miércoles, 18 de septiembre de 2024

Catequesis. El viaje apostólico a Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur

 

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PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Plaza de San Pedro
Miércoles, 18 de septiembre de 2024

[Multimedia]

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[El siguiente texto también incorpora partes no leídas que se consideran pronunciadas]

Catequesis. El viaje apostólico a Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy les hablaré del viaje apostólico que realicé a Asia y Oceanía.

Se llama “viaje apostólico” porque no es un viaje de turismo, es un viaje para llevar la Palabra del Señor, para dar a conocer al Señor, y también para conocer las almas de los pueblos. Y esto es muy hermoso.

Fue Pablo VI, en 1970, el primer Papa que voló al encuentro del sol naciente, visitando largamente Filipinas y Australia, pero también haciendo escala en varios países asiáticos y en las islas Samoa. ¡Y fue un viaje memorable! Porque el primero en salir del Vaticano fue San Juan XXIII, que se fue en tren a Asís; posteriormente, San Pablo VI hizo este: ¡un viaje memorable! También en esto, intenté seguir su ejemplo; pero como tengo algunos años más que él, me limité a cuatro países: Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur. ¡Doy gracias al Señor, que me permitió hacer como Papa anciano lo que me hubiera gustado hacer como joven jesuita, ¡porque quería ir en misión allí!

Una primera reflexión que surge espontáneamente tras este viaje es que, al pensar en la Iglesia, todavía seguimos siendo demasiado eurocéntricos o, como se suele decir, «occidentales». Pero en realidad, la Iglesia es mucho más grande, mucho más grande que Roma y Europa, mucho más grande, y – permítanme decirlo - mucho más viva en esos países. Lo experimenté con emoción cuando conocí esas comunidades, escuchando los testimonios de sacerdotes, monjas, laicos, especialmente catequistas – los catequistas son los que llevan adelante la evangelización - Iglesias que no hacen proselitismo, sino que crecen por «atracción», como decía sabiamente Benedicto XVI.

En Indonesia, los cristianos son aproximadamente el 10%, y los católicos el 3%, una minoría. Pero lo que encontré fue una Iglesia viva, dinámica, capaz de vivir y transmitir el Evangelio en un país que tiene una cultura muy noble, proclive a armonizar la diversidad, y que al mismo tiempo cuenta con la mayor presencia de musulmanes del mundo. En ese contexto, tuve la confirmación de cómo la compasión es el camino por el que los cristianos pueden y deben caminar para dar testimonio de Cristo Salvador y encontrarse al mismo tiempo con las grandes tradiciones religiosas y culturales. En cuanto a la compasión, no olvidemos las tres características del Señor: cercanía, misericordia y compasión. Dios es cercano, Dios es misericordioso y Dios es compasivo. Si un cristiano no tiene compasión, no sirve para nada. «Fe, fraternidad, compasión» fue el lema de la visita a Indonesia: con estas palabras el Evangelio entra cada día, concretamente, en la vida de ese pueblo, acogiéndola y dándole la gracia de Jesús muerto y resucitado. Estas palabras son como un puente, como el paso subterráneo que une la catedral de Yakarta con la mezquita más grande de Asia. Allí vi que la fraternidad es el futuro, es la respuesta a la anti-civilidad, a las tramas diabólicas del odio y de la guerra, también del sectarismo. Existe la hermandad, la fraternidad.

Encontré la belleza de una Iglesia misionera, “en salida”, en Papúa Nueva Guinea, un archipiélago que se extiende hacia la inmensidad del océano Pacífico. Allí, las diferentes etnias hablan más de ochocientas lenguas: un entorno ideal para el Espíritu Santo, al que le gusta hacer resonar el mensaje del Amor en la sinfonía de los lenguajes. No es uniformidad lo que hace el Espíritu Santo, es sinfonía, es armonía, Él es el “patrón”, Él es el jefe de la armonía. Allí, de manera especial, los protagonistas fueron y siguen siendo los misioneros y los catequistas. Me alegró el corazón poder pasar algún tiempo con los misioneros y catequistas de hoy; y me conmovió escuchar las canciones y la música de los jóvenes: en ellos vi un futuro nuevo, sin violencia tribal, sin dependencias, sin colonialismo ideológico y económico; un futuro de fraternidad y de cuidado del maravilloso ambiente natural. Papúa Nueva Guinea puede ser un «laboratorio» de este modelo de desarrollo integral, animado por la “levadura” del Evangelio. Porque no hay humanidad nueva sin hombres y mujeres nuevos, y éstos sólo los hace el Señor. Y también me gustaría mencionar mi visita a Vanimo, donde los misioneros se encuentran entre la selva y el mar. Entran en la selva para buscar a las tribus más escondidas…Un recuerdo precioso, éste.

La fuerza de promoción humana y social del mensaje cristiano destaca de forma particular en la historia de Timor Oriental. Allí, la Iglesia ha compartido el proceso de independencia con todo el pueblo, orientándolo siempre hacia la paz y la reconciliación. No se trata de una ideologización de la fe, no, es la fe la que se hace cultura y al mismo tiempo la ilumina, la purifica y la eleva. Por eso relancé la fructífera relación entre fe y cultura, en la que ya se había centrado San Juan Pablo II en su visita. Hay que inculturar la fe y evangelizar las culturas. Fe y cultura. Pero, sobre todo, me impresionó la belleza de ese pueblo: un pueblo probado pero alegre, un pueblo sabio en el sufrimiento. Un pueblo que no sólo genera muchos niños - ¡había un mar de niños, tantos! – sino que les enseña a sonreír. Nunca olvidaré la sonrisa de los niños de esa patria, de esa región. Los niños de allí siempre sonríen, y son muchos. Ese pueblo les enseña a sonreír, y esto es una garantía de futuro. En resumen, en Timor Oriental vi la juventud de la Iglesia: familias, niños, jóvenes, muchos seminaristas y aspirantes a la vida consagrada. Quisiera decir, sin exagerar, que ¡respiré «aire de primavera»!

La última etapa de este viaje fue Singapur. Un país muy diferente de los otros tres: una ciudad-estado, muy moderna, el polo económico y financiero de Asia y no solo. Los cristianos allí son una minoría, pero siguen formando una Iglesia viva, comprometida a generar armonía y fraternidad entre las diferentes etnias, culturas y religiones. Incluso en la rica Singapur existen los «pequeños», que siguen el Evangelio y se convierten en sal y luz, testigos de una esperanza más grande de aquella que los beneficios económicos pueden garantizar.

Quisiera dar las gracias a estos pueblos que me han acogido con tanto calor, con tanto amor. Quiero dar las gracias a sus Gobiernos, que tanto han ayudado en esta visita, para que pudiera realizarse de forma ordenada, sin problemas. Doy las gracias a todos los que han colaborado en ello. ¡Agradezco a Dios el don de este viaje! Y renuevo mi gratitud a todos, a todos ellos. ¡Que Dios bendiga a los pueblos que he encontrado y los guíe por el camino de la paz y de la fraternidad!

¡Saludos a todos!
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Saludos

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Agradezco al Señor por el don de la visita a Asia y Oceanía, así como a todas las personas que me han acompañado con sus oraciones. También renuevo mi gratitud a las autoridades y a las Iglesias locales que me han acogido con tanto entusiasmo. Que Jesús los bendiga, los guíe por caminos de paz y fraternidad, y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.
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Resumen leído en español por el Santo Padre Francisco

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy quiero compartir con ustedes algunas vivencias del viaje apostólico que realicé en Asia y Oceanía. Allí me encontré con comunidades que dan testimonio de una Iglesia en salida, una Iglesia viva y alegre. En Indonesia pude ver cómo la fe, la fraternidad y la compasión son el camino para anunciar a Cristo y establecer puentes con las grandes tradiciones religiosas y culturales. En Papúa Nueva Guinea fui testigo de la gran labor de los misioneros y catequistas que, con la fuerza del Espíritu Santo, transmiten la alegría del Evangelio a grupos étnicos que hablan más de ochocientas lenguas.

Quiero recordar de alguna manera a los misioneros de Vanimo, que están entre el mar y la selva, y que continuamente entran en la selva para llegar a las tribus mas lejanas.

En Timor Oriental la Iglesia es un instrumento de paz y reconciliación, llamada a promover la relación entre fe y cultura. Es un pueblo joven que, aun probado por el sufrimiento, no deja de sonreír. Fue muy hermoso ver la sonrisa de los niños. La última etapa del viaje fue Singapur, un país moderno y próspero, donde los cristianos constituyen una minoría, pero que son sal y luz, testimoniando que hay una esperanza mucho más grande de aquella que los beneficios económicos pueden ofrecer.
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Llamamientos

En los últimos días, fuertes lluvias torrenciales han azotado Europa Central y Oriental, causando muertos, desaparecidos y cuantiosos daños. Austria, Rumanía, la República Checa y Polonia, en particular, tienen que hacer frente a los trágicos inconvenientes causados por las inundaciones. Aseguro a todos mi cercanía, rezando especialmente por los que han perdido la vida y por sus familias. Agradezco y animo a las comunidades católicas locales y a otras organizaciones de voluntarios por la ayuda y el socorro que están aportando.

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El próximo sábado, 21 de septiembre, es el Día Mundial del Alzheimer. Recemos para que la ciencia médica pueda ofrecer pronto perspectivas de cura para esta enfermedad, y para que se realicen más y más acciones adecuadas para apoyar a los enfermos y a sus familias.



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domingo, 15 de septiembre de 2024

" Tu eres el Mesias " (Mc 8, 30)

 

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PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro
Domingo, 15 de septiembre de 2024

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Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!

El Evangelio de la Liturgia del día nos relata que Jesús, después de haber preguntado a los discípulos qué pensaba la gente de Él, les pregunta directamente a ellos: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?» (Mc 8,29). Pedro responde en nombre de todo el grupo diciendo: «Tú eres el Mesías» (v. 30). Sin embargo, cuando Jesús empieza a hablar del sufrimiento y de la muerte que le esperan, el mismo Pedro se opone, y Jesús le increpa duramente: «¡Ponte detrás de mí, Satanás! – le dice Satanás – ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!» (v. 33).

Fijándonos en la actitud del apóstol Pedro, también nosotros podemos preguntarnos qué significa realmente conocer a Jesús. Qué significa conocer a Jesús.

De hecho, por un lado, Pedro responde de manera perfecta, diciendo a Jesús que Él es el Mesías. Sin embargo, detrás de estas palabras correctas sigue habiendo un modo de pensar “según los hombres”, una mentalidad que imagina un Mesías fuerte, un Mesías victorioso, que no puede sufrir o morir. Por lo tanto, las palabras con las que Pedro responden son “correctas”, pero su modo de pensar no ha cambiado. Él tiene todavía que cambiar de mentalidad, él todavía tiene que convertirse.

Y este es un mensaje importante también para nosotros. En efecto, también nosotros hemos aprendido algo sobre Dios, conocemos la doctrina, rezamos las oraciones de manera correcta y, tal vez, a la pregunta de “¿quién es Jesús para ti?” respondemos bien, con alguna fórmula que hemos aprendido del catecismo. Pero, ¿estamos seguros de que esto significa conocer realmente a Jesús? En realidad, para conocer al Señor no basta con saber algo de Él, sino que es necesario seguirlo, dejarse tocar y cambiar por su Evangelio. Se trata de tener con Él una relación, un encuentro. Yo puedo conocer muchas cosas de Jesús, pero si no lo he encontrado, entonces yo no sé quién es Jesús. Es necesario este encuentro que cambia la vida: cambia el modo de ser, cambia el modo de pensar, cambia las relaciones que tienes con los hermanos, la disposición a acoger y a perdonar, cambia las elecciones que haces en la vida. ¡Todo cambia si realmente has conocido a Jesús! Todo cambia.

Hermanos y hermanas el teólogo y pastor luterano Bonhoeffer, víctima del nazismo, escribió así: «El problema que no me deja nunca tranquilo es el de saber qué es realmente para nosotros hoy el cristianismo o quién es Cristo» (Resistenza e Resa. Lettere e scritti dal carcere, Cinisello Balsamo 1996, 348) (Resistencia y sumisión: cartas y apuntes desde el cautiverio). Desafortunadamente, muchos ya no se hacen esta pregunta y se quedan “tranquilos”, adormecidos, incluso lejos de Dios. Es importante, en cambio, que nos preguntemos: ¿Yo me dejo inquietar, me pregunto quién es Jesús para mí y qué lugar ocupa en mi vida?

Que con esta pregunta nos ayude nuestra madre María, que conocía bien a Jesús.

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Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Expreso mi cercanía a las poblaciones de Vietnam y de Myanmar, que sufren a causa de las inundaciones provocadas por un violento tifón. Rezo por los difuntos y por los heridos y los desplazados. Que Dios sostenga a quienes han perdido a sus seres queridos y su casa y bendiga a quienes están llevando ayuda.

Ayer, en la Ciudad de México, fue beatificado Moisés Lira Serafín, sacerdote, fundador de la Congregación de las Misioneras de la Caridad de María Inmaculada, fallecido en 1950, después de una vida dedicada a ayudar a las personas a progresar en la fe y en el amor al Señor. Que su celo apostólico estimule a los sacerdotes a entregarse sin reservas por el bien espiritual del pueblo santo de Dios. ¡Un aplauso para el nuevo Beato! Veo allí las banderas mexicanas…

Hoy en Italia se celebra la Jornada de los enfermos de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). Aseguro un recuerdo en la oración para ellos y para sus familiares; animo el trabajo de investigación sobre esta patología y las asociaciones de voluntariado.

Y no olvidemos las guerras que ensangrientan el mundo. Pienso en la martirizada Ucrania, en Myanmar, pienso en Oriente Medio. ¡Cuántas víctimas inocentes! Pienso en las madres que han perdido hijos en las guerras. ¡Cuántas jóvenes vidas truncadas! Pienso en Hersh Goldberg-Polin, hallado muerto en septiembre, junto a otros cinco rehenes, en Gaza. En noviembre del año pasado conocí a la madre, Rachel, que me conmovió con su humanidad. La acompaño en este momento. Rezo por las víctimas y sigo estando cerca de todas las familias de los rehenes. ¡Que cese el conflicto en Palestina e Israel! ¡Que cesen las violencias, que cese el odio! Que se libere a los rehenes, continúen las negociaciones y se encuentren soluciones de paz.

Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos de Italia y de tantos países. En particular, a los fieles de la parroquia de Santa Edwige Reina en Radom (Polonia); al grupo de sacerdotes jesuitas que han llegado a Roma por sus estudios; a los estudiantes de Stade (Alemania); y a los participantes del relevo a pie de Roma a Asís. Y saludo a los muchachos de la Inmaculada, que han tenido tres ordenaciones en estos días, ¡enhorabuena!

Os deseo a todos un feliz domingo. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!



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viernes, 13 de septiembre de 2024

Encuentro interreligioso con los jóvenes

 

VIAJE APOSTÓLICO - El Papa en Singapur: pasajes clave del discurso pronunciado en el encuentro interreligioso con los jóvenes

viernes, 13 septiembre 2024

Vatican Media

Singapur (Agencia Fides) - Más de una hora de diálogo sincero, entre preguntas y respuestas, intercambio de bromas y sonrisas. Así ha concluido el largo Viaje Apostólico del Papa Francisco a Asia y Oceanía, abrazando a los jóvenes de Singapur comprometidos cotidianamente en el diálogo interreligioso. Como ha sucedido en otras ocasiones, el discurso preparado ha sido dejado de lado por el Pontífice, que ha hablado a los jóvenes completamente sobre la marcha tras escuchar los testimonios de cada uno de ellos.
A continuación, los pasajes clave:

Me han llamado la atención tres palabras que habéis dicho: críticos de salón, zona de confort y tecnología: tener que usarla y el riesgo de usarla.

La juventud es valiente, a los jóvenes les gusta ir hacia la verdad, caminar, ser creativos. Pero los jóvenes deben tener cuidado de no caer en las críticas de salón que dicen bla bla bla.

Un joven debe ser crítico, un joven que no critica es triste. Pero debe ser constructivo en la crítica porque hay críticas destructivas que no crean nuevos caminos.

Los jóvenes deben tener el valor de construir, de salir de su zona de confort. Un joven que se queda en su zona de confort es un joven que engorda, pero no la barriga, engorda la mente. Por eso les digo a los jóvenes: arriesgaos, salid.

No tengan miedo. El miedo es una actitud que te paraliza. Es cierto, muchas veces los jóvenes cometen errores. Es normal, pero lo importante es darse cuenta.

Os hago la pregunta: ¿qué es peor, equivocarse porque estoy en un camino o no equivocarse porque estoy encerrado en casa? Un joven que no se arriesga y tiene miedo de equivocarse es un viejo. ¿entendido?

Habéis hablado de los medios de comunicación, hoy en día hay tantas posibilidades de utilizarlos: teléfonos móviles, televisión... Os pregunto. ¿Es bueno utilizar los medios de comunicación o no lo es? ¿Cómo es un joven que no usa los medios? Cerrado. Un joven que vive totalmente esclavizado a los medios ¿cómo es? Disperso.

Todos, incluidos los jóvenes, debemos utilizar los medios de comunicación pero para ayudarnos a avanzar y no para esclavizarnos. ¿ Estáis de acuerdo o no?

Me ha impresionado vuestro diálogo, y eso es muy importante. Porque si empiezas a discutir 'mi religión es más importante, la mía es verdadera, la tuya no', ¿a dónde nos lleva eso? A la destrucción.

Todas las religiones son un camino, como diferentes idiomas para llegar a Dios. Dios es Dios para todos y por eso todos somos hijos de Dios. Ser musulmán, cristiano, hindú, son caminos diferentes para llegar a Él.

Una de las cosas que ayuda mucho es el respeto. Entre los jóvenes hay una cosa muy fea, los que hacen bullying. Tanto verbal como físicamente, lo suyo son siempre agresiones. Lo hacen con los más débiles, por ejemplo con un niño o una niña discapacitados. Pero cada uno de nosotros tenemos nuestras capacidades y discapacidades. También el Papa. Y como tenemos las nuestras debemos respetar las discapacidades de los demás.

Digo esto porque su superación ayuda en el diálogo interreligioso. Porque el diálogo interreligioso se construye con el respeto a los demás. Y si dialogáis como jóvenes dialogaréis aún más como adultos, como ciudadanos y políticos.

Os diré algo histórico: toda dictadura lo primero que hace es cortar el diálogo.

Os deseo que vayáis siempre hacia delante y no hacia atrás. Asumid riesgos; porque por el contrario, os crece la barriga. Y cuando crezcáis y os convirtáis en abuelos, enseñad todas estas cosas a los niños.
(F.B.) (Agencia Fides 13/9/2024)


jueves, 12 de septiembre de 2024

Cultivar la comunión en la caridad.

 

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VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD FRANCISCO
A INDONESIA, PAPÚA NUEVA GUINEA,
TIMOR ORIENTAL, SINGAPUR
(2-13 de septiembre de 2024)

SANTA MISA

HOMILÍA DEL SANTO PADRE

Estadio Nacional en el “Singapore Sports Hub” 
Jueves, 12 de septiembre de 2024

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«El conocimiento llena de orgullo, mientras que el amor edifica» (1 Co 8,1). San Pablo dirige estas palabras a los hermanos y hermanas de la comunidad cristiana de Corinto —que era una comunidad rica de múltiples carismas (cf. 1 Co 1,4-5)— a la cual el mismo Apóstol, en sus cartas, con frecuencia recomienda cultivar la comunión en la caridad.

Escuchamos estas mismas palabras mientras agradecemos juntos al Señor por la Iglesia de Singapur, que también es rica de dones, está viva, en crecimiento y en diálogo constructivo con las distintas confesiones y religiones con las que comparte esta maravillosa tierra.

Precisamente por esto, quisiera comentar las mismas palabras, inspirándome en la belleza de esta ciudad y en las grandes y osadas arquitecturas que contribuyen a hacerla tan famosa y fascinante, comenzando por el impresionante complejo del Estadio Nacional en el que nos encontramos. Y quisiera hacerlo recordando que, en última instancia, incluso en el origen de estas imponentes construcciones — como en el de cualquier otro proyecto que deja una huella positiva en este mundo—, no está en primer lugar, como muchos piensan, el dinero, ni la técnica, ni siquiera la ingeniería —todos medios útiles, muy útiles—, sino en definitiva está el amor, “el amor que construye”.

Quizás alguno pudiera pensar que se trata de una afirmación ingenua, pero si lo reflexionamos detenidamente, no es así. De hecho, no existe una obra buena detrás de la cual no haya, tal vez, personas brillantes, fuertes, ricas, creativas, aunque sean siempre mujeres y hombres frágiles, como nosotros, para los cuales sin el amor no hay vida, ni impulso, ni razón para actuar, ni fuerza para construir.

Queridos hermanos y hermanas, si algo bueno existe y permanece en este mundo, es sólo porque, en múltiples y variadas circunstancias, el amor ha prevalecido sobre el odio, la solidaridad sobre la indiferencia, la generosidad sobre el egoísmo. Si no fuera por eso, aquí nadie habría podido hacer crecer una metrópolis tan grande, los arquitectos no habrían hecho proyectos, los obreros no habrían trabajado y nada se habría podido realizar.

Así pues, lo que nosotros vemos es un signo, y detrás de cada una de las obras que tenemos ante nosotros hay muchas historias de amor por descubrir. Historias de hombres y mujeres unidos entre sí en una comunidad; de ciudadanos comprometidos con su país; de madres y padres preocupados por sus familias; de profesionales y trabajadores de todo tipo y grado, implicados sinceramente en sus diversos roles y tareas. Y es bueno que aprendamos a interpretar estas historias, escritas en las fachadas de nuestras casas y en los trazados de nuestras calles, y a transmitir su memoria, para recordarnos que nada que sea perdurable nace y crece sin amor.

A veces sucede que la grandeza y la imponencia de nuestros proyectos pueden hacernos olvidar esto, engañándonos al pensar que podemos ser los autores de nosotros mismos, de nuestra riqueza, de nuestro bienestar, de nuestra felicidad; sin embargo, al final la vida acaba siempre por devolvernos a la única realidad, la de que sin amor no somos nada.

La fe, pues, nos confirma y nos ilumina aún más sobre esta certeza, porque nos dice que en la raíz de nuestra capacidad de amar y de ser amados está Dios mismo, que con corazón de Padre nos deseó y nos llamó a la existencia de modo totalmente gratuito (cf. 1 Co 8,6) y que, de manera igualmente gratuita, nos ha redimido y liberado del pecado y de la muerte, mediante la muerte y resurrección de su Hijo Unigénito. En Él, en Jesús, está el origen y el cumplimiento de todo lo que somos y lo que podemos llegar a ser.

Así, en nuestro amor vemos un reflejo del amor de Dios, como afirmó san Juan Pablo II con ocasión de su visita a esta tierra, añadiendo una frase importante, a saber, que “por eso el amor se caracteriza por un profundo respeto a todos los hombres, independientemente de su raza, de su credo o de cualquier aspecto que les pudiera hacer diferentes de nosotros” (cf. Homilía de la Santa Misa en el Estadio Nacional de Singapur, 20 noviembre 1986).

Hermanos y hermanas, estas son unas palabras importantes para nosotros porque, más allá de lo maravillados que nos sentimos ante las obras creadas por el hombre, nos recuerda que hay una maravilla todavía más grande, que hay que abrazar con admiración y respeto aún mayores. Se trata de los hermanos y hermanas que encontramos cada día en nuestro camino, sin preferencias ni diferencias. Testimonio de ello lo dan la sociedad y la Iglesia de Singapur, étnicamente tan diversas y, sin embargo, tan unidas y solidarias.

¿Cuál es el edificio más hermoso, el tesoro más precioso, la inversión más rentable a los ojos de Dios? Somos nosotros, somos todos nosotros, hijos amados de un mismo Padre (cf. Lc 6,36), llamados a su vez a difundir el amor. De ello nos hablan las lecturas de esta Santa Misa que desde distintos puntos de vista describen la misma realidad, es decir, que la caridad es dulce al respetar la vulnerabilidad de los débiles (cf. 1 Co 8,13), es providente al conocer y acompañar a los que se sienten inseguros en el camino de la vida (cf. Sal 138), es magnánima y benevolente al perdonar más allá de todo cálculo y medida (cf. Lc 6,27-38).

El amor que Dios nos muestra, y que a su vez nos invita a practicar, actúa de este modo: “responde generosamente a las necesidades de los pobres, se caracteriza por la piedad hacia los que sufren, está dispuesto a ofrecer hospitalidad, es fiel en los momentos difíciles, está siempre dispuesto a perdonar, a esperar”, perdonar y esperar hasta el punto “de corresponder con una bendición a una blasfemia, esta es la esencia del Evangelio” (cf. S. Juan Pablo II, Homilía de la Santa Misa en el Estadio Nacional de Singapur, 20 noviembre 1986).

Esto lo podemos constatar en numerosos santos, hombres y mujeres conquistados por el Dios de la misericordia, hasta el punto de convertirse en su reflejo, en su eco, en su imagen viva. Y quisiera, para terminar, mencionar a dos de ellos.

La primera es María, cuyo Dulce Nombre celebramos hoy. ¡A cuántas personas su apoyo y su presencia han dado y siguen dando esperanza!, ¡en cuántos labios su nombre ha aparecido y aparece en momentos de alegría y también de dolor! Y esto sucede porque en ella, en María, vemos el amor del Padre manifestado en una de las formas más bellas y totales: la de la ternura ―¡no olvidemos la ternura!― la ternura de una madre, que todo lo comprende y lo perdona todo, y que nunca nos abandona. Por eso nos encomendamos a ella.

El segundo es un santo muy querido en esta tierra, que encontró aquí hospitalidad muchas veces durante sus viajes misioneros. Hablo de san Francisco Javier, que fue recibido en esta tierra en numerosas ocasiones, la última de ellas el 21 de julio de 1552.

De él nos ha quedado una hermosa carta dirigida a san Ignacio y a los primeros compañeros, en la que expresa su deseo de ir a todas las universidades de su tiempo «dando voces, como hombre que tiene perdido el juicio, […] a los que tienen más letras que voluntad», para que se sientan impulsados a hacerse misioneros por amor a sus hermanos, diciendo desde el fondo de su corazón: «“Señor, aquí estoy, ¿qué quieres que yo haga?”» (Carta desde Cochín, enero de 1544).

También nosotros podríamos hacer nuestras estas palabras, siguiendo su ejemplo y el de María: “Señor, aquí estoy, ¿qué quieres que haga?”. Que estas palabras nos acompañen no sólo en estos días, sino siempre, como un compromiso constante de escuchar y responder con prontitud a las invitaciones al amor y a la justicia, invitaciones que también hoy nos siguen llegando desde la infinita caridad de Dios.



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miércoles, 11 de septiembre de 2024

DISCURSO DEL SANTO PADRE “Centro de Convenções” (Dili, Timor Oriental)

 

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VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD FRANCISCO
A INDONESIA, PAPÚA NUEVA GUINEA,
TIMOR ORIENTAL, SINGAPUR
(2-13 de septiembre de 2024)

ENCUENTRO CON LOS JÓVENES

DISCURSO DEL SANTO PADRE

  “Centro de Convenções” (Dili, Timor Oriental)
Miércoles, 11 de septiembre de 2024

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Dadeer di'ak!  

Lo primero de todo, [les] hago una pregunta, a ver quién me la contesta. ¿Qué hacen los jóvenes? —¿Qué hacen los jóvenes?—. Tú [indica a una joven]. “Proclamar a Cristo” [responde la joven]. Muy bien.

¿Qué otra cosa hacen los jóvenes? —¿Qué otra cosa?—. “Proclamar la Palabra de Dios” [responde otro joven]. Muy bien.

¿Qué otra cosa hacen los jóvenes? “Amarse unos a otros” [responde otro joven]. Amar, los jóvenes tienen una gran capacidad de amar.

¿Qué otra cosa hacen los jóvenes? “Debemos cultivar la paz en nuestro país” [responde otro joven]. Esto no se lo olviden nunca. Muy bien, —muy bien—.

Pero hay una cosa que los jóvenes hacen siempre, los jóvenes de diversa nacionalidad, los jóvenes de diversas religiones. ¿Saben, qué cosa hacen los jóvenes siempre? Los jóvenes hacen lío, —los jóvenes hacen lío—. ¿Están de acuerdo?, ¿están de acuerdo con esto? [Los jóvenes responden].

Les agradezco los saludos, los testimonios y las preguntas, les agradezco los bailes. Porque ustedes saben que bailar es expresar con todo el cuerpo un sentimiento. ¿Ustedes conocen algún joven que no sepa bailar? [Los jóvenes responden]. La vida viene con el baile, y ustedes son un país de gente joven.

Hay una cosa que yo le decía esta mañana a un obispo, no me voy a olvidar más de la sonrisa de ustedes. No dejen de sonreír. Y ustedes, los jóvenes, son la mayor parte de la población de esta tierra, y su presencia llena de vida esta tierra, la llena de esperanza y la llena de futuro. No pierdan el entusiasmo de la fe. Imagínense un joven sin fe, con la cara “así”.

¿Pero saben ustedes qué es lo que a un joven —a una joven— lo tira abajo? Los vicios. Estén atentos, porque vienen aquellos que se llaman vendedores de felicidad y te venden la droga, te venden tantas cosas que te dan felicidad por media hora, nada más. Ustedes conocen esto mejor que yo. —Ustedes conocen mejor que yo esta situación—. ¿La conocen o no? [Los jóvenes responden]. No escucho [los jóvenes responden de nuevo]. Muy bien, gracias.

Yo les deseo que sigan adelante con la alegría de la juventud. Pero, no se olviden de una cosa, que ustedes son herederos de aquellos que los precedieron fundando esta nación. Por eso, no pierdan la memoria. La memoria de aquellos que los precedieron y con tanto sacrificio consolidaron esta nación.

Y hay dos cosas que a mí me tocaron el corazón cuando iba pasando por sus calles, me tocaron mucho el corazón: la juventud de este país y la sonrisa de su pueblo. Ustedes son un pueblo que sabe sonreír, sigan así, no se olviden de esto.

Un joven tiene que soñar. Y, ¿cómo se hace Padre para soñar? ¿se bebe alcohol? [Los jóvenes responden]. No, si haces eso vas a tener pesadillas. Los invito a soñar, a soñar cosas grandes. Un joven que no sueña es un jubilado de la vida. Y alguno de estos jóvenes, alguno de entre ustedes, ¿es un jubilado? [Los jóvenes responden]. Los jóvenes tienen que hacer lío, para mostrar la vida que tienen. Pero un joven normalmente se encuentra en medio del camino de la vida, está en la mitad —en medio del camino de la vida—. Entre los niños chicos y los mayores. Y ustedes, ¿saben cuál es una de las riquezas más lindas, más hermosas, que tiene una sociedad? ¿Lo saben? Son los ancianos, los abuelos. Ustedes jóvenes [son una riqueza] y la otra punta son los ancianos, pero son los abuelos —son los ancianos— los que les dan sabiduría a los jóvenes. Ustedes, ¿respetan a los ancianos? [Los jóvenes responden]. Los ancianos nos preceden siempre en la historia, a nosotros los jóvenes, ¿verdad? Los ancianos son un tesoro. Los dos tesoros de un pueblo son los niños y los ancianos. ¿Entendido? Haber repítanlo ustedes, ¿cuáles son los dos tesoros más grandes de un pueblo? [Los jóvenes responden]. Los niños y los ancianos. Por eso, una sociedad que tiene tantos niños, como la de ustedes, tiene que cuidarlos. Y [una sociedad] que tiene tantos ancianos, que son la memoria, tiene que respetarlos y cuidarlos.

Les voy a contar una historia. Resulta que en una familia comían juntos el papá, la mamá, los hijos y el abuelo muy anciano. Y el abuelo, pobrecito muy anciano, cuando comía se ensuciaba, se le caía la comida. Entonces, el papá decidió poner una mesa en la cocina para que el abuelo comiera solo ahí. Y le explicó a la familia que, teniendo al abuelo fuera, podrían invitar gente sin pasar vergüenza por el anciano. Piensen esto, pasaron unos días y el papá llegó y encontró a su hijo de cinco años jugando con unas maderas. Y el papá le preguntó, ¿qué estás haciendo con esas maderas? Estoy haciendo una mesa [le respondió el niño]. ¿Para qué? Para ti. Para cuando seas viejo y tengas que comer solo.

Los dos tesoros más grandes que tiene una sociedad son los niños y los abuelos. Repitamos juntos, ¿cuáles son los dos tesoros más grandes de la sociedad? [Los jóvenes responden]. Por favor, cuiden a los niños y cuiden a los abuelos, ¿de acuerdo? Y ahora un aplauso muy grande a nuestros abuelos.

Ustedes en este país tan sonriente tienen una historia maravillosa: de heroísmo, de fe, de martirio y, sobre todo, de perdón y de reconciliación. Les hago una pregunta, ¿quién es la persona, en toda la historia, que fue capaz de perdonar y querer reconciliar? Piensen bien. ¿Quién es esa persona? —¿quién es?— [Los jóvenes responden]. ¡Jesús! Jesús nuestro hermano es quien nos quiere a todos juntos, y [el tema de la] reconciliación me lleva a recomendarles a ustedes tres cosas —[lo digo] e֫n particular a los jóvenes—: libertad, compromiso, fraternidad.

En la lengua tetum hay un dicho que dice: “ukun rasik-an”, es decir, tener la capacidad de gobernarse a sí mismo. Un joven o una joven que no son capaces de gobernarse a sí mismos, que no son capaces de vivir el “ukun rasik-an” ¿Qué son?, ¿repitan? [Los jóvenes responden], son dependientes. Muy bien. Y un hombre, una mujer, un joven, una joven que no se gobierna a sí mismo es esclavo, es dependiente, no es libre. Y, ¿de qué puede ser esclavo un joven? A ver conteste alguno de ustedes. ¿de qué? Del pecado, del celular. Después les cuento una cosa relacionada con el celular. De qué otras cosas, ¿de qué puede ser esclavo? Se puede ser esclavo de su propio deseo, [del] creerse omnipotente. ¿De qué otra cosa un joven puede ser esclavo? [Los jóvenes responden]. Lindo. La arrogancia, un joven que es siempre así, es un joven arrogante. Por el contrario, un joven comprometido, un joven que trabaja, ¿cómo es? Díganme. ¿Cómo es? [Los jóvenes responden]. Es un joven que trabaja, que ama la simplicidad. ¿Qué más? Que tiene responsabilidad. Un joven que ama la compañía de los hermanos, de las hermanas, que tiene responsabilidad, es un joven que ama la patria. Eso es muy importante.

Y hay otra cosa [importante que dijeron] Rogéria y Cecilia Efranio, refiriéndose a la importancia de cuidar la casa común y de cultivar la unidad de la familia. Un joven tiene que entender que ser libre no es hacer lo que uno quiere, sino que un joven tiene responsabilidad. Y una de las responsabilidades que tiene es aprender a cuidar la casa común, y para eso el joven tiene que comprometerse. Hay un proverbio oriental que dice: los tiempos difíciles crean hombres fuertes. Y miren a sus padres, a sus abuelos, que tuvieron que enfrentar tiempos difíciles para construir la libertad del país. Y por eso ustedes tienen que aprender a manejar los tiempos difíciles.

Una última cosa antes de irme, se trata de un valor que tienen que aprender, la fraternidad. Ser hermanos, no ser enemigos. Sus mayores, sus padres y sus abuelos, quizás con ideas diversas, fueron hermanos. Les pregunto: ¿es bueno que los jóvenes tengan ideas diversas? [Los jóvenes responden], ¿para qué?, ¿para pelearnos con los otros?, ¿o para respetarnos? [Los jóvenes responden]. Yo creo que tú piensas esto: si yo soy de esta religión y tú eres de esta otra religión, nos vamos a pelear. Esto no es así, hay que respetarse. Repitamos esa palabra: respetarse.

Les hago una pregunta, ¿el odio es una buena actitud? [Los jóvenes responden]. El amor y el servicio, estas son las verdaderas actitudes. Ahora todos juntos vamos a repetir: odio no, amor y servicio sí. [Los jóvenes responden]. Otra vez, que no escuche bien. Y si un joven, una joven, se pelea con otro, ¿qué tiene que hacer? [Los jóvenes responden]. —No oigo, ¿qué cosa dijeron?—. Repitamos todos juntos: amor y reconciliación. No escuche bien. Amor y reconciliación.

Hay una cosita que yo no sé si en este país sucede, pero en otros países sí: el bullying. ¿Aquí hay bullying? El bullying es una actitud por medio de la cual se aprovechan del más débil. Porque es feo, porque es gordo, porque camina mal, pero siempre es una actitud fea porque usa la debilidad de los demás. Aquí, en Timor-Leste, ¿hay bullying? Por favor, de ahora en adelante no más bullying.

Queridos jóvenes, sean ustedes herederos de la historia tan linda que los precedió, —sea herederos de la historia tan hermosa que los precedió—. Y llévenla adelante. Tengan coraje —tengan coraje para llevar las cosas adelante—. Y si se pelean reconcíliense. Yo les agradezco todo lo que ustedes hacen por la patria, por el pueblo de Dios. Y recordemos lo que nos ha dicho Ilham, que habló recién, que tenemos que amarnos más allá de toda diferencia étnica o religiosa. ¿Entendieron esto? [Los jóvenes responden]. Reconciliación, convivencia con toda diferencia, esto es importante. ¿Estamos de acuerdo? [Los jóvenes responden].

Y antes de terminar, tengo que darles un consejo, hagan lío —hagan lío—. Mi segundo consejo, respeten y escuchen a los ancianos, ¿de acuerdo? Primer consejo ¿Cuál es? [Los jóvenes responden]. Muy bien. Y ¿el segundo consejo? [Los jóvenes responden].

Que Dios los bendiga mucho, gracias por esta presencia, gracias por el canto y el baile, muy lindos. ¿Y cómo dijimos? Perdón, ya me olvidé. ¿Cómo eran los dos consejos?, ¿el primero?, ¿el segundo? Hagan lío —hagan lío— y respeten a los ancianos. Que Dios les conserve esta alegría. Que Dios se la conserve siempre.
 

Palabras espontáneas al final del encuentro, antes de retirarse:

Gracias por vuestra alegría, gracias por vuestra sonrisa. Yo les di dos consejos a ustedes. El primero, ¿cuál es? [Los jóvenes responden]. Hagan lío. ¿Y el segundo? [Los jóvenes responden]. Los jóvenes tienen que hacer lío y los jóvenes tienen que respetar a los ancianos. ¿De acuerdo? Todos juntos: primero, hacer lío; segundo, respeto por los ancianos. 

Gracias por la presencia. Me voy de esta tierra, que es de sonrisas, con el rostro de ustedes y con las esperanzas de ustedes en el corazón. Que Dios me los bendiga a todos.

El primer consejo. [Los jóvenes responden].

El segundo. [Los jóvenes responden]. 



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domingo, 8 de septiembre de 2024

El Papa en el Ángelus: Paz para las naciones y también para la creación

 

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Antes de concluir la Santa Misa en el Estadio Sir John Guise de Puerto Moresby, en Papúa Nueva Guinea, el Santo Padre elevó una vez más su voz en favor de la paz para las naciones y para la creación. “No al armamentismo ni a la explotación de la casa común”, dijo el Pontífice, y también pidió oraciones por el Santuario de Lourdes afectado por una inundación.

Renato Martinez – Ciudad del Vaticano

“Que María Helpim, Reina de la paz, nos ayude a convertirnos a los designios de Dios, que son designios de paz y de justicia para la gran familia humana”, lo dijo el Papa Francisco en su alocución antes de rezar la oración mariana del ángelus de este domingo 8 de septiembre, XXIII Domingo del Tiempo Ordinario, al final de la Santa Misa que presidió en el Estadio Sir John Guise de Puerto Moresby, en Papúa Nueva Guinea.


María proteja el camino de la Iglesia en Papúa

Antes de concluir la celebración Eucarística, el Santo Padre invitó a los fieles papús a la Virgen María con la oración del Ángelus. A la Madre de Dios, el Pontífice le encomendó “el camino de la Iglesia en Papúa Nueva Guinea y en las Islas Salomón”.

“Que María, Auxilio de los cristianos —María Helpim— los acompañe y los proteja siempre; que fortalezca la unión de las familias; que haga hermosos y valientes los sueños de los jóvenes; que sostenga y consuele a los ancianos; que conforte a los enfermos y a los que sufren”.


El Papa en la Misa en el Estadio Sir John Guise de Puerto Moresby, en Papúa Nueva Guinea.

Paz para las naciones y para la creación

Y desde esta tierra que se asoma sobre el Océano Pacífico, una tierra bendecida por el Creador, el Santo Padre invocó, por intercesión de María Santísima, el don de la paz para todos los pueblos.

“En particular, lo pido para esta gran región del mundo entre Asia, Oceanía y el Océano Pacífico. Paz, paz para las naciones y también para la creación. No al armamentismo ni a la explotación de la casa común. Sí al encuentro entre los pueblos y las culturas; sí a la armonía del hombre con las criaturas”.


El Papa en el ángelus

Oración por el Santuario de Lourdes

Antes de despedirse, el Papa Francisco invocó a la Virgen, María Helpim, Reina de la paz, para que nos ayude “a convertirnos a los designios de Dios, que son designios de paz y de justicia para la gran familia humana”. Además, el Pontífice pidió oraciones por el Santuario de Lourdes que fue afectado por una inundación a causa del mal tiempo que azota actualmente la región de los Altos Pirineos, en el suroeste de Francia. La lluvia provocó anoche que el Gave de Pau, el río que atraviesa la ciudad de Lourdes, se desbordara. El santuario quedó parcialmente inundado y la cueva Massabielle permaneció cerrada durante varias horas. La inundación llegó ya entrada la noche y no hubo heridos, según informó el propio santuario.

“En este domingo en que se celebra la fiesta litúrgica de la Natividad de María, nuestro pensamiento se dirige al Santuario de Lourdes, que lamentablemente ha sido azotado por una inundación”.

VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD FRANCISCO

 

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VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD FRANCISCO
A INDONESIA, PAPÚA NUEVA GUINEA,
TIMOR ORIENTAL, SINGAPUR
(2-13 de septiembre de 2024)

ENCUENTRO CON LOS OBISPOS DE PAPÚA NUEVA GUINEA Y DE LAS ISLAS SALOMÓN, SACERDOTES, 
DIÁCONOS, PERSONAS CONSAGRADAS, SEMINARISTAS Y CATEQUISTAS

DISCURSO DEL SANTO PADRE

Santuario de María Auxiliadora (Port Moresby, Papúa Nueva Guinea)
Sábado, 7 de septiembre de 2024

[Multimedia]

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Queridos hermanos y hermanas, buenas tardes.

Los saludo a todos con afecto, a los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas y catequistas. Agradezco las palabras del Presidente de la Conferencia Episcopal, así como los testimonios de James, Gracia, sor Lorena y don Emmanuel.

Estoy contento de estar aquí, en esta hermosa iglesia salesiana. Los salesianos saben hacer bien las cosas. ¡Los felicito! Este es un Santuario diocesano dedicado a María, Auxilio de los cristianos; María Auxiliadora —yo fui bautizado en una parroquia de María Auxiliadora en Buenos Aires—, un título tan querido por san Juan Bosco; o María Helpim, como ustedes cariñosamente la invocan aquí. Cuando, en 1844, la Virgen inspiró a don Bosco la construcción de una iglesia en su honor, en Turín, le hizo esta promesa: “Aquí está mi casa, desde aquí saldrá mi gloria”. La Virgen le prometió que, si tenía el arrojo de empezar a construir aquel santuario, le sobrevendrían gracias abundantes. Y así sucedió: la iglesia se construyó y es estupenda, ¡aunque es más linda la de Buenos Aires!, y esta iglesia se ha convertido en un centro de irradiación del Evangelio, de formación de los jóvenes y de caridad; en un punto de referencia para muchas personas.

Así pues, este hermoso santuario en el que nos encontramos, inspirado en esa historia, puede ser un símbolo también para nosotros, sobre todo si hacemos referencia a tres aspectos de nuestro camino cristiano y misionero, como lo han resaltado los testimonios que hemos escuchado: la valentía de empezar, la belleza de existir y la esperanza de crecer.

Primero, la valentía de empezar. Los constructores de esta iglesia comenzaron la obra haciendo un gran acto de fe, que dio sus frutos, pero que sólo fue posible gracias a otros muchos inicios valientes de sus predecesores. Los misioneros llegaron a este país a mediados del siglo XIX y los primeros pasos de su labor no fueron fáciles; de hecho, algunos intentos fracasaron. A pesar de eso no se rindieron, sino que con gran fe y celo apostólico continuaron predicando el Evangelio y sirviendo a sus hermanos y hermanas, recomenzando muchas veces a partir de los fracasos y pasando por muchos sacrificios.

Así nos lo recuerdan estos vitrales —que ahora no se ven porque es de noche—, a través de los cuales la luz del sol nos sonríe en los rostros de los santos y beatos: mujeres y hombres de todas las procedencias, vinculados a la historia de vuestra comunidad, como Pedro Chanel; Juan Mazzucconi y Pedro To Rot, mártires de Nueva Guinea; y luego Teresa de Calcuta, Juan Pablo II, María de la Cruz MacKillop, María Goretti, Laura Vicuña, Ceferino Namuncurá, Francisco de Sales, Juan Bosco y María Dominga Mazzarello. Todos hermanos y hermanas que, de distintas maneras y en tiempos diferentes, comenzando y recomenzando tantas veces obras y caminos, han contribuido a llevar el Evangelio entre ustedes, con una riqueza multicolor de carismas, animados por el mismo Espíritu y por la misma caridad de Cristo (cf. 1 Co 12,4-7; 2 Co 5,14). Gracias a ellos, a sus “salidas” y “recomienzos”,—los misioneros son mujeres y hombres “en salida”, y cuando regresan “vuelven a salir”. Esta es la vida del misionero, salir y volver a salir—, es gracias a ellos que estamos aquí y, aun a pesar de los desafíos que no faltan hoy en día, seguimos adelante, sin miedo, —no estoy seguro que sea siempre sin miedo—, sabiendo que no estamos solos, porque es el Señor quien actúa en nosotros y con nosotros (cf. Ga 2,20), haciéndonos —como a ellos— instrumentos de su gracia (cf. 1 P 4,10). Esta es nuestra vocación, ser instrumentos.

En este sentido, y a la luz de lo que hemos escuchado, quisiera indicarles un rumbo importante hacia el cual dirigir sus “salidas”: el de las periferias de este país. Me refiero en concreto a las personas de los sectores más desfavorecidos de las poblaciones urbanas, así como a aquellas que viven en las zonas más remotas y abandonadas, donde a menudo falta lo indispensable. Pienso también en las personas marginadas y heridas, tanto moral como físicamente, a causa de los prejuicios y las supersticiones, en ocasiones, hasta el punto de arriesgar la propia vida, como nos lo recordaban James y sor Lorena. La Iglesia quiere estar particularmente cercana a estos hermanos y hermanas, porque en ellos, Jesús está presente de un modo especial (cf. Mt 25,31-40), y donde está Él —nuestra cabeza— allí estamos también nosotros, que pertenecemos al mismo cuerpo, «[el cual] recibe unidad y cohesión, gracias a los ligamentos que lo vivifican y a la acción armoniosa de todos los miembros» (Ef 4,16).Y por favor, no olviden: ¡cercanía, cercanía! Ustedes saben que las tres actitudes más bellas son la cercanía, la compasión y la ternura. Si una consagrada o un consagrado, un sacerdote, un obispo, los diáconos no son cercanos, no son compasivos y no son tiernos, no tienen el Espíritu de Jesús. No olviden esto: cercanía, compasión, ternura.

Y esto nos conduce al segundo aspecto, la belleza de existir. Esta se puede ver simbolizada en las conchas de kina con las que está decorado el presbiterio de esta iglesia, y que son signo de prosperidad. Las conchas nos recuerdan que, aquí, el tesoro más hermoso a los ojos del Padre somos nosotros, acurrucados en torno a Jesús, bajo el manto de María y unidos espiritualmente a todos los hermanos y hermanas que el Señor nos ha confiado y que no han podido venir; todos animados por el deseo de que el mundo entero conozca el Evangelio y de compartir con nosotros la fuerza y la luz.

James preguntó cómo se transmite el entusiasmo de la misión a los jóvenes. No creo que haya “técnicas” para esto. Sin embargo, una forma comprobada es la de cultivar y compartir con ellos nuestra alegría de ser Iglesia (cf. Benedicto XVI, Homilía en la Misa de Inauguración de la V Conferencia general del Episcopado latinoamericano y del Caribe, Aparecida, 13 mayo 2007), de ser un hogar acogedor hecho de piedras vivas, escogidas y preciosas, colocadas por el Señor unas junto a otras y cimentadas por su amor (cf. 1 P 2,4-5). Así pues, como nos lo ha recordado Grace al evocar la experiencia del Sínodo, si nos estimamos y nos respetamos unos a otros, y si nos ponemos al servicio de los demás, podemos mostrarles a ellos, y a cualquier persona que nos encontremos, lo hermoso que es seguir juntos a Jesús y anunciar su Evangelio.

La belleza de existir, por tanto, no se experimenta tanto en los grandes acontecimientos y momentos de éxito, sino más bien en la lealtad y el amor con que nos esforzamos por crecer juntos cada día.

Y así llegamos al tercer y último aspecto, la esperanza de crecer. En esta iglesia encontramos una interesante “catequesis en imágenes” del paso del Mar Rojo, con las figuras de Abraham, Isaac y Moisés: patriarcas fecundos por la fe, que por haber creído recibieron como don una descendencia numerosa (cf. Gn 15,5; 26,3-5; Ex 32,7-14). Y este es un signo importante, porque también a nosotros nos anima hoy a confiar en la fecundidad de nuestro apostolado, a seguir sembrando pequeñas semillas de bien en los surcos del mundo. Parecen acciones minúsculas, como un granito de mostaza, pero si tenemos confianza y no nos cansamos de esparcirlas, brotarán por la gracia de Dios, darán una cosecha abundante (cf. Mt 13,3-9) y producirán árboles capaces de dar cobijo a las aves del cielo (cf. Mc 4,30-32). Lo dice san Pablo, cuando nos recuerda que el crecimiento de lo que sembramos no es obra nuestra, sino del Señor (cf. 1 Co 3,7), y nos lo enseña nuestra Madre la Iglesia, al enfatizar que, incluso a través de nuestros esfuerzos, es Dios «quien hace que su Reino venga a la tierra» (Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Ad gentes, 42). Por consiguiente, sigamos evangelizando, con paciencia, sin dejarnos desanimar por las dificultades y las incomprensiones, ni siquiera cuando éstas surjan donde menos quisiéramos encontrarlas; por ejemplo, en la familia, como hemos escuchado.

Queridos hermanos y hermanas, agradezcamos juntos al Señor por la forma en que se va arraigando y difundiendo el Evangelio en Papúa Nueva Guinea y en las Islas Salomón. Sigan así su misión, como testigos de la valentía, la belleza y la esperanza. No se olviden del estilo de Dios: cercanía, compasión y ternura. ¡Sigamos siempre adelante con este estilo del Señor! Les doy las gracias por lo que hacen, los bendigo a todos de corazón y les pido, por favor, que no se olviden de rezar por mí, porque lo necesito. ¡Gracias!



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