Texto y audio completo de las palabras del Papa Francisco antes del rezo del Ángelus:
Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
Hoy, fiesta de la Santísima Trinidad,
el Evangelio de San Juan nos presenta una parte del largo discurso de
adiós, pronunciado por Jesús poco antes de su pasión. En este discurso
Él explica a los discípulos las verdades más profundas que le
conciernen; y así viene delineada la relación entre Jesús, el Padre y el Espíritu.
Jesús sabe estar cercano a la realización del diseño del Padre, que se
cumplirá con su muerte y resurrección; por eso quiere asegurar a los
suyos que no los abandonará, porque su misión será prolongada por el
Espíritu Santo. Será el Espíritu quien prolongue la misión de Jesús, es
decir, a guiar la Iglesia hacia adelante.
Jesús revela en qué consiste esta
misión. Ante todo el Espíritu nos guía a entender las muchas cosas que
Jesús mismo tiene aún por decir (cfr. Jn
16,12). No se trata de doctrinas nuevas o especiales, sino de una plena
comprensión de todo lo que el Hijo ha oído del Padre y que ha dado a
conocer a los discípulos (cfr v. 15). El Espíritu nos guía en las nuevas
situaciones existenciales con una mirada dirigida a Jesús y, al mismo
tiempo, abierta a los eventos y al futuro. Él nos ayuda a caminar en la
historia firmemente enraizados en el Evangelio y también con una
dinámica fidelidad a nuestras tradiciones y costumbres.
Pero el misterio de la Trinidad nos
habla también de nosotros, de nuestra relación con el Padre, el Hijo y
el Espíritu Santo. De hecho, mediante el Bautismo, el Espíritu Santo nos
ha insertado en el corazón y en la vida misma de Dios, que es comunión
de amor. Dios es una “familia” de tres Personas que se aman tanto que
conforman una sola cosa. Esta “familia divina” no está cerrada en sí
misma, sino que es abierta, se comunica en la creación y en la historia y
ha entrado en el mundo de los hombres para invitar a todos a formar
parte de ella. El horizonte trinitario de comunión envuelve a todos y
nos estimula a vivir en el amor y en el compartir fraterno, seguros que
allí donde hay amor, allí está Dios.
Nuestro haber sido creados a imagen y
semejanza de Dios- comunión nos llama a comprendernos a nosotros mismos
como seres-en-relación y a vivir las relaciones interpersonales en la
solidaridad y en el amor recíproco. Tales relaciones se desarrollan,
ante todo, en el ámbito de nuestras comunidades eclesiales, para que
siempre cada vez sea más evidente la imagen de la Iglesia ícono de la
Trinidad. Pero también se desarrollan en toda otra relación social,
desde la familia hasta las amistades o el ambiente de trabajo - todo:
son ocasiones concretas que nos son ofrecidas para construir relaciones
humanas cada vez más ricas, capaces de respeto recíproco y de amor
desinteresado.
La fiesta de la Santísima Trinidad
nos invita a comprometernos en los eventos cotidianos para ser levadura
de comunión, de consolación y de misericordia. En esta misión, estamos
sostenidos por la fuerza que nos dona el Espíritu Santo: ella cura la
carne de la humanidad herida por la injusticia, por el atropello, el
odio y la avidez. La Virgen María, en su humildad, ha acogido la
voluntad del Padre y ha concebido al Hijo por obra del Espíritu Santo.
Que ella, espejo de la Trinidad, nos ayude a reforzar nuestra fe en el
Misterio trinitario y a encarnarla con elecciones y actitudes de amor y
de unidad.
(MTC / RC - RV).
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