miércoles, 13 de enero de 2016

La misericordia según la perspectiva Bíblica. Nuevo ciclo de catequesis del Papa



Imagen de la noticia para Papa Francisco audiencia general 13/1/2016 de Ecclesia Digital (Comunicado de prensa) (Registro)SHARE: 13/01/2016 12:26

“Queridos hermanos y hermanas: empezamos hoy un ciclo de catequesis sobre la misericordia en la Biblia con este pasaje del libro del Éxodo, en el que el Señor se llama a sí mismo: Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad”.

El Señor es compasivo: siempre dispuesto a acoger, a comprender, a perdonar, como el Padre de la parábola del Hijo pródigo.  Extendiéndose sobre esta parábola, el Santo Padre indicó que es un padre que “no se cierra en el resentimiento por el abandono de su hijo”, sino que “sigue esperándolo”, porque lo ha generado. “Va a su encuentro y lo abraza, – dijo - no lo deja ni siquiera terminar su confesión, como si le cubriera la boca, tan grande es la alegría por haberlo encontrado”.

Es misericordioso: tiene literalmente entrañas de misericordia, se conmueve y se enternece como una madre por su hijo, y está dispuesto a amar, proteger, ayudar, dándolo todo por nosotros. Un amor, insistió el Papa, que se puede definir en sentido bueno “visceral”.

Es lento a la ira: cuenta hasta diez, como decíamos de jóvenes, respirando profundamente, para no perder la calma y soportar, sin impacientarse. Los tiempos del Padre, dijo Francisco, no son los tiempos impacientes de los hombres. Él es como el agricultor sabio que sabe esperar, da tiempo a la buena semilla para que crezca, a pesar de la cizaña.

Es rico en clemencia: un caudal inagotable que se manifiesta en su bondad, en su gratuita benevolencia, que vence el mal y el pecado. El amor de Dios, afirmó el Pontífice, “no es un amor de telenovela”.

El Señor es fiel: una palabra “que no está muy de moda”, indicó. Su fidelidad dura por siempre, no duerme ni reposa, está siempre atento, vigilante y no permitirá que flaqueemos en la prueba”,  porque “el Señor es el Custodio que, como dice el Salmo, no se adormenta sino que vigila continuamente sobre nosotros, para llevarnos a la vida”.
“Llenos de confianza en el Señor - concluyó el Sucesor de Pedro-  acojámonos a Él, para experimentar la alegría de ser amados por un Dios misericordioso, clemente y compasivo”.
(GM – RV)

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