Jesucristo. Él es la Misericordia hecha carne, que hace visible para nosotros el gran Amor de Dios. Se trata pues de una ocasión única para experimentar en nuestra vida el perdón de Dios, su presencia y su cercanía, especialmente en los momentos de mayor necesidad.


 Además, significa aprender que el perdón y la misericordia es lo que más desea Dios, y lo que más necesita el mundo, sobre todo en un momento como el actual en el que se perdona tan poco, en la sociedad, en las instituciones, en el trabajo y también en la familia. Pero, frente a tantas necesidades en el mundo, ¿es suficiente con contemplar la misericordia de Dios?


 Ciertamente, hay mucho que hacer. Pero, hay que tener en cuenta que la raíz de la falta de misericordia está en el amor propio, que se reviste bajo el manto de la búsqueda del propio interés, de los placeres, los honores y las riquezas. También en la vida de los cristianos está presente bajo el aspecto de la hipocresía y de la mundanidad. Por eso, todos, necesitamos reconocer que somos pecadores, para que se fortalezca en nosotros la certeza de la misericordia de Dios.


Saludos
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Que la Virgen María, Madre del Salvador y madre nuestra, nos ayude para que en este Año Santo podamos experimentar la misericordia de Dios y manifestarla a los demás. Muchas gracias.

martes, 8 de diciembre de 2015

Cruzar la Puerta Santa para hacer nuestra la Misericordia del Buen Samaritano





“La fiesta de la Inmaculada Concepción expresa la grandeza del amor Dios”, dijo el Papa en su homilía de la Misa celebrada antes de abrir la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro - ANSA


08/12/2015 09:50
Anteponer la Misericordia al juicio

(RV).- “La fiesta de la Inmaculada Concepción expresa la grandeza del amor Dios”. Lo afirmó el Papa Francisco durante su homilía de la Solemne Santa Misa que presidió a las 9.30 en una Plaza de San Pedro, bañada por una tenue lluvia y ante notables medidas de seguridad, que sin embargo, no impidieron que los fieles y peregrinos de numerosos países asistieran, con entusiasmo y agradecimiento, para rezar junto al Obispo de Roma antes de la solemne Apertura de la Puerta Santa.


 
El Papa Bergoglio reafirmó que Dios “no es sólo quien perdona el pecado, sino que en María llega a prevenir la culpa original que todo hombre lleva en sí cuando viene a este mundo”. Por esta razón – dijo – es “el amor de Dios el que previene, anticipa y salva”. Porque si “todo quedase relegado al pecado seríamos los más desesperados entre las criaturas, mientras que la promesa de la victoria del amor  de Cristo integra todo en la misericordia del Padre”.


 
“Este Año Santo Extraordinario es también un don de gracia” – añadió el Santo Padre – a la vez que explicó que “entrar por la Puerta significa descubrir la profundidad de la Misericordia del Padre que acoge a todos y sale personalmente al encuentro de cada uno”.


 
Nuevo tiempo
Entre los conceptos de este nuevo tiempo el Pontífice dijo que “será un año para crecer en la convicción de la Misericordia”, más allá de todas las ofensas contra Dios y su gracia cuando se afirma, sobre todo, que los pecados son castigados por su juicio, en vez de anteponer que son perdonados por su Misericordia. De ahí que haya reafirmado la necesidad de “anteponer la Misericordia al juicio”, puesto que “el juicio de Dios será siempre a la luz de su Misericordia”.


 
Cruzar la Puerta Santa nos hace sentir partícipes de este misterio de amor
Francisco invitó a abandonar “toda forma de miedo y temor”, porque no es propio de quien es amado, y a vivir “la alegría del encuentro con la gracia que lo transforma todo”. Y afirmó, una vez más, que “entrar por la puerta significa descubrir la profundidad de la Misericordia del Padre que acoge a todos y sale personalmente al encuentro de cada uno”.


 
El Papa recordó en esta ocasión aquella otra Puerta, que hace cincuenta años los Padres del Concilio Vaticano II abrieron hacia el mundo. Porque esta fecha no puede ser recordada sólo por la riqueza de los documentos producidos, que hasta el día de hoy permiten verificar el gran progreso realizado en la fe. Y destacó ante todo que el Concilio fue un encuentro. Un verdadero encuentro entre la Iglesia y los hombres de nuestro tiempo. Un encuentro marcado por el poder del Espíritu que impulsa a la Iglesia a salir de los escollos que durante muchos años la habían recluido en sí misma, para retomar con entusiasmo el camino misionero.


 
De modo que el Jubileo nos “obliga a no descuidar el espíritu que surgió en el Vaticano II, el del samaritano, tal como lo recordó el beato Pablo VI en la Conclusión del Concilio. Y concluyó afirmando: “Cruzar hoy la Puerta Santa nos compromete a hacer nuestra la misericordia del Buen Samaritano”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).

Estas son las respuestas a las preguntas más comunes sobre el Año Santo y la Puerta Santa

aciprensa Por Mary Rezac



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Las Puertas Santas de la Basílica de San Pablo Extramuros (izq.) y de la Basílica de San Juan de Letrán (der.) en Roma. Fotos Walter Sánchez Silva / ACI Prensa
Las Puertas Santas de la Basílica de San Pablo Extramuros (izq.) y de la Basílica de San Juan de Letrán (der.) en Roma. Fotos Walter Sánchez Silva / ACI Prensa
ROMA, 08 Dic. 15 / 09:08 am (ACI).- El 08 de diciembre se inicia el Año Santo de la Misericordia, un Año Jubilar Extraordinario convocado por el Papa Francisco.
Pero, ¿qué significa eso? 


¿Qué es un Año Santo?
La tradición católica de celebrar un Año Santo (Año Jubilar) comenzó con el Papa Bonifacio VIII en 1300, y desde 1475 cada 25 años se celebra un Jubileo ordinario para permitir que cada generación experimente este momento al menos una vez en la vida.
El Año Santo es tradicionalmente un año de perdón y penitencia por los pecados de cada uno. También es un año de reconciliación entre enemigos y conversión para recibir el Sacramento de la Reconciliación.
Hasta ahora solo se han realizado 26 celebraciones jubilares ordinarias, la última de las cuales fue el Jubileo del año 2000 convocado por San Juan Pablo II.


¿Qué es un Año Jubilar Extraordinario?
Un Jubileo Extraordinario puede ser convocado en una ocasión especial o por un evento que tiene una importancia especial, como es el caso del Año Santo de la Misericordia.
El primer Jubileo extraordinario se convocó en el siglo 16 y los más recientes fueron en 1933, cuando el Papa Pío XI quiso celebrar los 1.900 años de la Redención, y en 1983 cuando San Juan Pablo II proclamó uno para honrar los 1.950 años de la redención tras la muerte y resurrección de Cristo.


¿Qué es una Puerta Santa? Si seguiste al Papa en su reciente viaje a África, es probable que hayas visto la temprana apertura de la Puerta Santa en Bangui, República Centroafricana.
Aunque el Año Santo oficialmente comienza el 8 de diciembre, esa fue la primera vez en la historia que un Papa abrió una Puerta Santa fuera de Roma.
Cada una de las cuatro basílicas papales de Roma tiene una puerta santa, que normalmente se sella desde el interior para que no se pueda abrir. Las puertas santas sólo se abren durante el año del Jubileo para que los peregrinos puedan entrar a través de ellas y ganar la indulgencia plenaria vinculada al Jubileo.
El rito de la apertura de la Puerta Santa pretende ilustrar simbólicamente que a los fieles de la Iglesia se les ofrece un "camino extraordinario" hacia la salvación durante el tiempo del Jubileo. 


Simboliza el dejar atrás el mundo y entrar en la presencia de Dios, de manera similar a la forma en que los sumos sacerdotes del Antiguo Testamento atravesaban la entrada del santuario interior del Tabernáculo en Yom Kipur -la conmemoración judía del Día de la Expiación, perdón y del arrepentimiento de corazón- para entrar en la presencia de Dios y ofrecer sacrificios.
Después de la apertura de la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro, se abren las puertas de las otras tres basílicas romanas: San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros y Santa María la Mayor. Durante el Año Santo de la Misericordia, el Papa Francisco también ha dado a los obispos diocesanos permiso para designar Puertas Santas específicas en sus diócesis.


¿Qué es una indulgencia plenaria?
Un Año Santo trae consigo la posibilidad de que los fieles puedan ganar la indulgencia plenaria. De acuerdo con el párrafo 1471 del Catecismo, una indulgencia es:
"...la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos".
En el caso de una indulgencia plenaria, es una completa remisión de los pecados.


¿Cómo obtener una indulgencia durante un Año Santo?
De acuerdo a la Penitenciaría Apostólica, para ganar indulgencias plenarias (o parciales), es necesario que los fieles estén en estado de gracia y además:
- Tengan la disposición interior de un desapego total del pecado, incluso venial;
- Confiesen sacramentalmente sus pecados;
- Reciban la Sagrada Eucaristía (preferiblemente, pero no necesariamente en el contexto de la Misa)
- Oren por las intenciones del Papa
Lo ideal sería ir a confesarse, recibir la comunión y realizar la indulgencia en el mismo día, pero es suficiente que estos sacramentos y oraciones se lleven a cabo dentro de varios días (alrededor de 20) antes o después del acto de indulgencia.


Las oraciones por las intenciones del Papa se dejan a discreción de los fieles, pero un "Padre Nuestro" y un "Ave María" son las oraciones habituales. Una confesión sacramental es suficiente para varias indulgencias plenarias, pero una comunión y una oración por separado por las intenciones del Santo Padre se requieren para cada indulgencia plenaria.
Se pueden hacer excepciones con los enfermos y las personas confinadas en casa.
Las indulgencias siempre se pueden aplicar ya sea a uno mismo o por las almas de los difuntos, pero no pueden ser aplicados a otras personas vivas.


¿Con qué frecuencia puedo obtener la indulgencia plenaria?
Una vez al día.


¿Dónde puedo obtener una indulgencia durante el Año Santo de la Misericordia?
Durante un Año Santo, el Papa designa lugares específicos de peregrinación para obtener indulgencias, además de las cuatro Puertas Santas de Roma. Para el Año Santo de la Misericordia, las puertas santas en las catedrales de cada diócesis, así como en otras iglesias designadas por los obispos diocesanos son lugares de peregrinación para los fieles laicos como parte de la obtención de la indulgencia plenaria. 


Como Francisco escribió en su carta sobre la indulgencia del Año Santo:
"Dispongo que se pueda ganar la indulgencia en los santuarios donde se abra la Puerta de la Misericordia y en las iglesias que tradicionalmente se identifican como Jubilares. Es importante que este momento esté unido, ante todo, al Sacramento de la Reconciliación y a la celebración de la santa Eucaristía con un reflexión sobre la misericordia. Será necesario acompañar estas celebraciones con la profesión de fe y con la oración por mí y por las intenciones que llevo en el corazón para el bien de la Iglesia y de todo el mundo".
Consulte en su diócesis para ver donde encontrará la Puerta Santa más cercana.


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"Dispongo que se pueda ganar la indulgencia en los santuarios donde se abra la Puerta de la Misericordia y en las iglesias que tradicionalmente se identifican como Jubilares. Es importante que este momento esté unido, ante todo, al Sacramento de la Reconciliación y a la celebración de la santa Eucaristía con un reflexión sobre la misericordia. Será necesario acompañar estas celebraciones con la profesión de fe y con la oración por mí y por las intenciones que llevo en el corazón para el bien de la Iglesia y de todo el mundo".
Consulte en su diócesis para ver donde encontrará la Puerta Santa más cercana.

sábado, 5 de diciembre de 2015

Benedicto XVI asistirá este martes a la apertura del Jubileo de la Misericordia

aciprensa 05/12/2015 - 08:17 am .- El Papa emérito Benedicto XVI ha aceptado la invitación del Papa Francisco a participar en la apertura de la Puerta Santa con la que dará inicio el Jubileo de la Misericordia el próximo martes 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Audiencia general del 2 de diciembre de 2015: Viaje apostólico a Kenia, Uganda y República Centroafricana



PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 2 de diciembre de 2015
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy quiero hablarles de mi visita apostólica a Kenia, Uganda y la República Centroafricana, donde he tenido la alegría de llevar la palabra de esperanza de Jesús resucitado.
En Kenia, un País que representa bien el reto global de nuestra época, los animé a cuidar sus riquezas naturales y espirituales, constituidas por los recursos de la tierra, de las nuevas generaciones y de los valores que forman la sabiduría de los pueblos, para que sea justo, inclusivo y sostenible.

En Uganda, bajo la memoria de sus mártires, he constatado el testimonio de esperanza y el servicio en la caridad de tantos discípulos-misioneros que, no obstante las dificultades buscan vivir según el Evangelio.
En la República Centroafricana, corazón geográfico del continente, he querido abrir en la catedral de Bangui la primera Puerta Santa del Jubileo de la Misericordia, en donde hemos experimentado que el Señor está con nosotros en la barca, es él quien la guía y a él hemos renovado el compromiso de seguirle. Él es nuestra esperanza, nuestra paz, rostro de la divina Misericordia. 

Agradezco, una vez más, a las Autoridades civiles y a los Obispos de estas naciones su acogida, y doy las gracias a todos los que de diversos modos han colaborado.
Saludos
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos venidos de España y de Latinoamérica. Invito a todos a dar gracias al Señor por este primer Viaje Apostólico a África, y a pedirle que dé abundantes frutos y muchos misioneros. Muchas gracias.

martes, 1 de diciembre de 2015

“La misericordia vence al odio y a la venganza”, concluyó la Visita del Papa a Centroáfrica

El Papa se despidió de África - OSS_ROM
01/12/2015 12:41

(RV).- “El Papa está en Bangui, todos lo han visto que está aquí”, con este canto entonado en el Estadio “Bartolomé Boganda” de Bangui, el pueblo Centroafricano recibió al Papa Francisco para la celebración de la Santa Misa de clausura del 11° Viaje Apostólico Internacional a África.
Generalmente, en la historia y en la memoria de la gente, un Viaje Pontificio termina con las palabras más sobresalientes de los discursos del Papa, realizados en los diferentes encuentros y eventos. En el caso de la Visita del Santo Padre a la República Centroafricana, lo que queda en la historia de este país y en la mente de sus pobladores son las palabras de este canto: “El Papa está en Bangui, todos lo han visto que está aquí”, canto que expresa la “certeza y la convicción de que se puede ir contra corriente”; de que se puede realizar gestos significativos que van contra todo pronóstico negativo; de que se puede dar esperanza a un pueblo sufriente y maltratado por intereses externos y de pocos; de que se puede dar y recibir el perdón, porque en el fondo todos somos hermanos; de que se puede dejar de lado el odio y la venganza y pasar a la otra orilla para construir un futuro de paz y progreso; de que es posible el diálogo y la apertura con aquel que siente y piensa de modo distinto al mío; de que es posible cantar y danzar a pesar de la miseria y la violencia, porque la fuerza y la alegría del Evangelio es más grande que los intereses de pocos. Este es el significado de la Visita del Papa Francisco para los pobladores Centroafricanos.


Además, el Vicario de Cristo no es que no haya tenido palabras significativas, al contrario, desde el anuncio de su Visita a África se había evidenciado la “intención de manifestar su cercanía a un pueblo que sufre la violencia y la pobreza”. En este sentido, la Visita del Obispo de Roma a la República Centroafricana ha sido un evento extraordinario, un evento histórico señalan los centroafricanos, no solo por las condiciones en que se dieron, sino también por la forma como “todos”, creyentes y no creyentes, cristianos y musulmanes, vivieron la presencia del Papa en este país. Palabras y gestos del Pontífice que seguramente darán fuerza al cambio tanto anhelado, un cambio que no se dará inmediatamente, pero que al menos iniciará este proceso de reconciliación nacional, con miras a una convivencia justa y fraterna en el “corazón de  África”, en los fértiles valles de Bangui, en los densos bosques de Bangassou, a orillas del Río Ubangui y en todo este maravilloso país rico de recursos naturales y humanos.
(Desde Bangui, “la capital espiritual de la misericordia”, Renato Martinez – Radio Vaticano)
 

lunes, 30 de noviembre de 2015

Mucha alegría, gratitud y esperanza en el mundo, por el enorme coraje apostólico de Francisco en África



2015-11-30 Radio Vaticana


Hay que tomar decisiones, hay que rezar para escuchar lo que Jesús nos pide y luchar, dijo el Papa a los jóvenes en África. Y él mismo, con su viaje, nos ha dado testimonio de lo que significa escuchar a Jesús y no las otras voces, agoreras, cargadas de miedo, que paralizan, que impiden que se haga el bien y que dan espacio y razón al mal.


Francisco nos pidió siempre salir de la auto referencialidad, de la comodidad, de las seguridades, para ir al otro y tocar las llagas de Cristo en el hermano que sufre, porque es ahí donde se experimenta la alegría del Evangelio. Y aunque la paz, la alegría, la gratitud por el encuentro con Jesús que se ha vivido en África, con el Vicario de Cristo, son momentáneas. Este momento intenso sirve para que crezca la esperanza de que la alegría y la paz definitivas son posibles si escuchamos el llamado de Jesús a vivir como hermanos, si dejamos crecer en nosotros el deseo de paz y rezamos, trabajamos y hacemos todo lo posible por la paz -como lo pide Francisco-, contra el odio, la venganza y el miedo.


La alegría por la realización del viaje del Papa al África y concretamente a República Centroafricana, tiene su epicentro en Bangui, pero se expande por toda el África y se extiende al mundo entero en los fieles y tantos hombres y mujeres de buena voluntad, agradecidos a Dios, llenos de alegría y esperanza por el enorme coraje apostólico de Francisco y por lo que este gesto concreto de cercanía y amor representa en este mundo herido, sumido en la tercera guerra mundial a pedazos, en la que el demonio, con sus mercenarios adoradores del dios dinero, masacra la dignidad de las personas, del Pueblo, con la violencia y el miedo.


Si como el mismo Francisco dice, el miedo y la pobreza son lo que alimenta el terrorismo, el suave pero firme coraje apostólico del Papa, acaricia con la riqueza de la misericordiosa ternura de nuestro Dios la herida abierta del mundo, para que Dios la cure y la fecunde con el poder de su amor.
Bendito sea Dios, le agradecemos por la valentía y coraje apostólico que da a nuestro Papa.
(from Vatican Radio)

domingo, 29 de noviembre de 2015

“Misericordia y no venganza”. El Papa inicia el Jubileo en Bangui

El Papa Francisco abre la «Puerta Santa» de la Catedral de Bangui, en República Centroafricana. - AP
29/11/2015 19:49

(RV).- “Hoy inicia, aquí en Bangui, el Año Santo de la Misericordia”, “Bangui es la capital espiritual de la Misericordia”, con estas firmes y decididas palabras el Papa Francisco inició el Jubileo Extraordinario de la Misericordia en la capital Centroafricana.
Después de una jornada intensa y rica de emociones en los diferentes eventos del primer día de actividades del Santo Padre en Centroáfrica. Jornada que inició con el encuentro con las Autoridades del país a quienes recordó los valores sobre los cuales se funda esta nación; la emocionante visita a los prófugos de “San Salvador” de Bangui, para decirles que “la paz es posible porque todos somos hermanos”; el encuentro “familiar” con sus hermanos Obispos de una de las Conferencias Episcopales menos numerosas de la Iglesia; la visita a la Facultad Teológica Evangélica para fortalecer el “diálogo” y relanzar la plataforma interreligiosa y finalmente la apertura de la Puerta Santa en la Catedral de Bangui.


La presencia del Pontífice ha reforzado la esperanza y alentado la alegría de la gente; en un país donde muchas veces la respuesta a la violencia ha sido la venganza. El Obispo de Roma, desde la capital Centroafricana invitó a orar por la paz y la reconciliación nacional, “hoy inicia, aquí en Bangui – dijo el Papa – el Año Santo de la Misericordia” y a los fieles y peregrinos congregados en el atrio de la Catedral de “Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción” de Bangui les hizo repetir “pidamos la paz”, “pidamos la paz”. Para este pueblo pobre que sufre la guerra, pidió la gracia de la “limosna de la paz”. Que la respuesta a la violencia sea la misericordia, e invitó a todos a “pasar a la otra orilla”, a la orilla de la paz y la misericordia, para que el pueblo Centroafricano viva un nuevo tiempo de paz y progreso.


En este contexto, el Vicario de Cristo invitó a todos a vivir la reconciliación, incluso con nuestros enemigos, a ser “artesanos de la reconciliación y la misericordia” para poder pasar a la otra orilla, a la orilla de Jesús. La justicia de Dios, dijo el Papa, se da en la Misericordia. Antes de iniciar las Eucaristía el Pontífice hizo un llamamiento a todos los centroafricanos: “Depongan las armas de este mundo y abracen las armas de la justicia y la paz”.
(Desde Bangui, Renato Martinez – Radio Vaticano)

sábado, 28 de noviembre de 2015

Texto del Discurso del Santo Padre a la Casa de la Caridad de Kampala, Nalukolongo


 R.V.  Queridos amigos:
Les agradezco su afectuosa acogida. Tenía un gran deseo de visitar esta Casa de la Caridad, que el Cardenal Nsubuga fundó aquí en Nalukolongo. Este lugar siempre ha estado ligado al compromiso de la Iglesia en favor de los pobres, los discapacitados y los enfermos.
Pienso particularmente en el enorme y fructífero trabajo realizado con las personas afectadas por el Sida. Aquí, en los primeros tiempos, se rescató a niños de la esclavitud y las mujeres recibieron una educación religiosa. Saludo a las Hermanas del Buen Samaritano, que llevan adelante esta excelente obra y les agradezco el servicio silencioso y gozoso en el apostolado de estos años. Y aquí, aquí está presente Jesús, porque Él ha dicho que siempre estará presente entre los pobres, los enfermos, los encarcelados, los desheredados, los que sufren: aquí está Jesús.


Saludo también a los representantes de los numerosos grupos de apostolado, que se ocupan de atender las necesidades de nuestros hermanos y hermanas en Uganda. Sobre todo, saludo a quienes viven en esta Casa y en otras semejantes, así como a todos los que se acogen a las iniciativas de caridad cristiana. Porque ésta es justamente una casa. Aquí pueden encontrar afecto y premura; aquí pueden sentir la presencia de Jesús nuestro hermano, que nos ama a cada uno con ese amor que es propio de Dios.


Hoy, desde esta Casa, quisiera hacer un llamamiento a todas las parroquias y comunidades de Uganda –y del resto de África – para que no se olviden de los pobres. ¡Para que no se olviden de los pobres! El Evangelio nos impulsa a salir hacia las periferias de la sociedad y encontrar a Cristo en el que sufre y pasa necesidad. El Señor nos dice con palabras claras que nos juzgará de esto. Da tristeza ver cómo nuestras sociedades permiten que los ancianos sean descartados u olvidados. No es admisible que los jóvenes sean explotados por la esclavitud actual del tráfico de seres humanos. Si nos fijamos bien en lo que pasa en el mundo que nos rodea, da la impresión de que el egoísmo y la indiferencia se va extendiendo por muchas partes. Cuántos hermanos y hermanas nuestros son víctimas de la cultura actual del «usar y tirar», que lleva a despreciar sobre todo a los niños no nacidos, a los jóvenes y a los ancianos.


Como cristianos, no podemos permanecer impasibles. Ver qué sucede y no hacer nada. Algo tiene que cambiar. Nuestras familias han de ser signos cada vez más evidentes del amor paciente y misericordioso de Dios, no sólo hacia nuestros hijos y ancianos, sino hacia todos los que pasan necesidad. Nuestras parroquias no han de cerrar sus puertas y sus oídos al grito de los pobres. Se trata de la vía maestra del discipulado cristiano. De la vía maestra del discipulado cristiano. Es así como damos testimonio del Señor, que no vino para ser servido sino para servir. Así ponemos de manifiesto que las personas cuentan más que las cosas y que lo que somos es más importante que lo que tenemos. En efecto, Cristo, precisamente en aquellos que servimos, se revela cada día y prepara la acogida que esperamos recibir un día en su Reino eterno.


Queridos amigos, a través de gestos sencillos, a través de acciones sencillas y generosas, que honran a Cristo en sus hermanos y hermanas más pequeños, conseguimos que la fuerza de su amor entre en el mundo y lo cambie realmente. De nuevo les agradezco su generosidad y su caridad. Les recordaré en mis oraciones y les pido, por favor, que recen por mí. A todos ustedes, los confío a la tierna protección de María, nuestra Madre y les doy mi bendición.
Omukama Abakuume!  [¡Que Dios los proteja!].

viernes, 27 de noviembre de 2015

Las «tres T»: tierra, techo y trabajo. No es filantropía, es una obligación de todos, el Papa en el campo de Kangemi








Voz y texto completo de las palabras del Papa en su visita a Kangemi: 

Gracias por recibirme en su barrio. Gracias al Señor Arzobispo Kivuva y al Padre Pascal por sus palabras. En verdad, me siento como en casa compartiendo este momento con hermanos y hermanas que, no me avergüenza decirlo, tienen un lugar preferencial en mi vida y opciones. Estoy aquí porque quiero que sepan que sus alegrías y esperanzas, sus angustias y tristezas, no me son indiferentes. Sé de las dificultades que atraviesan día a día. ¿Cómo no denunciar las injusticias que sufren?
Pero ante todo, quisiera detenerme en una realidad que los discursos excluyentes no logran reconocer o parecen desconocer. Me quiero referir a la sabiduría de los barrios populares. Una sabiduría que brota de la «empecinada resistencia de lo auténtico» (Carta enc. Laudato si’, 112), de valores evangélicos que la sociedad opulenta, adormecida por el consumo desenfrenado, pareciera haber olvidado. Ustedes son capaces de tejer «lazos de pertenencia y de convivencia que convierten el hacinamiento en una experiencia comunitaria donde se rompen las paredes del yo y se superan las barreras del egoísmo» (ibíd, 149).


La cultura de los barrios populares, impregnada con esa sabiduría particular, «tiene características muy positivas, que son un aporte para el tiempo que nos toca vivir, se expresa en valores como la solidaridad; dar la vida por otro; preferir el nacimiento a la muerte; dar un entierro cristiano a sus muertos. Ofrecer un lugar para el enfermo en la propia casa; compartir el pan con el hambriento: “donde comen 10 comen 12”; la paciencia y la fortaleza frente a las grandes adversidades, etc.» (Equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia, Argentina, “Reflexiones sobre la urbanización y la cultura villera”, 2010) Valores que se sustentan en que cada ser humano es más importante que el dios dinero. Gracias por recordarnos que hay otro tipo de cultura posible.


Quisiera reivindicar en primer lugar estos valores que ustedes practican, valores que no cotizan en Bolsa, valores con los que no se especula ni tienen precio de mercado. Los felicito, los acompaño y quiero que sepan que el Señor nunca se olvida de ustedes. El camino de Jesús comenzó en las periferias, va desde los pobres y con los pobres hacia todos.
Reconocer estas manifestaciones de vida buena que crecen cotidianamente entre ustedes no implica, de ninguna manera, desconocer la atroz injusticia de la marginación urbana. Son las heridas provocadas por minorías que concentran el poder, la riqueza y derrochan con egoísmo, mientras crecientes mayorías deben refugiarse en periferias abandonadas, contaminadas, descartadas.


Esto se agrava cuando vemos la injusta distribución del suelo –tal vez no en este barrio pero sí en otros–, que lleva en muchos casos a familias enteras a pagar alquileres abusivos por viviendas en condiciones edilicias nada adecuadas. También sé del grave problema del acaparamiento de tierras por parte de «desarrolladores privados» sin rostro, que hasta pretenden apropiarse del patio de las escuelas de sus hijos. Esto sucede porque se olvida que «Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno» (Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 31).
En este sentido, es un grave problema la falta de acceso a infraestructuras y servicios básicos. Me refiero a baños, alcantarillado, desagües, recolección de residuos, luz, caminos, pero también a escuelas, hospitales, centros recreativos y deportivos, talleres artísticos. Quiero referirme en particular al agua potable. «El acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos. Este mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable» (Carta enc. Laudato si’, 30). Negarle el agua a una familia, bajo cualquier pretexto burocrático, es una gran injusticia, sobre todo cuando se lucra con esta necesidad.


Este contexto de indiferencia y hostilidad que sufren los barrios populares se agrava cuando la violencia se generaliza y las organizaciones criminales, al servicio de intereses económicos o políticos, utilizan a niños y jóvenes como «carne de cañón» para sus negocios ensangrentados. También conozco los padecimientos de las mujeres que luchan heroicamente para proteger a sus hijos e hijas de estos peligros. Pido a Dios que las autoridades asuman junto a ustedes el camino de la inclusión social, la educación, el deporte, la acción comunitaria y la protección de las familias, porque es esta la única garantía de una paz justa, verdadera y duradera.
Estas realidades que he enumerado no son una combinación casual de problemas aislados. Incluso son una consecuencia de nuevas formas de colonialismo que pretende que los países africanos sean «piezas de un mecanismo y de un engranaje gigantesco» (Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Ecclesia in Africa, 52). No faltan, de hecho, presiones para que se adopten políticas de descarte, como la de la reducción de la natalidad, que pretenden «legitimar el modelo distributivo actual, donde una minoría se cree con el derecho de consumir en una proporción que sería imposible generalizar» (Carta enc. Laudato si’, 50).


En ese sentido, propongo retomar la idea de una respetuosa integración urbana. Ni erradicación, ni paternalismo, ni indiferencia, ni mera contención. Necesitamos ciudades integradas y para todos. Necesitamos superar la mera proclamación de derechos que en la práctica no se respetan, concretar acciones sistemáticas que mejoren el hábitat popular y planificar nuevas urbanizaciones de calidad para albergar a las futuras generaciones. La deuda social, la deuda ambiental con los pobres de las ciudades se paga haciendo efectivo el derecho sagrado a las «tres T»: tierra, techo y trabajo. No es filantropía, es una obligación de todos.
Quiero llamar a todos los cristianos, en particular a los pastores, a renovar el impulso misionero, a tomar la iniciativa frente a tantas injusticias, a involucrarse con los problemas de los vecinos, a acompañarlos en sus luchas, a cuidar los frutos de su trabajo comunitario y celebrar juntos cada pequeña o gran victoria. Sé que hacen mucho pero les pido que recuerden que no es una tarea más, sino tal vez la más importante, porque «los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio» (Benedicto XVI, Discurso en el encuentro con el Episcopado brasileño, 11 mayo 2007, 3).


Queridos vecinos, queridos hermanos. Recemos, trabajemos y comprometámonos juntos para que toda familia tenga un techo digno, tenga acceso al agua potable, tenga un baño, tenga energía segura para iluminarse, cocinar, para que puedan mejorar sus viviendas... para que todo barrio tenga caminos, plazas, escuelas, hospitales, espacios deportivos, recreativos y artísticos; para que los servicios básicos lleguen a cada uno de ustedes; para que se escuchen sus reclamos y su clamor de oportunidades; para que todos puedan gozar de la paz y la seguridad que se merecen conforme a su infinita dignidad humana.
Mungu awabariki (Que Dios los bendiga).
Y les pido, por favor, que no se olviden de rezar por mí.
(from Vatican Radio)

jueves, 26 de noviembre de 2015

Papa Francisco: La salud de cualquier sociedad depende de la salud de sus familias



El Papa celebra la Santa Misa. Foto: Captura Youtube


El Papa celebra la Santa Misa. Foto: Captura Youtube
VATICANO, 26 Nov. 15 / 03:59 am (ACI).- El Papa Francisco expresó esta mañana en Nairobi la necesidad de oponerse al egoísmo que ha creado “nuevos desiertos” que avanzan por la cultura del materialismo y de la indiferencia. También explicó que las familias cristianas tienen la misión de irradiar el amor de Dios y pidió oponerse “a las prácticas que fomentan la arrogancia de los hombres, que hieren o degradan a las mujeres, y ponen en peligro la vida de los inocentes aún no nacidos”.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Texto completo del discurso del Santo Padre Francisco a los Miembros del Gobierno y Autoridades civiles de Kenia:








Señor Presidente,
Miembros del Gobierno y Autoridades civiles,
Distinguidos Miembros del Cuerpo Diplomático,
Hermanos Obispos,
Señoras y Señores:
Estoy muy agradecido por la afectuosa bienvenida que me han ofrecido en esta mi primera visita a África. Le agradezco, Señor Presidente, sus amables palabras en nombre del pueblo de Kenia. Deseaba mucho estar entre ustedes. Kenia es una nación joven y vibrante, una sociedad de gran diversidad, que desempeña un papel significativo en la región. En muchos aspectos, su experiencia de dar forma a una democracia es compartida por muchas otras naciones africanas. Al igual que Kenia, ellas también están trabajando para construir, sobre las bases sólidas del respeto mutuo, el diálogo y la cooperación, una sociedad multiétnica que sea verdaderamente armoniosa, justa e inclusiva.


La suya es también una nación de jóvenes. Espero encontrarme con muchos de ellos estos días, hablar con ellos y poder alentar sus esperanzas y aspiraciones para el futuro. Los jóvenes son la riqueza más valiosa de una nación. Protegerlos, invertir en ellos y tenderles una mano es la mejor manera que tenemos para garantizarles un futuro digno de la sabiduría y de los valores espirituales apreciados por sus mayores, valores que son el corazón y el alma de un pueblo.


Kenia ha sido bendecida no sólo con inmensa belleza, en sus montañas, en sus ríos y lagos, en sus bosques, sabanas y semidesiertos, sino también con la abundancia de recursos naturales. Los keniatas tienen gran aprecio por estos dones recibidos de Dios, y son conocidos por su cultura de la conservación, lo cual les honra. La grave crisis ambiental que afronta nuestro mundo exige cada vez más una mayor sensibilidad por la relación entre los seres humanos y la naturaleza. Tenemos la responsabilidad de transmitir a las generaciones futuras la belleza de la naturaleza en su integridad, y la obligación de administrar adecuadamente los dones que hemos recibido. Estos valores están profundamente arraigados en el alma africana. En un mundo que, en vez de proteger, sigue explotando nuestra casa común, estos valores deben inspirar los esfuerzos de los líderes nacionales para promover modelos responsables de desarrollo económico.


En efecto, existe una clara relación entre la protección de la naturaleza y la construcción de un orden social justo y equitativo.  No puede haber una renovación de nuestra relación con la naturaleza, sin una renovación de la humanidad misma (cf. Laudato si’, 118). En la medida en que nuestras sociedades experimentan divisiones, ya sea étnicas, religiosas o económicas, todos los hombres y mujeres de buena voluntad están llamados a trabajar por la reconciliación y la paz, el perdón y la sanación. La tarea de construir un orden democrático sólido, de fortalecer la cohesión y la integración, la tolerancia y el respeto por los demás, está orientada primordialmente a la búsqueda del bien común. La experiencia demuestra que la violencia, los conflictos y el terrorismo que se alimenta del miedo, la desconfianza y la desesperación nacen de la pobreza y la frustración. En última instancia, la lucha contra estos enemigos de la paz y la prosperidad debe ser llevada a cabo por hombres y mujeres que creen en ella sin temor, y dan testimonio creíble de los grandes valores espirituales y políticos que inspiraron el nacimiento de la nación.


Señoras y señores, la promoción y preservación de estos grandes valores se confía de un modo especial a ustedes, dirigentes de la vida política, cultural y económica de su país. Esta es una gran responsabilidad, una verdadera vocación al servicio de todo el pueblo de Kenia. El Evangelio nos dice que aquellos a quienes mucho se les ha dado, mucho se le exigirá (cf. Lc 12,48). Con este espíritu, les animo a trabajar con integridad y transparencia por el bien común, y fomentar un espíritu de solidaridad en todos los ámbitos de la sociedad. Yo les exhorto, en particular, a preocuparse verdaderamente por las necesidades de los pobres, las aspiraciones de los jóvenes y una justa distribución de los recursos naturales y humanos con que el Creador ha bendecido a su país. Les aseguro el compromiso constante de la comunidad católica, a través de sus obras educativas y caritativas, por ofrecer su contribución específica en estas áreas.


Queridos amigos, me han dicho que aquí en Kenia es una tradición que los escolares jóvenes planten árboles para la posteridad. Que este signo elocuente de esperanza en el futuro y la confianza en que Dios acompaña su crecimiento, los sostenga en sus esfuerzos por cultivar una sociedad solidaria, justa y pacífica, en este país y en todo el gran continente africano. Les doy las gracias una vez más por su cálida bienvenida e invoco sobre ustedes y sus familias, y sobre todo el amado pueblo de Kenia, abundantes bendiciones del Señor.
Mungu abariki Kenya!
¡Que Dios bendiga Kenia!
(from Vatican Radio)

miércoles, 18 de noviembre de 2015

AUDUENCIA GENERAL



"La Iglesia ha sido animada a abrir sus puertas para salir, con el Señor, al encuentro de sus hijos e hijas en camino". Catequesis del Papa Francisco en la Plaza de San Pedro. -
18/11/2015 10:39

Texto completo de la catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Con esta reflexión hemos llegado al umbral del Jubileo, está cerca. Delante de nosotros se encuentra la puerta, pero no sólo la puerta santa, la otra: la gran puerta de la Misericordia de Dios – ¡y esta es una puerta hermosa! –, que acoge nuestro arrepentimiento ofreciendo la gracia de su perdón. La puerta esta generosamente abierta, se necesita un poco de valentía de nuestra parte para cruzar el umbral. Cada uno de nosotros tiene dentro de sí cosas que pesan, ¿o no? Todos, ¿no? ¡Todos somos pecadores! Aprovechemos de este momento que se acerca y pasemos por el umbral de esta misericordia de Dios que nunca se cansa de perdonar, ¡jamás se cansa de esperarnos! Nos mira, está siempre junto a nosotros. ¡Animo! ¡Entremos por esta puerta!



 
Del Sínodo de los Obispos, que hemos celebrado el pasado mes de octubre, todas las familias, y la Iglesia entera, han recibido un gran aliento para encontrarse bajo el umbral de esta puerta. La Iglesia ha sido animada a abrir sus puertas, para salir con el Señor al encuentro de sus hijos y de sus hijas en camino, a veces inciertos, a veces perdidos, en estos tiempos difíciles. Las familias cristianas, en particular, han sido animadas a abrir la puerta al Señor que espera para entrar, trayendo su bendición y su amistad. Y si la puerta de la misericordia de Dios está siempre abierta, también las puertas de nuestras iglesias, del amor de nuestras comunidades, de nuestras parroquias, de nuestras instituciones, de nuestras diócesis, deben estar abiertas, para que así, todos podamos salir a llevar esta misericordia de Dios. El Jubileo significa la grande puerta de la misericordia de Dios, pero también las pequeñas puertas de nuestras iglesias abiertas para dejar entrar al Señor o muchas veces dejar salir al Señor prisionero de nuestras estructuras, de nuestro egoísmo y tantas cosas.



 
El Señor no fuerza jamás la puerta: Él también pide permiso para entrar: ¡el Señor pide permiso, no fuerza la puerta! El Libro del Apocalipsis dice: «Yo estoy junto a la puerta y llamo – pero imaginémonos, ¡el Señor que toca a la puerta de nuestro corazón! – Si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos” (3,20). Y en la última gran visión de este Libro del Apocalipsis, así se profetiza de la Ciudad de Dios: «Sus puertas no se cerrarán durante el día», lo que significa para siempre, porque «no existirá la noche en ella» (21,25). Existen lugares en el mundo en los cuales no se cierran las puertas con llave, todavía quedan. Pero existen tantos otros donde las puertas blindadas se han convertido en normales. No debemos rendirnos a la idea de tener que aplicar este sistema, que también es de seguridad, en toda nuestra vida, en la vida de la familia, de la ciudad, de la sociedad. Y mucho menos en la vida de la Iglesia. ¡Sería terrible! Una Iglesia inhóspita, así como una familia cerrada en sí misma, mortifica el Evangelio y marchita el mundo. 

¡Ninguna puerta blindada en la Iglesia, ninguna! ¡Todo abierto!


 
La gestión simbólica de las “puertas” – de los umbrales, de los caminos, de las fronteras – se ha hecho crucial. La puerta debe proteger, cierto, pero no rechazar. La puerta no debe ser forzada, al contrario, se pide permiso, porque la hospitalidad resplandece en la libertad de la acogida, y se oscurece en la prepotencia de la invasión. La puerta se abre frecuentemente, para ver si afuera esta alguno que espera, y tal vez no tiene la valentía, o ni siquiera la fuerza de tocar. Cuanta gente ha perdido la confianza, no tiene la valentía de tocar a la puerta de nuestro corazón cristiano, a las puertas de nuestras iglesias… Y están ahí, no tienen el coraje, le hemos quitado la confianza: por favor, que esto no suceda nunca. La puerta dice muchas cosas de la casa, y también de la Iglesia. La gestión de la puerta necesita un atento discernimiento y, al mismo tiempo, debe inspirar gran confianza. 




Quisiera expresar una palabra de agradecimiento para todos los vigilantes de las puertas: de nuestros condominios, de las instituciones cívicas, de las mismas iglesias. Muchas veces la sagacidad y la gentileza de la recepción son capaces de ofrecer una imagen de humanidad y de acogida de la entera casa, ya desde el ingreso. ¡Hay que aprender de estos hombres y mujeres, que son los guardianes de los lugares de encuentro y de acogida de la ciudad del hombre! A todos ustedes custodios de tantas puertas, sean puertas de habitaciones, sean puertas de las iglesias, ¡muchas gracias! Pero siempre con una sonrisa, siempre mostrando la hospitalidad de esa casa, de esa iglesia, así la gente se siente feliz y acogida en ese lugar.


 
En verdad, sabemos bien que nosotros mismos somos los custodios y los siervos de la Puerta de Dios, y ¿Cómo se llama la puerta de Dios? ¿Quién puede decirlo? ¿Quién es la puerta de Dios? Jesús. ¿Quién es la puerta de Dios? ¡Fuerte! ¡Jesús! Él nos ilumina en todas las puertas de la vida, incluso aquella de nuestro nacimiento y de nuestra muerte. Él mismo ha afirmado: «Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento» (Jn 10,9). Jesús es la puerta que nos hace entrar y salir. ¡Porque el rebaño de Dios es un amparo, no es una prisión! La casa de Dios es un amparo, no es una prisión, y la ¿la puerta se llama? ¡Una vez más! ¿Cómo se llama? ¡Jesús! Y si la puerta está cerrada, decimos: “¡Señor, abre la puerta!”. Jesús es la puerta y nos hace entrar y salir. Son los ladrones, aquellos que tratan de evitar la puerta: es curioso, los ladrones siempre tratan de entrar por otra parte, por la ventana, por el techo, pero evitan la puerta, porque tienen malas intenciones, y se meten en el rebaño para engañar a las ovejas y aprovecharse de ellas. Nosotros debemos pasar por la puerta y escuchar la voz de Jesús: si sentimos su tono de voz, estamos seguros, somos salvados.




 Podemos entrar sin temor y salir sin peligro. En este hermoso discurso de Jesús, se habla también del guardián, que tiene la tarea de abrir al buen Pastor (Cfr. Jn 10,2). Si el guardián escucha la voz del Pastor, entonces abre, y hace entrar a todas las ovejas que el Pastor trae, todas, incluso aquellas perdidas en el bosque, que el buen Pastor ha ido a buscar. Las ovejas no las elige el guardián, no las elige el secretario parroquial o la secretaria de la parroquia – no, ¡no las elige, eh! – las ovejas son todas invitadas, son escogidas por el buen Pastor. El guardián – también él – obedece a la voz del Pastor. Entonces, podemos bien decir que nosotros debemos ser como este guardián. La Iglesia es la portera de la casa del Señor, la Iglesia es la portera, no es la dueña de la casa del Señor.



 
La Sagrada Familia de Nazaret sabe bien qué cosa significa una puerta abierta o cerrada, para quien espera un hijo, para quien no tiene amparo, para quien huye del peligro. Las familias cristianas hagan del umbral de sus casas un pequeño gran signo de la Puerta de la misericordia y de la acogida de Dios. Es así que la Iglesia deberá ser reconocida, en cada rincón de la tierra: como la custodia de un Dios que toca, como la acogida de un Dios que no te cierra la puerta en la cara, con la excusa que no eres de casa. Con este espíritu nos acercamos todos al Jubileo, estará la puerta santa, pero también ¡la puerta de la misericordia de Dios grande! Que también haya una puerta en nuestro corazón para recibir todos el perdón de Dios o dar nuestro perdón y recibir a todos aquellos que tocan a nuestra puerta. Gracias.
(Traducción del italiano, Renato Martinez - Radio Vaticano)